Gauck, el ex presidente alemán sobre las armas para Ucrania

Hay quien piensa que no deberíamos enviar armas a Ucrania. Habría que obligar a los ucranianos a sentarse a la mesa de negociaciones. Incluso firman cartas exigiéndolo y con ello, exhortan implícitamente al gobierno a que admita que perdió la guerra y, en consecuencia no siga sacrificando vidas humanas. Como si no fuera Rusia la que bombardea ciudades y comete crímenes de guerra, como los bien documentados de Butcha y Mariupol, entre otros muchos.

Es más o menos la misma gente que, en los primeros días de la invasión a Ucrania aseguraba que Ucrania no resistiría ni tres días, que Selenski huiría en helicóptero y Moscú instalaría un gobierno marioneta (como en Afganistán y otros países durante la era soviética). Y tomaría Kiev en un dos por tres (lo intentaron, pero no lograron tomar el aeropuerto). Siempre pueden recurrir a la amenaza de la bomba atómica que nos lanzará Putin si no hacemos lo que él quiere. O simplemente nos  cortará el gas…

En honor a la verdad, el gobierno de Ucrania estuvo dispuesto a negociar desde la primera hora, incluso Selenski ofreció cosas tan concretas -y dolorosas para Ucrania- como renunciar a ingresar algún día a la OTAN y congelar el tema de Crimea y hasta la delimitación de la frontera con Rusia en Donetsk y Lugansk. Las conversaciones fueron interrumpidas después de descubrir los crímenes de Butcha.

Selenski insistió en que él quería conversar directamente con Putin, a lo que el presidente ruso se negó en forma reiterada. Me imagino que negociar con el presidente de Ucrania sería desdecir toda la propaganda que divulga Russia Today y medios estatales similares en manos del Kremlin, en el sentido que Selenski sería un nazi[1].

El fin de semana, el ex-presidente alemán Joachim Gauck advirtió con meridiana claridad que “el rechazo a la entrega de armas favorece al agresor[2]. Así es: no entregar armas a Ucrania favorece a Rusia y no conduce a la paz. Por lo demás, Rusia tiene en estos momentos cero interés en sentarse a conversar, como lo demostró claramente la semana pasada el poderoso ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov, en la Cumbre del G20 en Indonesia. Lavrov habló ante los sus colegas los ministros de los otros países y se fue inmediatamente después. Abandonó la reunión, abordó su avión y se volvió a Moscú[3]. Fue incapaz de escuchar a los demás ministros. Dijo algo así como “si los otros países no quieren que Rusia gane la guerra, no tengo por qué escucharlos”.

Negar armas a Ucrania es como decirle a una mujer atacada por un violador: “si te doy un arma, todo será mucho peor, ya que tu violador se volverá más violento, se puede volver loco e incluso matarte o dejarte en silla de ruedas. Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida (…) perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”[4].

Pienso que no sólo podemos entregar armas a Ucrania, sino que tenemos que hacerlo. Algunos expertos sostienen que el derecho internacional obliga a ayudar  a un país agredido también mediante la entrega de armas. Hay muy pocos casos en la historia en los que es tan absolutamente claro quién es el país agresor y quién el agredido. Tampoco podemos olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Cito nuevamente al ex-presidente alemán: aquí “hay un agresor y una víctima. (…) Pretender que debemos guardar la equidistancia las dos partes es una distorsión de lo que sabemos que es la realidad y es una percepción muy mala” de la misma[5]. Joachim Gauck nos llama a tomar parte a favor del país víctima de la invasión rusa. No podemos, una vez más, quedarnos de brazos cruzados frente a una guerra de agresión, lo impiden el derecho internacional y la moral más elemental. No es tiempo de volver a una política de appeasement que ya sabemos a donde condujo en el pasado.

El ex-presidente Gauck se pregunta “¿Cómo puedo poner toda mi confianza en negociaciones y al mismo tiempo debilitar a una de las partes en la negociación, concretamente al país invadido, al más débil, no ayudándolo más?[6] Tiene razón: hay que entregar armas a Ucrania, para que pueda sentarse a la mesa de negociaciones  desde la mejor posición posible, que le permita mirar a Rusia a la misma altura. No hay que ser estratega para saber que, mientras mejor sea tu posición militar, mejor serán los resultados cuando te sientes a negociar.

Una “paz dictada” sería una aberración y llevaría a una nueva guerra en los próximos años. Además, no es un secreto para nadie que Rusia no se detendrá en Ucrania. Es la misma Ucrania, a través de su gobierno libre y democráticamente elegido, quien tiene que decidir hasta dónde lucha y a qué puede renunciar y a qué no.

Hay que apoyar a una víctima. Tengo que valorar lo que me es querido. Y si lo valoro, también debo defenderlo”, continúa Gauck[7]. Así es, la guerra que libra Ucrania es una lucha en nombre de todos nosotros quienes creemos que el mejor sistema de gobierno es la democracia liberal que significa la alternancia en el poder[8], el respeto a los derechos fundamentales, al estado de derecho y a la economía de mercado. En este sentido, Putin tiene razón, es una proxy war, pero no entre Rusia y la OTAN[9], sino entre la sociedad abierta[10] y el autoritarismo[11].

Y aunque no fuera así, Ucrania tiene todo el derecho a seguir, libre y soberanamente, el camino que quiera. Incluso uno que no nos guste. Putin no le puede imponer continuar bajo la hegemonía rusa, como en la época soviética. La era soviética terminó hace más de treinta años, afortunadamente ya es pasado. El neoimperialismo ruso que observamos actualmente es su aberrante continuación histórica.  

Si Ucrania  quiere formar parte de la Unión Europea[12] y no de la Unión de Eurasia[13] o de otra organización de fantasía organizada desde Moscú, es libre para hacerlo[14]. Hay que entregarle armas para que defienda su libertad, su independencia y soberanía y, en definitiva, también la nuestra.


[1] Lo que es bastante curioso porque es judío. Pero en su inconmensurable perfidia, Sergei Lavrov aseguró a la prensa italiana que los peores nazis habían sido judíos. E incluso que Hitler habría sido judío. A esto me referí en mi columna Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[2] “Verzicht auf Waffenlieferungen ist eine Begünstigung des Aggressors”.

[3] Tal como hizo Putin en noviembre de 2014, que abandonó el G20 que se efectuaba en Australia.

[4] Cuando me violaron Si lo quieren leer en alemán: Als ich vergewaltigt wurde

[5] “Es gibt ein Schwarz und ein Weiß. Es gibt hier einen Aggressor und es gibt ein Opfer. (…) So zu tun, als würden wir äquidistant zwischen diesen beiden Parteien stehen – das ist eine ganz schlimme Verzerrung unserer Wahrnehmung”. La traducción es mía y no es literal.

[6] “Wie kann ich auf Verhandlungen setzen und gleichzeitig einen Verhandlungspartner, nämlich den überfallenen und schwächeren, dadurch schwächen, dass ich ihm nicht weiter aufhelfe?”

[7] “Einem Opfer muss man doch beistehen. Das, was mir lieb und teuer ist, muss ich doch schätzen. Und wenn ich es schätze, muss ich es doch auch verteidigen”.

[8] “La alternancia en el poder consiste en la posibilidad de elegir a una persona distinta a la que está en el gobierno y es uno de los elementos esenciales del sistema democrático de gobierno. En efecto, el cambio de gobierno por medios pacíficos, y por tanto civilizados, es consustancial a la democracia”, El juego democrático de la alternancia en el poder Recordemos que Putin ya está 23 años en el poder y seguramente, como Stalin, morirá en él.

[9] “La OTAN es una alianza defensiva que no se dirige en contra de nadie, menos que nada en contra de Rusia, pese a la persistente propaganda en redes sociales y medios de extrema izquierda y de extrema derecha unidos en la mentira”, Tres mentiras sobre Ucrania, la OTAN y Rusia

[10] Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos

[11] En mi columna StandUpForUkraine, señalé:“en la guerra de Ucrania, defendemos más que el territorio de un estado nacional. En la guerra en Ucrania, unos pocos valientes defienden nuestra manera de vivir, nuestro way of life pluralista, tolerante, democrático y liberal. Defendemos el sistema de economía de mercado y la organización política con división de poderes, el estado de derecho, el check and balances” 

[12] “Precisamente fue su acercamiento a la Unión Europea lo que motivó los problemas con Moscú, ya en la época del Euromaidán”, Corrupción en Ucrania

[13] Formada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia, que es el país hegemónico.

[14] Invito a leer mi recensión de un libro de Gauck: «El poder tiene un sabor desagradable». Joachim Gauck, activista por los derechos humanos, en la revista mexicana Istmo.

Corrupción en Ucrania

De vez en cuando, en algún foro sobre la guerra en Ucrania o en algún canal en redes sociales, leo algún comentario acerca de la corrupción existente en ese país. En forma solapada, parecen decir que no se puede apoyar a Ucrania por ser un país muy corrupto.

Es cierto que Ucrania es un país con un alto, más bien con un altísimo nivel de corrupción. No creo que nadie lo niegue, menos que nadie el actual gobierno en Kiev. Lo que los partidarios de Rusia no dicen es que la Federación rusa es un país tan corrupto o aún más corrupto que Ucrania. De acuerdo al ranking de Transparencia Internacional[1], hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán (esto en el supuesto que la ex-república soviética de Kasajstán sea un país europeo; en rigor, es parte de Asia Occidental y sólo parte de su territorio está en Europa; pero culturalmente es Asia).

Rusia ocupa el lugar 136, con 29 puntos en el ranking de Transparencia Internacional. Ucrania está en el puesto 122 con 32 puntos. O sea que, mis queridos y queridas interlocutoras, si fuera por la “lógica del país más corrupto”, Ucrania debería haber invadido a Rusia, destruido ciudades, campos y bosque rusos, matado a civiles y cometido abusos sexuales y violaciones. Además de pillaje, saqueo de negocios y casas particulares, deportado a simples ciudadanos, etc.

Los altos niveles de corrupción caracterizan a todos los países que formaban parte de la Unión de Repúblicas socialistas soviéticas, incluyendo a Ucrania, Kasajstán y a Rusia (durante la Guerra Fría rara vez hablábamos de la Unión Soviética, sino más bien de Rusia).

(Desde el punto de vista histórico, hay que considerar que Ucrania trató de independizarse como nación después de la I Guerra Mundial, momento germinal en que surgieron nuevos estados como Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania y en que incluso Polonia recuperó su calidad de estado-nación. Sin embargo, Ucrania logró permanecer sólo un par de años como país soberano y esto en medio de la guerra que continuaba[2], hasta que el Ejército Rojo, comandado por Trotsky cayó sobre su territorio, lo invadió y lo subordinó a las órdenes del Kremlin).

Creo que esto tiene una explicación histórica y ciertamente muy lógica. En el sistema socialista soviético, todas las decisiones, incluso las más mínimas, eran adoptadas por los funcionarios del partido único, de acuerdo a su ideología y a sus intereses personales. No existía economía de mercado, ni sistema democrático de gobierno ni de toma de decisiones. Las decisiones no eran las mejores, sino las más favorables a quienes detentaban el poder. Si sus decisiones eran erradas y perjudicaban a los demás, ellos no podían ser reemplazados por otros políticos en elecciones libres, como ocurre en el sistema democrático[3].

En el socialismo real, el aparato estatal era inmenso y lo “llenaba” todo con su presencia totalizante y, en definitiva, totalitaria. Sí,la denominación del régimen sovietico como totalitarismo cuadra perfectamente con su esencia. En un sistema así, es obvio que la corrupción se transformó en algo omnipresente, agobiante y que sofocaba y ahogaba la vida de toda la sociedad, sobre la cual el estado extendía sus tentáculos poderosos y corruptos.

La corrupción en un sistema de tales características era el menor de los problemas, parte de su ineficacia generalizada, que llevó finalmente al colapso y desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991. Desde que Putin[4] tomó el poder junto a su camarilla de Ozero[5], la corrupción ha seguido igual o peor que durante la época soviética. Sus beneficiarios son los miembros de los servicios secretos y de la oligarquía cleptocrática, calidades que muchas veces se superponen en una persona. Ellos son quienes detentan el poder político y el poder económico en el estado creado durante los 22 años y medio que ha estado Putin en el poder.

La federación rusa, bajo el mando de Putin y de su camarilla, no tiene intención alguna de combatir la corrupción. Sin corrupción, no podrían existir. La oligarquía plutocrática en torno a Putin no sobreviviría ni un solo día en un estado de derecho, ni en un sistema económico de mercado, donde prima la libertad económica y donde las decisiones se toman de acuerdo a criterios económicos y no de conveniencia particular. Tampoco subsistirán en una democracia liberal con elecciones, libertad de prensa y respeto de los derechos fundamentales.

La ex-república soviética de Ucrania, convertida en país soberano e independiente, al menos en el papel, se estaba transformando en una economía de mercado y sobre todo, en una sociedad democrática liberal, al estilo de los estados europeos. Evitarlo fue la causa de la invasión rusa.

Precisamente fue su acercamiento a la Unión Europea lo que motivó los problemas con Moscú, ya en la época del Euromaidán. Y luego la anexión de Crimea, la desestabilización del Dombás y la guerra actual, que Putin prohíbe llamar guerra, sino que denomina “operación especial”[6]. Rusia no quiere dejar que Ucrania se convierta en un país moderno, democrático liberal, en un estado de derecho, con elecciones periódicas, con alternancia en el poder[7] y menos en uno que combata la corrupción. No, a Putin le gustaría dejar a Ucrania siempre encadenada en un sistema anticuado de dominación, de pobreza, de corrupción, de hambre…

Esta semana, tuvo lugar la Conferencia de Lugano -que no sin razón se llama Ukraine Reform Conference[8]– sobre la reconstrucción de Ucrania, deja muy claro que una de las mayores exigencias que debe cumplir Ucrania es el combate a la corrupción.

A esto se ha comprometido el gobierno ucraniano, el gobierno actual de Selensky y el de quien venga después. Estoy segura que, a diferencia de Putin, en 23 años más, Selensky ya no será presidente de Ucrania…


[1] Índice de corrupción de Transparencia Internacional

[2] Se dice que, de hecho, la Guerra Mundial iniciada en 1914 terminó en el Este de Europa, recién en 1924 y no en 1918, debido a que la guerra continuó, protagonizada parcialmente por estados en germen, el ex-imperio de los zares y el nuevo imperio de los bolcheviques y otros grupos de poder y nacionalismos.

[3] Es lo que pasa ahora con Putin: aunque su decisión de invadir Ucrania e iniciar una guerra fratricida sea criticada por muchos rusos, esto no cambia nada, ya que Putin no puede ser relevado del poder. A propósito, invito a leer el El mensaje de Marina Ovsianikova a Rusia y al mundo

[4] Sobre Putin, invito a leer mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[5] Recomiendo el artículo de Wikipedia en alemán que es el más completo sobre la cooperativa Datschen-Kooperative Osero Lo pueden traducir con ayuda de algún traductor on line o, leer los artículos en castellano o en inglés que no son tan completos.

[6] En Rusia, es castigado como delito hablar de “guerra” para referirse a la guerra en Ucrania. Sólo se puede decir “operación especial”, hasta aquí llega el toralitarismo.

[7] Según Popper, la alternancia el poder es consustancial de la democracia. Ver El juego democrático de la alternancia en el poder

[8] Ukraine Reform Conference En honor a la verdad, a conferencia de este año, se llamó Ukraine Recovery Conference.