La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

Todos los días mueren cientos de personas en Ucrania. O tal vez, miles. El país está en ruinas. El bombardeo nocturno de centrales de electricidad y de calefacción es terrible para la población civil, entre la oscuridad y el frío bajo cero. Pero Ucrania no quiere entrar en conversaciones con Rusia (sic). Ucrania, y sobre todo, ese horrible presidente Selenski no es más que una marioneta de los Estados Unidos y de la Unión Europea o incluso del sionismo internacional y quién sabe de quién más.

Este tipo de aseveraciones son comunes en las redes sociales y se leen también en algunos medios de extrema derecha o de extrema izquierda. O incluso, en medios extremadamente conservadores que, por primera vez desde la II Guerra Mundial, se han unido al extremismo de derecha, en una insana alianza.

Ucrania tendría que darse por vencida, para así terminar la guerra de una vez por todas. Si de todas maneras, va a perder… Tiene que reconocer que no puede, que nadie puede frente a un país que tiene la bomba atómica. Putin tiene la bomba atómica y Ucrania no[1], de manera que Ucrania debería rendirse, ya que se enfrenta a una potencia nuclear. Seamos realistas: pidamos la rendición de Ucrania.

Sí, algunos autodenominados realistas o super realistas también se suman al coro que exige la rendición de Ucrania en nombre de la realidad, de la cual ellos se consideran sus únicos intérpretes. Todos los demás, seríamos ingenuos niños inocentes.

Además, Rusia es un país muchísimo más grande y con un ejército N veces mayor que el de Ucrania. Con tanto más hombres, con tanto más armamento, más munición, más vehículos de transporte… Más cohetes, tanques, aviones. Con buques de guerra, que Ucrania no tiene. Rusia tiene más recursos naturales que puede vender a un precio cada vez más alto. Y no hablo de semillas de cedro ni de leche condensada, sino de gas y de petróleo. No hay donde perderse: Rusia va a ganar esta guerra y Ucrania tendría cero posibilidades.

Sólo le queda rendirse y pasar a formar parte del nuevo imperio ruso. Sinceramente, no me habría imaginado que la extrema izquierda se pusiera explícitamente de parte de la nueva ideología imperialista. Es más, que la apoyara públicamente, en su discurso y a través de sus medios y de sus agentes, partidarios, trolles y bots en las redes sociales. En la época de la guerra de Vietnam, ellos (y sus padres o abuelos) despotricaban contra los imperialistas y el colonialismo. Y ahora, los apoyan.

Estos y otros muchos más, son los argumentos o pseudo argumentos de quienes, consciente o con una ingenuidad que raya en la estupidez, exigen que Ucrania se rinda. En realidad, ellos son los ingenuos. Directa o indirectamente apoyan a Putin y a sus exigencias imperiales. Generalmente se ubican o en la extrema derecha o en la extrema izquierda. Ambas tendencias son extremadamente similares, como ya he comentado tantas veces e incluso he expuesto la explicación de la ciencia política moderna sobre el tema[2]. En algunos países, se unen en manifestaciones (las Montagsdemo en Alemania, por ej.) e incluso en el gobierno[3].

Como ya he escrito tantas veces sobre la extrema derecha[4], me gustaría comentar ahora el tema, pero refiriéndome a la extrema izquierda.

No creo que, en la época de la guerra de Vietnam, la gente que profesaba ideas de  izquierda, haya llamado a los vietnamitas a rendirse[5]. No creo que les dijeran que, ya que Estados Unidos era un país tanto más poderoso que Vietnam, deberían rendirse. Ni tampoco que argumentaran con la bomba atómica de los Estados Unidos, que además habían lanzado ya, también en Asia, muy cerca de Vietnam.

No les dijeron a los vietnamitas que se rindieran porque EEUU eran una super potencia, con muchas más armas, con una inmensa economía, muchos más habitantes y por tanto, mucho más soldados y que contaba con el apoyo mundial. No les dijeron: ríndanse que los gringos tienen al agente orange o herbicida de la muerte y causan mucho sufrimiento en la población. Tienen muchos más soldados que uds. Tienen aviones, helicópteros, buques de guerra. Más bombas e incluso la bomba atómica.

Por el contrario, la extrema izquierda se lanzó en contra de los Estados Unidos con todas las armas a su alcance, incluyendo la prensa (en aquel entonces, no existían las redes sociales). Tal como hoy, paradógicamente se lanzan contra Ucrania y se ponen de parte del dictador Putin y de sus oligarcas (en su lectura, son meros capitalistas). Hoy en día, la extrema izquierda se cuadra con el imperialismo y llama nazis a los ucranianos[6].

¿Se imaginan a la extrema izquierda de aquel entonces pidiendo, exigiendo a sus correligionarios del Vietcong que se rindieran? Que se rindan porque los gringos tienen la bomba atómica y contra un país con una bomba atómica, no se puede ganar una guerra, como hoy proclaman tantos bots, tantos trolles, políticos de segunda línea, ciudadanos de a pie e incluso uno y otro experto que se alinea con este sector político (sector cada día más pequeño, pero que se sigue haciendo notar).

Para qué hablar de la argumentación del sufrimiento del pueblo y de las muertes de soldados y de civiles. Esto es algo que a los marxistas leninistas o a los nacionalistas bolcheviques nunca les ha importado, ni durante la guerra de Vietnam, ni tampoco les importa ahora. Los soldados rusos recién reclutados en lejanas provincias de la Federación y que yacen muertos en Ucrania por una causa que no es la suya, son simple carne de cañón. Pero como a la mayoría de nosotros, personas normales, sí nos afecta que muera gente y que sufran, recurren a ese argumento, para intentar convencernos de que Ucrania tendría que rendirse para parar el sufrimiento y el derramamiento de sangre.

Yo les propondría que, en vez de llamar a que Ucrania se rinda, pueden empezar a escribir cartas públicas a Putin, pidiéndole retirar sus tropas de Ucrania: de Crimea, de Lugansk, de Donets, de Mariupol, de todas partes donde estén los soldados o del ejército regular ruso, o del Grupo Wagner o del nuevo grupo de mercenarios que pertenece al ministro de “defensa” (que ahora es un business man), o de Kadyrov (el dictador de Chechenia[7]) o de la guardia de élite de Putin, etc. En estos grupos armados, hay que incluir a los hombrecitos verdes que invadieron la península de Crimea[8].

Así como la izquierda no le pidió a los vietnamitas que se rindieran ante la super potencia atómica Estados Unidos, el país más rico y más poderos del mundo, tampoco la extrema izquierda de hoy le puede exigir a los ucranianos y a las ucranianas que se rindan ante una potencia regional[9] con una ideología imperial, como es Rusia bajo Putin. Por mucho que tenga armas atómicas y que Putin y sus marionetas se lo pasen amenazando con lanzar una de ellas y trazando líneas rojas[10].

Si los extremistas occidentales están realmente tan interesados en la paz, sería preferible que exigieran a Putin y a su camarilla que acaben con la guerra porque no hay que olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 


[1] Ucrania entregó a Rusia todo su armamento atómico después de la caída de la Unión Soviética, a cambio de la inviolabilidad de sus fronteras, garantizada en el Memorándum de Budapest. Violado el 2014 por primera vez, por Rusia con la anexión de Crimea y la invasión de la Cuenca del Donetsk.

[2] ¿Qué es el continuo político? Invito a leer también El extremismo en la teoría de la herradura o de la U y El maniqueísmo en los extremos políticos 

[3] Pienso en el gobierno de en Grecia bajo Tsipras, un político de extrema izquierda que se alió con la y de varios gobiernos italianos.

[4] En Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Ambos grupos, si ves sus postulados son increíblemente parecidos.

[5] En honor a la verdad, al primero a quien escuché esto fue al periodista austriaco Raimund Löw 

[6] Ver Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[7] A él me referí en El Papa y Ucrania

[8] El último ataque de Rusia a los ucranianos es una advertencia para Occidente

[9] Rusia no es potencia

[10] La bomba atómica de Putin

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

El Papa y Ucrania

En los últimos meses, ha habido muchas críticas abiertas o veladas al Papa Francisco, ya que no ha tomado partido abiertamente a favor de Ucrania. En la entrevista que apareció recientemente publicada en la revista estadounidense America Magazine, Gerard O’Connell, corresponsal en el Vaticano, pregunta al Papa sobre este tema. Pueden leer el texto completo de la entrevista en: Exclusive: Pope Francis discusses Ukraine, U.S. bishops and more

La pregunta es la siguiente: Santo Padre, sobre Ucrania: Muchos en Estados Unidos se han sentido confundidos por su aparente falta de voluntad para criticar directamente a Rusia por su agresión contra Ucrania, prefiriendo en su lugar hablar de forma más general de la necesidad de poner fin a la guerra, de acabar con la actividad mercenaria en lugar de con los ataques rusos, y con el tráfico de armas. ¿Cómo explicaría su postura sobre esta guerra a los ucranianos o a los estadounidenses y otras personas que apoyan a Ucrania?[1] 

La respuesta del Papa es bien clara: Cuando hablo de Ucrania, hablo de un pueblo martirizado. Si tienes un pueblo martirizado, tienes a alguien que lo martiriza. Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información sobre la crueldad de las tropas que llegan. Generalmente, los más crueles son quizás los que son de Rusia pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos y otros. Ciertamente, quien invade es el Estado ruso, esto está muy claro. A veces trato de no especificar para no ofender y más bien condeno en general, aunque se sabe bien a quién estoy condenando. No es necesario que ponga nombre y apellidos.

El segundo día de la guerra fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede], un gesto inusual porque el Papa nunca va a una embajada. Y allí le dije al embajador que le dijera a [Vladimir] Putin que estaba dispuesto a viajar a condición de que me dejara una pequeña ventana para negociar. [Serguei] Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores, me contestó con una carta muy amable en la que entendí que por el momento no era necesario.

Hablé tres veces por teléfono con el presidente Selensky. Y trabajo en general con la recepción de listas de prisioneros, tanto civiles como militares, y las hago llegar al gobierno ruso, y la respuesta ha sido siempre muy positiva. También pensé en viajar, pero tomé la decisión: si viajo, voy a Moscú y a Kiev, a ambos, no a un solo lugar. Y nunca he dado la impresión de encubrir la agresión. Recibí aquí en esta sala, tres o cuatro veces, a una delegación del gobierno ucraniano. Y trabajamos juntos.

¿Por qué no nombro a Putin? Porque no es necesario; ya se sabe. Sin embargo, a veces la gente se aferra a un detalle. Todo el mundo conoce mi postura, con Putin o sin Putin, sin nombrarlo.

La acusación de racismo que se ha hecho a Francisco luego de la entrevista no puede ser descartada sin más. Es cierto que la prensa y los expertos nos informaron que las tropas que cometieron los crímenes de guerra en Butcha[2], eran chechenas. Conociendo la fama de Ramsan Kadyrov y de sus soldados, no me extraña nada. No sin razón, Kadyrov es llamado el “perro rabioso de Putin”, incluso en Rusia. Pero, de ninguna manera, esta calificación puede ser extendida a todos los chechenos.

Lo de los chechenos es curioso, porque ellos sufrieron tanto o más de lo que están sufriendo los ucranianos hoy día. En dos guerras muy terribles[3], los chechenos lucharon contra Rusia por la independencia de su país. Lo que al final, no lograron. Sus ciudades fueron arrasadas en bombardeos hasta entonces sólo comparables a los de la II Guerra Mundial. Después vimos este mismo típo de bombardeos en Siria, ejecutados igualmente, por fuerzas rusas. La destrucción de Grozni, la capital de Chechenia es comparable a la destrucción de Aleppo en Siria y de Mariupol, en Ucrania[4].

Sobre los buriatos, no tengo mayores antecedentes acerca de su comportamiento como soldados. Son una etnia mongólica de Siberia, la etnia más numerosa de esa región. Originalmente, de religión budista, me temo que, después de medio siglo de indoctrinación comunista, de religión les queda poco y nada. Hace poco, eso sí, hubo un rechazo multitudinario a la “movilización parcial” por parte de budistas en alguna de estas repúblicas.

Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial[5] procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados.

La verdad es que a mí me gusta que el Papa Francisco haya mantenido esta posición más bien mesurada. Lo que no significa que no condene la agresión rusa. Sinceramente, no me gustaría ver a Francisco convertido en un segundo patriarca Cirilo (me refiero al patriarca de la iglesia ortodoxa de Moscú), que no se sabe si es sólo un agente de la KGB, un sibarita o simplemente un nacionalista ruso que confunde la religión con el fanatismo patriotero.

Sería ridículo que la guerra fuera convertida por Rusia en un enfrentamiento entre el mundo occidental y la ortodoxia, máxime cuando la mayoría de los ucranianos son igualmente ortodoxos. Prefiero que cada uno, cada una de nosotros tome su propia decisión de apoyar a Ucrania, a la democracia, al progreso, al pluralismo, a nuestro estilo de vida libre e individual. No me gustaría que la desinformación presentara la guerra como un duelo entre católicos y ortodoxos, como una nueva guerra de los treinta años o algo por el estilo.

Es muy bueno que O’Connell haya planteado al Papa este tema. No estamos en Rusia donde no es permitido hacer preguntas críticas. Por el contrario,  en nuestra sociedad pluralista, las preguntas críticas son bienvenidas y deseables. El Papa Francisco tiene razón: no es necesario nombrar explícitamente a Putin para saber de quien está hablando, a quien está condenando. Creo que las palabras de Francisco son bien claras: la condena es a Putin, a la brutalidad del ejército ruso. El Papa condena una invasión que convierte a Ucrania en una nación mártir. A buen entendedor o a buena entendedora, pocas palabras.


[1] Las traducciones son de la excelente página deepl-com. He hecho, eso sí, algunas correcciones.

[2] Masacre de Butcha en Wikipedia.

[3] La Primera guerra de Chechenia tuvo lugar entre 1994 y 1996, durante la época de Yeltsin. Fue motivada por el anhelo de independencia del pueblo checheno luego del desmoronamiento de la Unión Soviética.

La Segunda guerra de Chechenia duró diez años, entre 1999 y 2009. En septiembre del 2003, Achmet Kadyrov, el candidato de Putin, logró imponerse a los demás candidatos, a los que ofrecieron algún premio a cambio de renunciar a su candidatura. Siete meses después, en mayo del 2004, Kadyrov murió como consecuencia de una bomba.

[4] Aunque, como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Aleppo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa. Cfr. Rusia no es potencia

[5] Me referí a ella en mi columna sobre La bomba atómica de Putin

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania? 

Esta semana, durante la manifestación o vigilia matutina, frente al Consulado ruso de la ciudad donde vivo, llegó otra señora a conversar con nosotros. Esta vez, no era una antropóloga e historiadora rusa, como hace algún tiempo (escribí sobre nuestro interesante encuentro en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra).

La señora de esta semana también salía del Consulado General de la Federación Rusa. Probablemente, había ido a hacer algún trámite consular o a renovar su pasaporte u otros documentos. A diferencia de la primera señora que habló tanto con nosotros (al menos tres cuartos de hora), esta otra, estuvo menos tiempo, contó menos cosas y sus argumentos eran dos.

El primero de ellos consistía en sostener que Ucrania es un país sumamente corrupto. Sobre el tema, puedo decir lo mismo que escribí en mi columna Corrupción en Ucrania. Como toda ex-república soviética, Ucrania es un país muy corrupto. Es tan corrupto que está en el puesto 122, del ranking de Transparencia Internacional, con 32 puntos. Pero me pregunto si esta es una razón para declarar la guerra a Ucrania, para invadirla y para bombardear sus ciudades.

La pregunta cobra especial trascendencia al constatar que Rusia está aún más abajo en la escala de corrupción: Rusia ocupa el lugar 136, con sólo 29 puntos. Su lugar y su puntuación son aún peores que las de Ucrania. Cómo podía ser de otra forma, si Rusia es “la madre de todas las repúblicas soviéticas”, ya que durante la época de la UdRSS, fue la nación hegemónica en el desconcierto de las repúblicas socialistas soviéticas.

El camino hacia la probidad -lo contrario a la corrupción- es un camino largo y empedrado. Para quedar entre los mejores lugares del ranking internacional de los estados menos corruptos, hay que entrar por una puerta muy angosta[1]. Es más difícil aún cuando, como en el caso de Rusia bajo Putin, Rusia es hoy un estado mafioso, donde “Putin es un verdadero Padrino que da protección a los otros mafiosos (oligarcas, miembros del servicio secreto); pero les puede restringir o quitar la libertad o la vida, en cualquier momento”[2].

A propósito de Unión Soviética, la señora en cuestión nos planteó un segundo argumento: Ucrania no puede acercarse a Europa y a los países occidentales, porque Ucrania tiene una deuda muy grande con los otros países que integraban la familia soviética, especialmente con Rusia. Nuevamente es el el argumento de la “madrecita Rusia”, que viene de la época de los zares, sobrevivió al comunismo y renace hoy en día.

Ucrania no puede dar ahora la espalda a quienes le dieron tanto en el pasado, explica la señora. ¿A qué se referirá la buena babushka? ¿A la Unión Económica de Eurasia[3]? Esto es, a la Unión de estados post-soviéticos localizados en Eurasia[4], fundada por Putin inmediatamente después de la invasión y anexión de Crimea. Se dice que sin Ucrania, la unión de Eurasia carece de potencia económica, ya que el resto de las ex-repúblicas soviéticas -salvo Rusia- tienen economías muy débiles.

Uno de los participantes en la manifestación frente al Consulado, un hombre muy inteligente del Partido Verde, le respondió sencillamente constatando que la UdRSS dejó de existir en 1991. Es obvio que Ucrania no puede seguir perteneciendo a algo que no existe. En derecho internacional se habla de desmembramiento o de desplome del estado soviético ese año. Pienso que mucha gente -como la buena señora- prefiere cerrar los ojos al presente y continuar aferrada al pasado[5].

Me pregunto qué tanto habrá dado la Unión Soviética a Ucrania. ¿El holodomor? Sobre la inmensa hambruna traduje el 2008, el artículo de mi amigo Taras: Holodomor[6]. ¿Los otros horrores y la cruel represión del stalinismo? ¿Las matanzas de Trotzki? ¿La persecusión a los disidentes y su destierro a los Gulags (sistema penal de trabajos forzados)? ¿La pobreza, la falta de libertad, el totalitarismo? O tal vez ¿la revocación de la independencia de Ucrania, la negación de su existencia como estado independiente? ¿O la de su cultura e incluso de su idioma?

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania durante la época soviética que justifique una guerra?


[1] Como aquella de que habla el Evangelio de San Lucas: “Jesús respondió: ‘Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán’”.

[2] La explicación es de Garri Kasparov, ver mi columna Mientras más armas, más corta la guerra

[3] Wikipedia nos informa que “The Eurasian Economic Union (EAEU or EEU) is an economic union of some post-Soviet states located in Eurasia”.

[4] Me referí a ella en mi columna La Nueva guerra fría

[5] Demasiadas personas viven en el pasado, incluyendo a Putin. Los invito a leer mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[6] Enlazo el original en inglés Remember the Holodomor, Don’t Let History Repeat Itself!