La semana pasada, fui a ver Rigoletto -la ópera de Verdi- a Colonia. Les confieso que leí el libreto antes de verla, lo que nunca hago antes de ver una película. Pero una ópera es distinta: aunque el italiano es relativamente fácil de entender, los cantantes generalmente no hablan el idioma en que cantan. En Colonia, Rigoletto era estadounidense; su hija, una cantante armenia; el duque de Mantua, igualmente armenio; el conde de Monterone es alemán; la condesa de Ceprano, española; el conde Ceprano, sudcoreano; al igual que Marullo; la sensual Magdalena es polaca… Y un gran etcétera. Un gran multiculturalismo impera en el mundo de la cultura en Colonia. Un multiculturalismo que es todo lo contrario del etnopluralismo[1].
En la primera escena, se nos muestra el ambiente de la corte del Duque de Mantua. La vejación, la burla, la inhumanidad, el desprecio por los demás, el libertinaje y el abuso sexual imperaban. El aprovecharse sexualmente de las mujeres, el despreciarlas como meros objetos de placer y de seducción. Esto era el pan de cada día, lo habitual en la corte y probablemente en Europa del siglo 19. El libreto fue escrito por un libretista y director italiano y se basa en un drama del francés Victor Hugo[2] (1832), ambos autores ilustrados.
El duque era un hombre sensual, interesado sólo en someter sexualmente a cada mujer que se le pasaba por delante, de sojuzgarla y de llevársela a la cama; pero “por la buena”, sin violencia, convenciéndola. Es una especie de miembro de un grupo de seduction o pick up artist de aquella época. El duque intenta “conquistar” a mujeres hermosas, no las obliga, no las viola, sino que las “conquista” mediante su fingida galantería, se las gana, las seduce.
Hoy en día, la llamada seduction o pickup community es una “comunidad” organizada de hombres, dividida en grupos locales masculinos, cuyos integrantes tienen como finalidad, mediante el uso de métodos psicológicos, neurolingüísticos y de comportamiento, “seducir” sexualmente a la mayor cantidad de mujeres. Usan el “arte de la manipulación”, para lograr su objetivo, que puede ser pasar una noche con ella, lograr una relación algo más larga o incluso, casarse con ella. En el Norte de Europa, la seduction community y la extrema derecha tienen algunos vasos comunicantes; pero este es otro tema.
El duque de Mantua es jefe de gobierno, máxima autoridad política. ¿Se imaginan que un jefe político de hoy se comportase de esa manera? Gracias a Dios vivmos en el siglo 21 y espero que cada día haya menos hombres como él. Hoy en día, existe el #metoo; pero esto no ha sido siempre así. Ni aquellos que se las dan de super desarrollados y defensores de las mujeres, en el primer mundo, nos respetado siempre.
En el libro “Fire and Fury”, de Michael Wolf, sobre Trump, el autor explica que “Trump suele decir que una de las cosas que hace que la vida valga la pena es llevar a las mujeres de sus amigos a la cama”[3], a la cama de Trump, claro. Al parecer, intentaba convencerlas de que el marido -alguno de los amigos de Trump- no es el que parece ser y que le es infiel a su cónyuge o, al menos, hablaba mal de ella, etc. Puras intrigas e infidelidad, doblez y bajeza. Él invitaba a la mujer a su oficina, desde donde hablaba por teléfono con el marido, estando ella presente y escuchando. En el diálogo, intentaba demostrar que le era infiel a su señora. Más manipulador, imposible. Con un amigo como él, no se necesita enemigos 😦
Como estábamos en Colonia, en medio de todo este libertinaje y abusos sexuales, no se puede dejar de pensar en La noche de año nuevo en Colonia 2016/2017[4]. Aquella noche en que grupos de hombres extranjeros asediaron a mujeres… a mujeres alemanas y extranjeras. Para ellos, mujeres son mujeres, da lo mismo cuál sea su origen. Aquella noche, después de la cual, los sectores más antifeministas y más partidarios del patriarcado, aparentemente se habrían vuelto feministas, tan sólo con la finalidad de atacar a los extranjeros[5].
Se dice que el año pasado (no sé cómo haya sido este año) en Colonia, las autoriedades no habrían dejado pasar a festejar a los hombres que “se veían” como extranjeros. Así que, a los cantantes de ópera que interpretaban a Rigoletto, al duque de Mantua y a otros más, no los habrían dejado pasar… Ni tampoco a la mayoría de sus cortesanos, bajos, morenos. robustos y de barba oscura y ojos profundos. Incluso había cantantes africanos[6] entre el séquito ducal. No habría importado que sean cantantes de ópera famosos, protagonistas de la ópera de la ciudad.
El duque es un verdadero abusador sexual, un seductor que recurre a la mentira, da un nombre falso, miente acerca de su persona, haciéndose pasar por un pobre estudiante. Un pobre estudiante era lo que había escuchado que Gilda quería encontrar para amar. Un pobre pero honrado estudiante, para amarlo de verdad, cantaba la joven. Es esto a lo que precisamente recurren los miembros de la comunidad de seducción: a identificar lo que anhela la mujer que quiere conquistar, lo que desea su “presa”, para ofrecérselo y que ella pise el palito, caiga en sus redes y se convierta en un trofeo más para el cazador.
Pero no sólo el duque de Mantua juega a este horrible juego de seducción, en que sus víctimas son todo tipo de mujeres, incluyendo las casadas con sus cortesanos o con otros nobles, como la esposa de uno de los condes y la hija de otro conde, que es el que maldice a Rigoletto. No, toda su corte es un antro de libertinaje y desenfreno sexual, de burlas y vejaciones más crueles. Los otros cortesanos lo odian por sus burlas y buscan la venganza. Para ellos, no hay olvido ni perdón.
En este ambiente, Rigoletto, el cínico bufón de palacio se convierte en un “comentarista” de las “aventuras amorosas” de su amo el Duque, protegido por el poder de éste. Rigoletto, el payaso jorobado es, para los cánones de la época, un lisiado desfigurado que nunca podrá conquistar a nadie, así opina la “barra brava” integrada por cortesanos y otros nobles. Por eso, causa más sorpresa el descubrimiento de una hermosa que ellos creen amante del bufón. Una amante que, en realidad, era su hija. La ópera tiene un poco de “comedia de enredos” del siglo 20.
El papel de la mujer en la trama sudeuropea es reprobable desde todo punto de vista. Objeto pasivo de los deseos sexuales masculinos, ante quienes ella sólo puede sucumbir. Ingenua, lo cree todo, fácil presa de varones seductores inescrupulosos y manipuladores. Los varones tampoco quedan muy bien en la historia. Aunque no creo que haya sido esta la intención original del autor del libreto. Me viene a la mente la idea de Ashley Judd: la sociedad en que se sojuzga a la mujer es mala, no sólo para la mujer, sino también para el hombre[7]. Una idea que, por lo demás, ya había enunciado claramente Juan Pablo II[8], aunque muchos de sus supuestos partidarios de hoy, ni siquiera quieran escucharlo.
Rigoletto mantiene encerrada a su hija, sólo porque no quiere que el duque la vea, ya que teme que la pueda intentar seducir, lo que -como se pueden imaginar- finalmente ocurre. Buenísimo que hoy podamos salir a la calle libremente, incluso de noche, sin que nadie nos haga recriminaciones. Y si la mujer sale a la calle, parece que ella misma fuera culpable de que le pase lo que le pasa. Después de todo, la que muere es ella, el que sufre es su papá y quien sigue cantanto feliz de la vida es el Duque quien, a mi modo de ver, es el “más culpable” de todos.
Parece que la mujer no fuera dueña de sí misma, sino volátil o, como canta el Duque “La donna è mobile”, que es una de las arias más populares de Verdi. Esto es, “la mujer es cambiante cual pluma al viento cambia de acento y de pensamiento”. Para hablar en el lenguaje bursátil al que estamos más acostumbrados y acostumbradas hoy, podríamos decir: “la mujer es volátil”, no hay que confiar en ella, no está a la altura del varón. Es una forma de culparla a ella, de que el varón se comporte como se comporta: si ella es así, tampoco se merece otro trato. Si me preguntan a mí: horrible forma de ver las cosas, no conduce a nada bueno.
El comportamiento de Gilda y otras mujeres, parece sin embargo, confirmar esta supuesta “mentalidad femenina”. El duque seduce a la condesa de Ceprano -frente a los ojos de su marido- y a la hija del conde de Monterone, que maldice a Rigoletto por “comentar” y burlarse de lo sucedido; Rigoletto cree que esta maledizione es la causa de su ruina. De manera que, como ven, el factor maldición -esto es, superstición- juega también un papel en la trama de la ópera.
Una amiga que también vió la ópera, me comentaba “y así y todo, hay gente que quiere volver al pasado y que sostiene que todo tiempo pasado fue mejor”. Ni mi amiga, ni yo y espero que tampoco l@s lectores de esta columna, piensen que hay que volver atrás. Rigoletto fue estrenada en 1851, hace casi 167 años. No es teatro “medieval”, sino que es una obra moderna, que aún se presenta en los mejores teatros de todo el mundo y donde acude la gente “más culta” de la orbe. Los mismos que critican a otros pueblos como “atrasados”. No digo que no haya que verla, muy por el contrario: ¡véanla! Pero por favor: véanla con ojos, oídos y con mentalidad super crítica.
[1] Sobre el término etnopluralismo, invito a leer mi columna Un fantasma recorre Europa, el fantasma del etnopluralismo
[2] “Le roi s’amuse” o el rey se divierte se llama la obra de Víctor Hugo.
[3] “Trump pflegte zu sagen, eines der Dinge, die das Leben lebenswert machten, sei, die Frauen seiner Freunde ins Bett zu kriegen. Wenn er um die Frau eines Freundes warb, dann würde er versuchen, sie davon zu überzeugen, dass ihr Mann vielleicht nicht der war, den sie glaubte zu kennen. Er würde seine Sekretärin beauftragen, den Freund in sein Büro zu bringen; war er dann da, würde Trump ihn in seine mehr oder weniger ständigen sexuellen Prahlereien verwickeln. ,Hast du noch immer Sex mit deiner Frau? Wie oft? Erzähl mir davon. Du musst jemand Besseren im Bett gehabt haben als deine Frau. Erzähl mir davon. Ich habe Mädchen, die um um drei Uhr aus Los Angeles kommen. Wir können hoch gehen und eine tolle Zeit haben …‘ Und während dieser ganzen Zeit würde Trump die Frau seines Freundes am Telefon haben, so dass sie mithören konnte”. Texto en alemán en Emotional unbehaust
[4] Mi opinión sobre el tema, en La noche de año nuevo en Colonia y las feministas alemanas
[8] En su Carta apostólica sobre la dignidad y vocación de la mujer, “Mulieris Dignitatem”, de 1988.