¿Estaremos realmente frente a una nueva guerra fría? EEUU acaba de declarar persona non grata a 35 diplomáticos rusos y lo mismo casi hizo Rusia[1]. Es muy fácil, muy simple comparar la situación actual frente a Rusia con la Guerra fría que vivimos en la segunda mitad del siglo 20, entre los llamados dos bloques. Pero ¿será una comparación correcta?
Pienso que la mayor diferencia es que Rusia está hoy aislada, sola en el mundo. Hace no mucho tiempo (cuando disentir no era aún tan difícil para los ciudadanos rusos), una periodista de esa nacionalidad posteó en Twitter una foto del embajador ruso ante las Naciones Unidas y en la sala plenaria. La periodista comentó que a su alrededor no había nadie sentado. Agregó que a eso ha conducido la política de Putin: al total aislamiento de su país[2].
Bueno, no exageremos, Rusia tiene algunos aliados de ocasión e incluso permanentes. A veces Irán -interesada en la tecnología atómica rusa-; a veces China[3]… que además, es aliada de todos los que hacen negocios con ella, y de nadie. Se puede decir que China es aliada sólo de sí misma. Anne Applebaum @anneapplebaum hace ver acertadamente que lo que une a las elites rusa y china es su rechazo a las instituciones democráticas y liberales de Europa occidental, de EEUU, de Japón y de donde sea[4].
Al igual que Rusia, China es miembro permanente del Consejo de Seguridad, donde veta animadamente todo tipo de resoluciones, muchas veces, secundando a Rusia, como ha ocurrido reiteradamente en resoluciones sobre Siria. En realidad, China no apoya a Putin, sino que sostiene una política de absoluta no intervención en otros países. Si aceptara una intervención, debería admitir que otros países juzgaran la política interna de China, con sus violaciones a los derechos fundamentales.
Argentina (duranté el régimen de los Kirchner) y Cuba fueron sus aliados hasta hace poco. Hoy siguen siéndolo Venezuela y Nicaragua, países sin peso en el concierto internacional. Pseudo-incondicionalmente. la apoyan Bielorrusia y Kirgistán, a quienes no les queda otra alternativa, como integrantes de la Unión Eurásica, imitación de la Unión Europea, pero comandada desde Moscú. Los únicos aliados incondicionales de Rusia son Abjasia y Osetia del Sur. Regiones que no son reconocidas por (casi) nadie como países independientes. Simplemente, porque no lo son. En derecho, siguen siendo parte de Georgia, pese a su anexión de facto.
Cuba era su aliada, antes de que Obama anunciara el fin del embargo y visitara la isla. Evidentemente que, para los cubanos, EEUU es un millón de veces más atractivo que Rusia. Por mucho que Putin y el Patriarca Kirill inauguren una iglesia ortodoxa tras otra en la isla caribeña: la rígida Ortodoxia y el animismo cubano simplemente, “no pegan”.
Evidentemente, países como Kasajstán y Bielorrusia apoyan a Rusia en foros internacionales; pero hay que reconocer que eso lo hacen muy a regañadientes y porque son parte de la ya mencionada Unión de Eurasia. Entre paréntesis, yo diría que Putin y Lukaschenko son más rivales que aliados y, si se apoyan, es por razones estratégicas y de dependencia económica.
Bien distinta era la situación de la década de los ‘50, ‘60 ó ‘70, durante la primera y en realidad única Guerra fría, cuando regiones enteras integraban el bloque que consideraba a la Unión Soviética como su hermana mayor, su ídolo y ejemplo a seguir. Dentro del bloque se hallaban países como Siria[5], tenerlo presente es indispensable para comprender la terrible y dolorosa crisis actual en Siria.
Por otra parte, a diferencia de lo que ocurría durante la Guerra fría, Rusia tiene hoy muy poco que ofrecer al mundo. De partida, no tiene una ideología que esté interesada en propagar, como antes, cuando la URSS propiciaba la expansión del marxismo y de la revolución universal. Hoy en día, en vez de partidos políticos marxistas, neo-marxistas o filo-marxistas en todo el mundo, que intentan expandir una gran utopía mundial, Rusia mantiene a una gran cohorte de lobbystas, defendiendo los intereses económicos de sus oligarcas y de empresas estatales en diferentes países.
Aunque el número de sus lobbystas está rápidamente disminuyendo y es sustituido por pseudo-preiodistas de medios financiados por el estado ruso o por oligarcas proclives a Putin. Gente más dedicada a la desinformación que a la información[6].
Rusia propaga hoy por el mundo una extraña mezcla entre la nostalgia de la URSS leninista (no olvidemos que Putin considera que la caída de la Unión Soviética es la mayor tragedia, catástrofe geopolítica del siglo 20[7]), el culto a Stalin y la devoción a la Iglesia ortodoxa, aparte de la homofobia, y el llamado familialismo, que disfrazan como defensa de la familia tradicional, con los que se quiere congraciar con grupos de extrema y/o ultra-ultraconservadores de Europa occidental.
La desmembración -disolución de un estado y su reparto entre estados sucesores[8]– de la URSS es, en Rusia actual, un gran trauma, sobre todo para la jerarquía política y para la oligarquía económica. Su lectura consiste en comparar la caída de la URSS con el Tratado de Versailles, que fundó un orden internacional que llevaba en sí el germen de una nueva guerra[9]. Es bien peligrosa esta comparación, porque, en el fondo sirve para justirficar una nueva gran guerra o muchas guerras pequeñas, o escaramuzas, conflictos congelados, anexiones (como la de Crimea, Osetia o Abjasia) o intervenciones como en Siria o en Ucrania.
En la época de la Guerra fría -cuando demócratas y comunistas se enfrentaban por la hegemonía en el mundo- los cristianos eran más bien los enemigos naturales del comunismo soviético. Hoy, demasiados conservadores han pactado con los enemigos de la democracia y se han convertido inexplicablemente, en los más grandes amigos del oficial de la KGB, experto en desinformación Wladimir Putin[10]. Colectividades como la AfD alemana, la FPÖ austriada, el partido de Le Pen en Francia y Orbán en Hungría son sus mejores aliados en las capitales occidentales.
Paradojalmente o no, hoy no necesitamos a los grupos de extrema izquierda -reducidos a la insignificancia- ya que sus banderas son hoy llevadas en alto por grupos de extrema derecha. Incluso, grupúsculos del llamado catolicismo de extrema derecha ha caído en la trampa y admira más a Putin y al Patriarca Kirill (cabeza de la Iglesia ortodoxa, Patriarcado de Moscú) que al Papa Francisco, a quien desprecia abierta o solapadamente.
Por otro lado, para Rusia, la tesis de la nueva Guerra fría es la expresión de una especie de dolor fantasma[11]. Rusia de Putin no es el Imperio soviético, ni tampoco el de los zares y esto le duele mucho, son dolores nostálgico-imperiales.
La semana pasada, en el marco de la larga conferencia de prensa (dura varias horas) que Putin concede año a año, un periodista le preguntó qué se siente ser el hombre más influyente del mundo[12]. De partida, como dice Smirnova, Putin no es el hombre más influyente del mundo. Pienso que la pregunta revela más bien una inconsciente identificación con él. Algo así como: Putin es Rusia o -en el mejor de los casos- la representa y “cada uno de nosotros, los ciudadanos rusos, somos Putin”. “Si él es influyente e importante, también yo lo soy”[13].
En realidad, el único poder que queda a Rusia es su derecho a veto en el Consejo de Seguridad. Derecho que, ni siquiera le es propio, sino que heredó de la URSS[14]. De ahí que Putin use su veto una y otra vez, casi siempre sin sentido… vetando resoluciones, da más o menos lo mismo cuáles. el veto es una demostración de poder.
La profesora Kadri Liik[15] explica que a Rusia le conviene propagar la tesis de una nueva guerra fría[16]. Y por eso, es parte de su estrategia, divulgar la existencia de un sinnúmero de paralelos entre la Guerra fría y la llamada Nueva guerra fría. Esto, por varias razones. Tal vez la que yo considero más banal es que así une a sus ciudadanos en torno a los gobernantes, por aquello que la teoría política alemana llama el sindrome de Galtieri, en que se crea un enemigo o rival externo, para reunir, para aglomerar a la propia población en torno al gobierno, con el fin de defenderse de supuestos ataques exteriores. Ataques que, en realidad, no existen.
Liik hace ver que la supuesta Nueva guerra fría es asimétrica, ya que Rusia y Occidente no están al mismo nivel. Existe en un desnivel, en favor de Occidente, del otrora llamado mundo libre. Pero, como Putin se maneja muy bien en conflictos asimétricos, la tesis de la Nueva guerra fría alarga la vida a su régimen[17]. Aglutina al pueblo ruso en torno a la jerarquía. No sé si se han dado cuenta que desde hace más de un año, apenas hay protestas contra el gobierno en Moscú y otras ciudades. Y los pocos opositores, terminan o en la cárcel o en la tumba, como Nemzow[18].
Por último, una de las mayores diferencias con la Guerra fría de antaño es que en aquel entonces, al menos, los acuerdos internacionales se respetaban. Ambos bloques trataban de antenerse a reglas mínimas de convivencia. Hoy, Rusia de Putin, interpreta las reglas de la forma que más le acomode.
En suma, hay bastantes razones para disentir de la tesis, según la cual, estamos ante una Nueva guerra fría. Pienso que no podemos caer en el juego, no podemos volver atrás en el tiempo; no retrocedamos a los 50, 60, ni a los 70. La cortina de hierro, gracias a Dios, ya cayó, por mucho que algunos intenten levantarla nuevamente. Estoy segura que no lo lograrán. Claro que esto no es automático, depende de nosotros que no lo logren. Estoy segura que el sentido común pesa más que las fantasías de grandeza imperial o de cualquier otro tipo. La paz es el camino.
[1] El ministro del Exterior Sergei Lawrow anunció la expulsión de 35 diplomáticos estadounidenses. Putin lo contradijo (teóricamente) y decidió que no habrá expulsión de norteamericanos. Como dice la periodista alemana Golineh Atai @GolinehAtai, están jugando al Good Cop Bad Cop.
[2] Lamentablemente no tengo ni screenshot. Ni me acuerdo de su nombre exacto. Sigo a muchos ciudadanos y ciudadanas rusas en Twitter. Confieso que soy rusófila y por eso, me duele aún más lo que ocurre….
[3] Si China firmó un contrato quasi secreto con Rusia para abastecimiento de energía, lo hizo, aprovechándose se Rusia, impuso un precio muy bajo (las partes no han dicho cuál es el precio, es secreto) a Rusia.
[4] Applebaum, en en el Washington Post, China and Russia bring back Cold War tactics, va más allá y plantea una segunda tesis ”But the elites of both of these countries do have one thing in common: They dislike the institutions of liberal democracy as practiced in Europe, the United States, Japan and elsewhere, and they are determined to prevent them from spreading to Moscow or Beijing. These same elites believe that Western media, Western ideas and especially Western capitalism — as opposed to state capitalism — pose a threat to their personal domination of their economies. They want the world to remain safe for their particular form of authoritarian oligarchy, and they are increasingly prepared to pay a high price for it.”
[5] Siria figura en el mapa como uno de los aliados de la URSS durante la Guerra Fría. Ver el artículo La URSS y los paises arabes durante la Guerra Fria, de Olga Ulianova, “Siria apoyaba a la URSS en todos los temas de la contraposición internacional bipolar”.
“El posicionamiento de Siria, como principal socio soviético en la región en la primera mitad de los setenta, tenia como antecedentes el inicio de cooperación en los años cincuenta y su ampliación en la siguiente década A partir de 1967 se establecen vínculos a nivel de partidos entre el BAAS y el PCUS”.
[6] No deja de ser sorprendente la “noticia difundida hoy por medios rusos”, de acuerdo a la cual, 700 mil alemanes habrían abandonado Alemania, huyendo de la canciller Merkel y de sus refugiados. Citan a Lutz Bachmann, el fundador de Pegida (organización de extrema derecha xenófoba).
[7] El escritor ruso Sergej Lebedev hace ver que, si la URSS habría subsistido, Putin hubiese llegado -en el mejor de los casos- a ser un general de la KGB en su provincia natal, Leningrando. Nada más. Ver Ende der Sowjetunion vor 25 Jahren Kollaps einer Weltmacht (Fin de la Unión Soviética hace 25 años. El colapso de una potencia mundial).
[8] Ver mi artículo Consideraciones acerca del actual desarrollo de la doctrina de la sucesión de Estados en el derecho internacional, en la Revista de Derecho Público de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Página 28.
[9] Ver, del historiador Michael Stürmer, Geschichte endet nie (la historia no termina nunca), en Die Welt (papel), 28.12.2016. Página 2.
[10] Ver los artículos en que la página espanola ultra conservadora hazte oir, hace una decidida defensa de Putin. Gracias a Google. Invito a leer esta crítica mía a su elogio de Lukaschenko
[11] So viel Krise war nie, editorial de Michael Stürmer, de esta semana en Die Welt.
[12] “Estar sentado en el sillón del hombre más influyente del mundo” es la traducción textual. Ver Wie Putin sein fast perfektes Jahr 2016 feiert (Como celebra Putin su año casi perfecto) de la periodista Julia Smirnova, @smirnova_welt en Twitter.
[13] Mutatis mutandi, es lo que promete Trump con su Make America great again. Todos quieren ser grandes, ricos, poderosos e influyentes, como Trump.
[14] En su calidad de una de las potencias ganadoras de la II Guerra.
[15] Senior policy fellow del European Council on Foreign Relations. @KadriLiik en Twitter.
[16] Su artículo “Mit Russland reden, aber wie?” (Hablar con Rusia, pero ¿cómo hacerlo?. En la revista Internationale Politik N° 3 del año 71. Mayo Junio 2016. Páginas 8 y siguientes.
[17] Ver artículo de Liik, página 13 y siguientes.
[18] Boris Jefimowitsch Nemzow asesinado en Moscú en febrero de 2015.