La guerra de agresión alemana al inicio de la II Guerra Mundial

Muchas veces leo o escucho de descendientes de alemanes en Chile y en Argentina que admiran a sus abuelos, padres o bisabuelos porque pelearon por su patria Alemania, durante la II Guerra Mundial, en algunos casos, hasta inmolar su vida en el campo de batalla, aseguran o escriben en redes sociales.

Lamento decepcionarlos: los alemanes que tuvieron que pelear en la Segunda Guerra no defendían a su patria. Alemania no estaba amenazada por nada, ni por nadie. Nadie le había declarado la guerra, ningún país había iniciado una confrontación. La II Guerra fue una típica guerra de agresión que comenzó con la invasión de Polonia el 1° de septiembre de 1939.

Sí, la II Guerra Mundial fue iniciada unilateralmente por Alemania y su objetivo era conquistar nuevos territorios para someterlos, en diferente medida, a la hegemonía alemana. Holanda, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Polonia… Y suma y sigue: los Sudetes, luego toda Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Grecia, los países de los Balcanes: Croacia, Eslovenia… También de la Península de Escandinavia: Dinamarca, Noruega… E Italia y Austria, que se sumaron voluntariamente al Imperio.

Y las regiones del Este de Europa: Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Estonia, Letonia, el oeste de Rusia, regiones que -incluyendo Polonia que fue nuevamente dividida- son las llamadas regiones de sangre[1], porque en ellas la crueldad llegó a niveles nunca antes vistos en la historia. En ellas, se asesinó vilmente a ancianos, niños, mujeres y hombres sólo por pertenecer a una determinada familia o a una cierta etnia (judíos, gitanos y otros pueblos) o por tener una cierta tendencia (homosexuales) o ideas políticas (el decreto sobre la ejecución de los comisarios) o una cierta fe (el cristianismo de los sacerdotes católicos, por ej., polacos y ucranianos, asesinados sólo por su fe).

No, Alemania no estaba en guerra, nadie la había atacado. La Alemania nazi inició una guerra de agresión. una lucha imperial por expandir su Reino o Reich y /o de dominar toda Europa. Casi logra… En aquella época, los Estados Unidos no tenían la menor intención de intervenir en un continente que no era el suyo propio, muy de acuerdo con la doctrina de entonces: “América para los americanos” y su contrapartida “Europa para los europeos”. Si no hubiera sido por los norteamericanos, todavía viviríamos bajo el yugo nacional socialista… O no viviríamos, ya que nos habrían eliminado, o a nuestras familias, quién sabe[2].

Hubo un solo país donde las ideas expansionistas eran similares a las alemanas. No hay que pensar mucho para saber que ese país era la Unión Soviética. Ambos eran estados imperialistas y con ideologías agresivas. En un caso, se trataba del triunfo de una supuesta raza germana, aria o cómo quieran llamarla. Y en el otro, la ideología pretendía el triunfo histórico final de la clase trabajadora sobre la burguesía. Esta última es una verdadera fe conspiranoica, con rasgos escatológicos que llevaba a asesinar a cualquier persona, acusándola de no estar lo suficientemente comprometida con una imaginaria revolución socialista o comunista.

Ambos estados de tendencia imperialista tenían una fuerte represión en el interior que impedía todo asomo de oposición. Su mayor enemigo era el liberalismo, la llamada democracia liberal. El liberalismo es un conjunto de ideas más bien positivas y confía en el libre desarrollo de las personas en un ambiente de libertad. Su objetivo es lograr una sociedad abierta[3], exactamente lo contrario de las ideologías socialista y nacional socialista.

Ambos países aprendices de imperios se confabularon en un pacto secreto para poder someter dentro de su “esfera de influencia” a toda Europa. Sus ministros del exterior trazaron una línea de demarcación y firmaron un tratado secreto en Moscú, conocido con el Pacto entre Hitler y Stalin[4]. La Unión Soviética negó durante décadas su existencia. Hoy sabemos que Stalin era un seguidor real del Padre de la Mentira.

Volviendo a la idea que formulé en un principio: la II Guerra Mundial fue una guerra de agresión, iniciada por Alemania -secundada inicialmente por la Unión Soviética que invadió Polonia dos semanas después que Alemania[5]– bajo el gobierno nacional socialista para apoderarse de toda Europa, que debía o ser parte de su territorio o bien quedar bajo su esfera de influencia. Un país tras otro fue cayendo…

Pero no se trataba sólo de un trozo de tierra, por grande que haya sido. Las personas que vivían en esos territorios quedaban bajo el imperio, bajo la égida o la arbitrariedad de los alemanes que, en su demencial darwinismo social veían al mundo como un campo de batalla entre pueblos, etnias, países, naciones y continentes[6].

Los habitantes de los países ocupados no eran considerados personas: se los transformó en cosas, se los cosificó. Esto permitió dejarlos morir de hambre, someterlos a la esclavitud como a los millones de trabajadores forzados o simplemente matarlos, después de un tiempo de aprovechamiento como fuerza de trabajo gratis o simplemente de asesinarlos sin más, en campos de exterminio o con un disparo en la cabeza (la misma técnica para asesinar que tenían los soviéticos).

No, sus abuelos no defendieron a Alemania, que no estaba amenazada ni era atacada por nadie. Ellos mismos fueron los agresores en una guerra imperialista basada en un horrible darwinismo social, en que el amor, la solidaridad, la ayuda y cooperación entre pueblos, países y entre personas era totalmente impensable. Más aún, era desestimado como algo malo que había que combatir. Misericordia, amor al prójimo[7], ayuda al necesitado eran conceptos absurdos para la ideología nacional socialista.

Escribo esta columna en tiempos en que un país imperialista ha iniciado una nueva guerra de agresión y de conquista. Hago ver que Chamberlain podría haber evitado la guerra ya en septiembre de 1938, pero no lo hizo y ese fue un error que costó muchas vidas y demasiado sufrimiento.


[1] Invito a leer Tierra ensangrentada, el best seller de Timothy Snyder y “En un mundo donde todo está permitido, Dios es el único refugio”

[2] Invito a leer El nuevo orden según Carl Schmitt y El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[3] Invito a leer La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl PopperDefendamos nuestra civilización o al menos sus cuatro fines, según Popper y Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos 

[4] Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[5] La invasión soviética de Polonia empezó el 17 de septiembre de 1939.

[6] Un poco como los mismos alemanes habían visto durante mucho tiempo la convivencia entre ellos: como una lucha entre individuos por quién gana más, quién tiene más poder e influencia, la mujer más bonita o el hombre mejor partido o los hijos supuestamente más exitosos. Igual como ellos veían el mundo, también veían sus propias relaciones con sus vecinos y familiares, como una lucha… Thomas Hobbes manda saludos.

[7] Por el contrario, en el liberalismo sí existe el amor al prójimo. Popper lo explica muy bien: Popper y el mandamiento del amor al prójimo

El atentado en Rusia

Tras el atentado en Rusia, surge una pregunta tras otra. En un cuarto de hora, cuatro terroristas lograron asesinar a 133 ó 137 personas (mass shooting) y colocaron en el edificio bombas incendiarias, de manera que se quemó por completo. Huyeron en un Renault Clio (!) a 300-400 kms de distancia, llevando consigo todas sus armas[1]. No cambiaron de vehículo… Además tuvieron tiempo de publicar videos y de anunciar al mundo que habían sido ellos.

La policía moscovita -que tiene un cuartel muy cerca del complejo Crocus City Hall- tardó una hora en llegar al lugar. No sé cuánto se demoraron los bomberos, pero el fuego fue apagado recién a las 7 de la mañana del día siguiente. El inmueble se quemó por completo. Había sido construido entre 1999 y 2000. Le pertenece a un oligarca aserbayano llamado Aras Agalarov, que aparece en varias fotos con Medvedev, Putin y Trump, al que visitó alguna vez en Estados Unidos, entre otros lugares en Las Vegas.

Incluso, Agalarov había planeado construir un Trump Tower en Moscú. En 2016, después de ganar la elección presidencial, Trump envió a Emin Agalarovuna, hijo del oligarca, una  nota[2] (y quién sabe qué más) en que decía “yo no me olvido de mis amigos”. Cómo ustedes pueden apreciar, a Trump no le importa tener contacto con musulmanes cuando se trata de oligarcas que lo ayudan a ganar elecciones y dinero[3].

Según Forbes, Aras Agalarov es el 51° hombre más rico de Rusia. Lo que contrasta con su vida anterior a la Glasnost y a la Perestroika. Nació en Baku en 1955 y fue un convencido comunista o al menos se hizo pasar por tal, porque en esa época convenía serlo, para poder lograr poder e influencia y así tener una vida holgada a costa de los demás que, con razón podemos llamar oprimidos por el sistema, personas que tenían que trabajar para mantener a los opresores, que eran los miembros del partido. En la ex-URSS hay una innegable continuidad entre haber sido miembro del Partido comunista y ser oligarca.

Reconozco que fui de las que, en un primer momento, pensé en la posibilidad de una acción bajo una bandera falsa, como otras tantas que han ocurrido en Rusia. Por ejemplo aquellas que llevaron a justificar la guerra de exterminio y aniquilación de Chechenia: aquella que condujo a que Grosny se viera como ahora se ven Mariupol, Bajmut o Avdivka después de los ataques rusos o Varsovia después de los ataques nazis. Experiencia hay en hacer explotar un edificio y causar la muerte de cientos de personas para culpar a otros y así atacarlos. En países donde la vida humana poco vale, no es raro actuar así.

El problema es que, en un régimen donde no hay claridad, ni transparencia, surgen las conjeturas basadas en indicios o en suposiciones. Y esto ocurre en Rusia, donde al día siguiente del atentado (que fue en la noche, alrededor de las 8 PM), Putin lo primero que aseguró fue que habían sido los ucranianos.

Para mala suerte de Putin, el llamado Estado islámico de la provincia de Khorasan anunció que ellos habían sido. Tendemos a identificar al Islamic State con el movimiento terrorífico en Siria e Irak. Pero este grupo de la provincia Khorasan es distinto, y está más bien centrado en Afganistán, Samarkand, Uzbekistán y las costas del Mar Caspio. Es un grupo que firma IS pero está centrado en Asia Central.

Asimismo, entre el 7 y el 9 de marzo, servicios de seguridad de EEUU, Gran Bretaña e incluso de Alemania (país tradicionalmente amigo de Rusia, ya desde la época del Tratado de Rapallo) habían advertido al gobierno ruso de posibles atentados islámicos a lo que Putin -en su habitual paranoia- respondió que era un intento de desestabilizar su gobierno o incluso de “extorsionarlo”.

Los terroristas de Islamic State – Khorasan Province tienen sangre en el ojo frente a Rusia, país al que culpan de haber combatido a los musulmanes en Afganistán y de haber colaborado con los EEUU y Occidente para acabar con el Califato del IS (esto es de Siria e Irak). Además, odian a Irán, país que se ha convertido en el mejor aliado de Rusia, junto con Corea del Norte.

Para Putin, la situación es complicada, ya que hace algunas décadas (Putin lleva 25 años en el poder[4]), los oligarcas fueron obligados a jurar no inmiscuirse en política a cambio de seguridad para seguir ganando sus billones y trillones en Rusia y en el mundo (donde los acepten, que es cada vez en menos países)[5]. Atentados como este a inmuebles de hombres poderosos es algo que rompe el acuerdo tácito entre la oligarquía y el gobierno de Putin, cuyo poder se basa en tres pilares: 1) en los servicios secretos 2) en el ejército y 3) en la pasividad de la población, incluyendo la de los oligarcas.


[1] Ha habido rumores acerca de un número mayor de terroristas. Pero creo que más de cuatro no caben en un Clio.

[2] En enero de 2017.

[3] Ver mi columna Muslim Ban y hechos alternativos

[4] En 2022, escribí Putin lleva 23 años en el poder

[5] Miren no más lo que le pasó a Jodorkovski, por no aceptar este acuerdo tácito.

La bandera blanca del Papa

La sorpresa más desagradable del domingo por la mañana fue encontrarme con la entrevista al Papa Francisco en que pide a los ucranianos tener la valentía de izar la bandera blanca y negociar con Rusia. Tuve que leer dos veces el resumen de la entrevista, porque me parecía una mala broma[1].

Cuando, entre mis amigos comenzaron a llover los comentarios sobre el tema, me di cuenta que ya no podía seguir negando la existencia de la entrevista. Mi única esperanza era que la noticia pasara desapercibida, ya que la prensa suiza no es precisamente la más leída del mundo. Lamentablemente no fue así. ¿O sí? Porque parece que todo el mundo leyó el resumen y no la fuente.

Antes que nada, pienso que es una decisión de los mismos ucranianos y no de otras personas, si se rinden o no. Porque aunque el Papa no usó el término “rendirse”, es obvio que izar la bandera blanca equivale a rendirse. Al menos en la posición en que están ahora, en que no han podido recuperar su territorio ocupado por Rusia. Sobre todo considerando que Rusia lo ha anexado oficialmente y lo considera territorio ruso.

Hago ver que más que de territorio se trata de gente, de personas que viven en Crimea, Kherson, Donetsk, en Zaporizhia. Gente que no está dispuesta a vivir bajo el látigo ruso. Se dice que muchas de ellas son de habla rusa. Sí, puede ser, pero esto no quiere decir que prefieran vivir en la pobreza y opresión del régimen de Putin o de su eventual sucesor y no vivir en democracia y en la prosperidad de la economía de mercado junto a los otros pueblos europeos.

Hasta un determinado momento, el gobierno de Selenski estaba dispuesto a negociar con Rusia. Pero fueron las atrocidades cometidas por los rusos en Butscha e Irpin las que cambiaron el switch y Ucrania ya no estuvo dispuesta a ofrecer neutralidad[2], desmilitarización y servilismo frente a Putin y a su mafia[3]. Y que no venga el Papa a decir que no eran rusos sino que eran soldados orientales los que cometieron las fechorías. Se trata de acciones sistemáticas y no castigadas, sino propiciadas por el ejército y por los jerarcas rusos (de políticos en sentido democrático, no se puede hablar).

Lo segundo que se me vino a la mente luego de leer la entrevista es que lo que dice el Papa no es parte del Magisterio de la Iglesia, sino que es su propia opinión en una materia de política contingente que no es de fe ni de moral. Sería injusto privar a Francisco de pensar distinto a la mayoría de los católicos. Pero, por otra parte, su opinión como sumo pontífice tiene demasiado peso como para pasarla en silencio.

Según mis amigos un error así no habría sido cometido ni por Benedicto, ni menos por el gran Papa Juan Pablo II que nos salvó del comunismo. Pero un papa argentino… Una amiga argentina me explica que el Papa es peronista. No lo sé, pero probablemente su socialización tuvo lugar en un ambiente peronista. No olvidemos que el peronismo es un fascismo, el único que aún se mantiene como fuerza política en un país del mundo, ininterrumpidamente desde los años 40[4]. Por otra parte, el régimen ruso es considerado como un fascismo a la Frankenstein, con elementos de diversos fascismos y del antiguo comunismo.

Ese mismo día, más de alguna persona expresó abiertamente que se avergonzaba de ser católica. Yo pienso que el Papa Francisco le ha hecho un daño muy grande a la Iglesia. Pero no puedo negar que su intención debe haber sido buena. Según él (y muchos otros derrotistas), Ucrania no puede ganar la guerra, no puede recuperar la quinta parte de su territorio ocupada por Rusia, de manera que debería rendirse o izar la bandera blanca, que es lo mismo. Así no perdería más vidas humanas en una lucha que ya está perdida.

A todos nos preocupa mucho que muera gente en Ucrania y sufrimos por ello. La solución es muy fácil. El mismo Francisco podría tener la valentía de apelar a Putin y exigirle que retire sus tropas de Ucrania, que deje de bombardear ciudades, que devuelva los miles de niños ucranianos raptados. Podría dirigirse a su querido Cirilo, jerarca de Moscú, para que deje de bendecir a Putin y de azuzar a los rusos a atacar a Ucrania.

No entiendo qué movió al Papa a realizar tales declaraciones. Aunque debo reconocer que debe haber sido la pregunta del periodista. Si está preocupado por la gente que muere, entonces debería preocuparse también por los soldados rusos que han muerto. Se calcula que mueren entre 900 y mil al día y que en menos de dos años habían muerto más rusos que durante toda la invasión soviética a Afganistán. ¿Es que no le preocupa a Francisco que mueran rusos?

Un llamado unilateral a rendirse es una vergüenza. ¿Habrá perdido el Papa Francisco el olor a sus ovejas del que él tanto ha hablado? Sus dichos son un golpe a todos los católicos que nos hemos comprometido con la libertad de Ucrania. Y con nuestra libertad, porque Rusia no se detendrá en Ucrania. Nadie quiere más guerra, ni más muerte, ni destrucción, menos que nadie los ucranianos. El problema es que hay muchos ucranianos que prefieren morir antes de terminar nuevamente bajo el yugo de Moscú, que ya han conocido en la historia.

No hay que olvidar, querido Francisco que, si Rusia se retira de Ucrania, se acaba la guerra. Pero que si Ucrania deja de pelear, se acaba Ucrania[5].


[1] Más tarde leí el original, la frase que dió lugar a todo el revuelo es (fue el periodista quien habló de la bandera blanca): “In Ucraina c’è chi chiede il coraggio della resa, della bandiera bianca. Ma altri dicono che così si legittimerebbe il più forte. Cosa pensa?

“È un’interpretazione. Ma credo che è più forte chi vede la situazione, chi pensa al popolo, chi ha il coraggio della bandiera bianca, di negoziare. E oggi si può negoziare con l’aiuto delle potenze internazionali. La parola negoziare è una parola coraggiosa. Quando vedi che sei sconfitto, che le cose non vanno, occorre avere il coraggio di negoziare. Hai vergogna, ma con quante morti finirà? Negoziare in tempo, cercare qualche paese che faccia da mediatore. Oggi, per esempio nella guerra in Ucraina, ci sono tanti che vogliono fare da mediatore. La Turchia, si è offerta per questo. E altri. Non abbiate vergogna di negoziare prima che la cosa sia peggiore”. Conflitto a Gaza, “due responsabili”. La entrevista original en RSI Ucraina, “il coraggio della bandiera bianca”

[2] Recordemos que el mismo Papa señaló en aquel entonces que las atrocidades no habrían sido cometidas por rusos “Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información sobre la crueldad de las tropas que llegan. Generalmente, los más crueles son quizás los que son de Rusia pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos y otros. Ciertamente, quien invade es el Estado ruso, esto está muy claro”, citrado en mi columna El Papa y Ucrania Claro, siempre son los otros y todos, hechos aislados

[3] Kasparov dice explícitamente que Rusia es una mafia, ver mi columna La guerra terminará cuando haya un muerto en cada familia

[4] La preferencia del anterior gobierno de Argentina por Putin y su régimen se puede explicar además por razones geoestratégicas, ver mi columna La guerra de las Malvinas y Putin

[5] Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Dónde está Elvira Nabiullina

A veces parece que las sanciones occidentales impuestas a Rusia han fracasado[1]. La economía rusa crece más que la de cualquier país occidental. Las cifras oficiales rusas hablan de un 5,5% el 2023 frente al 2022. Esta sería la mejor prueba de la inutilidad de las sanciones.

La economía rusa crece debido a que se ha transformado en una economía de guerra o está en vías de serlo. En efecto, gracias a la nueva economía de Rusia, hoy es más fácil comprar un tanque que un tractor. Con un tractor puedes arar la tierra y cosechar alimentos, lo que no puedes hacer con un tanque.

Las medidas estatales para hacer frente a las sanciones tienen tres pilares básicos. El primero de ellos es la ingente inversión en la industria de armamentos que, en Rusia es estatal, a diferencia de lo que ocurre en Occidente, donde es mayormente privada. Por tal razón es más difícil activar la producción de armas y de munición en los países de economía libre que en Rusia. La mayor producción de armas es el factor que más contribuye al crecimiento económico ruso.

Por otra parte, el estado ha recurrido a los fondos sociales que tenía guardados para emergencia o para pagar pensiones. Así logra minimizar el impacto social de la guerra. Con este dinero, se paga a las viudas y a los padres e hijos de los cientos de miles de soldados caídos, a los que se les prometió millonarios sueldos. Un mes de sueldo luchando en Ucrania equivale a uno, dos o más años trabajando duramente en su respectiva provincia. La mayoría de los soldados rusos proviene de regiones lejanas de Siberia o de Asia Central y no de las grandes ciudades, como Moscú o San Petersburgo.

En estas grandes ciudades -podríamos incluir también a Kaluga- parece que la guerra no existiera. De partida, está penado con varios años de cárcel llamar guerra a la guerra. Se la denomina  “operación especial” y no guerra.

Salvo por alguno que otro dron ucraniano o partisano que pasa por encima de sus cabezas o cae sobre algún edificio público, los habitantes de las urbes étnicamente rusas no saben que a diario mueren entre 900 y mil soldados rusos en Ucrania. La televisión y todos los medios están totalmente controlados por el estado y no hay acceso a información objetiva. Si quieres leer prensa extranjera tienes que usar un proxy y si te descubren, corres el riesgo de ser castigado por las autoridades.

El tercer pilar es una especie de política keynesiana de construcción de obras públicas: caminos, puentes… Pero sobre todo, gasoductos y oleoductos para poder exportar el gas y petróleo ruso a países vecinos, sobre todo a China e India. En su construcción, la Federación Rusa se enfrenta a graves problemas. Aparte de los actos de sabotaje y de las acciones de partisanos rusos, el problema mayor en la construcción del gasoducto a China es la falta de electricidad. Las turbinas que impulsan el gas (y el petróleo) necesitan electricidad; pero esta es una zona no electrificada. Sus habitantes no eran lo suficientemente importantes como para que el gobierno electrificara sus ciudades.

Por otra parte, los problemas económicos del gobierno de Putin son enormes. El primero de ellos es la demografía. Se explica con frecuencia que, debido al déficit de gente joven, Rusia pasó de ser roja a ser gris.

Y, como si esto fuera poco, las empresas rusas lloran a los cientos de miles de hombres jóvenes y más calificados que han huido del país. El mayor éxodo fue el del año 2022, cuando al menos medio millón de hombres jóvenes escaparon de Rusia en todas las direcciones después de la movilización parcial de septiembre de 2022. Algunos de ellos, sólo con lo puesto y muchos de ellos, en bicicleta, como mostraban las imágenes de prensa de aquella época. Se teme otra emigración masiva después de las próximas elecciones presidenciales en marzo del año en curso.

A su vez, la falta de mano de obra contribuye al aumento de la inflación que terminó el año pasado en un 7,5%. y no se ve forma alguna de controlarla eficazmente.

Así es, otro de los mayores problemas que afecta la economía de guerra rusa es la inflación que, en parte es consecuencia de las sanciones tanto occidentales como de las sanciones rusas impuestas sobre los productos occidentales. Les recuerdo las emblemáticas escenas en que las autoridades rusas destruían toneladas de queso procedente de países de Europa ya el 2014.

Los preciados autos occidentales, especialmente de lujo alemanes o italianos ya no llegan a Rusia, Al menos no directamente; pero sí indirectamente a través de terceros países, lo que hace que todos los productos occidentales tengan actualmente un precio adicional de entre un 40% y un 200% o más. En un momento en que Rusia se inunda de autos chinos, hay mucha gente dispuesta a pagar precios exorbitantes por vehículos occidentales.

El problema de los chips no es menor, ya que Rusia los necesita para sus armas. Se dice que una de las razones de la imprecisión del armamento ruso es la falta de chips o su mala calidad, ya que al parecer, no todos los que usan, sirven para los misiles o para los aviones, los buques de guerra o los radares.

Al comienzo, los chips llegaban a Rusia a través de otros países. Famosa fue la adquisición de lavadoras occidentales por parte de comerciantes de Kazajstán que le sacaban los chips y los vendían a Rusia. Esos chips no eran los más apropiados para que los cohetes rusos dieran con un blanco militar; pero a quién le importa si caen unos kilómetros más lejos y destruyen un edificio de departamentos, un jardín infantil o un colegio. Con el tiempo, los chips llegan a través de China, que compra tantos productos occidentales que nadie se da cuenta de que China no necesita tantísimas lavadoras.

Para paliar la inflación, el Banco Central subió los intereses guía. Hace un mes llegaban nada menos que a la astronómica cifra de 16%. Esto sube el valor del rublo, terriblemente desvalorizado al comienzo de la guerra. La alta tasa de interés conduce a una menor inversión, tanto de personas individuales como de empresas. Sin inversión, se teme que la economía de Rusia después de la guerra se desplomará. Es un poco cínico pensarlo, pero a Putin no le conviene terminar la guerra, sino prolongarla todo lo posible.

Se dice que el pueblo ruso es probado en el sufrimiento y que resistirá… Yo pienso que no tiene otra alternativa, ya que Rusia no es una democracia y la opinión de la gente no importa en lo más mínimo. Alarmante eso sí es que la presidenta del Banco Central Elvira Nabiúllina (de origen tártaro, presentó su dimisión iniciada la guerra, pero Putin la rechazó) se encuentra hace una semana en un hospital y no se sabe nada más de ella…


[1] Escribí este documento a finales de enero pasado. Para ser publicado en un diario. Lo envié y no me contestaban. Pregunté a una amiga y ella me explicó que el director estaba de vacaciones. Yo pensé que cuando tienes un puesto importante y te vas de vacaciones, dejas un mensaje automático para ser enviado a quienes te escriban. Se lo envié un mes más tarde, luego de que mi amiga hizo el contacto con el director que, finalmente respondió. Me dijo que me contestarían… pero no me han contestado, así que me siento en libertad de publicarlo aquí en mi blog. La versión final es de 22 de enero de este ano.

Protestar o no protestar, that is the question

A casi dos años de la gran invasión rusa a Ucrania y de su intento de conquistar la totalidad de su territorio, continúo asistiendo, por lo menos una vez a la semana a la protesta que organiza el Partido Verde, frente al Consulado general de la Federación Rusa de la ciudad de Bonn.

A partir de este año, es el único consulado que opera en toda Alemania, ya que los demás fueron cerrados, debido a que no se dedicaban a labores consulares, sino a reclutar espías y correos y a coordinar el espionaje ruso en Europa. Supongo o más bien sé, que hay suficientes tontos útiles en Alemania que se prestan para traicionar a su país, especialmente entre los sectores que se llaman a sí mismos “patriotas”. Que los autodenominados “patriotas” traicionen a su país y “trabajen” para el enemigo es, por lo menos, un contrasentido.

Hace unos días, un hombre que salía del consulado se acercó a nosotros -a los participantes en la vigilia- y nos aseguró que “toda la gente que ustedes ven aquí está en contra de Putin y en contra de la guerra”. En conclusión, nos dijo que perdíamos el tiempo. Yo pensé: “con este frío, preferiría estar bajo techo, con un café en la mano y no aquí entumeciéndome de frío con una bandera de Ucrania en las manos”. Menos mal que ese día no había olvidado llevar guantes gruesos. Uno de mis co-manifestantes le replicó que él tenía derecho a hacer cosas sin sentido. Me pareció que no era la respuesta correcta, creo que protestar contra la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania tiene mucho sentido.

Nuestro interlocutor contó que él mismo había ido a manifestaciones contra la guerra. Pero que no se sacaba nada puesto que al gobierno de  Putin le daba lo mismo que nosotros protestáramos o que protestara todo el pueblo ruso. Esto es lo propio de una autocracia como la putiniana en que da lo mismo lo que piense la gente y donde las elecciones son una mera farsa. A nadie le cabe duda que la próxima elección presidencial la va a ganar Putin. Es increíble como los sátrapas modernos siempre quieren darse un barniz de democracia. Es una pena, Rusia se merece otra cosa.

Recordé entonces, lo que nos contó la antropóloga e historiadora rusa que había huido raudamente de San Petersburgo a Europa occidental, a través de Finlandia, después de que la dejaran en libertad, sólo por ser mayor de 50 años que, en Rusia es como ser super anciano, ya que la expectativa de vida es menor que en la de los países del mundo desarrollado. Ella había participado en una manifestación en contra de la guerra en la ciudad en la ribera del Neva. Me referí a ella en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra que invito a leer.

No es la primera vez que una mujer inteligente que sale del consulado ruso atraviesa la calle, viene a hablar con nosotros y nos agradece nuestra manifestación. Me referí a otra señora rusa que lo hizo en La guerra terminará cuando haya un muerto en cada familia.

Sí, a este lado del mundo, podemos protestar en contra de la guerra o hay incluso algunos que están a favor de la guerra y a favor de Rusia; y nadie los encarcela. Una amiga que vive en Brandenburg (en la ex-Alemania comunista) me dice que en su ciudad, hay gente que se manifiesta pro-Rusia en la plaza de su ciudad y nadie se los lleva a prisión, como ocurre en el reino de Putin, donde te condenan hasta 25 años sólo por llamar guerra a la guerra y no “operación especial”. Hoy en día, los rusos bromean: “el libro de Tolstoi se llama ahora ‘La operación especial y la paz’ y no ‘La guerra y la paz’”.

Ese mismo día en que se acercó el hombre que nos habló del sinsentido de nuestra manifestación, se acercó también una señora de rostro amable con una hija teenager. Ambas atravesaron decididamente la calle y, sin más, nos agradecieron que estuviéramos frente al consulado. La ciudadana rusa dijo que era muy valioso vernos protestar en contra de la guerra con nuestras banderas de Ucrania. Nos contó que ella era rusa, su marido ucraniano, y obviamente, ellos estaban en contra de la guerra y en contra de Putin.

Podemos pensar así o asá. Algunos pueden sostener que lo que hacemos no tiene sentido. Otros que sí lo tiene. Nos lo pueden decir directamente, nadie se va a pelear por tener una opinión diferente. Esa es la esencia de la democracia. Yo pienso que sí tiene sentido plantarse al menos una vez a la semana frente al consulado ruso, que tiene mucho sentido hablar con las personas que acuden al consulado, si ellas quieren hacerlo. A veces, me ha tocado ver escenas conmovedoras, como esta que relaté en mi columna El abrazo 

Y que conste que no nos pagan por pararnos al otro lado de la calle durante un par de horas, ya que protestamos gratis 

Algo sobre la libertad

Una amiga me explica que -en estos últimos años- se ha vuelto completamente liberal. Yo la miro y le digo con gran sinceridad que ella no es liberal, sino que se ha convertido en una extremista de derecha[1]. Supongo que una amistad verdadera puede soportar tan duras palabras.

Sí, muchas personas y la mayoría de los grupos de extrema derecha -al menos en Europa- se dan a sí mismos denominaciones que implican que ellos quieren ser libres[2]. En realidad, todos queremos ser libres. Pero lo que quieren ellos es hacer lo que se les pase por la menta, lo que se les ocurra, y a eso llaman libertad.

El supuesto amor por la libertad de los sectores extremistas de antaño (de izquierda) y de los de ahora (de derecha) es más bien una reacción caprichosa de una persona que pretende hacernos creer que la libertad consiste en que a ella -y sólo a ella- la dejen hacer lo que quiera. Por demencial o suicida que sea lo que quiera hacer.

La libertad del liberalismo es más bien una libertad que no es la libertad de una sola persona o de su grupo de hacer lo que ella quiera, o lo que ellos quieran. Es más bien, la libertad de todos y de cada uno de los individuos de una sociedad de hacer lo que quieran, pero siempre que respete la libertad de los demás, dentro del rayado de la cancha, por así decirlo.

Y escribo individuos, porque la libertad humana es esencialmente individual. No en vano, Boecio[3] define a la persona como “substancia individual de naturaleza racional”. La persona es el titular de la libertad. No el grupo ni una ideología.

La consabida frase “mi libertad termina donde comienza la libertad de los demás”[4], es un principio que los extremistas radicales desconocen y rechazan. A ellos no les importa la libertad de los demás. La pueden pisotear como les dé la gana. Ellos sólo conocen su propia libertad o la caricatura de ella que han esbozado.

En esto se parecen mucho los extremistas de derecha a los libertarios. Aunque, a decir verdad, los libertarios son una subespecie de los primeros.

La sentencia que se atribuye a Voltaire, según la cual “no estoy de acuerdo contigo, pero daría mi vida por defender tu derecho a pensar diferente” es algo que los extremistas desconocen y rechazan. En esto se parecen o más bien se igualan todos los extremistas, tanto los de derecha, como los de izquierda.

Parecen estar más de acuerdo con la otra frase: “el error no tiene derechos”. Esto, teniendo siempre en consideración que el error lo cometen los otros y ellos siempre están en la razón o en la verdad, para hablar con Fidel Castro[5].

En suma, quienes creen -creemos- que el respeto a la libertad es un valor, un principio o como quieras llamarlo que debe guiar nuestra sociedad, defienden -defendemos- no sólo la libertad propia -la mía- sino también la de los demás. Es lo que se vive y practica en el lado libre del mundo. Es propio de la democracia, del estado de derecho y de la sociedad abierta y pluralista.

Quienes se llenan la boca con el término libertad, pero sólo para hacer lo que ellos quieren, son los que ahora inundan nuestro mundo con falsos slogans en favor de la libertad que, en realidad, terminan destruyendo.

Estos últimos forman parte del grupo de los enemigos de la sociedad abierta, a los que Popper dedica su famosa sentencia en que llama a hacer frente a los enemigos de la democracia: “en nombre de la tolerancia, tenemos que reservarnos el derecho a no tolerar la intolerancia”. En otras palabras, en nombre de la libertad, no podemos tolerar a quienes rechazan la libertad de los demás[6].

No podemos tolerar la intolerancia que vocifera sobre una falsa libertad. Para hablar con Popper, no a la intolerancia frente a los intolerantes[7]. Aunque -como mi amiga- se hagan pasar por liberales, ciertamente, no lo son[8].

Ojalá que la mayoría de la gente siga del lado de la libertad y no caiga en las redes del extremismo, para el cual la libertad no es más que una bandera de lucha que lanza por la borda después de alcanzar el poder, con el que conculca la libertad de los demás. Ejemplos de ello hay muchos, desde Putin a Maduro, pasando por Órban, los Kirchner o Bolsonaro.


[1] Me refiero un poco a este tema en Los cantos de sirena del autoritarismo

[2] “Es curioso que grupos de extrema derecha en todo el mundo, se den a sí mismos nombres que incluyen la palabra ‘libertad’, libertarios y hasta se hagan pasar por ‘liberales’. Incluso, en Alemania, existe un partido político que se autodenomina ‘Die Freiheit’, esto es, ‘la libertad’. Me parece una contradicción en los términos, ya que, al menos, a primera vista, nada hay más contrario a la libertad y al liberalismo que la extrema derecha”. Ver Extrema derecha y liberalismo

[3] De acuerdo a Wikipedia: Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio “es reconocido como mártir de la fe católica por la martirología romana. León XIII aprobó su culto para la diócesis de Pavía, donde se confirmó el estatus de santo el 25 de diciembre de 1883. Se festeja el 23 de octubre.​ El papa Benedicto XVI explicó la relevancia de Boecio para los cristianos de hoy en día al vincular sus enseñanzas con un entendimiento de la Providencia”.

[4] Es una frase muy popular entre quienes los abogados. En su obra sobre la paz, Kant escribe: “La libertad jurídica (y en esa medida, externa) no puede definirse, como suele hacerse por convención, como el estar autorizados a hacer lo que uno quiera, siempre y cuando no se haga daño a nadie. Pues, ¿a qué nos referimos con estar autorizados? La posibilidad de una acción, siempre y cuando no hagamos daño a nadie en el actuar. La definición de libertad sería entonces la siguiente: la capacidad de actuar de forma que no le hagamos daño a nadie. Uno no le hace daño a nadie (podemos hacer lo que sea que queramos), sólo en la medida que no le hagamos daño a nadie: esto es, una mera tautología”. Copié la traducción de un blog KANT SOBRE LA LIBERTAD (EN SENTIDO JURÍDICO)

[5] Castro, en su famoso discurso en el estadio Santa Laura en Santiago, en 1971, gritaba: “¡Con la verdad, con la verdad, con la verdad! ¡Con la razón, con la razón, con la razón! ¡Con la moral, con la moral, con la moral! ¡Váyanse al Diablo!”, citado en BiobioChile Recuerdo haber visto el video muchas veces y haberlo encontrado realmente ridículo.

[6] Cfr. La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl Popper

[7] “en nombre de la tolerancia, tenemos que reservarnos el derecho a no tolerar la intolerancia”, “Im Namen der Toleranz sollten wir uns das Recht vorbehalten, die Intoleranz nicht zu tolerieren”. Ver La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl Popper

[8] Pienso, por ejemplo, en el verdadero secuestro de la Hayek-Gesellschaft por la AfD, en Alemania.

Rusia, Venezuela y un poco de geopolítica

Venezuela es uno de los pocos aliados de Rusia. Uno de los pocos que le quedan. Y que vota a favor de Rusia en las Naciones Unidas. O al menos, se abstiene de votar o se ausenta de la votación. La relación entre ambos países viene -al menos- de la época de Chávez[1].

Las dos cabezas de puente rusas más importantes en Latinoamérica han sido tradicionalmente Cuba y Venezuela. Lo de la manoseada y criticada Doctrina Monroe (América para los americanos[2]) aquí no ha dado resultados, ya que Rusia, un país que no es americano, intenta sumar a su imperio o, al menos, incorporar a su esfera de influencia, a países americanos.

Argentina y Brasil también juegan un papel muy importante en el ajedrez ruso. Argentina es uno de los centros de desinformación rusa más importantes para el mundo hispanoparlante: en efecto, desde Buenos Aires se emite gran parte de la propaganda para quienes leemos castellano. Y la predilección de Putin es tan grande que contempla a Argentina como un país donde se refugiaría si cae su gobierno. La pregunta es si el nuevo gobierno argentino lo recibiría con los brazos tan abiertos como el gobierno anterior[3].

Nicaragua alberga la granja de trolley y social media bots rusos más importantes de Latinoamérica. Y también hospeda a un grupo significativo de mercenarios, pertenecientes al del Grupo Wagner que hoy, con seguridad, no están desempleados. Los mercenarios de Wagner se pasaron a otras empresas de mercenarios o quedaron bajo las órdenes directas del gobierno de Putin o se incorporaron a la resistencia wagneriana al mando de Lotus (Anton Olegowitsch Elizarow, el carnicero de Soledar).

Según los últimos análisis, Cuba y Venezuela se han vuelto demasiado caros para ser mantenidos o al menos apoyados por Rusia. Moscú considera que invertir menos dinero en trolles y robots nicaragüenses sale más a cuenta que financiar proyectos en Cuba y Venezuela. Al menos, por el momento.

Ya desde el inicio del régimen chavista, Venezuela comenzó a comprar armamento ruso. A crédito o pagado con los ingresos del petróleo. Y lo hizo en enormes cantidades. El 75% de las armas venezolanas son de procedencia rusa. Otro tanto, viene de China[4]. Venezuela se transformó en uno de los países latinoamericanos con mayor gasto en armamento. Y esto, en medio de una gran crisis económica y social. El pacifismo es lo contrario del pomposamente llamado socialismo bolivariano, que más parece del siglo 14 que del siglo 21[5].

Maduro y Putin tienen varios enemigos en común -o muchos- pero su más grande enemigo común es Estados Unidos. Maduro le llama “el imperio”, pero no le importa caer en las garras de otro imperio, aún más feroz y sanguinario, como es el imperio de Putin o de Vladimir el Vengador, como se le ha comenzado a llamar.

Hay un malentendido en la izquierda latinoamericana que consiste en creer que Putin es algo así como un comunista del siglo 21. Putin es un ex-agente de la KGB. Es muy discutible si fue tan partidario del marxismo-leninismo o no. Me inclino a pensar que no. Aquella no fue más que una ideología o más bien una teoría de la conspiración que les sirvió, pero nada más.

Los funcionarios de la KGB y de otros servicios secretos soviéticos y de países satélites o dominados estaban ya en esa época, más preocupados de su bienestar material, de su bolsillo y de acumular el mayor poder que les fuera posible y no de impulsar un supuesto auge del proletariado que sólo podría minar el control sobre la población a ellos sometida. La clase trabajadora no estaba en el poder, sino que se hallaba completamente sometida a una dictadura, dentro de la cual, los servicios secretos eran todopoderosos.

Volviendo a la actualidad, la Rusia de Putin financia en el mundo tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda. En el caso de Brasil, da lo mismo que esté Bolsonaro o que esté Lula en el poder, ambos apoyan o apoyó a Putin. En Europa, vemos a Rusia financiar a Le Pen, al mismo tiempo que ayuda los pocos grupos de extrema izquierda que van quedando.

Actualmente, tanto los sectores de extrema derecha o extremadamente conservadores (esos que viajan a Rusia a congresos sobre la familia) o bien los de extrema izquierda o filo- marxistas o anarquistas de los dos extremos, todos ellos son apoyados y apoyan a Rusia en su guerra contra Ucrania. Es una nueva demostración de la llamada teoría de la U o de la herradura[6]

A mi modo de ver, lo que le interesa a Putin es sembrar la discordia en el continente americano. Como Latinoamérica es un subcontinente que Rusia no controla, sino que considera como bajo control de los Estados Unidos (sic), Putin fomenta los conflictos y enciende las controversias entre sus miembros. En su época, la URSS manejaba sus dominios con mano de hierro y tanques, al tiempo que sembraba el descontento y la subversión en los países democráticos[7].

Por otra parte, los Estados Unidos y Europa buscan nuevas fuentes de energía tradicional: de gas y de petróleo. Al mismo tiempo, trabajan en una renovación energética que les permita el suministro de energía procedente de fuentes renovables. Pero la energía renovable no es algo que le convenga a Rusia, que vive de la venta de gas y de petróleo. ¿Será por eso que hay tantos enemigos de las nuevas fuentes de energía entre los extremistas de derecha?

No hay que olvidar que la región de Esequibo tiene tanto gas como petróleo. Aparte de los pozos de petróleo en el mar de Esequibo, que serían explotados por una empresa estadounidense. Al régimen de Maduro se le hace agua la boca de sólo pensar en el gas y el petróleo guyanés. Y Rusia sueña con que Venezuela se apodere de estas fuentes de energía y las cierre para Occidente. Sólo así se entiende que hayan empezado a sonar tambores de guerra desde Venezuela


[1] La alianza con Rusia nació junto a la otra que el difunto presidente venezolando forjó con el dictador Lukaschenko. Ver mi columna Lukaschenko y Venezuela

[2] Mutatis mutandi, ver mi columna ¿En qué no se parecen Ucrania y Cuba?

[3] Selenski estuvo en la asunción como presidente de Milei, pero también estuvo Orban, un aliado absolutamente incondicional de Putin.

[4] Según el SIPRI, el 89% de las armas adquiridas por Venezuela son de origen chino y ruso. Maduro, el aprendiz de Putin

[5] Ver mi columna Tambores de guerra en Venezuela

[6] Ver mi columna El extremismo en la teoría de la herradura o de la U

[7] Me referí a esto en mi columna Maduro, el aprendiz de Putin

Tambores de guerra en Venezuela

Como era de esperarse, el referéndum del domingo pasado en Venezuela lo ganó la alternativa presentada por el régimen de Maduro, el aprendiz de Putin El triunfo gubernamental fue teóricamente de un arrollador 96% a favor, con una participación del 51%. Escribo teóricamente, porque no se sabe si los resultados son reales o no, pero es probable que no lo sean.

El objeto del referéndum fue declarar la región de Esequibo como parte integrante de Venezuela. Es evidente que una declaración unilateral no tiene ningún efecto, ni ningún sentido. Menos que nada para Guyana. No es ni siquiera una res inter alios acta, una cosa realizada entre partes que no afecta a terceros. No lo es, porque ni siquiera hay terceros. Yo no puedo declarar que el jardín de mis vecinos me pertenece, esto no tiene eficacia jurídica alguna y además, hacerlo sería una injusticia.

Las preguntas del referéndum son claramente tendenciosas[1]. Por ejemplo, la primera “¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba?” Según el texto, la frontera entre ambos países habría sido impuesta y con la finalidad de despojar a los venezolanos de parte de su territorio. Hago ver que 124 años después, se cuestiona el laudo arbitral en que se fijó la frontera.

Lo de conforme a derecho es bastante relativo, porque la dictadura de Maduro rechaza la competencia de la Corte Internacional de Justicia sobre el tema, e incluso el 2020, no asistió a la primera audiencia oral ante la CIJ. La tercera pregunta del gobierno venezolano no deja lugar a dudas sobre este punto: llama a “no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba”.

En el siglo 21, las controversias internacionales deberían ser solucionadas pacíficamente -esto es sin recurrir al uso de la fuerza- y mediante el dictamen de la Corte Internacional de Justicia u otro organismo como por ejemplo, un tribunal arbitral. Hoy en día, la guerra no es -o no debería ser- la continuación de la política por otros medios[2]. Hay algo que algunos países parece que desconocen: la solución pacífica de las controversias.

A su vez, la pregunta número cuatro asegura que la posición de Guyana es “ilegal y en violación del derecho internacional”. En realidad, esta no es una pregunta, sino que es una manipulación de la realidad, que incita a los electores venezolanos a votar que sí, a riesgo de ser considerados antipatriotas. No sé quién dijo que la izquierda -en este caso la extrema izquierda- no era nacionalista. Aquí estamos ante un gobierno socialista y nacionalista a la vez.

Leyendo la última pregunta, me queda muy claro que el gobierno chavista está dispuesto a todo: “¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?”

Esto es muy grave. El plan del régimen de Maduro se parece mucho a la estratagema de Putin que consiste en invadir el territorio  de un país vecino, obligar a sus habitantes a aceptar la ciudadanía del estado invasor y, finalmente anexar un tercio de su territorio, convertido en provincia o en una supuesta Nueva Rusia. En el caso venezolano, se trata de una parte de Guyana. La llamada Guayana Esequiba.

El borrador de Maduro es el plan de acción que Rusia aplicó en Georgia el 2008 y que, a partir de 2014, pretende imponer a Ucrania. En mis oídos resuenan las palabras del Presidente Boric: “Estimados colegas hoy día es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros (…). Lo importante es el respeto al derecho internacional.Y acá se ha violado claramente el derecho internacional, no por las dos partes, (sino) por una parte que es invasora que es Rusia y eso yo creo que es importante que lo digamos claramente para poder avanzar en acuerdos”[3].

La referencia de la última pregunta al derecho internacional no tiene sentido, ya que una guerra de agresión es siempre contraria al derecho internacional. Sobre una posible guerra, no hay que dejar de lado que Venezuela tiene un ejército de casi 140 mil militares (137 mil[4]) y Guyana, sólo cuenta con 3.400 soldados. La diferencia es astronómica.

Y también lo es en cuanto al armamento. “Venezuela es el país sudamericano que más dinero ha gastado en armamento en la última década”, según la información de SIPRI de 2018. De acuerdo al Instituto sueco, el régimen chavista adquirió el 89% de las armas en China y en Rusia, y esto, en plena crisis económica. Al gobierno socialista le importa poco la pobreza de los venezolanos. Más le importa invertir el poco dinero que le dejan sus negocios, en armas.

Una guerra es lo último que falta en la región. Después del populismo de izquierda y de derecha, de la inestabilidad, de nuevas constituciones, terrorismo, estallidos sociales y la pobreza a la que conducen… Ahora lo único que aún no sufre la región es una guerra. La amenaza de guerra es un peligro lamentablemente muy real. Los “tambores de guerra” de los que hablaba la vicepresidenta venezolana, cada día suenan más fuerte. Y llevan los colores de Venezuela y la firma de Maduro.


[1] 1. ¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba? 2. ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba? 3. ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba? 4. ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional? 5. ¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?.

[2] La conocida frase de Clausewitz: “La guerra no es más que la continuación de la política de estado por otros medios”. En el original alemán: “Der Krieg ist nichts als die fortgesetzte Staatspolitik mit anderen Mitteln.”

[3] Chile apoya a Ucrania

[4] De acuerdo a las cifras en Wikipedia La cifra de militares de Guyana es tan pequeña que ni siquiera aparece en el listado.

Maduro, el aprendiz de Putin

Creí que estaba en la película equivocada cuando el jueves en la noche, un amigo me escribió acerca de una posible invasión de Guyana por parte de Venezuela. Interrumpí Squid Game The Challenge sólo para buscar información sobre el tema. En una página de extrema izquierda, la autora exponía sobre el tema con gran conocimiento, supongo que para este sector político, este no es un tópico nuevo..

El gobierno chavista de Maduro aduce un supuesto conflicto internacional sobre una región llamada Esequibo que, según veo en los mapas[1], es más de la mitad de la República Cooperativa de Guyana. O en inglés, Co-operative Republic of Guyana, ya que el idioma oficial de ese país es el inglés. Su deporte más popular es el cricket y su sistema legal es anglosajón. Su economía es de mercado, desde que, en 1989, abandonó la planificación estatal.

El Laudo Arbitral de París de 1899 determinó el límite entre Guyana y Venezuela. En 1963. Caracas cuestionó la decisión de 1899. Me atrevería a mencionar la institución jurídica denominada prescripción y a sostener que, después de 64 años, la prescripción debería haber operado, por lo menos para garantizar la seguridad jurídica.

En 2015, Guyana otorgó una concesión a la empresa Exxon para la explotación petrolífera. El entonces presidente Chávez había asegurado en 2004, que su país no se opondría a concesiones en Esequibo. En 2018, Guyana recurrió a la Corte Internacional de Justicia.. El 30 de junio del 2020, tuvo lugar la primera audiencia oral (virtual, debido a la pandemia) ante la Corte, pero Venezuela la boicoteó.

Estos son los antecedentes del caso en lo que se refiere al derecho internacional, que es la rama del derecho encargada de solucionar los conflictos entre estados. Al menos, desde el Pacto Brian-Kellog de 1928, la guerra -el uso de la fuerza- está prohibida en la solución de las controversias internacionales. Anteriormente, para hablar con Clausewitz, la guerra era considerada una prolongación de la política por otros medios[2].

La revista de extrema izquierda a la que me refiero al comienzo, habla de la Franja de Esequibo. Tal vez para evitar llamarla Guyana Esequibo que es su denominación oficial[3]. Un vistazo al mapa basta para darse cuenta que Esequibo no es precisamente una franja. Llamarla franja puede resultar atractivo para grupos extremistas, por la asociación con la llamada Franja de Gaza y el conflicto actual entre Hamas e Israel.

El gobierno de Venezuela llamó a un referéndum sobre Esequibo. Aún cuando la mayoría de los venezolanos votara a favor de considerar Esequibo como una nueva provincia venezolana, no quiere decir que el gobierno de Caracas tenga que invadir Guyana y anexar Esequibo. Al menos, no en la teoría…

En la práctica, Brasil nos advierte que el plan venezolano es invadir Esequibo, razón por la cual, Lula ordenó el envío de  tropas, tanques, etc. etc. brasileños a la frontera ya que Brasil piensa que puede comenzar una guerra. Una guerra entre dos estados sudamericanos es algo que, hasta el jueves por la noche, me parecía impensable. Y hoy me sigue pareciendo una locura o más bien un suicidio.

Un intento venezolano de invadir Gayana, ocupar una parte de su territorio y anexarlo, me parece una mera copia de la estrategia de Putin en Ucrania (2014 y 2022) y anteriormente en Georgia (2008). Venezuela es uno de los poquísimos aliados de Rusia en el mundo y uno de los pocos estados que vota a su favor en las Naciones Unidas.

Todos pensábamos que la guerra de Rusia en Ucrania -la llamada Operación especial[4]– era el modelo que podría seguir China para ocupar y anexar Taiwán. Pero parece que más bien se va a convertir en el modelo para que Venezuela amenace con ocupar tres cuartos del territorio de Guyana.

Rusia es un ex-imperio que no quiere conformarse con haber perdido su calidad de superpotencia. Como cada imperio en extinción o recientemente extinto, se mueve, salta y se retuerce, golpeando todo lo que está a su lado inerme y muchas veces, inmóvil o incluso paralizado, como pareció estar la Unión Europea durante demasiado tiempo.

El imperio soviético sembraba la discordia y propugnaba el caos en regiones del planeta que no dominaba. Por el contrario, en las regiones soviéticas o pro-soviéticas, la URSS no toleraba la menor indisciplina que era sofocada con mano de hierro y/o con tanques rusos, como ocurrió en Hungría, en Polonia y en la república democrática alemana (que de democrática no tenía nada).

Esta estratagema soviética es continuada hoy por los actuales jerarcas rusos. O más bien por el actual jerarca ruso, ya que a diferencia de la era soviética, Putin es un mandamás solitario e inaccesible. Un hombre viejo, alejado completamente de la realidad, sin amigos, sin consejeros. Le tiene pánico a los virus, a las bacterias y a los teléfonos celulares, y sólo se comunica a través del viejo teléfono análogo que aparece en sus videos[5]. La soledad radicaliza.

Al menos, en la época soviética, había un comité central del Partido Comunista, y la sucesión de su secretario general era clara. Nada de eso ocurre hoy en día. Vladimir Putin cree que vivirá para siempre[6]. Los astrólogos del Kremlin que existía en esa época, hoy están desocupados, ya que no hay nada más que interpretar: Putin es muy claro, lo dice y escribe todo, sólo hace falta leerlo[7].

En marzo pasado, Rusia azuzó a Argentina a invadir las Malvinas. Pero el gobierno de… ¿Kirchner? ¿Fernández? ¿Massa? ¿Cómo se llamaba? El gobierno argentino no lo hizo, pienso que, en gran parte, porque la población no estaba de acuerdo con un nuevo intento de apropiarse de las islas por la fuerza. Ver La inconsecuencia argentina y también La guerra de las Malvinas y Putin 

Maduro llamó a los venezolanos a un plebiscito sobre Esequibo. Esta mañana, leía en Instagram la opinión de una política venezolana que sostenía que el territorio había que reclamarlo ante la Corte Internacional de Justicia y no usando la fuerza. Eso es lo correcto en un mundo civilizado en que las controversias se solucionan en forma pacífica.

No entiendo cómo un país pobre, cuya población carece de los bienes más fundamentales, con una juventud que ha abandonado Venezuela, hoy convertido en un país de cabecitas blancas, como me contaba un venezolano hace un par de meses. Un país sentado sobre vastos campos de petróleo, pero que vive de las remesas que le envían desde el exterior, desde países que considera capitalistas y enemigos… No entiendo cómo un país como Venezuela pueda siquiera amenazar con invadir un país vecino.

¿Para qué? Para apropiarse de algunos pozos petrolíferos? Y si lo lograra ¿qué haría con ellos? La empresa estatal de petróleo de Venezuela no sólo es un antro de corrupción sino que es absolutamente ineficiente, al grado que Venezuela tiene que importar bencina de otros países porque son incapaces de refinar el petróleo. Recuerdo ese titular de Deutsche Welle de hace algún tiempo: “Venezuela, inundada de hidrocarburos, importa gasolina”[8].

¿Para que los 130 mil habitantes de Esequibo pasen a compartir la pobreza venezolana? Y justo ahora, cuando pueden aumentar su riqueza gracias a los ingresos provenientes del petróleo. Porque no se trata sólo de territorio, se trata de seres humanos que viven en él.

Venezuela es un país que, durante los últimos decenios, se ha dedicado a comprar armas rusas y bielorrusas. Cito la información de 2018: “Venezuela es el país sudamericano que más dinero ha gastado en armamento en la última década. Los datos publicados por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI) muestran que el arsenal del régimen chavista procede principalmente de dos países: China y Rusia. Incluso en plena crisis económica, el gasto militar venezolano supera al de Irak y Afganistán. Según el SIPRI, el 89% de las armas adquiridas por Venezuela son de origen chino y ruso”.[9]

Hay una teoría según la cual, donde hay muchas armas, habrá una guerra. No estoy de acuerdo con ella 100%. Pero en este caso, podría ser peligrosamente corroborada.

¿Me pregunto si el gobierno de Maduro no podría haber gastado ese dinero en subir el nivel social de la población, en darle educación, salud, seguridad, vivienda, infraestructura, electricidad, agua, en construir calles, colegios, policlínicos, hospitales, campos deportivos? Parece que socialista no es social, menos que nada en la versión del socialismo bolivariano.

Una guerra o la amenaza de guerra en la Región es una perspectiva horrible y es algo muy triste, porque, en nombre de alguna estupidez ideológica o nacionalista, va a morir gente: hermanos matarán a hermanos. Habrá más pobreza, pues la guerra siempre trae pobreza, habrá más sufrimiento y desesperanza. Pero ¡qué le importa eso a Maduro!


[1] Por ejemplo este, en Wikipedia

[2] Ver por qué Putin llega con 200 años de retraso

[3] En Wikipedia: Guayana Esequiba

[4] Como ya he escrito en otras ocasiones, hablar de guerra en Rusia es castigado por la ley penal.

[5] Y con quizás cuántos dobles, para ver aún a menos gente…

[6] Putin lleva 23 años en el poder

[7] Por ej. en mi columna Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[8] Venezuela, “inundado en hidrocarburos, e importa gasolina” Los subtítulos son: Venezuela compra petróleo iraní, Chile rebaja los sueldos de los políticos y México lucha contra la energía eólica

[9] Venezuela führt Waffenkäufe in Südamerika an = Venezuela lidera las compras de armas en Sudamérica. El original en alemán: Venezuela ist das südamerikanische Land, das im letzten Jahrzehnt am meisten Geld für Waffen ausgegeben hat. Die am Montag (12.) vom Stockholmer Internationalen Friedensforschungsinstitut (SIPRI) veröffentlichten Daten belegen, dass das Arsenal des Chavista-Regimes hauptsächlich aus zwei Ländern kommt: China und Russland. Selbst mitten in der Wirtschaftskrise übertreffen die venezolanischen Militärausgaben den Irak und Afghanistan. Laut Sipri sind 89% der von Venezuela erworbenen Waffen chinesischer und russischer Herkunft.

Sin guerra, la economía rusa se viene abajo

Durante el año en curso, la economía rusa probablemente crecerá entre 2 y 2,3%. Las razones de este crecimiento no son duraderas. Son fundamentalmente tres: 1) El alto gasto militar. 2) Los sueldos más altos, originados en la falta de personal y que conducen a un aumento del consumo interno. 3) El aumento del gasto social del estado[1].

El presupuesto para el próximo año contempla un aumento del gasto militar de casi un 70%. Lo que significa el 6% del PIB. Si consideramos que los países de la OTAN no logran llegar al 2% (acordado en la Cumbre de Gales el 2014) es fácil darse cuenta de lo alto que es el gasto militar ruso. El gasto bélico es, sin duda, uno de los mayores estímulos de la economía rusa.

No son sólo las sanciones las que causan los problemas en la industria automovilística, en la industria aeronáutica y en el sector de la tecnología de la información rusas, sino que es la emigración de ciudadanos rusos que trabajaban en estos sectores. Abandonaron Rusia después de la llamada movilización parcial.

Todos recordamos las fotos de rusos jóvenes en bicicleta o a pie, intentando cruzar la frontera en dirección a Georgia o Kazajstán, a Armenia o Azerbaiyán. Ello, por temor al reclutamiento o simplemente porque no ven futuro alguno en su país. Por lo menos 900 mil personas han huido de Rusia por tales razones. Muchos relacionan este éxodo con aquel ocurrido durante el leninismo en 1922, en el episodio conocido como “el barco de los filósofos”[2].

La falta de capital humano en Rusia significa que falta mano de obra calificada, sobre todo, trabajadores especializados o altamente capacitados.Ha huido casi un millón de personas altamente calificadas. Esto conduce innegablemente a un retroceso tecnológico. Algunos dicen que Rusia ha retrocedido a la década de 1990.

Es evidente que los hombres (son generalmente hombres) que no han escapado no pueden ser capacitados para trabajar en complejas tecnologías. No quiero parecer sarcástica, pero no creo que la estrategia del Grupo Wagner de reclutar a gente en las cárceles sirva mucho para formar nuevos ingenieros o especialistas en computación o en aerodinámica. Aunque no pongo en duda que en las cárceles rusas, hay mucha gente condenada injustamente[3].

Pero no sólo la emigración ha causado este problema, también el llamado invierno demográfico. No en vano, se dice que los países que otrora fueron “rojos” (el color del comunismo) han pasado a ser de color gris: de rojos a grises.

Asimismo, se habla de un recalentamiento de la economía rusa. En efecto, durante algún tiempo, la industria rusa producía bajo su capacidad. Pero actualmente, ha llegado a su límite máximo. Y esto genera un efecto negativo, ya que, para aumentar la producción sería necesaria una mayor inversión. Pero un interés guía de casi 13% frena la inversión. Además, falta la inversión extranjera, debido no sólo a las sanciones, sino también a la inestabilidad y a la inseguridad.

Aquí tengo que referirme al tema sanciones, y a su indudable efecto negativo en la economía rusa[4]. Las sanciones en el sector tecnológico no pueden ser evadidas completamente a través de las llamadas importaciones paralelas, que consiste en que un país compra los productos sancionados y los revende a Rusia. Evidentemente, a un precio mucho más alto. Lo que es un factor que contribuye a una mayor inflación.

Las medidas para paliar los efectos de las sanciones consiguen sólo atenuarlas, pero no las pueden evitar. Tal como ocurrió en Latinoamérica, donde se trató de imponer esta ideología, el intento de implementar un sistema de sustitución de importaciones no da resultado, tampoco en Rusia. El chiste de cultivar plátanos en Siberia se ha quedado sólo en un mal chiste.

Todo esto lleva a un aumento de la inflación que, a comienzos del 2022 era más o menos alta, sin embargo bajó a 2,3% en abril de este año. En octubre de 2023, la inflación llegó al 6,7%. De manera que el objetivo del Ministerio de hacienda ruso, de un 4% anual, se ha quedado sin cumplir.

Y aquí nos encontramos con el problema del interés guía ya mencionado. Debido a que las importaciones son considerablemente más caras, el Banco Central subió el interés guía a 12,5%. En este mismo sentido, el Banco advierte del peligro de un recalentamiento de la economía igualmente mencionado más arriba.

Rusia es un país exportador de recursos naturales. especialmente de energía: de gas y de petróleo. Los intentos del resto del mundo, especialmente de Europa, de lograr independencia energética han llevado a que Rusia trate de entrar en otros mercados, especialmente China e India.

(El interés ruso en Latinoamérica ha descendido considerablemente. Cuba y Venezuela están entregadas a su suerte. Tan sólo en la pequeña Nicaragua, Rusia mantiene una fábrica de trolls, para influir en la opinión pública latinoamericana. Aparte de Russia Today en castellano, con sede en Argentina, país donde se refugiaría Putin si fuese necesario[5]).

Las medidas para paliar las consecuencias de la pérdida de los mercados europeos son más fáciles de implementar en el caso del petróleo que del gas. Rusia compró viejos buques-tanque, en mal estado para transportar petróleo. Pero el transporte del gas no es tan fácil. Para transportar gas, por ej. a China, Rusia necesita gasoductos y sólo cuenta con uno, llamado Poder de Siberia, cuya capacidad es limitada. Moscú intenta construir un segundo gasoducto; pero China no se muestra demasiado interesada. Además, está el problema de la electricidad que sería necesaria para las turbinas del gasoducto.

En suma, Rusia no ha logrado entrar a nuevos mercados suficientemente grandes para exportar gas o petróleo. Y es muy poco probable que no lo logre en el futuro.

Por último, frente al aumento del gasto estatal, Rusia puede recurrir al Fondo Nacional Social para estabilizar el presupuesto. Actualmente, el déficit presupuestario es sólo del 2%, lo que no es mucho. Se llama la atención además, acerca de las altas indemnizaciones que se han prometido a las familias de los caídos en la guerra contra Ucrania.

Aparte del aumento de las inversiones militares, en la industria de los armamentos y en el ámbito social, el estado ruso invierte también en el sector de la construcción. Sólo así puede mantener un 2,3% de crecimiento económico. Y puede “ocultar” el gran tamaño del gasto social. El 2024 y el 2025, todavía habrá crecimiento, pero será menor.

Mucho se habla de la economía de guerra, en que el estado puede decidir qué invertir, cómo y dónde. Más aún en un estado en que la industria de armamentos se halla casi en su totalidad en manos estatales. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, donde la producción de armamentos es privada.

La pregunta es: qué pasará cuando termine la guerra y el estímulo económico desaparezca parcial o totalmente. En ese caso, la economía rusa detendrá su crecimiento o bien, se contraerá. ¿Será esta una de las razones por las que Putin no quiere terminar su guerra contra Ucrania? Una guerra que ya está perdida para Rusia y que sólo lleva a que mueran día a día cerca de mil soldados rusos, un número que, en cualquier otro país, llevaría a una revuelta popular, pero no en Rusia…


[1] Sigo al profesor de la Universidad de Innsbruck Gerhard Mangott, en estos tres puntos y en otros más. Comprobé las cifras que él menciona en la charla que escuché.

[2] Lamentablemente, no hay artículo en Wikipedia en castellano sobre este hecho histórico. El link al artículo en portugués es este: Navios dos filósofos

[3] Hace poco leí el libro y vi la primera parte de la película “Texto”, del escritor ruso Dmitri Glujovski, condenado en ausencia, a ocho años de cárcel por el régimen de Putin. En “Texto”, el protagonista cumple una pena de cárcel absolutamente injusta. Motivada por la enorme corrupción existente en Rusia actual.

[4] Hay dos tipos de sanciones: las occidentales y las impuestas por la misma Rusia a las importaciones.

[5] Ver La guerra de las Malvinas y Putin