¿Dónde está Prigoshin?

Esta es la pregunta que nos hacemos todos, a una semana del Levantamiento de los mercenarios 

Lukaschenka[1] dice que le ofreció huir -no sé si se pueda hablar de dar asilo- a Bielorrusia. Otros aseguran que vieron a Prigoshin en San Petersburgo, donde el Grupo Wagner tiene su edificio central[2] y el oligarca tiene su principal fábrica de trolls en internet. Su avión habría hecho una escala en Moscú -quién sabe para qué- y luego, habría volado a la ciudad a orillas del Neva.

Otros dicen que su avión se habría dirigido a Minsk. Parece que la capital bielorrusa se ha convertido en un verdadero refugio temporal de criminales: hacia Minsk voló Jan Marsalek, el estafador de Wirecard que ahora vive en un sector acomodado de Moscú, donde sólo oligarcas y otros criminales pueden pagar un inmueble.

Putin aseguró a los mercenarios del Grupo Wagner que no serían perseguidos penalmente. Iba a escribir que no serían perseguidos por la “justicia rusa”, pero indudablemente, la palabra “justicia” y el régimen de Putin son términos que se contradicen entre sí. Después de asegurar que los mercenarios eran traidores, Putin los perdonó y les aseguró que tenían tres alternativas: irse a Belorrusia, enrolarse en el ejército de la Federación[3] o volver a sus casas, con sus familias.

Con este perdonazo, Putin demostró debilidad. Sobre todo, porque después de acusar de traidores a los mercenarios de Wagner y de asegurar -el día sábado- que la traición se paga con la vida, esto es que los espera el pelotón de fusilamiento… Después de esta gran amenaza, el día domingo, los perdona y deja huir a Prigoshin[4].

Putin no sólo mostró debilidad, sino que además, quedó claro que el jerarca ruso sí reacciona ante una amenaza y que es capaz de claudicar. Un argumento más en favor de quienes pensamos que es fundamental apoyar a Ucrania, para colocarla en una buena posición en orden a negociar -en un futuro próximo- la devolución de su territorio, de los niños raptados, reparaciones de guerra, seguridad de sus fronteras y un gran etcétera[5].

No me atrevería a asegurar que el perdonazo de los mercenarios -al menos de los que se queden en Rusia- sea duradero. Me imagino que, por esta razón, muchos de ellos huyeron a Bielorrusia donde Lukaschenka les habría entregado o arrendado una o más bases para que reinicien sus actividades. Cualesquiera sea que éstas vayan a ser en el futuro.

Prigoshin aseguró que 25 mil mercenarios estaban bajo sus órdenes en la guerra contra Ucrania. Pero parece que ese fue sólo un bluff, ya no que habría tenido nada más que ocho mil. O puede ser que hayan muerto tantos en la guerra, que no le queden más que ocho mil en Rusia. Por ejemplo en Bajmut, donde los ex-presidiarios reclutados por el Grupo Wagner no fueron más que simple carne de cañón.

Donde sí parece que hay veinte mil mercenarios de Wagner es en África. En ese continente, la estrategia rusa es clara: apoyar al gobierno dictatorial o instalar un dictador en el poder, siempre y cuando les deje explotar las minas de oro, de uranio, de diamantes, los yacimientos de petróleo o de gas. Con ello, se desestabiliza África y se crean flujos de inmigrantes que, a su vez, desestabilizan a Europa. ¿A quién le importa la vida humana si puede ganar ingentes sumas de dinero a la usanza de los peores imperialistas y capitalistas de la historia?

El Grupo Wagner no es un Blackwater cualquiera. No es una empresa de seguridad privada, sino que es una creación del estado ruso que necesitaba gente que hiciera el trabajo sucio, o debería decir: el trabajo más sucio. Hasta el fin de semana pasado, Putin todavía negaba toda relación con algún grupo paramilitar. Es más, hasta la semana pasada, Putin negaba la existencia del Grupo Wagner. Después de todo, según la ley de la Federación, el monopolio del poder recae en las fuerzas armadas y no permite la existencia de ejércitos paralelos.

El martes pasado, Putin reconoció que el régimen ruso había pagado al Holding Concord (construcción de por lo menos 64 empresas entre las cuales formalmente se haya el Grupo Wagner) mil millones de dólares por la actuación de los mercenarios en la guerra contra Ucrania, otros mil millones en material de guerra y mil millones más por el catering de los soldados del ejército ruso. Putin agregó que espera que Prigoshin no haya robado mucho, lo que es un gran sarcasmo considerando la altísima corrupción que impera en Rusia[6].

La semana pasada, Velina Tchakarova (desde Viena) publicó en Twitter un interesante esquema que muestra lo que ella denomina “a galaxia de Prigoshin. Esto es, el entramado de sus empresas. Los invito a ver el documento gráfico[7].

Es interesante observar que hay dos países americanos que aparecen en el mapa de Tchakarova. Uno de ellos es nada menos que Estados Unidos, donde la Galaxia prigoshiana mantiene páginas de información. O más bien de desinformación. Y Venezuela, donde se hallan los Wagner, en su calidad de compañía militar semi-estatal, como asesores políticos y como explotadores de empresas extractoras de recursos naturales[8].

Lo más infame de las páginas norteamericanas es que se hacen pasar por activistas en pro de la lucha por la “igualdad racial”[9]. Demás está decir que los trolls financiados por Prigoshin están interesados en el triunfo de Trump. Desde siempre, Trump ha sido el candidato de Rusia[10]. ¿Por qué será?

Prigoschin hacía un doble trabajo para el régimen ruso: recibía fondos del exterior para financiar la guerra contra Ucrania y recibía dinero del estado ruso por pelear y morir en la guerra. Algunos analistas aseguran que Prigoshin se rebeló porque al régimen de Putin se le habrían acabado los fondos.

La causa inmediata (o la excusa) del quasi putsch wagneriano fue la obligación de firmar un contrato y de ponerse a las órdenes del ejército ruso, esto es a las órdenes de Gerasimov y de Shoigu (este último, también dueño de un grupo paramilitar), ambos muy odiados por Prigoshin.

Me pregunto ¿qué pasará ahora con las empresas de Prigoshin? ¿Se las lleva a Bielorrusia? ¿Habrá sido este el interés de Lukashenka en que el oligarca se refugiara en su país? O ¿serán expropiadas por Putin que se quedará con ellas o las repartirá entre otros oligarcas? El viceministro de relaciones exteriores acaba de viajar a Siria para tranquilizar a Assad a quien aseguró que los mercenarios ahora dependen directamente del Kremlin.

Quién sabe… Lo único que sé es que mi próxima columna debería titularse ¿Dónde está Surovikin? Sergei Surovikin es el general favorito de Prigoshin, que estuvo algunos meses al mando de la guerra contra Ucrania y, hasta la semana pasada, era lugarteniente de Gerasimov. Hoy, detenido por haber apoyado o al menos, haber tenido conocimiento del levantamiento de los mercenarios y no haber hecho nada para impedirlo. Entre paréntesis, el general Surovikin es el responsable del bombardeo y destrucción de la ciudad de Alepo, en Siria…[11]


[1] Otrora rival de Putin, hoy su marioneta.

[2] Se puede apreciar la fastuosidad del edificio en las muchas imágenes del mismo en Google

[3] Cuando hablamos de Rusia, nos referimos a la Federación Rusa que se compone de Rusia más las repúblicas colonizadas en Asia Central que no lograron independizarse luego de la caída de la Unión Soviética en 1991.

[4] La cantidad de mercenarios rusos es limitada. Se trata de algunos miles de hombres formados por el servicio secreto militar o GRU. Por esta razón, me puedo imaginar que a Putin no le conviene dejarlos ir.

[5] Por el rapto de niños ucranianos, Putin y otros de sus personeros están acusados en la Corte penal internacional en La Haya.

[6] De acuerdo a Transparencia Internacional, hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán, en Corrupción en Ucrania La corrupción es una enfermedad post soviética.

[7] @vtchakarova El tweet aquí

[8] Las relaciones entre Bielorrusia y Venezuela datan de la época en que Chávez visitó Bielorrusia y se fotografió con armas aparentemente de producción bielorrusa. Ver Lukaschenko y Venezuela

[9] Las razas no existen. Los invito a mi columna Nos guste o no, en realidad todos somos africanos

[10] Pienso que Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar y que “el Partido republicano fue ‘secuestrado’, primero por el tea party (una especie de secta política, racista, sexista y homofóbica) y más tarde, por lo que el mismo Trump llama simplemente “our movement”. El organizador de concursos de belleza ha logrado convertir al great old party en un club pro-Trump o en una secta, en Trump: A un año del asalto al Capitolio y la derecha chilena

[11] Como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Alepo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa, en El Papa y Ucrania Ver también Rusia no es potencia

El levantamiento de los mercenarios

Los acontecimientos del fin de semana en Rusia, serán conocidos como el levantamiento de los mercenarios. Actualmente, hay once grupos de mercenarios en la Federación rusa, de los que el más conocido en el extranjero, es el llamado Grupo Wagner. Y esto, pese a que las agencias militares están prohibidos en Rusia; pero la verdad es que, en el reino de Putin poco y nada importa lo que diga la ley. 

Más importante es la voluntad de la camarilla en el poder. El poder politíco se concentra en los servicios secretos, que no son servicios de inteligencia y análisis como los conocemos en los estados democráticos, sino son una verdadera policía secreta, al estilo de la Checa, la policía secreta de Stalin, o de la Gestapo del nacionalsocialismo[1].

El grupo Wagner fue creado por Dmitri Utkin, un miembro del servicio secreto militar -del temido GRU- encargado de ayudar al gobierno de Assad en Siria. Utkin es de filiación neonazi y gran admirador de Hitler, de manera que su alias de combate es “Wagner” que habría sido el compositor preferido del Führer. Los agentes y soldados que peleaban bajo sus órdenes eran pues el “Grupo Wagner”. 

Tiempo más tarde, un ex-cafiche y ex- presidiario (fue condenado a trece años de prisión por robo a mano armada y otros delitos) llamado Yevgueni Prigozhin conoció a Utkin y decidió invertir en su agencia militar. Prigozhin era conocido como el cocinero de Putin, ya que venía acompañándolo desde su tiempo de San Petersburgo, como dueño de restaurants y proveedor de la comida para el ejército. 

Como información de background, puedo contarles que Putin teme que lo envenenen y por eso, sólo comía lo que la empresa de Prigozhin le preparaba. Por otra parte, se dice que varios envenenamientos son responsabilidad de esa empresa. Hoy en la mañana, ha visto varios memes según los cuales, Putin ya no va a poder comer nada, por el miedo a que lo envenen.

Asimismo, Prigozhin es dueño de una de las grandes granjas de trolles en San Petersburgo y quién sabe donde más. Probablemente, también de la gran granja de trolles de Nicaragua, con millones de cuentas falsas, encargadas de difundir fake news, en el marco de la campaña de desinformación que hoy se orquesta desde la Federación Rusa. 

No en vano, Putin era oficial de información de la KGB, esto es, de desinformación. Es triste ver como, en todo el mundo, hay gente (es minoría) que cree con una fe religiosa todas las mentiras que difunden las granjas de trolles por el mundo. Y también desde medios como Russia Today, Sputnik y una seria de blogs de personajes falsos y también de tontos útiles que se ponen al servicio de Putin. La conspiranoia es también muy habitual en estas burbujas.

El levantamiento de los Wagner se veía venir, ya que durante las últimas semanas, Prigozhin no dejaba pasar un solo día sin lanzar sus diatribas[2] contra el ejército ruso y especialmente, contra el ministro Sergei Shoigu y el jefe del estado mayor Valeri Gerasimov. Ojo, nunca contra Putin (salvo esa vez en que habló del abuelo,  pero después dijo que no se refería a Wladimir Wladimirovitch). 

Prigozhin, Utkin y sus mercearios del Grupo Wagner son detestados por los altos oficiales y por los comandantes rusos, pero aparentemente son amados por la tropa. Las diatribas eran retransmitidas por los llamados blogueros militares rusos, muy populares en un país que cree que la potencia va de la mano de la violencia… Y esto, en todo sentido.

Esto último explica que los mercenarios de Prigozhin hayan podido tomar la ciudad de Rostov sin resistencia alguna de los militares del ejército ruso. Y luego, hayan iniciado su marcha hacia Moscú sin mayor resistencia. Tan sólo la de algunos aviones y helicópteros que derribaron sin dificultad, ya que Wagner tiene armas antiaéreas. Se dice que Prigozhin adquiere armamento a través de África, donde tiene minas de oro y de uranio, con las que paga las armas[3].

Es significativo que los mercearios de Utkin y de Prigozhin tampoco hayan experimentado resistencia alguna por parte de la población rusa. Es cierto que el pueblo ruso hoy en día es escéptico o más bien apático[4]; pero en la misma ciudad de Rostov -donde se haya el cuartel general de la guerra contra Ucrania- la misma población les llevaba alimentos y todo lo que necesitaran. 

A kilómetros de Moscú, los Wagner decidieron detener su marcha. Los mercenarios regresaron a sus cuerteles y tanto Prigozhin como Utkin están desaparecidos. Me atrevo a adelantar que Utkin aparecerá muerto en algún lugar. A Prigozhin va a ser más difícl liquidarlo, pero bolsas de té con polonio o calzoncillos con Novichok abundan en la Federación rusa, de manera que no será difícil encontrar alguno para él[5].

Se desconoce las razones por las que Prigozhin detuvo su marcha. Hasta ahora, sólo hay especulaciones. Tal como en la Unión Soviética, en la Federación rusa, tampoco hay una política de transparencia y la información se oculta. Se dice que no se aplicarán castigos a los mercenarios, pese a la bravata inicial de Putin, en que aseguró que serían castigados como traidores. Especialmente Prigozhin. 

Hoy lunes, los mercenarios han retornado a sus cuarteles y de Prigozhin nada se sabe. Se supone que huyó a Bielorrusia donde recibiría asilo (en el sentido no técnico de la expresión) del dictador Lukaschenka, el eterno rival de Putin, hoy convertido en su marioneta. Si los mercenarios seguirán peleando en Ucrania es algo que tampoco se sabe. 

Del mimistro de defensa Shoigu, el rival de Prigozhin, tampoco se sabe nada. En cuanto a Valeri Gerasimov no sería la primera vez que desaparece, para reaparecer después. Putin tampoco está en Moscú y nada se sabe de él. El último mensaje televisivo, en el que anunció que la guerra contra Ucrania… perdón la “operación especial” (si hablas de guerra en Rusia, recibes entre 15 a 25 años de cárcel) se dice que fue grabado días antes.

En un sistema de dependencias personales, como el moderno feudalismo de la Federación rusa, no es inusual una acción como la de Prigozhin: el vasallo se alza para manifestarse en contra de algo que considera una injusticia (supuestos ataques del Ejécito ruso contra el Grupo Wagner, no entrega de munición, etc.) y contra personas que consideran incompetentes e indeseables (Shoigu y Gerasimov). Luego de conseguir lo que exigía o parte de ello, se retira.

La situación actual en Rusia se puede comparar con la de los war lords africanos o, en el mejor de los casos, con el feudalismo de la Edad Media en Europa. Desde una perspectiva histórica, hay que considerar que, a comienzos del siglo 20, el Imperio de Rusia pasó desde el feudalismo al régimen del socialismo real o de estado, o comunismo, stalinismo, chequismo o como quieran llamarlo, en apenas un par de años, sin solución de continuidad.

En suma, el levantamiento de los mercenarios deja a Putin muy debilitado. Putin basa su poder, por una parte el divide et impera (tres servicios secretos rivales y los servicios secretos contra la oligarquía) y en la garantía de estabilidad y de supervivencia de la población que está interesada en que le paguen sus sueldos, sus pensiones y jubilaciones (la demografía rusa nos habla de una población envejecida) y que baja la cabeza ante a la autoridad, sea quien sea. Dos siglos de zarismo, casi un siglo de comunismo y décadas de putinismo le han ensñeado que no vale la pena intentar cambiar las cosas. 

Quienes quieren una vida mejor, simplemente huyen de Rusia, como los 200 mil hombres jóvenes que huyeron de la Federación para llevar una vida un poco mejor en Europa Occidental, en Turquía, Georgia, Australia, los EEUU o incluso en Kasajstán, país que nos puede dar muchas sopresas en el futuro cercano.

Pobre Rusia, se merece algo mejor que Putin, Prigozhin, Shoigu, Jakunin, Kadyrov o como se llamen todos los dictadores y minidictadores de hoy… 


[1] No sin razón, se llama hoy a Putin, Putler.

[2] A través de su canal de Telegram. En Rusia no hay libertad de prensa.

[3] Se supone que la toma de la ciudad ucraniana de Soledar, que no tiene importancia militar, se debió al interés de Prigozhin por las minas de sal que hay en esa ciudad. Como en la Edad Media, hoy las minas de sal tienen gran valor.

[4] La historiadora rusa de la que les hablé en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra explicaba que, mientras los ucranianos habían sido históricamente, un pueblo que busca la libertad, los rusos agachaban la cabeza y preferían no meterse en nada y dejar que los que están en el poder decidieran por ellos.

[5] Hago con esto referencia a la forma en que murió Sergei Skripal y se intentó asesinar a Navalny.

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

Rusia no es potencia

Después de mi última columna El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt un amigo comenta que él piensa que Rusia sí es una potencia. Me gustaría explicar brevemente mi porqué pienso que la Federación rusa está actualmente a años luz de ser una potencia.

Aislamiento

Antes que nada y como me decía una conocida rusa hace algunos años, gracias a Putin y a su cleptocracia, Rusia está aislada en el mundo y del mundo. Ni los zares, ni los comunistas tuvieron nunca tan pocos aliados como Rusia, después de la represión del 2012, y luego de la anexión de Crimea el 2014.

Es connatural a una potencia tener muchos aliados: estados sobre los cuales ejerce, por lo menos, alguna clase de hegemonía, de dominación, de control o de algún otro tipo. Los pocos aliados que tiene Rusia en el mundo se llaman Bielorrusia (obligada a aliarse[1]), un poco China (pero cada día más alejada), Venezuela, Nicaragua, Cuba (estos últimos, sin importancia en el concierto internacional). Últimamente la lista ha sido engrosada por otros dos países: Irán y Corea del Norte. Ambos aún más aislados que Rusia. Luego de una supuesta neutralidad inicial, la India se ha alejado completamente de Rusia.

Hay países que formaban parte de la UdRSS y que están “al lado” de Rusia (se hallan “conectados” por su territorio, como expliqué en mi columna anterior[2]). Muchos de sus líderes o son aún jerarcas de la época soviética o son sus hijos que continúan la línea dinástica de sus padres. Sin ir más lejos, Ramzán Kadyrov -hijo de Ajmet Kadyrov- es uno de ellos. Estos países pueden considerarse cual más cual menos, también “amigos” de Rusia (aunque Kissinger que ya tiene más de 90 años y sufre de creciente senilidad, seguro que me advertiría que los países no tienen amigos, sólo tienen intereses). Entre los “amigos” de Rusia, se pueden contar ex-repúblicas soviéticas como Daguestán, Kasajstán, Kirguistán, Turkmenistán o incluso Armenia.

En resumen, entre los aliados de Rusia hay tres categorías: 1) los que quieren ser sus aliados, como Cuba o Nicaragua. 2) Los que están “conectados” geográficamente con la Federación rusa, formaban parte de la Unión Soviética y no les queda otra alternativa, como todos estos países de Asia Central cuyos nombres terminan en “tan” y Bielorrusia. 3) Y los nuevos amigos, que son sólo dos: Corea del Norte e Irán. Ambos proveen a Rusia de armas y de munición, ya que la industria de armamentos rusa no los puede reponer rápidamente.

Economía y pobreza

En Postales de Islandia, les contaba a mis queridos lectores y lectoras que la economía rusa, al menos antes de febrero de este año, tiene o más bien tenía las mismas dimensiones que la economía italiana. Hay que considerar que Rusia tiene más del doble de habitantes que Italia, que Italia cabe 57 veces en Rusia y que la esperanza de vida en Rusia es diez años menor que en Italia.

¿Para qué quiere Putin más territorio y más súbditos? De ciudadanos no se puede hablar. Para sumirlos en la pobreza en que se halla la mayoría de la población en la Federación Rusa, sobre todo en las repúblicas de Asia Central. En Daguestán, en Siberia, Kirguistán, Turkmenistán o incluso en Armenia. Pobres armenios, se acogieron a mala sombra y ahora no pueden salir. A diferencia de Kasajstán que cada día se aleja más de Rusia.

La Federación rusa es un país exportador de recursos naturales, especialmente de gas y de petróleo. Aparte de trigo, maíz y algún mineral. En esto no se diferencia de los países en desarrollo. Carece de tecnología propia: hasta antes de que comenzara la invasión y fuera sancionada, importaba la tecnología extranjera que pagaba con los ingresos del gas y del petróleo. En un ambiente carente de libertad, es difícil desarrollar la creatividad. El último de los grandes inventos rusos fue la Kalashnikov, en 1946.

Los Lada casi no circulan fuera de Rusia. Los pocos rusos que pueden pagarlos prefieren BMW, Lexus o Range Rover. La hija de Dugin murió en un Toyota Landcruiser y no en un Lada[3]. La industria automotriz rusa anunció que volverá a fabricar el Moskwitsch, un vehículo que, hasta donde yo sé, la UdRSS dejó de producir a mediados de los años 70. Y ya entonces era antiguo. El último de los modelos Moskwitsch fue una copia del Opel Kadett.

Los rusos prefieren IPhone y no Yotaphone. Hace algunos años, como buena rusófila, traté de comprar un Yotaphone; pero me fue imposible, nadie lo vende.

Fuerza militar y armamento

Volviendo al tema de los ex-amigos, la razón por la cual, la India se aleja de Rusia a una velocidad que me hace pensar en la expansión acelerada del universo -aparte de las consideraciones morales y jurídicas causadas por la violación del derecho internacional y por los crímenes de guerra- es que India está altamente decepcionada del armamento ruso que compró en abundancia, sobre todo, debido a su bajo precio.

La industria de armamento ha sido durante décadas la niña de los ojos del estado ruso. Se trata de una industria estatal. Le pertenece al estado, es controlada por el estado y las decisiones son tomadas por el gobierno. A diferencia de la industria occidental que está en manos privadas.

Las armas rusas han mostrado una gran inferioridad en la guerra de Ucrania (como no vivo en Rusia, la puedo llamar guerra y no “operación especial”[4]). Los militares ucranianos pudieron vencer a las tropas rusas que intentaron invadir Kiev a punta de jabalinas portátiles antitanques, con las que derribaron aviones y helicópteros rusos, provocando su huida del aeropuerto de Kiev-Hostomel. Entre paréntesis, Hostomel es vecina a la localidad de Butscha, donde tropas rusas permanecieron durante algunas semanas, tiempo que aprovecharon para cometer abundantes crímenes de guerra.

El armamento occidental ha demostrado ser inmensamente superior a las armas rusas. Las armas inteligentes (smart) son terriblemente más efectivas que las armas “tontas” que sigue produciendo Rusia. Esta es una de las causas de que India se aleje tan raudamente de Rusia. La dependencia del armamento ruso es una circunstancia no deseable para el gobierno de Modi.

Rusia tampoco es una potencia militar, porque ha demostrado que sus fuerzas armadas no sólo están desmoralizadas, sino que además, son ineficientes. Tanto es así que el Grupo Wagner ha creado líneas del tipo “no pasarán”, para impedir que los soldados rusos emprendan la retirada. O que huyan despavoridos, como ocurrió en Járkiv en septiembre pasado. En otras palabras, si no quieren o no pueden pelear con los militares ucranianos, son acorralados por los mercenarios y ex-presidiarios del grupo Wagner[5].

Se supone que el ejército ruso había superado sus innumerables fallas de la época soviética y que, al mando del general Valery Gerasimov (que cayó en desgracia al comienzo de la guerra) se había modernizado y alcanzado el nivel de una potencia militar. Al menos, eso nos hicieron creer; pero parece que todo era mera propaganda. Eran películas que mostraban soldados y armas en ejercicios militares donde parece que nunca había un enemigo.

Rusia continúa con la antigua táctica soviética que le sirvió también en Siria: disparar desde lejos con artillería “tonta”, esto es, imprecisa y que destruye ciudades enteras, como Aleppo en Siria o Mariupol en Ucrania[6]. Y después de que todo está destruido, avanza con tropas de tierra. (Sin suboficiales, sólo con oficiales y tropa; pero este es un tema específicamente militar al que tal vez me refiera en otra oportunidad[7]).

En suma, Rusia no es una potencia. Es un país pobre, exportador de materias primas que carece de productos elaborados, donde la tecnología brilla por su ausencia, como una consecuencia lógica de la falta de libertad para crear e innovar. Me pregunto, ¿quién querrá subirse a un auto con la tecnología de los años 70 y que además es copia de un vehículo alemán muy antiguo?

En el ámbito de la política internacional, el aislamiento indeseado tampoco es propio de una potencia. Sin duda, las permanentes violaciones del derecho internacional y del derecho humanitario no son características de una potencia, al menos no de una potencia civilizada. La actitud imperialista ahuyenta a posibles “amigos”. Sus únicos amigos son otros países igualmente asilados.

En el aspecto militar, Rusia tampoco es potencia, ni por su industria de armamento, ni por sus fuerzas militares. Ambas más parecen el sapo hinchado de que hablé alguna vez en una columna dedicada a un tema muy diferente[8].

Creo que el único ámbito en el que Rusia es una potencia es en el de la desinformación. Desinformación sobre otros y también sobre la misma Rusia. La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande[9]. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski[10] habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada[11].


[1] A Lukaschenka, conocido durante décadas como “el último dictador de Europa”, le gustaría liberarse del yugo de Putin; pero no puede, porque si lo hace, pierde el poder. Así de grande es su dependencia.

[2] El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[3] La bomba atómica de Putin

[4] Hablar de guerra en Rusia es penado por la ley.

[5] El Grupo Wagner es una organización paramilitar, fundada por Jewgeni Prigoschin, conocido como el cantinero o cocinero de Putin, y por Dmitri Utkin, cuyo nombre de batalla era Wagner, ya que es neonazi y admirador de los antiguos nazis a los que él identifica con el músico alemán Richard Wagner.

[6] Aleppo no fue destruida por militares norteamericanos, como me insistía una compañera de colegio.

[7] Como consecuencia de la falta de suboficiales, los militares rusos no aplican la táctica llamada mission command, sino que sólo obedecen órdenes detalladas, muy de acuerdo con la ideología leninista, en la que crecieron sus generales, incluyendo los nueve generales que murieron en los primeros meses de la guerra.

[8] Yoga y narcisismo

[9] Me referí a Catalina en mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[10] Autor de la popular novela Metro 2033.

[11] Sobre el tema, ver el artículo de Wikipedia Pueblo Potemkin