“Que se vayan todos los políticos”

Esta semana, durante la manifestación semanal frente al consulado ruso en la que participo regularmente, se acercaron dos personas a conversar con nosotros. La primera fue una señora rusa que salía del consulado, después de haber hecho algún trámite[1]. Nos dijo que la solución era que todos los políticos, de todos los países (incluyendo los rusos) se fueran, que dejaran el poder. Si los políticos se van, no habría más guerras. Se van todos y se acaba la guerra actual, contra la que mis compañeros y yo protestábamos, nos aseguró.

Este último tiempo, yo protesto con la bandera de la oposición rusa, con sus tres franjas celeste, blanca y celeste. La señora rusa me preguntó qué bandera era (primero me habló en ruso). Con la máxima paciencia, le expliqué que era la bandera que muestran los opositores en la misma Rusia. Como actualmente es la bandera para protestar contra la guerra, también se llama bandera anti-guerra. La señora no la conocía, lo que no me extraña ya que, en la televisión estatal rusa (Russia Today[2] y otros medios de desinformación) no se muestra esta bandera.

Sobre el tema políticos, le dije que cada sociedad tiene los políticos que ella misma es capaz de formar. En otras palabras, lo que en Latinoamérica decimos con el popular “cada sociedad tiene los políticos que se merece”. Yo tampoco confío (al menos no ciegamente) en los políticos[3], por esa misma razón, estoy aquí protestando. Asimismo, no me pierdo votación y voy a sufragar siempre, aunque algunas veces me cueste. Esto último, preferí no decírselo, ya que en Rusia, tu voto no vale nada.

Pocos minutos después, se acercó una chica joven con un anillo en la nariz, estaba armando un cigarrillo de esos que fuman quienes ahorran dinero y se lo preparan ellos mismos. Se acercó de a poco y nos dijo -no sin resignación- que su mamá siempre está en contra de todos los políticos. Como ya tenía su cigarrillo listo, le dijo a la señora rusa que ya era hora de irse. Nos despedimos amablemente y les deseamos un bonito día y un buen viaje de regreso a casa.

No estamos en contra de los rusos, del pueblo ruso, muy por el contrario. En lo personal, siempre he sido rusófila[4]. Pero por eso mismo, me duele aún más que el país sea destruido, en una guerra fratricida y sin sentido. Que la población que ya era pobre, se empobrezca aún más gracias a esta guerra en la que Putin ha embarcado a la Federación rusa y que causa tanto dolor y tanto sufrimiento a tanta gente. En primer término en Ucrania, y también en Rusia y en tantos otros países cercanos y lejanos que sufren las consecuencias bélicas y económicas de la guerra[5].

Hasta ahora, Rusia ha perdido doscientos mil hombres en la guerra y cada día pierde un promedio de entre 500 y 800 militares… En los últimos días, la cifra llega a mil soldados caídos por día. La mayoría de ellos procede de lejanas repúblicas rusas de Asia Central, de Siberia o simplemente de las cárceles. Ni de Moscú, ni de San Petersburgo. Los hijos de los siloviki están igualmente exentos de pelear[6].

Sin duda, la señora que salía del consulado ruso después de haber hecho algún trámite y se acercó a conversar con nosotros[7], no pertenece a la oligarquía, de manera que sus sobrinos en Rusia, bien pueden ser reclutados, salvo que ya hayan escapado hacia Georgia, Kazajstán o Finlandia. Rusia tiene muchas armas, un enorme arsenal, incluso atómico, el más grande del mundo. Se dice que lo que a su arsenal le falta en calidad, lo suple con la cantidad. Pero le faltan hombres. Putin necesita soldados, ya que incluso se le están acabando incluso los mercenarios.

Por último, el slogan que se vayan todos los políticos (el grito argentino de los años cero) tampoco soluciona nada. Se imaginan qué pasaría si no hubiera alguna “jefatura del estado”, por llamarla de alguna forma. El mundo caería en la más absoluta de las anarquías. El Leviatán de Hobbes se quedaría corto. En Rousseau y en su “buen salvaje” ya nadie cree. Sería la lucha de todos contra todos. La gente se organizaría tal como en la época medieval o en la temprana edad moderna o tal vez como en la edad de piedra, quién sabe.

Quién haya leído la trilogía “Metro” del escritor ruso Dmitri Glukhovsky se puede hacer una idea de lo que ocurre si desaparece el estado y la gente se une en torno a otros intereses… Entre paréntesis, en la distopía de Glukhovsky, los sobrevivientes a una catástrofe nuclear viven en la red del Metro de Moscú. El escritor ruso -contrario a la guerra y que debió huir de su país y refugiarse en algún lugar de Europa[8]– cuenta que muchos de sus lectores ucranianos le escriben y le dicen “mira, ahora vivimos nosotros en la red del Metro debido a los ataques rusos”.  

Sinceramente, no quiero que se vayan todos los políticos. Sólo algunos…


[1] En mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, relaté nuestra conversación con una historiadora y antropóloga rusa que también salía del consulado.

[2] Tengo entendido que la central de Russia Today en castellano está en Argentina. Que me corrijan los amigos argentinos si esto no es así.

[3] Soy demasiado seguidora de Popper para eso. Todas las columnas en que he mencionado a Popper en este blog, los pueden encontrar aquí

[4] Incluso, con una amiga rusa, tuvimos un blog en que conversábamos sobre Rusia. Se llamaba Rachmaninoff y un poco más acerca de Rusia

[5] Miren no más el tema del desabastecimiento, en La guerra del hambre o el hambre como arma

[6] “Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados”, en: El Papa y Ucrania

[7] Sobre la segunda señora, prometo contarles en los próximos días.

[8] Glukhovsky no quiere revelar dónde, porque, aunque dice que él no tiene miedo, prefiere ser precavido. Después de los innumerables envenenamientos y asesinatos a mano armada, incluso en Europa occidental, por parte de agentes del servicio secreto ruso, no me extraña.

Más sobre la corrupción en Ucrania


Hace algunos meses, escribí acerca de la corrupción en Ucrania. Mi motivación fue que algunas personas -incluso una amiga- insinuaban o decían abiertamente que no se podía apoyar a Ucrania, porque es un país muy corrupto. Los recientes acontecimientos en Kiev, sobre todo la destitución del ministro de defensa por un caso de corrupción, parecen corroborar el alto grado de corrupción en Ucrania.

Esto es especialmente grave porque la lucha es contra la agresión rusa y no debería ser una oportunidad para seguir con el sistema de llenarse los bolsillos con dinero ajeno sólo por estar en el poder[1]. En un estado de derecho, quienes han sido elegidos en puestos públicos, son servidores de los ciudadanos -Servidores del pueblo- y no mafiosos al estilo post-soviético.

El índice de Transparency[2], que acaba de aparecer, se refiere expresamente a Ucrania en sus primeras páginas y lo hace en los siguientes términos: Ucrania avanza en la lucha contra la corrupción, lo que también se refleja en el CPI o índice de percepción de la corrupción. En los últimos diez años, Ucrania ha subido un total de siete puntos. Sin embargo, el país se mantiene en la mitad inferior de la lista, en el puesto 116 con 33 puntos. En comparación con el resto de Europa, sólo Rusia (puesto 137 con 28 puntos) obtiene peores resultados[3].

En realidad, esta columna debería llamarse menos corrupción en Ucrania.

El año 2021, Rusia ocupaba el lugar 136 y Ucrania, en el 122 con 32 puntos[4]. De manera que, a quienes insinúan que no se puede apoyar a Ucrania, sino que prefieren apoyar a Rusia, me permito recordarles que Rusia es un país mucho más corrupto y cuyo gobierno no tiene intención alguna de mejorar en este sentido. De partida, porque como dicen Kasparov y la historiadora rusa de la que les hablé en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, el estado ruso es una organización mafiosa y Putin es un verdadero capo di tutti capi o un vil padrino, como lo denomina Kasparov[5].

Transparency continúa: No obstante, se está avanzando. Los avances se deben, por ejemplo, a que la administración se ha digitalizado mucho y se ha introducido un sistema de contratación digital. Además, se han creado nuevas instituciones anticorrupción, que también actúan contra altos personeros en el gobierno. Así ha quedado demostrado recientemente, entre otras cosas, con la detención de Vasyl Losynskyji, viceministro de Desarrollo Regional, sospechoso de soborno. El hecho de que esto se hiciera transparente y de que el gabinete expulsara rápidamente al ministro, demuestra una voluntad política muy fuerte[6].

En suma, Transparency International Ucrania cree que el proceso de adhesión a la UE ofrece una oportunidad para que los actores progresistas de la lucha contra la corrupción emprendan nuevas reformas ambiciosas y aceleren su aplicación[7]. Palabras prometedoras que espero que se cumplan.

Es difícil, sobre todo en medio de una guerra; pero creo que circunstancias excepcionales hacen posible y exigen reformas igualmente excepcionales y que los ucranianos y las ucfanianas han demostrado que son capaces de mucho, de mucho más de lo que pensábamos que serían capaces. Creo que merecen nuestra confianza y nuestro apoyo, tanto en la lucha en defensa de su territorio frente a la guerra de agresión, como también en su batalla contra la corrupción. Y, obviamente, en su ingreso a la familia europea, representada por la Unión que lleva su nombre.


[1] Más o menos esto es lo que  dijo Selenski claramente, hace dos o tres noches, en la correspondiente edición de su diario mensaje nocturno.

[2] CORRUPTION PERCEPTIONS INDEX 2022

[3] “Die Ukraine macht bei der Korruptionsbekämpfung Fortschritte, die sich auch im CPI zeigen: Im Laufe der letzten zehn Jahre hat die Ukraine insgesamt sieben Punkte hinzugewonnen. Gleichzeitig steht das Land mit 33 Punkten jedoch weiterhin in der unteren Hälfte des Rankings auf Platz 116. Im europäischen Vergleich schneidet nur Russland (Platz 137 mit 28 Punkten) schwächer ab”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022

[4] “Rusia ocupa el lugar 136, con 29 puntos en el ranking de Transparencia Internacional. Ucrania está en el puesto 122 con 32 puntos”, Corrupción en Ucrania

[5] “Kasparov: Russia is a mafia state today, and Putin is its top godfather. The regime is in trouble economically and can no longer offer anything to its citizens. That’s why Putin has to pursue an aggressive foreign policy, so he can serve his people the fairy tale of Russian pride and regaining its strength as a major power”, Putin Needs Wars To Legitimize His Position

[6] “Dennoch: Es geht voran. Die Fortschritte sind zum Beispiel darauf zurückzuführen, dass die Verwaltung sehr stark digitalisiert und ein digitales Beschaffungssystem eingeführt wurde. Außerdem wurde eine Reihe neuer Institutionen zur Korruptionsbekämpfung geschaffen, die auch gegen hochrangige Regierungsmitglieder vorgehen. Das zeigte sich jüngst u.a. durch die Festnahme des unter Bestechungsverdacht stehenden Vize-Ministers für Regionalentwicklung Wasyl Losynskyji. Dass dies transparent gemacht wurde und das Kabinett den Minister sehr zeitnah ausgeschlossen hat, verdeutlicht einen deutlich stärkeren politischen Willen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.

[7] “Insgesamt bietet nach Einschätzung von Transparency International Ukraine der EU-Beitrittsprozess den bei der Korruptionsbekämpfung progressiven Akteuren eine Steilvorlage, um weitere ambitionierte Reformen durchzuführen und deren Umsetzung zu beschleunigen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.

El estallido del populismo en Europa y Latinoamérica

Con retraso, empecé a leer “El estallido del populismo”, que recopila una serie de artículos y tiene como coordinador a Álvaro Vargas Llosa[1]. En el prólogo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa hace una serie de observaciones que coinciden con otras muchas que he hecho yo misma, en este blog o personalmente ante amigos en tantas conversaciones de sobremesa a lo largo de estos últimos años.

Digo con retraso, porque el libro es del 2017 y el prólogo de Vargas, de marzo de ese año. Es increíble todo lo que ha ocurrido desde entonces hasta ahora. Parece que el tiempo y los acontecimientos históricos empezaron a acelerarse y hoy todo transcurre con más prisa que antaño. O tal vez, nos parece que esto sea así, ya que -gracias a Internet- estamos al tanto de más cosas que ocurren en lugares del mundo de los que quizás antes ni siquiera habíamos oído hablar. Y todo tiene lugar en o con una simultaneidad cognoscitiva que sorprendería -o tal vez, aterraría- a nuestros antepasados.

El escenario del libro que comento es uno en que Trump ya era presidente de los Estados Unidos[2]. Rusia no había iniciado la tercera etapa de la guerra contra Ucrania. Macri era presidente de Argentina y ese país todavía no había retornado al extremismo peronista. El populista López Obrador tampoco había iniciado aún el proceso de “regresión izquierdista radical” en México[3].

En el prólogo, Vargas observa que lo que él llama la amenaza populista “ataca por igual a países desarrollados y atrasados”. Con esto, se refiere a los países occidentales y a los que no lo son. No me gusta hablar de países atrasados; prefiero llamarlos “en vía de desarrollo”, aunque esto es muchas veces  una gran exageración. El autor hace ver que esta epidemia viral de populismo adopta “máscaras diversas, de ultraizquierdismo en el tercer mundo y de derechismo extremista en el primero”[4]. Es cierto, “hoy en día, la extrema derecha y la extrema izquierda apenas se diferencian”[5].

El populismo está representado en Europa por la extrema derecha. En Latinoamérica, el populismo es generalmente de extrema izquierda o, como se lo denomina con más frecuencia, de ultraizquierda. Salvo en Brasil, país que -con Bolsonaro- tuvo recién un gobierno de extrema derecha, para regresar ahora a uno de extrema izquierda, en una eterna ley del péndulo, como llamaríamos este fenómeno en Chile, en que se pasa de un extremo al otro del espectro político.

Un espectro es un abanico de opciones políticas ordenadas conceptualmente, generalmente de izquierda a derecha. El espectro político es el ordenamiento visual de grupos u organizaciones políticas de acuerdo con ciertos ejes conceptuales[6]. Que el espectro político sea continuo significa que el paso de derecha a izquierda y viceversa no es abrupto, no da saltos. El tránsito de un extremo a otro puede pasar desapercibido para una persona que se halla dentro del espectro político en cuestión[7].

Ebner nos explica que, como formuló Faye, el extremismo no es lineal, sino que los dos extremos pueden ser representados como las puntas de una herradura, en las que se hallan la extrema derecha en un extremo y la extrema izquierda en el otro. Así, ambas puntas se encuentran entre ellas más cerca la una de la otra que del centro político. En el fondo, es lo que la sabiduría popular ha expresado a través de la consabida máxima, de acuerdo a la cual, los extremos se tocan[8].

Volviendo al tema inicial, ya en mi columna La ultraizquierda latinoamericana y la extrema derecha europea, señalaba que la extrema izquierda latinoamericana y la extrema derecha europea, pese a su distancia geográfica y a su muy diverso background cultural, son bastante parecidas. Algo que sigo sosteniendo y que veo cada día con mayor claridad. Especialmente desde que empezó la invasión a Ucrania, ya que tanto la extrema izquierda latinoamericana -como también la extrema derecha del subcontinente- y la derecha extrema europea apoyan por igual al régimen de Putin y se convierten en altavoces de sus exigencias imperialistas[9].

Los extremistas de izquierda y de derecha son totalitarios: pretenden controlar toda la vida de la sociedad y de cada uno de sus miembros. Tienen una opinión precisa y ya formada sobre cada ámbito de la realidad, de la vida, de la muerte, de la economía, del derecho, de la educación, de la historia, del arte y hasta del deporte o de la forma de vestir. Ridiculizan las opiniones o incluso las dudas de las personas que no son parte de su grupo. La duda -el origen de la filosofía moderna- está ausente de sus planteamientos[10].

Tanto la extrema derecha europea, como la extrema izquierda latinoamericana ultraizquierda son un nuevo intento de instalar una autocracia en el poder. Una autocracia disfrazada de democracia, de la cual sólo guarda las formalidades externas, y esto, sólo inicialmente. En uno y otro caso, la distopía totalitaria -cesaropapismo, putinismo, socialismo del siglo 21 u otras invenciones- nacen de una utopía y terminan en una cruel distopía, ya que toda distopía comienza como una utopía[11]. En otras palabras, ofrecen el paraíso y terminan en el infierno. El siglo 20 nos ofrece bastantes ejemplos de ello.

En suma, “en Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Los postulados de ambos grupos son increíblemente parecidos[12]. Los dos son peligrosamente populistas. Hay que tener muy presente que lo contrario de la extrema derecha no es la extrema izquierda y lo contrario de la extrema izquierda no es la extrema derecha. Lo contrario de ambos extremos es la democracia[13]. La democracia liberal representativa, para ser más exacta.

En las palabras de Vargas: “El comunismo ya no es el enemigo principal de la democracia liberal -de la libertad- sino el populismo”[14].


[1] Siempre me había preguntado por qué Álvaro lleva los mismos apellidos de su papá. La respuesta es que las mamá de ambos se apellidaban Llosa. ¡Gracias Wikipedia!

[2] Invito a leer: Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[3] Vargas señala -a mi modo de ver, acertadamente- que “las bravatas nacionalistas del presidente Trump han tenido (…) la virtud de poner a la cabeza de las encuestas presidenciales al candidato populista Manuel López Obrador, que, si llegara al poder, representaría una regresión izquierdista radical al proceso de democratización que México experimenta desde hace dos décadas”, “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, pág. 14.

[4] “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, páginas 9 y 10.

[5] Extrema derecha y liberalismo Expliqué el caso de la extrema derecha en Alemania en: Defendamos nuestra civilización o al menos sus cuatro fines, según Popper y en Los conservadores de hoy, enemigos de la sociedad abierta

[6] Cfr. ¿Qué es el continuo político?

[7]  “Me imagino que es como ver crecer a un niño: si lo ves todos los días, no te das cuenta de que está creciendo; pero si lo ves al nacer y en la ancianidad, es difícil que lo vuelvas a reconocer”, ¿Qué es el continuo político?

[8] El extremismo en la teoría de la herradura o de la U

[9] Ver La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

[10] La polarización es el semillero del extremismo y ambos se retroalimentan

[11] La ultraizquierda latinoamericana y la extrema derecha europea

[12] La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

[13] Lo contrario de la extrema derecha no es la extrema izquierda. Es la democracia

[14] “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, página 9.