Trump quiere comprar Groenlandia

Si alguien me hubiera contado, hace dos o tres años que algo así ocurriría, no lo habría creído. Pero parece que los cisnes negros[1] son más probables desde que Donald Trump asumió la presidencia del país más poderoso del mundo. Pese a la diferencia de dos millones de votos en su contra.

Recapitulo los hechos: Trump expresa su deseo de ser invitado a Dinamarca. Dinamarca es un país europeo ubicado en la península escandinava[2], la región del mundo a la que también pertenece Suecia, país que el businessman norteamericano de ascendencia alemana y escocesa[3], generalmente, descalifica. Sostiene que en Suecia ocurren cosas terribles, debido a la unmigración y que la prensa nos lo oculta. Este es un discurso de mucha gente hoy en día, no es propio de Trump, lo más probable es que él lo haya copiado de alguna página de internet[4].

En concreto, esta historia empieza con el deseo de Trump de ser invitado a Dinamarca. Obviamente, Dinamarca hizo realidad su deseo y lo invitó, como corresponde al trato entre “naciones civilizadas”[5]. Y, como también corresponde a una monarquía constitucional, lo invitó la Reina Margarita[6]. La visita estaba planeada para el 2 y 3 de septiembre.

Hasta ahí, todo iba bien. Hasta que la prensa norteamericana reveló que el motivo del viaje de Trump era “comprar Groenlandia”. Sí, “aunque Ud. no lo crea”: el presidente norteamericano quería comprar un país. ¿Why not? Todo tiene su precio: las personas y también los países. Suena a sátira y me costó creerlo, pensé que era una broma. Cabe hacer notar que esta intención primaria no había sido informada al gobierno de Copenhagen. O sea, Trump se hace el invitado; pero no dice a sus anfitriones cuál es el objetivo de su viaje.

Compras Groenlandia suena como “comprar Alaska”, pero 152 años más tarde, cuando ya nadie compra países, sino que simplemente los ocupa. Me recordó a Putin, quien se comporta como los zares y las zarinas de hace 300 ó 200 años, al anexar territorios a su imperio.  

Trump aclaró -y también lo hicieron sus asesores- que su intención era comprar Alask… Perdón, Groenlandia, dada su importancia geográfica y sus recursos naturales. Lo aclaró al menos dos veces: una vez bajándose o subiéndose a un helicóptero y la otra, por twitter. Dijo que se trata de un real estate, de un great real estate, de un negocio inmobiliario. Cuando la sátira se convirte en realidad…[7]

Uno de sus asesores que habló con meridiana claridad en un canal de televisión, explicaron que “era un negocio inmobiliario más”… y claro, Trump y su papá son magnates inmobiliarios y de hotelería (el abuelo habría hecho fortuna gracias a hoteles de dudosa reputación, dicen). Él sueña con el negocio inmobiliario más grande de la historia. Con ser recordado como el presidente que agrandó el territorio nortemericano en millones de kilómetros de tierra y en millones de kilómetros de mar. plataforma continental, etc.

Es que claro, Mr. President “no cree” en el cambio climático; pero sí cree que, con la retirada de los hielos de las regiones polares, se abrirán nuevas posibilidades de extracción de petróleo, de gas y de muchos otros recursos minerales y naturales de la isla de Groenlandia y de su zona económica exclusiva, incluyendo la pesca. También el paso entre o a través de mares que antes estaban cubiertos de hielo es una “gran oportunidad” para hacer negocios. Algunos chistosos sostienen que su verdadera intención era construir campos de golf en Groenlandia.

Pero ¿No habrá una diferencia esencial entre un negocio inmobiliario y comprar un país? Diferencias tales como la soberanía, los derechos de los habitantes de Groenlandia, la libre determinación de los pueblos, etc. Sobre un país no se ejerce un derecho de propiedad, como ocurre con los derechos sobre un inmueble. Plantear algo así es más que ridículo o latterligt. La época en que el fisco y el patrimonio del monarca eran una sola cosa, ya pasaron a la historia. La época de las colonizaciones, también.

Al trascender la noticia, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen[8], aclaró que Groenlandia no está a la venta y agregó que la propuesta de compra es ridícula (latterligt, en danés). Sí, ridícula es lo menos que se puede decir, sin respeto, irrisoria. Asimismo, explicó la premier que “Groenlandia no pertenece a Dinamarca, sino a sus habitantes”. Tiene toda la razón.

Como era de temerse, Trump se enojó y anunció por twitter (una conferencia de prensa es complicada porque le hacen preguntas) que, si no puede comprar Groenlandia, no va a ir a Dinamarca y canceló su viaje. Con Condorito[9], sólo puedo comentar: PLOP! La Reina Margarita se mostró “sorprendida”, dijo. Sí, su sorpresa no es para menos. Un comportamiento como el de Trump es, por lo menos, nada de diplomático.

¿Estará demás decir que, aunque Dinamarca quisiera vender Groenlandia, no podría hacerlo ya que Groenlancia es autónoma? Pero esto, supongo que a la gente simplona no le importa. Me pregunto si alguien podrá considerar los 56 mil habitantes de Groenlancia como nuevos siervos de la gleba, que se pueden adquirir junto con el territorio en que viven

Interesante es leer lo que el ex embajador de los Estados Unidos en Dinamarca, Rufus Gifford[10], escribe en Twitter sobre el tema:

Actually I do have words: He asked for an invitation from the Queen for a State visit. She invited him. He accepted. They have been expecting him for weeks at the palace. The Danes and Greenlanders dismiss his vanity project. He snubs the entire Kingdom. He is a child[11].  

Traduzco: “Realmente, no tengo palabras. Él pidió a la Reina una invitación a realizar una visita de estado. Ella lo invitó. Él aceptó. Lo estaban esperando en algunas semanas más en palacio[12]. Daneses y groenlandeses rechazan este proyecto de vanagloria[13]. Él ofende[14] a todo el Reino. Él es un niño”.

Desde el punto de vista político, pero serio, observo dos consecuencias principales y algunas subconsecuencias: 1) a) Los daneses y los europeos en general se tienen que preguntar, una vez más, pero ahora con már fuerza, si pueden “abandonarse” en la protección militar norteamericana, o no.

b) Para Estados Unidos, las consecuencias del episodio Trump-Groenlandia son aún más dañinas, ya que con él, el propio presidente nortamericano aleja a un país como Dinamarca, que es uno de sus pocos aliados casi incondicionales dentro de la OTAN. Una vez más parece que el país más perjudicado con la presidencia de Trump es el mismo Estados Unidos.

c) China y Rusia tienen gran interés en las regiones árticas. Actualmente China planea financiar tres nuevos aeropuertos en Groenlandia. Pienso que sería mejor que Dinamarca, Groenlandia y los Estados Unidos trabajaran juntos en defender Groenlandia, el Ártico, el derecho internacional y sus intereses comunes en estas regiones.

2) Los populistas de derecha daneses rechazaron tajantemente la inciativa de compra de Groenlandia. Si más gobiernos populistas, nacionalistas, extremos llegaran al poder en el mundo, se cerrarían los canales de comunicación entre las “naciones civilizadas”. Prefiero no imaginarme cómo serían las relaciones internacionales. Ellos siempre quieren que su propio país sea el primero, sin importar la suerte de los demás. El episodio “Trump compra Groenlandia” es una degustación de lo que viviríamos en un mundo en que el populismo hubiese triunfado[15]. Nadie puede querer algo así, al menos, nadie en su sano juicio.


[2] Aunque algunos, desde el punto de vista geográfico, no consideran a Dinamarca parte de Escnadinavia; pero sí desde el punto de vista histórico-cultural.

[3] Se dice que su mamá fue una “ilegal” en los Estados Unidos.

[4] Suecia es para muchos, el ejemplo de un país socialista, de un estado de beneficencia. Parece que no saben que Suecia cambió diametralmente y que no es el mismo país que en los años 70.

[5] Así se denominaban a sí mismas en la época de la Sociedad de las Naciones, los mismos estados que luego participaron en la II Guerra Mundial.

[7] Ni siquiera el cómico especialista en sátira que ahora es presidente de Ucrania ha protagonizado historias como esta del presidente estadounidense. Sobre el nuevo presidente ucrania invito a leer mi columna El servidor del pueblo, el nuevo presidente de Ucrania

[11] Su tweet en Twitter.

[12]  En dos, desde que surgió esta historia, desde que se supo que quería comprar Groenlandia.

[13]  “vanity project” puede ser traducido como de vanidad, de engreímiento, de envanecimiento, de arrogancia o incluso de narcisismo, lo que pega más con su personalidad.

[14] to snub de desairar, humillar, abajar.

[15] Sería como volver al siglo XVIII, al XIX o a comienzos del siglo XX, en que surgió el nacionalismo en el mundo (en Europa, desde donde se expandió por el orbe).

¿El nuevo gigante egoísta?

En un acomodado sector de mi ciudad, hay una casa muy grande, de paredes blancas y rodeada de un jardín hermoso. De un antejardín con árboles frutales y de un prado en la parte interior del terreno, protegido de las miradas de la calle.

La casa es de dos pisos y en cada uno de ellos se ve siempre todo muy ordenado y limpio. Las ventanas impecables. A través de ellas, se alcanza a apreciar el buen gusto de la persona que vive en la casa. Muebles bonitos y nuevos, libros, todo muy picco bello.

Lo extraño de esta casa, es que nunca se ve a nadie. Es tipo casa deshabitada; pero no abandondada, sino en muy buen estado. Hace poco, pasé por ahí al mediodía y vi un vehículo con el logo de una empresa de limpieza de oficinas, estacionado frente a la entrada.

La casa es amplia, debe tener por lo menos 200 mts. cuadrados construidos y mucho más de jardín. Se ve moderna y confortable. Debe haber costado un “ojo de la cara”. Si yo tuviera una casa así, la gozaría, haciendo fiestas, reuniones, asados, noches de cine y de conversa, en general, invitando gente.

Pero nunca -o más bien, casi nunca, se ve a persona humana alguna en la casa. Se podría pensar que la gente está de vacaciones o de viaje de negocios, o que trabaja y estudia todo el día. O que es invisible.

Una vez, una sola vez en todos estos años, he visto a una persona adentro. Un hombre de mediana edad. Delgado, bien vestido. Me miró un segundo desde una ventana y luego siguió haciendo lo que tenía que hacer: estaba en la cocina, supongo que cocinando. Pensé: hasta los fantasmas tienen que comer.

Sí, hay mucha gente, en nuestra sociedad que parece fantasma. Trabaja todo el día -lo que no tiene nada de malo- y luego se refugia en su casa. Está solo o sola (observo que a las mujeres, esto les pasa menos). El trabajo es, para ellos, una salida, la única que tienen. Perdieron la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas y de las cosas grandes de la vida. No trabajan para vivir, sino que viven para trabajar.

Sobre todo, perdieron la capacidad de gozar de las demás personas, de disfrutar su compañía. Se convirtieron, poco a poco y casi sin darse cuenta en humanófobos que se refugian en el trabajo para huir de su soledad. No tienen relaciones sociales, porque no tienen tiempo, ni ganas para tenerlas, ni menos, para cultivar amistad, cosa que tal vez nunca aprendieron. No tienen amigos, ni amigas, porque no tienen tiempo, ni interés, ni capacidad para hacer, ni para mantener una amistad.

Y no es que no se interesen por otros temas aparte de su trabajo, es que no tienen con quién compartir intereses. Nadie -o casi nadie- va solo al teatro, al cine, ni a un concierto, ni a un partido de fútbol o de basquetbol. A lo sumo, pueden ir al gimnasio a levantar pesas, una de las pocas ocupaciones físicas que no requieren de un partner.

Sin embargo, no creo que su trabajo sea algo que los satisfaga, al menos, no plenamente, aunque tengan éxito en él, como probablemente lo tienen el dueño de la casa. No todos tienen éxito en el trabajo; pero para todos ellos, el trabajo es una escapatoria. Es como una caverna virtual del hombre moderno, que reeplaza a la cueva del hombre prehistórico. Un escondite intelectual, donde refugiarse y olvidar su soledad. ¡Ay de ellos cuando les llegue el momento de jubilarse!

Sí, mirado desde el punto de vista de la evolución, su casa es su cueva. Es algo así como el lugar donde nuestros antepasados, los homo sapiens sapiens, se refugiaban después de cazar – la caza era su trabajo-. En la caverna comían, dormían, criaban a sus niños, hacían fogatas, se refugiaban del sol y del calor, de la nieve y del frío. Y hasta dibujaban. La gran diferencia consiste en que los hombres y mujeres prehistóricos vivían en grupo; pero mi vecino vive solo.

Algunas veces, he pensado que es un poco como el gigante egoísta[1]. Pero esto puede ser una injusticia de mi parte, ya que es posible que a él, desde un comienzo, sí le gustaría tener contacto con otras personas y ver a los niños de la vecindad entrar a su jardín. Pero puede ser que no pueda, que sea incapaz de tener contacto con otras personas, aún deseándolo. Esa es mi tesis: que es incapaz de acercarse a otras personas. Y creo que hay muchas personas como él en el primer mundo.

Si nuestros antepasados hubieran vivido cada uno solo en una caverna, no habrían sobrevivido. Ellos se ayudaban y apoyaban mutuamente, cazaban en conjunto, y con sus perros, que, ya desde entonces, eran “el mejor amigo del hombre”. Muy por el contrario, mi vecino, el moderno cazador vive solo. Está aislado. Nadie vive con él, nadie lo visita y probablemente, él no invita a nadie.

La cooperación que llevó a nuestros ancestros a desarrollarse y progresar, ha sido reemplazada por el aislamiento. Por algo, muchos dicen que demasiados hombres modernos -habitantes del primer mundo- son verdaderos lobos esteparios. Que las personas se aíslen, no es progreso, sino retroceso. Recuerdo que ya Aristótoles nos hacía ver que el hombre es un animal social. Si deja de ser social, dejará de ser humano.

Al igual que el filósofo griego, pienso que “el individuo solo se puede realizar plenamente en sociedad y que posee la necesidad de vivir con otras personas”, es más, estoy segura de ello. Robinson Crusoe no es el ideal. Y también, con Aristótoles, estoy convendica que “aquellos que son incapaces de vivir en sociedad o que no la necesitan por su propia naturaleza, es porque son bestias o dioses”[2]. O más bien, son bestias que se consideran dioses.


[2] Ambas citas de su obra “Política”, en Wikipedia: Zoon politikón