A 105 años del nacimiento de Kim Il Sung

A 105 años del nacimiento de Kim Il Sung, las fuerzas armadas participan hoy, en Pjöngjang, una gigantesca parada militar en honor del abuelo del actual jefe de la República democrática de Corea o, como generalmente se le denomina, de Corea del Norte.

En tiempos inmemoriales, durante mi niñez, en mi casa, Kim Il Sung era un personaje más en mi familia. En aquel entonces, mi papá editó sus libros en castellano. Eran libros de hojas muy delgadas, llamadas paradojalmente “hoja de biblia”. Así como los libros de Mao Tse Tung que hoy se siguen editando en China. Hace poco, un amigo mío, me trajo uno de regalo y siguen siendo como aquellos de Kim Il Sung, de tapa gruesa o de tapa “plástica” y hojas finísimas.

Sus letras eran igualmente finas y contrastaban con el papel un poco amarillo y delgadísimo de los libros. Parecía que, a fuerza de usar hojas finas, quiesieran escribir más en menos espacio.

Todos los libros de Kim -escritos teóricamente por él- tenían, al inicio, una foto del líder coreano. El presidente eterno tenía una cara redonda y gordita, anteojos y generalmente, una expresión seria; pero no se veía enojado. En las revistas, salía sonriendo, muchas veces, rodeado de niños o avanzando al frente de una multitud, generalmente los niños con una especie de traje de boy scout y los mayores, con uniforme estilo Mao. Todos sonreían. Avanzaban hacia el sol, hacia la luz, comandados por su führer.

El triunfo del socialismo, la felicidad, el paraíso en la tierra.

Su nieto y heredero del trono es Kim Jong Ul. Kim Jong-Un, a quien se atribuyen las mayores atrocidades, incluso frente a los miembros de su familia. De Kim Il Sung, nunca escuché nada malo, todo lo que hacía era bueno, era infalible. Sí, Kim era incapaz de hacer algo incorrecto y sólo quería el bien de su país y para toda la humanidad, por eso quería llevar sus enseñanazas a Chile y desde ahí y a través de sus libros, a todos los países de habla hispana. Kim se enfrentaba al imperialismo norteamericano y se alineaba dentro de los países comunistas, donde todo era mejor y más justo. No, no era más justo, era justo sin mezcla alguna de injusticia.

A comienzos de los 70, la empresa para la que mi papá trabajaba -o más bien, dirigía- editó en Chile, los libros de Kim Il Sung en castellano. Mi papá era -en ese entonces- gerente general y director de la imprenta y editorial Prensa Latinoamericana, o simplemente PLA.

Leo en un documento de 1953: “En la actualidad PLA se encuentra a cargo de Carlos Salazar Umaña, y ha dado comienzo a la circulación de una valiosa serie de producciones sobre los problemas de los países latinoamericanos”[1]. Yo no sabía que mi papá había comenzado tan temprano a cargo de la empresa editorial. Yo todavía no había nacido 😉

El investigador de la Universidad de Chile, Bernardo Subercaseaux escribe: “A comienzos de la década del 50, el partido socialista creo la Editorial Prensa Latinoamericana (PLA)”[2]. O sea que desde entonces, mi papá estaba a cargo de la editorial e imprenta socialista. Hay que pensar que una imprenta era, en esos años sin internet, mucho más importante de lo que puede ser hoy.

Mi papá venía de una familia conservadora, esto es, del Partido Conservador, del sur de Chile. Gente del campo, descendiente de encomenderos. Sencillos y trabajadores. Muy piadosos. Me consta que todos buenos para las matemáticas. Mi abuelo, su papá, había entrado incluso a la política, siendo alcalde de su pueblo. Un ex-intendente de Concepción (en la década de los 80, era demócrata cristiano) me contó que lo había conocido en su cargo político.

Mi papá fue el único -que yo sepa- que se atrevió a irse a estudiar a Santiago, con todo el desarraigo que para un joven de provincia significaba en ese entonces, sin los medios de comunicación de que disponemos hoy. Y tal vez, sin la seguridad y la personalidad de los jóvenes de hoy. Demasiado influenciables por personas y por ideas. Sin el saludable espíritu crítico de los jóvenes de hoy.

En Santiago, dejó la fe cristiana y abrazó los ideales socialistas, de igualdad y de justicia social, de revolución y de amistad sincera con algunos compañeros que igualmente, se decidieron por seguir el camino del socialismo. Cuando hablo de socialismo, no hablo de social democracia, sino de socialismo marxista de entonces.

Gracias a los libros editados en PLA, mi familia tomó contacto con los norcoreamos. Incluso yo salí en la televisión de Corea del Norte. Sí, un sábado en la tarde, un equipo de la televisión coreana llegó a mi casa (en una parcela de La Reina, muy cerca de la cordillera o a los pies de la misma). Yo había visto programas de televisión ingleses en que se mostraba cómo vivía una familia inglesa y pensaba que los coreanos harían un reportaje así de nosotros: cómo vivía una familia chilena.

La verdad es que todo fue muy diferente. De partida, yo traje a mi perro (un ovejero alemán de nombre Barón) y se los mostré a los coreanos, yo pensaba que ellos me filmarían con mi perro. Que lo encontrarían una excelente idea y que quedarían fascinados con él. Después de todo, era un miembro más de la familia… En esa época no tenía idea que los coreanos tienen una relación bastante distinta con los perros.

Los miembros del equipo de la televisión coreana no sólo no se interesaron por mi perro. En realidad, sólo les interesaba una cosa: llegaron y quitaron todo lo que estaba encima del escritorio de la casa y pusieron sobre la mesa un libro de Kim Il Sung. Filmaron a mi papá leyendo el libro y subrayando algo con un grueso lápiz en el texto. Eso era lo que querían mostrar: a Kim se lo lee en todo el mundo, incluso en Chile.

En mi casa, comenzaron a aparecer lapiceras y plumas norcoreanas. De color plomo y de una ínfima calidad: no escribían y se desarmaban de solo mirarlas. También había un marco redondo de metal con una foto de Kim que mi mamá sustituyó por una foto mía 😉 También raros y pintorescos licores, con raíces o serpientes adentro de la botella. Bellas revistas de colores intensos y de muchos niños sonrientes.

Tal era el culto a Kim que, en cierta oportunidad, mi papá llegó a la casa contando que habían tenido que elegir una foto de Kim para un libro (como les conté, en cada uno de sus libros aparecía una foto suya). Por diferencias de idioma -ya que los coreanos apenas hablaban castellano y mi papá no hablaba coreano- no captaban que debían decidirse por una foto. Mi papá tomó un lápiz (desconozco si uno coreano o un simple BIC que eran los que usábamos en Chile o la tradicional pluma Parker de mi papá) y tarjó una a una las fotos que a él le parecían mal, dejando una sola sin tarjar.

Esta acción perturbó terriblemente a los coreanos que escondieron todas las fotos tarjadas y, en medio de una gran alteración, le dijeron que no le contarían a nadie lo que había hecho; pero que, por favor, no lo hiciera nunca más, ni se lo contara a nadie. Lo que había hecho era muy malo y sin duda, en Corea del Norte, no hubiera llegado muy lejos después de hacer algo así.

Tiene que haber sido en 1970 o 71, cuando mi papá dejó Prensa Latinoamericana y se independizó como empresario. No supe más de los coreanos, supongo que siguieron protegidos por su inmunidad diplomática. Nosotros seguíamos vivíendo en La Reina, en un sector de gente sencilla y de gente “con más plata” pero igualmente sencilla. Había muchos extranjeros en mi sector. Todos muy outdoor. Crecí jugando baseball (tratando de entender el juego 😉 ) con norteamericanos, con sus pelotas de football y andando en bicicleta con alemanes, algunos de ellos, mitad chilenos.

Cerca de mi casa, vivía una familia de campesinos, de esos que se habían quedado allí, pese a que la gentrificación avanzaba y cada día era más la gente que construía una piscina en su casa. Muchas veces, les fuimos a comprar leche de vaca. Los conocíamos. Yo era super chica, pero hay cosas que te quedan grabadas para siempre. Era la época de las tomas. Dos jóvenes de la familia, dormían en carpa en la parcela, ya que temían que viniera algún grupo revolucionario y se las tomara. Supongo que, si llegaban, les dirían: “Nosotros somos pobres como ustedes. Somos del pueblo. Vayan a tomar los fundos de otra gente. No nuestra parcela”. O algo así.

Una noche, llegaron hombres nuevos y simplemente los mataron. “No nos pararán”, pensaban seguramente. El crimen quedó impune. Pero la Televisión Nacional -en manos del gobierno- dijo… en realidad no sé bien qué dijo exactamente; pero culparon a otras personas o hablaron de los asesinados como antirrevolucionarios culpables de su propia muerte o algo así. Mis papás no podían creer lo que decía la televisón, los periodistas del pueblo eran incapaces de defender a la gente pobre, a su propio pueblo. De decir la verdad.

Mi papá -conocido dentro del Partido Socialista- llamó a uno de los mandamases del canal, para decirle que él conocía a los chicos asesinados y que lo que la Televisión Nacional había dicho de ellos era equivocado… Su “amigo” lo cortó en seco y le dijo: “Carlitos, quédate callado, sino el próximo muerto vas a ser tú”.

Cuando te dicen algo como esto, sabiendo que te lo está diciendo en serio y que te lo dice alguien en quien tú tenías cofianza y que considerabas tu amigo o, al menos, tu conocido, tu correligionario…. Debe ser una sensación bien terrible. Mis papás pensaron -como tantos otros chilenos- en huir del país y se puede decir que, en 1973, tenían las maletas hechas.

A comienzos de los años setenta, mi papá comenzó a cambiar de ideas. Como muchos otros izquierdistas empezó a convencerse que el partido y el gobierno habían perdido la oportunidad de hacer algo bueno por los pobres. Algunos de sus amigos decían que habían traicionado la Revolución. Esto lo escuché yo también -alguna vez- en el colegio. Es un poco, lo que se dice en Europa: “la revolución se come a sus hijos”.

A propósito de colegio, mi mamá me dijo alguna vez que yo, con las habilidades que tenía, debería estar en un colegio como los de Corea del Norte, donde los niños eran apoyados y se fomentaba sus habilidades y aptitudes. Eso era lo que hacían pensar las revistas que nos regalaban los norcoreanos, los mismos que consideraban a mi mamá “una señora muy bonita”.

Pucha, si mi mamá hubiera sabido cómo realmente era la vida en Corea del Norte ya en ese entonces… Pero claro, en ese entonces nadie lo sabía muy bien. Menos mal que nunca me fui a Corea del Norte a los supuestos colegios ejemplares de ese país. Una amiga mía me dice en broma que yo sería o bien embajadora de Norcorea o estaría en un campo de trabajo forzado… Una de dos.


Popper y el mandamiento del amor al prójimo

Ama a tu prójimo”, dice la Sagrada Escritura y no “Ama a los de tu estirpe“, Karl Popper[1].

En momentos, en que una Europa recibe a refugiados de la guerra de Siria, una minoría muy ruidosa los rechaza e incluso ataca. Incluso y pese a los acuerdos de la Unión Europea, algunos estados del Este del continente, se niegan a acogerlos. Para qué hablar de Trump y su Muslim Ban…[2] Creo que, ante este panorama, puede servir traer un poco a la memoria el pensamiento de Popper. Más aún cuando un sector de quienes los rechaza, recurre a Popper e incluso a la Biblia en su intento de justificar su comportamiento.

La frase es de “La sociedad abierta y sus enemigos”, el libro más conocida de Karl Popper, una obra emblemática del pensamiento democrático y libre del siglo 20. Popper es unpensador liberal agnóstico que, generalmente, no hablaba de religión. Rechazaba, para sí, tanto el “ateísmo arrogante”, como la fe judía o la cristiana[3]. (Venía de una familia de “judíos asimiliados” de Viena).

El filósofo liberal explica que este pensamiento del amor al prójimo y no a la estirpe, a la propia familia, a la nación o a la etnia en la que se nace, es el núcleo de todas las enseñanzas de nuestra civilización. Ningún otro pensamiento ha tenido, en la historia del desarrollo moral de la humanidad, una eficacia más grande que la de esta idea[4].

Kant la recogió en su máxima de la razón práctica: obra de tal manera que la humanidad, tanto de tu persona, como de la persona de los demás, no sea nunca un medio que utilizas, sino un fin[5] [6]. En otras palabras, todo ser humano -incluyéndome a mí misma- es un fin y nunca puede ser usado, nunca nos podemos aprovechar de los demás, ni verlos como un medio para lograr cualquier cosa. No, todas las personas, cada persona es un fin y no un medio, no es una cosa. Este es el principio que debe guiar nuestro actuar.

Popper describe el mandamiento del amor al prójimo como expresión de individualismo en combinación con el altruismo y agrega que esta doctrina central del cristianismo se ha convertido en el fundamento de nuestra civilización occidental[7]. En este sentido, se puede decir que la civilización occidental está fundada en el cristianismo. Soy yo, como individuo, quien actúa; mi actuación es siempre altruista. El altruismo hace que me comporte de manera que mi actuación beneficie o pueda beneficar a otros. Es -por decirlo de una manera fácil- lo contrario del egoísmo. El altruísmo es la palabra no religiosa para designar el amor al prójimo.

Es evidente que el cristianismo que llama a amar al prójimo y no sólo “a los nuestros”. Es lo que se llama al universalismo cristiano[8]. De ninguna manera, el cristianismo puede ser rebajado y utilizado como un elemento de identidad nacional, ni menos aún, en esta misma línea espúrea, usarlo como una barrera que se coloca frente a los demás, Por ej., frente a refugiados, homosexuales, extranjeros o creyentes de otras religiones. O no creyentes.

Siguiendo la idea de Popper, pienso que, en momentos en que algunos (pocos, pero muy bulliciosos) vuelven a rechazar a otras personas, a grupos de personas, hay que actuar como nos recomienda Leon Botstein: dejar de lado la actitud en que sólo se defiende los derechos del propio grupo. Cada uno, cada una de nosotros, tiene que defender los derechos de todos los demás como si fueran los propios derechos. Los derechos de toda persona, aunque sea diferente o perteneza a una minoría[9]. O precisamente por ello[10].

Esta lección de humanidad es la piedra de toque de la civilización occidental. Por el contrario: vociferar por las calles en contra de extranjeros, refugiados, asilados, inmigrantes, de blancos, negros o amarillos no sólo no es occidental, sino que tampoco es civilizado.


[1] “Liebe deinen Nächsten”, sagt die heilige Schrift, und nicht “Liebe deinen Stamm”, Karl Popper. Die offene Gesellschaft und ihre Feinde. Francke Verlag München, 4a. edición, 1975. Pág. 146.

[3] Popper äußerte sich nur selten über Religion. (…) Demnach beschrieb er sich selbst als Agnostiker und lehnte für sich den seiner Ansicht nach arroganten Atheismus ebenso ab wie den jüdischen und den christlichen Glauben. Wikipedia

[4] “Und er ist der Kern aller ethischen Lehren, die aus unserer Zivilisation erwuchsen und sie anregten. Zum Beispiel ist er auch Kants zentrale praktische Lehre (‘Handle so, daß du, die Menschheit sowohl in deiner Person als auch in der Person jedes anderen jederzeit zugleich als Zweck, nie als bloßes Mittel gebrauchst.’). Kein anderer Gedanke hat in der moralischen Entwicklung des Menschen eine so mächtige Wirksamkeit entfaltet”. Págs. 146 y 147.

[5] Idem.

[6] Otras traducciones del llamado imperativo categórico, en Wikipedia: Formulaciones.

[7] Dieser mit dem Altruismus vereinigte Individualismus ist die Grundlage unserer abendländischen Zivilisation geworden. Er ist die zentrale Lehre des Christentums. Pág. 146.

[8] Ver mi columna El universalismo y los refugiados

En su también insigne obra sobre el racismo (“Rassismus”, pág. 68, de 2004. En inglés “Racism. A short History”, Princeton 2002.) George M. Fredrickson hace ver que la finalidad principal del Nuevo Testamento es la Salvación de toda la humanidad. Por otra parte, la creencia en la descendencia de Adán y Eva nos hace hermanos y hermanas. Es muy interesante el capítulo I sobre religión y racismo.

[9] Ver mi columna Y si pasa algo…

[10] No sé por qué pienso en el poema de Martin Niemöller:

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.

El poema tiene innumerables versiones y variaciones; pero esta es la original

La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl Popper

Crítica

Hace unos días, vi una conferencia en que un intelectual judío alemán de izquierda, le dice a otro intelectual igualmente judío-alemán pero conservador[1]: “antes yo estaba contra el sistema y ahora, me veo defendiéndolo”. Sí, tal vez es lo que nos pasa a muchos no conformistas, a personas de espíritu crítico y que lo cuestionábamos todo. Y seguimos cuestionándolo. Pero hoy, parece que hoy -obligados por las circunstancias, defendemos más de lo que criticamos. Rebus sic stantibus, podríamos argumentar…

Como -hace ya muchas décadas- nos hizo ver Karl Popper “hay una diferencia esencial entre la crítica en una sociedad democrática y la critica totalitaria a la sociedad democrática”[2]. O sea, hay que distinguir… distinguir entre los tipos de crítica. Lo que vemos ahora, en nuestro día a día europeo, es una crítica autoritaria a la sociedad liberal. Frente  a esa crítica, que consideramos injusta[3] y sumamente peligrosa, muchos de nosotros, nos vemos en la necesidad de defenderla.

Es cierto que los enemigos de la democracia no son muchos (entre 10 a 15% dependiendo del país); pero, como dice Ovidio, “combate la enfermedad desde un comienzo, no prepares la medicina cuando el mal se ha hecho ya muy fuerte, debido a tu vacilación”[4].

El filósofo liberal continúa: “la crítica de Sócrates era democrática; de hecho, era una crítica del tipo que es necesaria para la supervivencia de la democracia”. Que una crítica sea necesaria para la supervicencia del sistema es algo que soprenderá a algunos. Como me comenta un amigo: la crítica es el motor del progreso. Sin este enfrentarse y pensar críticamente sobre algo, no avanzamos.

Si estamos siempre conformes con lo que tenemos, nunca podremos superarnos, ni llegar más lejos. Permaneceremos siempre en el mismo lugar. No vamos a poder crecer como personas, ni como sociedad, ni mejoraremos el sistema. No progresaremos, no seremos mejores. Es un poco aquello que la sabiduría popular ha acuñado en la frase: “el que no avanza, retrocece”, que no es una frase ni de Lenin, ni de Marx, sino que nada menos que de San Agustín[5].

Que, en una democracia, la oposición es imprescindible, es algo que igualmente se puede derivar -a contrariu sensu- de la premisa de Popper según la cual, los “demócratas que no distinguen entre una crítica amigable y una crítica enemiga de la democracia, están prisioneros del espíritu totalitario”[6]. Yo diría que son pseudo demócratas.

Un verdadero demócrata, una verdadera demócrata, no sólo acepta la crítica y la oposición, como un mal necesario, sino que la promueve, la favorece, la defiende como una institución necesaria, buena e imprescindible. El sistema democrático de gobierno requiere una oposición que hace posible la alternancia en el poder., ya que “la alternancia en el poder es, pues, condición sine qua non de la democracia”[7]. Como se repite tantas veces, para Popper, es la alternancia en el poder llevada a cabo en forma pacífica -o sin derramamiento de sangre- lo que distingue  un sistema democrático de uno que no lo es.  

La oposición tiene que ser, eso sí, responsable, en lo posible constructiva y no destructiva. Capaz y dispuesta a llegar a acuerdos. El adversario político tiene que ser eso, un rival y nunca un enemigo[8]. Algunas veces, estaremos de acuerdo; otras veces, no. Pero nunca se puede perder el respeto por el oponente.

En general, la crítica no va dirigida sólo “al sistema” como tal, sino también, a los partidarios de diversas tendencias políticas dentro de la sociedad plural  y abierta. La crítica es -por así decirlo- intrasistemática, se halla dentro del sistema y no pretende destruirlo. Por lo tanto, la crítica tiene que ser, no sólo tolerada como un mal menor, sino que la podemos tranquilamente fomentarla; promocionar, alabar, elogiar a quienes la hacen, ya por el solo hecho de hacerla, aunque no estemos de acuerdo con ellos.

En otras palabras, es bueno que no estemos todos de acuerdo y que discutamos. El mismo común denominador: el sistema o rayado de la cancha y muchos numeradores diversos al otro lado de la línea divisoria. Esto es lo sano y debería ser lo normal. Ver el mismo objeto desde distintos puntos de vista es enriquecedor: de un lado se le ve cócavo y, desde el otro convexo[9]. De un lado, es un seis, del otro, es un nueve.  “Estamos divididos en el color; pero unidos en lo fundamental”[10].

En esta misma línea, lo que no podemos admitir es la crítica de los intolerantes, de aquellos que quieren destruir, que están en contra del sistema democrático liberal de gobierno. Ello, porque “en nombre de la tolerancia, tenemos que reservarnos el derecho a no tolerar la intolerancia”[11]. Ojo que Popper no dice que no podemos tolerar a los intolerantes, como se traduce muchas veces erróneamente en castellano[12], sino a la intolerancia. A las personas, siempre las tenemos que aceptar. Su maldad, no[13].

No podemos caer en el error de los intolerantes: “Un régimen totalitario naturalmente nunca puede ver cualquier crítica como amigable, ya que cualquier crítica de la autoridad coloca el principio de autoridad en tela de juicio”[14]. Y creo que no es necesario trasportarse idealmente a un régimen totalitario, hay demasiadas personas con mentalidad totalitaria o autoritaria[15].

Los autoritarios de hoy mucho tienen que ver con las personas con mentalidad servil que existieron en el pasado. Sí, aunque ellos hablen, sin parar, de libertad y pretendan levantarse contra supuestas elites que consideran opresoras y a las que, generalmente, ellos mismos pertenecen o han salido de ellas. Lo que temen realmente es perder sus privilegios, su posición excepcional dentro de la sociedad.

Progreso

Popper nos explica que tanto Platón, como los historicistas (Historizisten) creían en la existencia de una ley del destino (Schicksalgesetz) cuya vigencia y rigor no se pueden detener. Según esta ley, a medida que pasa el tiempo, las sociedades decaen, declinan y se desmoronan. Es la ley de la decadencia histórica[16]: el tiempo trae consigo inexorablemente “los males del cambio y de la decadencia”[17]. Le degeneración racial lleva a la decadencia de las costumbres y de ahí a la declinación del estado como tal, hay sólo un paso[18].

El cambio se ve siempre como un mal y como una señal de decadencia. Cualquier semejanza con la realidad actual es pura coincidencia[19]. Platón sostiene que la ley de la declinación, del decaímiento es muy difícil de parar, ya que es una “ley del destino”[20]. Me pregunto cuánto de esto hay en la tendencia actual que denominamos pesimismo cultural [21] [22].

Sin embargo y contradiciendo al historicismo estricto, “Platón es de la opinión que nos es posible romper la ley de hierro del destino y evitar así la decadencia”[23]. En otras palabras, la ley de hierro del destino, según la cual, las sociedades humanas se acercan cada vez más -a medida que pasa el tiempo- a su ruina y que los historicistas reconocen como un proceso inevitable y fatal, puede ser rota, quebrada, detenida… Puede ser detenido el proceso que no sería pues totalmente irrevocable. Platón da una esperanza y ofrece un programa:

El filósofo griego explica que nuestro mundo en movimiento no es ni siquiera real, sino que es una copia de un mundo anterior, perfecto e inamovible que no podemos ver[24]. (Recordemos el mito de la caverna). Si el estado perfecto es el antiguo, el pre-existente, todos los estados -o sistemas políticos- que le sucedieron, son degenerados o, al menos imperfectos[25]. Es más, este estado es real, y no fantástico, ya que, debido a su estabilidad, es de una realidad superior, ya que no está sometido al cambio de la realidad social que es efímera[26].

Debemos detener todo cambio, ya que todo movimiento es malo. Por el contrario, la tranquilidad, el sosiego, el reposo o como se lo quiera llamar, es divino[27]. Para Platón, todo lo que promueva inamovilidad y acreciente el poder del estado, es derecho, es justicia. Popper llama a esto una barbarie, una barbaridad[28].

El ideal platónico es un estado perfecto que no conoce el cambio. Es perfecto precisamente porque no cambia, por eso es el estado ideal que propone fundar[29]. Sostiene que la ley del cambio y la decadencia se puede detener si se evita toda variación, reforma, modificación. Su idea es que el estado permanezca para siempre igual. Que sea un estado petrificado[30] en una edad de oro[31], en una arcadia (utopía romántica e idílica), que durará mil años[32]. Esto de los mil años me parece peligrosamente conocido…[33] 

Para Platón, la perfeccción se encuentra en la falta de movimiento. Las cosas que cambian son imperfectas. Sólo las inamovibles, las inmóviles, las inmutables son perfectas[34]. Pienso que, muy por el contrario, es más que obvio que, si todo tiene que seguir igual, no puede haber avance, ni progreso. Sin movimiento, sin cambio, no hay mejora, desarrollo, ni auge, tampoco ascenso, sólo estagnación, sino retroceso. Ya lo decía San Agustín[35] y lo que el santo africano sostenía respecto a la vida espiritual, se aplica también a la vida social y política, para qué hablar de la económica.

Sí, siempre ha habido personas que se aferran al pasado e ideas como las platónicas les sirven de excusa para justificar su resistencia al normal devenir del tiempo. Gente que ve en todo cambio, algo peligroso, que no ve las oportunidades, sino sólo el mal y pone avisos de “peligro” en todas partes. No distinguen, no disciernen. Temen todo cambio y luchan por mantenerlo todo como está, aduciendo erróneamente, que el mundo debería ser presidido por una especie de ley inmutable[36], por un orden pre-establecido que ellos conocerían. Serían una especie de demiurgos que nos indican lo que tenemos que hacer o no hacer. Permanecen anclados en el pretérito, sin entender el devenir de la historia, ni aceptar, ni reconocer progreso alguno.

Si todo está gobernado por una ley inamovible, entonces, el progreso no sólo está demás, sino que contradice la norma suprema de la inamovilidad. Esto, que parece absurdo es la base de teorías ultraconservadoras, reaccionarias, autoritarias actuales, que no sólo quieren mantener las cosas como están, sino que intentan volver al pasado o hacernos great again, con acento en el again[37].  

Me parece que quienes piensan así, por lo menos carecen en absoluto del don de discernimiento, puesto que no todo cambio es bueno, ni tampoco todo cambio es malo, hay que saber distinguir. Esta capacidad de discernirnimiento es -por otra parte- la quintaesencia del pensamiento conservador, que se diferencia esencialmente de las ideas autoritarias, tradicionalistas, totalitarias o ultraconservadoras a las que nos enfrentamos hoy[38].

Nada tiene que ver con un sano conservadurismo de raíz liberal-conservadora[39], sino que más parece una expresión romántica de una ética tribal[40]. Recordemos que -para Popper- lo contrario de la sociedad abierta, su antónimo es la sociedad tribal[41] (Stammesgesellschaft), basada en los ancestros, en la familia, o más que en la familia, en la tribu, de ahí su nombre. Tal distinción cobra hoy una gran relevancia en Europa, donde grupos autoritarios -una minoría muy bulliciosa- rechaza a quienes desean o se ven obligados -como refugiados de guerra- a integrarse a la sociedad europea[42]. Por tal razón, se ha vuelto a hablar de la sociedad abierta y a releer la obra de Popper.  

Hace dos años encontré el libro de Popper, “La sociedad abierta”, en un anticuario de Celle (en Niedersachsen) por un precio módico. Le he leído, releído y hecho leer, siempre con mucho provecho. Lo recomiendo 🙂


[1] Si mal no recuerdo, los intelectuales eran Micha Brumlik y Michael Wolffsohn; pero como no encuentro la cita, prefiero no escribir sus nombres en el texto de este artículo, ya que puede ser que me equivoque.

[2] “Aber es gibt einen grundlegenden Unterschied zwischen einer demokratischen und einer totalitären Kritik an der Demokratie”, pág. 254. En adelante, las citas de Karl R. Popper son de su libro Die offene Gesellschaft und ihre Feinde. Francke Verlag München, 4a. edición, 1975.

[3] Vienen a mi memoria las palabras de Chesterton en 1932: “en este momento la democracia esta siendo atacada y, lo que es más, atacada injustamente”. En Democracia y Capitalismo G. K. CHESTERTON No sin razón, muchos sostienen que vivimos una especie de deja vu, en que regresamos a la década de 1930. Los defensores del autoritarismo actual recurren a los autores de esa época, en quienes se inspiran. Lo que no deja de ser terriblemente significativo.

[4] Principiis obsta. Sero medicina parata, cum mala per longas convaluere moras.

[5] “Avanzad, hermanos míos; examinaos continuamente sin engañaros, sin adularos ni pasaros la mano. Nadie hay contigo en tu interior ante el que te avergüences o te jactes. Allí hay alguien, pero uno al que le agrada la humildad; sea él quien te ponga a prueba. Ponte a prueba también tú mismo. Desagrádete siempre lo que eres si quieres llegar a lo que aún no eres, pues donde hallaste complacencia en ti, allí te quedaste. Mas si has dicho: «Es suficiente», también pereciste. Añade siempre algo, camina continuamente, avanza sin parar; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Quien no avanza, queda parado; quien vuelve a las cosas de las que se había alejado, retrocede; quien apostata, se desvía. Mejor va un cojo por el camino que un corredor fuera de él. Vueltos al Señor”. Del SERMÓN 169 Traductor: Pío de Luis, OSA

[6] “Demokraten, die nicht den Unterschied zwischen einer freundschaftlichen und einer feindseligen Kritik der Demokratie sehen, sind selbst in totalitärem Geiste befangen”, pág 254.

[10] Cfr. Europa endlich mal lieb haben “In Berlin sagt Silvan Wagenknecht: Wir sind vielleicht in der Farbe getrennt, aber in der Sache vereint”. #pulseofeurope

[11] “Im Namen der Toleranz sollten wir uns das Recht vorbehalten, die Intoleranz nicht zu tolerieren”.

[12] En inglés se refiere a las personas y no a la intolerancia: “We should therefore claim, in the name of tolerance, the right not to tolerate the intolerant”. 

[13] El liberalismo de Popper es liberalismo y, de ninguna manera es esa caricatura intolerante y totalitaria de los libertarios que han surgido en algunos países. Me refiero grupos que se hacen pasar por liberales, en circunstancias que son reaccionarios misatrópicos. La dignidad de la persona está en el centro del liberalismo.

[14] “Ein totalitäres Regime kann natürlich überhaupt keine Kritik als freundschaftlich ansehen, denn jede Kritik einer Autorität muß das Autoritätsprinzip selbst in Frage stellen”, pág. 254.

[16] “Gesetz des historischen Verfalls”, pág. 46.

[17] “Übel der Veränderung und des Verfalls”, pág. 46.

[18] Cfr. pág. 46.

[19] “Any resemblance to reality is pure coincidence”, como se dice en las películas 😉

[20] Schicksalgesetz, pág. 47.

[21] “Cultural pessimism arises with the conviction that the culture of a nation, a civilization, or humanity itself is in a process of irreversible decline”, en Wikipedia 

[22] El pesimismo cultural, es una inclinación, una postura o creencia que observo, sin excepción y abundantemente, en los grupos autoritarios actuales. E incluso entre grupúsculos cristianos ultraconservadores, pese a que el pesimismo cultural es lo más contrario al cristianismo que pueda existir. Este convencimiento de que estamos en un proceso irreversible de decadencia.

[23] “Platon war der Ansicht, daß es uns möglich sei, das eherne Schcksalsgesetz zu durchbrechen und den Verfall durch das Anhalten aller Veränderung zu verhindern; dies zeigt, daß seinen historischen Neigungen wohlbestimmte Grenzen gesetz waren”. Pág. 47.

[24] Pág. 124.

[25] “Der vollkommene Staat ist sozusagen der erste Vorfahren, der Ahnherr der späteren Staaten, die gleichsam die degenerierten Nachkommen dieses vollkommenen oder besten oder “idealen’ Staaten darstellen”, pág. 51.

[26] “eines idealen Staates, der nicht bloße Phantasie, noch ein Traum, noch eine ‘Vorstellung in unserem Geiste’ ist, sondern dem angesichts seiner Stabilität höhere Wirklichkeit zukommt als jenen verfallenden, dem Wechsel unterworfenen Gesellschaftsordnungen, die in jedem Augenblick vergehen kännen”, pág. 52.

[27] “Bewegung ist übel, Ruhe göttlich”, pág. 126.

[28] La palabra Barbarei es en alemán mucho más fuerte y significativa que la “barbaridad” en castellano. Pág. 151.

[29] “die Gründung eines Staates zu verwirklichen,der nicht verfällt”, der sich nicht verändert, und der eben deshalb von den Übeln aller anderen Staaten frei ist. Der von den Übeln der Veränderung und des Verfalls freie Staat ist der beste und vollkommenste Staat. Er ist der Staat des goldenen Zeitlaters, das keine Bewegung kannte”. Pág. 46.

[30] “Er ist der zum Stillstand gebrachte, der versteinerte Staat”, pág. 46.

[31] “der Staat des goldenen Zeitalters”, pág. 46.

[32] “Die Prophezeihung der Wiederkehr des Goldenen Zeitalters, eines neuen tausendjähriges Reiches, die wir im ‘Staatsman’ finden”, pág. 46.

[33] Hitler anució oficialmente, el 1° de septiembre de 1933 que el estado que él dirigía, el llamado „Drittes Reich“ (tercer Reino) duraría mil años. Wippermann, Benz y otros, citados en Wikipedia

[34] Pág. 47.

[35] Ver nota 5.

[36] Cfr. pág. 38. O 28 en el ejemplar en GoogleBooks en castellano. “Oft scheint es, als versuchten sie sich über den Verlust einer stabilen Welt zu trösten, indem sie an der Annahme eines unverämderlichen Gesetzes festhalten, das die Veränderung beherrscht”.

[38] En realidad, más conservadores moderados debería levantar su voz frente a la derecha (europea) autoritaria y que intenta imjustamente apropiarse del término conservador. Un buen intento de hacerles frente en: “Die Rechten dürfen sich den Konservativismus nicht aneignen”, en Das Konservative muss vor den Rechten geschützt werden (Lo consevador tiene que ser defendido de la derecha).

[39] Invito a leer mi columna Los conservadores de hoy, enemigos de la sociedad abierta Donde escribo conservador, léase autoritario, en el sentido en que lo describí en  Liberales y autoritarios en vez de izquierda y derecha

[40] Popper habla de una “romantische Stammesethik”. Pág. 42.

[41] Cfr. pág 15 en GoogleBooks en castellano.

[42] “quien siente miedo frente al cambio -que actualmente se expresa, sobre todo, en el pluralismo y en la apertura de nuestra sociedad- se encuentra en peligro permanente de ser paralizado por ese miedo (…) En el caso de los conservadores, este ideal positivo se encuentra en el pasado, al menos en el pasado como ellos se lo imaginan. Con su mirada nostálgica y melancólica, dirigida hacia una supuesta edad de oro es lo que reemplaza la esperanza de un mejoramiento de la sociedad”. Ideas del autor liberal Clemens Schneider, en mi columna Los conservadores de hoy, enemigos de la sociedad abierta