El hombre del puente – bridgeman o Peng Lifa

Esta semana, escuché por primera vez la breve historia del bridge man u hombre del puente. Se trata del físico chino Peng Lifa, conocido en redes sociales como Peng Zaizhou. Logró descolgar desde el puente de Sitong, al noreste de Peking, cerca del barrio universitario, dos pancartas con un contenido que, en cualquier país del mundo serían normales. Pero en China, no.

Gracias a esquiregermany por haber publicado la foto y por la traducción del texto. El screenshot es de Instagram

Bajo la mano férrea del partido comunista chino y de su líder máximo Xi Jinping, descolgar una pancarta con un mensaje político en contra de quienes están en el poder está prohibido. Peng Lifa será probablemente encarcelado de por vida. De hecho, desde el 13 de octubre, día de su acción, no sabemos nada más de él. Él mismo filmó su detención; pero el video no está en ninguna parte. Cuesta encontrar las fotos del puente… Pero lo logré, encontré al menos una.

La evidencia fotográfica de su acción pasó, en un comienzo, casi totalmente desapercibida porque las autoridades comunistas chinas se encargaron de que las imágenes no salieran de la China y fueran borradas inmediatamente. Incluso, escuché que un periodistas europeo debió borrar la foto que había tomado a lo lejos, cuando supuestos paseantes que, en realidad eran agentes de seguridad, requisaron su cámara.

La censura china puede borrar las fotos o mensajes o puede hacerlas aparecer como si las hubieras enviado; pero la persona que tendría que haberlas recibido, en realidad, no las recibe nunca. Eso parece más fácil que borrarlas abiertamente, crea menos resistencia, tú ni siquiera te das cuenta. El internet en China es cerrado, tiene sus propios medios que funcionan sólo dentro del país. Se dice con frecuencia que el internet chino es una gran tienda donde puedes comprar todo lo que quieras, pero no puedes decir nada.

Luego de ocurridos los hechos, la censura china borró todos los mensajes que contuvieran palabras, como puente o el nombre del puente, Sitong o el nombre de Peng Lifa o Peng Zaizhou. La paranoia china llegó a tanto que prohibieron las palabras Peking, emperador, abdicación o renuncia. O simplemente la frase “yo lo he visto”.

La primera de las pancartas decía: “No queremos más test, queremos comer. Queremos reformas y no revolución cultural. Queremos libertad y no lockdowns. Queremos elecciones y no un führer. Queremos dignidad, no queremos mentiras. Somos ciudadanos y no esclavos”.

La pancarta aborda los temas desde el más local, al más general: empieza refiriéndose a la terrible situación causada por la política de cero covid del gobierno chino, que no se compadece con Omicrón, la variante actual, que es muy contagiosa, pero poco peligrosa. En China, la gente se somete al test de covid, al menos cada tres días y si sales positivo, te llevan a centros de aislamiento, verdaderos lugares de reclusión, bajo la situación higiénica más terrible que te puedas imaginar.

Lo de la revolución cultural es una alusión a la acción política llevada a cabo durante la época de Mao Tse Tung, cuyo objetivo era eliminar todo vestigio de capitalismo y de pensamiento tradicional, reemplazándolo por el comunismo, personificado en la voluntad del secretario general del PC. Oficialmente, es conocida como la gran revolución proletaria y extraoficialmente, como maoísmo. Wikipedia nos explica que, “durante la Revolución Cultural, decenas de millones de personas fueron perseguidas, con una cifra estimada de muertes que oscila entre cientos de miles y 20 millones”[1].

Lo de ser ciudadanos y no esclavos, me recuerda lo que el ex-presidente alemán, Joachim Gauck hacía ver acerca de sus años bajo el régimen comunista en Alemania oriental: “éramos reclusos o presos, estábamos encarcelados, no éramos ciudadanos”[2].

La segunda pancarta decía: “Derroquen al dictador, al traidor a la patria Xi Jinping”. En China incluso está prohibido mencionar el nombre Xi Jinping. Sí, esto es algo que apenas podemos creer quienes vivimos en países libres (o todavía libres): el nombre del secretario general del partido comunista chino, Xi Jinping, no puede ser mencionado, pronunciado, nombrado. Por eso, algunos hablan de Lord Voldemort.

Pese a la rapidez y mano férrea de la censura comunista, las fotos de las pancartas sobre el puente de Sitong salieron de China. Recién esta semana, fueron comentadas en el mundo. En los primeros días, sólo circulaban en medios especializados en temas de Asia y entre estudiantes chinos en el exterior. Ha sido gracias a ellos que la opinión pública interesada se ha interesado por el tema.

En las universidades del mundo, estudiantes chinos imprimieron las fotos y las pegaron en los paneles de sus institutos y facultades. Para burlar la censura, han recurrido al hashtag #bridgeman, para referirse a Peng Lifa, que ahora denominan el “hombre del puente”. Nombre análogo al de Tank man, aquel otro joven chino que se enfrentó a los tanques en la Plaza de la Paz Celestial, Tiananmen, en aquel lejano 1989, en una de las imágenes más emblemáticas del siglo 21[3].


[1] Revolución cultural

[2] “En su libro, explica que nunca llamó ciudadanos a los habitantes de la RDA, eran simples habitantes. «No éramos más que un accesorio del Estado». Hasta que un día, se dio cuenta que incluso éste era un eufemismo, ya que los habitantes de una casa pueden entrar y salir de ella; pero los de Alemania oriental no podían entrar ni salir de su propio país. Estaban encarcelados. Desde ese momento, comenzó a hablar de reclusos o presos”, «El poder tiene un sabor desagradable». Joachim Gauck, activista por los derechos humanos

[3] Invito a leer, también sobre China, mi columna El acosador sexual comunista y Peng Shuai

La bomba atómica de Putin

Putin anunció esta semana que un ataque al territorio ruso sería un acto punible mediante una bomba atómica. A su vez, llevó a cabo la anexión de un 15% del territorio de Ucrania, mediante referendos falsos. La clara conclusión es que, cualquier ataque a los territorios recién incorporados a Rusia significaría que Putin ordenaría lanzar una bomba atómica. ¿Dónde? No lo especificó.

Según la doctrina nuclear rusa, cualquier ataque a su territorio o un intento de derrocar al gobierno, es razón suficiente para usar armas atómicas. Si las nuevas regiones -la llamada “nueva Rusia”- son parte de Rusia, toda ofensiva contra ese territorio anexado, sería un ataque a territorio ruso y por tanto, permitiría el lanzamiento de un ataque con armas atómicas.

Pues bien, hace tres días, Ucrania conquistó otra ciudad más: Lyman. Lyman tiene una importancia estratégica específica y, lo que es más significativo: Lyman está ubicada al norte de Donetsk. Del Oblast de Donetzk. Un Oblast es una región, una demarcación administrativa equivalente a un territorio más o menos grande, algo así como una provincia. Donetsk es uno de los territorios donde se celebró un referendo fake y, a continuación, se anexó a Rusia.

Sin embargo, pese a que una de las regiones anexadas por Rusia -en un acto totalmente contrario al derecho internacional- no hemos visto ninguna bomba atómica, ni en Donetsk, ni sobre el Mar Negro, ni en Königsberg (los soviéticos le cambiaron el hombre a Kaliningrado, en honor de un político soviético. Es curioso que en los países comunistas, el culto personal estaba tan extendido y era mirado poco menos que como algo normal).

Putin -y después su pequeña marioneta Medvédev- advirtieron que el lanzamiento de una bomba no era un bluff. Un bluff es un comportamiento del juego de cartas en que se intenta confundir o engañar a los contendores y así, inducirlos a una conducta de acuerdo a mis intenciones, que me favorezca. También se puede decir que un bluff es una bravata, esto es, un intento de amedrentar a mi adversario.

Las armas atómicas no son armas de guerra, sino que son armas políticas. No se usan, porque su uso equivaldría a morir en segundo lugar. Esto es, yo lanzo una bomba atómica y mi rival, lanza otra. Ambos morimos. En el caso de Putin, la situación es aún más complicada, porque, donde quiera que la lance, las consecuencias le llegan inevitablemente a él, esto es, a Rusia y a los rusos. Ya sea porque Donetsk (que él considera parte de Rusia) queda inhabitable o porque sus soldados terminan irradiados o porque los vientos llevan la radiación hacia el Este, a Rusia y a Bielorrusia como ocurrió en Chernóbil[1].

Rusia no se atrevería a lanzar la bomba en otra parte, o más bien, simplemente no podría, ya que el control que ejercen los países aliados de la OTAN, me parece -estoy casi segura- que le impediría sacar cabezas nucleares u otro tipo de armas de la Península de Kola, donde están concentradas. Más aún, ahora que Finlandia formará parte de la OTAN, puede observar directamente la península[2]. En Kaliningrado, hay misiles capaces de ser cargados con armamento atómico; pero nadie sabe si las cabezas nucleares están ahí o no.

Por lo demás, la amenaza nuclear ya la lanzó Putin en su discurso de fines de marzo pasado, cuando inició la invasión a Ucrania. Y lo ha reiterado él y sus secuaces en repetidas ocasiones. Mucha gente en Europa, especialmente, las generaciones mayores, le temen más que los jóvenes a la bomba atómica. Después de todo, ellos crecieron con la amenaza de un armagedón nuclear, por eso en Europa, hay refugios atómicos públicos e incluso privados y por eso, no es tan raro que algún criminal construya un búnker debajo de su casa[3].

A comienzos de agosto de este año, hubo una serie de explosiones en la Península de Crimea, que Rusia había anexado el 2014. Sobre la anexión, creo que todos se acuerdan de los hombrecitos verdes que aparecieron en la península y que no eran otra cosa que soldados rusos. En agosto pasado, nadie puso en duda que las explosiones en Crimea habían sido obra de Ucrania. En septiembre, Kiev informó en forma un poco extraoficial que habían sido ellos los autores del ataque que había destruido, sobre todo la base aérea de Saki y diez aviones rusos[4].

Sin embargo, tampoco entonces, Putin apretó el botón atómico. Ni tampoco este fin de semana, en que nuevamente, se registraron grandes humaredas y explosiones en Crimea, concretamente, en el aeropuerto militar de Belbek. Rusia dice que un avión se salió de la pista y produjo un accidente. Bueno, en agosto pasado, también decían que, por un error humano, había habido una explosión en un depósito de combustible, de armamento o algo así. La cosa es no reconocer que fue un ataque de Ucrania y ellos no pudieron evitarlo.

Los ataques de Ucrania a Crimea son especialmente negativos para Rusia, debido a que la “operación especial” es vivida de cerca por los veraneantes rusos en Crimea, como una guerra y no como una exitosa operación para especialistas. Luego de las explosiones de agosto, vimos a cientos de autos de turistas rusos, regresar al continente en una larga columna automotriz de vehículos occidentales. Los turistas no manejaban Ladas, sino que conducían caros vehículos 4 wheel drive occidentales o japoneses (la hija de Dugin murió en un Toyota Landcruiser y no en un Lada. ¿Sería falta de patriotismo?).

Volviendo al tema inicial. Nadie puede descartar que Putin ordene lanzar una bomba atómica, pequeña, grande, quién sabe. La otra pregunta es si será obedecido. Como están las cosas en Rusia después de la movilización parcial, también puede ser que no haya soldados suficientes para cumplir sus órdenes o que no estén preparados (entre cero y dos semanas de instrucción militar no pueden ser suficiente) o simplemente que no quieran cumplirlas.

La respuesta occidental no necesariamente será otra bomba. Pese a que el arsenal atómico occidental es mayor que el ruso y más potente, occidente no está condicionado por un automatismo nuclear, puede reaccionar de otra forma. Es probable que su respuesta sería convencional y no atómica; pero masiva. Y con esto se acabaría la guerra y se acabaría también Putin, al menos su gobierno. Rusia quedaría aislada en el mundo, ya que ni China, ni India apoyan las amenazas nucleares rusas. Por el contrario.

De una u otra forma, creo que es errónea la forma de pensar, de acuerdo a la cual, tenemos que hacer lo que Putin nos dicta, porque si no, nos lanza una bomba atómica. Los países del Este y del Norte de Europa son los que menos le temen a la amenaza nuclear rusa y son quienes más conocen a Putin y a los rusos. Creo que podemos aprender de ellos.


[1] Recomiendo leer las obras de la Nóbel de Literatura Svetlana Aleksiévich

[2] Ver mis columnas Finlandia a la OTAN y Suecia y Finlandia a la OTAN y también Postales de Islandia 

[3] No sé por qué pienso en que nadie se dió cuenta de que Josef Fritzl tuvo encerrada a su hija durante tantos años, debajo de su casa.

[4] Desde Suiza, Watson informa al respecto, tan bien como siempre: Explosionen auf der Krim: Satellitenbilder zeigen das Ausmass der Zerstörung