La guerra de agresión alemana al inicio de la II Guerra Mundial

Muchas veces leo o escucho de descendientes de alemanes en Chile y en Argentina que admiran a sus abuelos, padres o bisabuelos porque pelearon por su patria Alemania, durante la II Guerra Mundial, en algunos casos, hasta inmolar su vida en el campo de batalla, aseguran o escriben en redes sociales.

Lamento decepcionarlos: los alemanes que tuvieron que pelear en la Segunda Guerra no defendían a su patria. Alemania no estaba amenazada por nada, ni por nadie. Nadie le había declarado la guerra, ningún país había iniciado una confrontación. La II Guerra fue una típica guerra de agresión que comenzó con la invasión de Polonia el 1° de septiembre de 1939.

Sí, la II Guerra Mundial fue iniciada unilateralmente por Alemania y su objetivo era conquistar nuevos territorios para someterlos, en diferente medida, a la hegemonía alemana. Holanda, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Polonia… Y suma y sigue: los Sudetes, luego toda Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Grecia, los países de los Balcanes: Croacia, Eslovenia… También de la Península de Escandinavia: Dinamarca, Noruega… E Italia y Austria, que se sumaron voluntariamente al Imperio.

Y las regiones del Este de Europa: Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Estonia, Letonia, el oeste de Rusia, regiones que -incluyendo Polonia que fue nuevamente dividida- son las llamadas regiones de sangre[1], porque en ellas la crueldad llegó a niveles nunca antes vistos en la historia. En ellas, se asesinó vilmente a ancianos, niños, mujeres y hombres sólo por pertenecer a una determinada familia o a una cierta etnia (judíos, gitanos y otros pueblos) o por tener una cierta tendencia (homosexuales) o ideas políticas (el decreto sobre la ejecución de los comisarios) o una cierta fe (el cristianismo de los sacerdotes católicos, por ej., polacos y ucranianos, asesinados sólo por su fe).

No, Alemania no estaba en guerra, nadie la había atacado. La Alemania nazi inició una guerra de agresión. una lucha imperial por expandir su Reino o Reich y /o de dominar toda Europa. Casi logra… En aquella época, los Estados Unidos no tenían la menor intención de intervenir en un continente que no era el suyo propio, muy de acuerdo con la doctrina de entonces: “América para los americanos” y su contrapartida “Europa para los europeos”. Si no hubiera sido por los norteamericanos, todavía viviríamos bajo el yugo nacional socialista… O no viviríamos, ya que nos habrían eliminado, o a nuestras familias, quién sabe[2].

Hubo un solo país donde las ideas expansionistas eran similares a las alemanas. No hay que pensar mucho para saber que ese país era la Unión Soviética. Ambos eran estados imperialistas y con ideologías agresivas. En un caso, se trataba del triunfo de una supuesta raza germana, aria o cómo quieran llamarla. Y en el otro, la ideología pretendía el triunfo histórico final de la clase trabajadora sobre la burguesía. Esta última es una verdadera fe conspiranoica, con rasgos escatológicos que llevaba a asesinar a cualquier persona, acusándola de no estar lo suficientemente comprometida con una imaginaria revolución socialista o comunista.

Ambos estados de tendencia imperialista tenían una fuerte represión en el interior que impedía todo asomo de oposición. Su mayor enemigo era el liberalismo, la llamada democracia liberal. El liberalismo es un conjunto de ideas más bien positivas y confía en el libre desarrollo de las personas en un ambiente de libertad. Su objetivo es lograr una sociedad abierta[3], exactamente lo contrario de las ideologías socialista y nacional socialista.

Ambos países aprendices de imperios se confabularon en un pacto secreto para poder someter dentro de su “esfera de influencia” a toda Europa. Sus ministros del exterior trazaron una línea de demarcación y firmaron un tratado secreto en Moscú, conocido con el Pacto entre Hitler y Stalin[4]. La Unión Soviética negó durante décadas su existencia. Hoy sabemos que Stalin era un seguidor real del Padre de la Mentira.

Volviendo a la idea que formulé en un principio: la II Guerra Mundial fue una guerra de agresión, iniciada por Alemania -secundada inicialmente por la Unión Soviética que invadió Polonia dos semanas después que Alemania[5]– bajo el gobierno nacional socialista para apoderarse de toda Europa, que debía o ser parte de su territorio o bien quedar bajo su esfera de influencia. Un país tras otro fue cayendo…

Pero no se trataba sólo de un trozo de tierra, por grande que haya sido. Las personas que vivían en esos territorios quedaban bajo el imperio, bajo la égida o la arbitrariedad de los alemanes que, en su demencial darwinismo social veían al mundo como un campo de batalla entre pueblos, etnias, países, naciones y continentes[6].

Los habitantes de los países ocupados no eran considerados personas: se los transformó en cosas, se los cosificó. Esto permitió dejarlos morir de hambre, someterlos a la esclavitud como a los millones de trabajadores forzados o simplemente matarlos, después de un tiempo de aprovechamiento como fuerza de trabajo gratis o simplemente de asesinarlos sin más, en campos de exterminio o con un disparo en la cabeza (la misma técnica para asesinar que tenían los soviéticos).

No, sus abuelos no defendieron a Alemania, que no estaba amenazada ni era atacada por nadie. Ellos mismos fueron los agresores en una guerra imperialista basada en un horrible darwinismo social, en que el amor, la solidaridad, la ayuda y cooperación entre pueblos, países y entre personas era totalmente impensable. Más aún, era desestimado como algo malo que había que combatir. Misericordia, amor al prójimo[7], ayuda al necesitado eran conceptos absurdos para la ideología nacional socialista.

Escribo esta columna en tiempos en que un país imperialista ha iniciado una nueva guerra de agresión y de conquista. Hago ver que Chamberlain podría haber evitado la guerra ya en septiembre de 1938, pero no lo hizo y ese fue un error que costó muchas vidas y demasiado sufrimiento.


[1] Invito a leer Tierra ensangrentada, el best seller de Timothy Snyder y “En un mundo donde todo está permitido, Dios es el único refugio”

[2] Invito a leer El nuevo orden según Carl Schmitt y El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[3] Invito a leer La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl PopperDefendamos nuestra civilización o al menos sus cuatro fines, según Popper y Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos 

[4] Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[5] La invasión soviética de Polonia empezó el 17 de septiembre de 1939.

[6] Un poco como los mismos alemanes habían visto durante mucho tiempo la convivencia entre ellos: como una lucha entre individuos por quién gana más, quién tiene más poder e influencia, la mujer más bonita o el hombre mejor partido o los hijos supuestamente más exitosos. Igual como ellos veían el mundo, también veían sus propias relaciones con sus vecinos y familiares, como una lucha… Thomas Hobbes manda saludos.

[7] Por el contrario, en el liberalismo sí existe el amor al prójimo. Popper lo explica muy bien: Popper y el mandamiento del amor al prójimo

El valiente soldado Adolf Hitler

El nacional socialismo intentó presentar a Hitler como un valiente soldado. Sin embargo, el examen de escritos, informes y oficios de su regimiento, y de las cartas de sus camaradas, revelan que la realidad fue bastante distinta. Descubrir la verdad sobre esta época no es un mero ejercicio intelectual irrelevante, puesto que la experiencia de Hitler durante la I Guerra es el mito fundacional del partido obrero nacional socialista[2].

En 1907, Hitler dejó su ciudad natal, Braunau con destino a Viena, para inscribirse en la Escuela de Artes[3], donde no pasó la prueba de ingreso[4]. Se dedicó entonces a pintar tarjetas postales que vendía en la calle[5]. Vivía en un hogar de beneficencia para hombres sin casa. En 1938, ya en el poder, Hitler hizo confiscar todos los papeles de su época en Viena y cambió retroactivamente su dirección a una residencia de estudiantes ubicada en un sector elegante de la ciudad, para ocultar que se había tenido que refugiar en dos hogares para hombres sin techo.

Estando aún en Viena, no se presentó al servicio militar obligatorio, sino que en mayo de 1938 huyó a Baviera para evadirlo. En la capital bávara continuó pintando tarjetas postales y cortó todo contacto con su familia y con los pocos conocidos que había dejado en Austria. Al parecer, su vida en Viena y en München fue solitaria. Ya en esa época, mostraba un desinterés total, una verdadera animadversión hacia las mujeres[6].

Las autoridades austriacas, lo ubicaron en München y el 18 de enero de 1918, fue apresado por la policía bávara que lo condujo al Consulado austriaco, donde fue conminado a someterse al examen de reclutamiento. Luego de la anexión de Austria por el III Reich, el canciller Hitler requisó todos los papeles que demostraban que había huído para evadir el servicio militar. El 5 de febrero de 1914, quien después sería el generalísimo de las tropas alemanas, fue examinado en Salzburgo y las autoridades médico-militares constataron que Hitler no era apto para el servicio de las armas.  

Ya iniciada la Gran Guerra, el 16 de agosto, Hitler se presentó como voluntario al ejército de Baviera. Si alguien se extraña de que un ciudadano austriaco de 25 años, declarado no apto para portar armas, haya sido aceptado para integrar las tropas bávaras, les puedo explicar: el hecho de que nadie haya preguntado por su nacionalidad, se debe probablemente a que nadie en Baviera sospechó que se trataba de un ciudadano austriaco[7]. Además, todo hombre era bien recibido si se quería enrolar[8] y los militares no hacían muchas preguntas. 

En “Mi lucha”, Hitler cuenta de una supuesta solicitud de admisión en el ejército bávaro que habría enviado al rey de Baviera el 3 de agosto y que el monarca habría resulto positivamente al día siguiente. Tal rapidez es no sólo inusual, sino que muy poco probable. No hay constancia alguna ni de una carta de Hitler, ni de alguna respuesta del rey. No es plausible que el soberano se haya molestado en responder la carta de un inmigrante sin relevancia social alguna. De un supuesto permiso del emperador de Austria, tampoco se sabe nada y es, sin duda, una mentira más.

Por otra parte, que Austria lo haya declarado no apto para el servicio militar y, poco después, Baviera lo haya aceptado, es perfectamente explicable debido a que, en el primero de los casos, se trataba de un servicio militar en tiempos de paz y, en el segundo, del enrolamiento en tiempos de guerra. Muchos de los declarados no aptos para portar armas en tiempos de paz, eran bien recibidos en tiempos de guerra[9].

En el ejército, había lugar para todos de acuerdo a sus capacidades o a sus incapacidades. Hitler no estaba capacitado para ser un soldado de primera fila; pero como ordenanza que llevaba las órdenes emitidas por la oficialidad a la tropa combatiente, era bien venido.

Hitler estaba realmente entusiasmado con la guerra. La soldada lo sacaba de su agobiante condición económica de pintor frustrado y de simple vendedor de postales. Existe una foto del futuro dictador, en el Odeonsplatz de München, en un acto patriótico realizado en la víspera de la declaración de guerra[10]. Aunque algunos dudan de la autenticidad de la imagen[11].

Hitler sentía una gran animadversión por el Imperio austro-húngaro, especialmente por el ambiente cosmopolita de Viena. Detestaba su multinacionalidad, su pluralidad étnica y religiosa y, sobre todo, odiaba el catolicismo de los Habsburgo. De ahí que no dudó un minuto en alistarse en Baviera, para que a los austriacos ni se les pasara por la mente llamarlo a servir a sus filas. 

A diferencia de los soldados de su regimiento, que vivieron un renacer religioso, Hitler tenía una posición muy crítica frente a la religión[12]. Los oficiales a quienes Hitler servía eran igualmente poco religiocos[13]. Los más antirreligiosos eran los médicos[14]

Hitler nunca “fraternizó” con los soldados enemigos durante la fiesta de Navidad y consideró reprobable que militares de diversos países hayan cesado el fuego y respetado la paz navideña[15]

Los soldados más sencillos no tenían nada en contra de sus pares en las filas contrarias[16], lo que también criticó duramente. En una de sus cartas, Hitler escribe contra el internacionalismo y “el mundo lleno de enemigos” que pretenden destruir a Alemania[17]. En esa misma carta, el futuro canciller se queja amargamente de la religiosidad de sus camaradas[18]

La mayor de las mentiras en torno al joven pintor se refiere a su supuesta particpación en el frente de batalla, en la tristemente célebre guerra de trincheras de la I Guerra. Hitler no estuvo en las trincheras. En su condición de ordenanza, permaneció durante casi todo el conflicto en la retaguardia viviendo con los oficiales de su unidad, en el cuartel (alguna casona requisada) que se hallaba varios kilómetros detrás del frente. 

Admiraba a los oficiales con los que convivía, anhelaba anticiparse a sus deseos, para así ganarse su beneplácito[19]. Tal como años más tarde, sus subordinados pelearían por adelantarse a cumpler todos los deseos del Führer. 

La instrucción del regimiento fue corta, sus uniformes estaban incompletos. A muchos de los soldados del Regimiento de reserva número 16 (RIR16) no les entregaron un casco, sino gorros de lana o de tela que se parecían mucho a los del uniforme de algunas tropas británicas, por lo que varias veces, fueron confundidos por sus mismos compañeros, y se convirtieron en víctimas fatales del friendly fire. El RIR 16 estaba, por así decirlo, al final de la escala de las unidades militares alemanas[20]

Llama la atención que Hitler haya pasado toda la guerra en el mismo puesto como ordenanza y con el mismo grado. Según el testimonio de algunos oficiales, esto se debe a que carecía en absoluto de cualidades de mando y no tenía talento alguno para liderar una unidad militar, por pequeña que fuese. Según ellos, el fururo Führer del pueblo alemán carecía de competencia social y le sobraba extravagancia y dejadez, que lo hacían incompetente. Hitler habría sido un pendenciero y un hombre que cree siempre tener la razón[21].

Para el joven austriaco, el regimiento bávaro, concretamente al cuartel donde vivía como ordenanza, se convirtió en su familia[22]. Tal era su soledad, que, cuando, entre 1917 y 1918 le dieron vacaciones, se fue solo a Berlín, donde no conocía a nadie. Las únicas cartas que escribió durante sus vacaciones, estaban dirigidas a sus camaradas del Regimiento. Sin embargo, ni siquiera visitó a las familias de los camaradas en München, debido a la repulsión que sentía frente a los sentimientos anti-prusianos de los bávaros y a su catolicismo[23].  

Al ordenanza Hitler le costaban mucho las relaciones sociales. Sus compañeros lo recuerdan siempre leyendo o dibujando solo en un rincón. El suboficial Karl Lippert lo describe leyendo a Nietzsche[24]. Hans Bauer dice que era un hombre triste y solo. Y otro camarada relata que pasaba su tiempo aprendiendo fechas históricas de memoria[25], un sinsentido. 

Su regimiento, o más bien, el cuartel del regimiento en la retaguardia, la unidad donde él sirvió durante el corto episodio de la república socialista[26] y luego el partido obrero nacional socialista se convirtieron en sucedáneos de su familia. Hitler no tenía amigos, tenía tal vez sólo conocidos, como la “casera”[27] de München a la que escribió algunas cartas desde Francia al comienzo de la guerra. Incluso hay quien sostiene que el regimiento fue su universidad[28]

Sin embargo, Hitler no fue una “creación” del Regimiento, como han sugerido algunos autores. Tampoco fue una creación de la guerra o de las circunstancias históricas. El historiador alemán, profesor de la Universidad de Aberdeen, Thomas Weber ha demostrado que la mayoría de sus compañeros de armas no se inclinaron ni hacia el nacional socialismo, ni hacia ideologías semejantes. Muy por el contrario[29].

El 5 de octubre de 1916 (y no dos días más tarde), Hitler fue herido por un trozo de granada en el muslo izquierdo. No fue herido en el frente de batalla, sino en el cuartel, dos kilómetros detrás del frente. Los enfermeros que los atendieron dicen que gritaba como loco pidiendo auxilio[30]. Este episodio parece ser el comienzo de la leyenda acerca del supuesto monorquismo[31] de Hitler. 

Es cierto que su regimiento perdió el 78% de sus hombres; pero esto ocurrió después de que Hitler herido había sido trasladado a un lugar seguro[32]. Cabe señalar que, de los ordenanzas del RIR 16 no murió ninguno[33], de manera que, se puede decir que el “trabajo” de Hitler, durante la guerra, no conllevaba demasiado riesgo.

En 1916, Hitler recibió una dosis no letal de gas mostaza. Fue trasladado a un hospital militar de reserva en Pasewalk. Pero no a la sección de oftalmología, sino a la de psiquiatría, donde fue tratado con el diagnóstico de “histeria” (concretamente, psicopatía con síntomas de histeria)[34]. Permaneció 28 días en Pasewalk, hasta el final de la guerra, después habría caído en una profunda depresión[35]. De manera que no estuvo en un hospital militar curándose de un ataque de gas mostaza británico, como trató de hacer creer la propaganda nacional socialista.

La condecoración que recibió, la Cruz de Hierro, primera clase, aparece como la prueba principal de la supuesta valentía de Adolf Hitler. Sin embargo, en realidad, no prueba nada: hasta el verano de 1918, con la cruz de hierro habían sido condecorados 51 mil oficiales y 17 mil suboficiales[36]. La Cruz de Hierro, primera clase generalmente no eran entregada a soldados que habían luchado en el frente, sino al personal del regimiento[37], tales como los ordenanzas. La condecoración no es prueba de su valentía, sino del largo servicio prestado a los oficiales en el cuartel.

Concluyo esta columna con la opinión de Alexander Moritz Frey, camarada del mismo regimiento RIR 16. Para él Hitler no fue ni un héroe, ni un cobarde. No fue un cobarde, pero tampoco un valiente. Para ser valiente, le faltaba la serenidad y la confianza. Frey cuenta que Hitler estaba siempre despierto -al acecho, diríamos en castellano- esperando la oportunidad para saltar… “Era un hombre doble, muy preocupado por sí mismo, su aparente camaradería era sólo un disfraz para hacerse popular, para ponerse a sí mismo en el centro del escenario”[38]


[1] Thomas Weber, “Hitlers erster Krieg”, 3a. edición 2015, Pág. 12. En adelante, citaré sólo las páginas, que se refieren siempre a la obra de Weber.

[2] Pág. 357.

[3] Allgemeinen Malerschule der Wiener Kunstakademie.

[4] En septiembre de 1908. Todas las fechas que menciono son de conocimiento público y aparecen en Wikipedia, cuya versión en alemán es absolutamente confiable.  

[5] Firmaba las postales como “Hittler”, con dos “t”.

[6] Hans Mend cuenta que Hitler y el soldado Ernst Schmidt eran amantes. Sin embargo Mend no es una fuente confiable, Pág. 185. 

[7] Al comienzo de la guerra, en el regimiento de Hitler, servía aproximadamente un 2% de soldados provenientes del extranjero, Pág. 16.

[8] Pág. 29.

[9] Pág. 32.

[10] El 2 de agosto de 1914. Alemania declaró la guerra a Francia el 3 de agosto. El 2 de agosto, había invadido Luxemburgo.

[11] Hitler mismo contó que había estado en tal manifestación; pero la veracidad con respecto a su vida no es demasiado grande.

[12] Pág. 74.

[13] Pág. 184.

[14] Pág. 82.

[15] págs. 88 y 89. 

[16] Pág. 93.

[17] Citado en Pág. 99.

[18] Pág. 102.

[19] Pág. 189.

[20] Pág. 35.

[21] Pág. 193.

[22] Thomas Weber dice que el cuartel se convirtió en un sucedáneo de familia, Pág.190. 

[23] págs. 170 y 171.

[24] Pág. 188.

[25] Pág. 189.

[26] A este otro episodio de su vida, me referiré más adelante en otra columna.

[27] Anna Popp, Pág. 44.

[28] Pág. 10.

[29] Ver especialmente el capítulo “Hitlers Kamps gegen die List-Veteranen: Anfang 1919-1933”.

[30] Lo llamaban Schreihals, esto es chillón o gritón. Pág. 210.

[31] Tener un solo testículo.

[32] 214. 

[33] 298.

[34] Pág. 295.

[35] Bernhard Horstmann, “Hitler in Pasewalk”.

[36] Pág. 285.

[37] Pág. 286.

[38] Citado por Weber, Pág. 139.

“En un mundo donde todo está permitido, Dios es el único refugio”

En “Los hermanos Karamazov” de Fiódor Dostoyevski, un joven de la nobleza rusa pregunta a un monje del monasterio ortodoxo de Optyn  (Óptina Pústyñ), si “en un mundo sin Dios, todo está permitido”[1].

Karamazov formula esta pregunta en el monasterio de Optyn que, muchos años más tarde, después de ser expropiado en 1923, se convertirá en centro del campo de concentración de Koselsk[2], donde la policía secreta rusa, conocida por su sigla NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos), mantuvo internados a a 4.410 oficiales del Ejército de Polonia[3], hasta su transporte al bosque de Katyn, donde fueron ejecutados[4].  

Timothy Snyder explica en su best seller mundial “Bloodlands”[5], que la sola existencia del campo de concentración es la clara respuesta soviética a la pregunta si todo está permitido en su mundo soviético que es un mundo sin Dios. El historiador de Yale agrega que la respuesta de los militares polacos es también muy clara[6].

Los jóvenes internados en el campo de concentración, que integraban la intelectualidad de su Polonia y eran una promesa de futuro para su país, para Europa y para la humanidad, fueron asesinados por los agentes soviéticos del Comisariado o NKVD, en el bosque de Katyn, dan una respuesta muy diferente, respuesta que Snyder resume en la siguiente frase “en un lugar donde todo está permitido, es Dios el único refugio”[7].

Los soviéticos tomaron prisioneros a cien mil militares polacos, liberaron a la tropa, dejando recluída a la oficialidad -más de dos terceras partes eran reservistas- que fueron luego asesinados, en Katyn y otros lugares[8]. Snyder habla del descabezamiento de la sociedad polaca por parte de la URSS[9], de acuerdo a la ideología de la guerra de clases.

Los oficiales polacos eran católicos, evangélicos, judíos, ortodoxos rusos, greco-ortodoxos[10]. Los relatos que se han conservado comprueban que rezaban juntos y que la oración les brindaba consuelo[11] y los reconfortaba. El 24 de diciembre de 1939, sacerdotes y rabinos fueron trasladados a algún lugar del que nunca más regresaron[12]. Entre ellos estaba el rabino jefe del Ejército de Polonia, Baruch Steinberg.

Los oficiales polacos -entre quienes se hallaba una mujer, la aviadora Janina Dowbor[13]– habían sido hecho prisioneros por el Ejército Soviético luego de la invasión de Polonia por el Este, en el mismo momento que las tropas nacional socialistas caían sobre polonia desde el Oeste. Todo esto en el marco de la repartición de Europa entre Alemania y la Unión Soviética, de acuerdo al Pacto de Paz y Amistad entre Hitler-Stalin y a su protocolo secreto[14].

Snyder divide la historia de Bloodlands en tres períodos: 1) entre 1933 y 1938, la Unión Soviética comete casi todas las masacres. 2) 1939 a 1941, durante el vigor del Pacto entre Hitler y Stalin, la cantidad de muertes se halla equilibrada entre las dos partes[15]. 3) Entre 1941 y 1945, los alemanes fueron responsables de casi todas las masacres[16].

Para los nuevos hombres soviéticos, la inexistencia de Dios haría posible la liberación de la humanidad[17]. Las leyes de la historia se cumplirían inexorablemente ya que la sociedad comunista se hallaba ante portas. Sólo era necesario liquidar a los enemigos de la clase trabajadora -a los kulaks ucranianos, los intelectuales polacos y a algunas nacionalidades[18]– para que, como por arte de magia, se hiciera realidad el paraíso en la tierra.

Sí, mucho de superstición y de conspiranoia había en esta ideología, hoy ya pasada de moda. En el nuevo mundo soviético, Dios estaba de más. Los militares polacos -de diversas confesiones y religiones- eran de otra opinión y lo demostraron… Paradójicamente, su martirio se convirtió en su victoria.


[1] Sobre la personalidad del hombre ruso, como un “hombre Karamazov”, invito a leer mi columna Joseph Roth, a 126 años de su nacimiento. Asimismo ¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?

[2] En 1923, la iglesia principal del monasterio fue convertida en aserradero y parte del resto de los edificios, en sanatorio. El 19 de septiembre de 1939, por orden del sanguinario Lavrenti Beria, se instaló en el monasterio el campo de reclusión para prisioneros polacos.

[3] Pág. 151.

[4] Snyder señala que fueron 15 mil los oficiales del Ejército polaco recluídos en tres campos de concentración soviéticos: Starobilsk en Ucrania y Kozelsk y Ostaschkov, en Rusia. Pág. 141.

[5] Invito a leer mi columna Tierra ensangrentada, el best seller de Timothy Snyder

[6] Pág, 153.

[7] Pág, 153.

[8] En el capítulo 4°, sobre el Pacto Hitler-Stalin, aparece un mapa titulado “Katyn y otras masacres, abril 1940”, pág, 151.

[9] Pág. 141. En la página siguiente, Snyder se refiere a la “política de descabezamiento” de la sociedad polaca por parte de los nacional socialistas que ocupaban el oeste de Polonia.

[10] Pág. 148.

[11] Pág. 148.

[12] Pág. 149.

[13] Pág. 163. Conocida también como Janina Lewandowska, por el apellido de su marido.

[14] “El gran director polaco Andrzej Wajda muestra en su película “La masacre de Katyn”, nominada para el Oscar en 2008, una escena que Anne Applebaum describe en su último artículo en The Atlantic. En ella, grupos de polacos, que vienen huyendo perseguidos por alemanes desde occidente y por soviéticos desde oriente, se encuentran sobre un puente: “En la escena de apertura de la película polaca más famosa de las últimas dos décadas, una multitud de personas ansiosas y desesperadas, a pie, en bicicleta, conduciendo caballos, cargando bultos, camina hacia un puente. Para su inmensa sorpresa, ven a otro grupo de personas ansiosas y desesperadas que se dirigen hacia ellos, caminando en la dirección opuesta. ‘¿Qué están haciendo?’, grita un hombre. ‘¡Tienen que devolverse! ¡Los alemanes están detrás de nosotros!’. Pero desde el otro lado, otra persona contesta a gritos: ‘¡Los soviéticos nos atacaron al amanecer!’. Y ambos lados siguen caminando. Se produce confusión general”, en Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[15] Cfr. “En Años más tarde, la misma Wehrmacht ocuparía Polonia conjuntamente con el Ejército Rojo. Paradas militares y encuentros de todo tipo tuvieron lugar entre los soldados de ambos ejércitos de tan dispar o más bien de tan similar ideología. Los nobles alemanes que encabezaban el ‘ejército alemán’ no tenían ningún problema en confraternizar con sus aliados militares, los proletarios bolcheviques. Por si alguien adolece de incredulidad y no sabe leer alemán, hay abundantes videos históricos en youtube sobre esta alianza”, en El “ejército alemán” y los nazis

[16] Wikipedia explica que “Snyder se centra en tres períodos, resumidos por Richard Rodas como: ‘Inanición deliberada de masas y fusilamientos en la Unión Soviética, en el período comprendido entre 1933 a 1938; fusilamientos masivos en la Polonia ocupada, más o menos en igual medida por parte de los soviéticos y los alemanes, entre 1939 y 1941; inanición deliberada de 3,1 millones de prisioneros de guerra soviéticos y fusilamientos en masa y gaseamiento de más de 5 millones de judíos por los alemanes entre 1941 y 1945’”.

[17] Pág. 153.

[18] Ver el capítulo 3 de Bloodlands, acerca del terror contra algunas nacionalidades.

Tierra ensangrentada, el best seller de Timothy Snyder

La ley de 1994 que regula la indemnización por expropiaciones que tuvieron lugar en el territorio de la antigua República democrática alemana, establece una cláusula de indignidad[1], de acuerdo a la cual, no son dignos de recibir los beneficios que contempla la ley en cuestión, todas aquellas personas y sus descendientes que “hayan abusado de la desventaja de otros, o hayan hecho una contribución considerable al sistema nacionalsocialista o al comunista en la zona ocupada por los soviéticos o en la República Democrática Alemana”.

En otras palabras, la ley alemana que regula lo que pasará con los bienes confiscados o expropiados por el régimen comunista instalado en Alemania oriental después de la II Guerra mundial, iguala el nacional socialismo y el comunismo o socialismo real. Y castiga igualmente mediante la “indignidad” a quienes hayan apoyado cualquiera de estas dos ideologías y/o se hayan aprovechado de cualquiera de ellas, para abusar de otras personas. Sí, las ideologías totalitarias generalmente sirven para que algunas pocas personas se aprovechen de otras.

En su best seller “Bloodlands” o “Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin”[2], el historiador de la Universidad de Yale Timothy Snyder, explica que ambas ideologías rechazan la democracia, en un caso, en nombre de un Führer quien encarna la voluntad de la raza. O, en el caso de los bolcheviques, ellos rechazaban la democracia en nombre del partido único que conocía las leyes de la historia[3]. Esto de las leyes de la historia es algo propio de la teoría marxista que me parece muy similar a las actuales teorías de la conspiración que observamos hoy y que -casualmente o no- florecen entre los habitantes de países o regiones que pasaron medio siglo bajo la dominación o bajo la hegemonía soviética[4].

Para los partidarios de Stalin, el mundo estaba controlado por el imperialismo capitalista. Para los adeptos a Hitler, el planeta se hallaba dominado por una organización secreta judía. Para los primeros, el problema de la sociedad moderna radicaba en que una clase dominaba a la otra mediante la acumulación de capital. Para los segundos, el problema estaba en que los judíos controlaban no sólo las finanzas mundiales capitalistas, sino además, el comunismo y de esta forma, no sólo habían subyugado a los Estados Unidos y a Gran Bretaña, sino también a la Unión Soviética[5]. Hago ver que Hitler y los nacional socialistas hablaban repetidamente sobre el capitalismo anglosajón controlado por los sabios de Sión y otras conspiranoias de esta índole[6].

En realidad, pienso que el nombre correcto del libro de Snyder no es “tierras de sangre”, sino tierras ensangrentadas… Ensangrentadas por la sangre de millones de personas derramada en la guerra entre las dos potencias socialistas: la nacionalista y la internacionalista, y por sus campos de concentración, de trabajo y de exterminio.  


[1] La ley habla de “Vorschub geleistet”. El texto legal lo encuentran aquí: Gesetz über staatliche Ausgleichsleistungen für Enteignungen auf besatzungsrechtlicher oder besatzungshoheitlicher Grundlage, die nicht mehr rückgängig gemacht werden können (Ausgleichsleistungsgesetz – AusglLeistG) Nichtamtliches Inhaltsverzeichnis Es el §1 (4). Dice: “Leistungen nach diesem Gesetz werden nicht gewährt, wenn der nach den Absätzen 1 und 2 Berechtigte oder derjenige, von dem er seine Rechte ableitet, oder das enteignete Unternehmen gegen die Grundsätze der Menschlichkeit oder Rechtsstaatlichkeit verstoßen, in schwerwiegendem Maße seine Stellung zum eigenen Vorteil oder zum Nachteil anderer missbraucht oder dem nationalsozialistischen oder dem kommunistischen System in der sowjetisch besetzten Zone oder in der Deutschen Demokratischen Republik erheblichen Vorschub geleistet hat. Nichtamtliches Inhaltsverzeichnis”.

[2] Tierras de sangre (libro)

[3] Snyder, páginas 36 y 37.

[4] Invito a leer mis columnas sobre el pensamiento leninista: 1) Lenin y el estado opresor, represivo y explotador 2) La abolición del estado, según Marx, Lenin y Engels 3) De la violenta revolución que conduce a la dictadura del proletariado

[5] Snyder, páginas 36 y 37.

[6] Ver El monstruo que come galletas

Joseph Roth, a 126 años de su nacimiento

Joseph Roth nació en Brody, Galitzia, en un mes de septiembre hace muchos, muchos años en un estado que ya no existe: el imperio de los Habsburgo, desde 1867 hasta su fin en 1818, conocido como Austria-Hungría. Brody era la tercera ciudad más importante de Galizia y, en aquel entonces, su población era más de 70% judía. De acuerdo a Simon Ehrlich, cuantro quintos ultraortodoxos (jasídicos); pero también los había ilustrados a quienes hoy llamamos judíos liberales. Había pobres y ricos, viejos y jóvenes, sabios e ignorantes.

El Este de Galitzia es lo que se llamaba entonces la Zona de la frontera. La frontera no era una línea demarcatoria entre dos países o entre dos reinos: el de los Habsburgo y el de los Romanov, sino que era un extenso territorio en que se cruzaban dos culturas, dos estilos de vida, dos hemisferios: el de Oriente y el de Occidente… Y muchas lenguas. Ya en aquel entonces, el mundo occidental era más liberal, más abierto, más multicultural y por lo tanto más próspero, ya que no es posible el bienestar sin libertad.

Occidente ofrecía una característica que lo hacía muy superior: la movilidad social. Era una apertura social muy relativa, muy inferior a la que gozamos hoy. Pero que permitió a un judío pobre, hijo único de una mamá que lo adoraba y de un padre al que no conoció[1] y, en algún momento desapareció al otro lado de la frontera, en Rusia. A este joven de provincia, que había vivido toda su vida en una habitación con su mamá, le fue posible partir a estudiar a la Universidad de Viena, a la capital del Imperio[2].

Roth es uno de los escritores más importantes del siglo pasado. Y tal vez, con Hugo von Hoffmansthal y Stephan Zweig, uno de los tres grandes de comienzos del siglo XX de Europa Central. Llegó a Viena muy joven, casi inmediatamente después del colegio y luego de pasar algunos meses en Lemberg. Uno de los avances más importantes de la Ilustración, fue la reforma escolar de la época de la emperatriz María Teresa, que posibilitó la educación y el progreso de jóvenes pobres que lo único que tenían, o casi lo único, eran sus méritos.

Siendo estudiante en Viena, escribió uno de sus libros menos conocidos; pero más significativos: “El estudiante preferido” (Der Vorzugsschüler, 1916). Lamentablemente, no hay traducción al castellano. Anton Wanzl, su protagonista, es un joven cobarde, farsante e hipócrita. Roth se inspiró en un compañero suyo de universidad. Su historia y más que nada, su personalidad, me recuerda mucho al “Súbdito”, de Heinrich Mann (“Der Untertan”, 1914).

Sí, la personalidad de Anton en “El estudiante preferido” y la de Diederich Hessling, en “El súbdito” era, al parecer un modelo -un antimodelo- muy común a comienzos del siglo XX en Europa. Para hablar con Adorno, ambos personajes son representantes de la llamada personalidad autoritaria y con ello, uno de los factores que hizo posible el surgimiento de la ideología nacional scialista y llevó directamente a la tragedia de la II Guerra.  

Hoffmannsthal, Zweig y Roth tienen algo en común: la añoranza por el Imperio perdido. El dolor que significaba que la centenaria monarquía del Danubio -su hogar- se había convertido en un torso, en un tronco sin cabeza, en una cáscara vacía. El dolor incomparable de Zweig lo condujo finalmente al suicidio en su exilio brasilero. La muerte de Roth fue más lenta; pero no menos dolorosa, ya que trató de matar en el alcohol su inmenso pesar por la Patria perdida.

Como un antiguo juglar, Roth canta el fin del Imperio y su canto es triste y melancólico o, más que eso, es nostálgico y desgarrador. Nuestro autor es un hombre de fronteras: en sus libros describe la región de la frontera que fue su cuna y también la frontera temporal entre el tiempo del Imperio y el tiempo del torso. “Radetzky” (1932) y “La cripta de los capuchinos” (1938) -dos de sus cuatro libros más conocidos- son muestra de ello.

Antes de la I Guerra, el joven estudiante veía asegurada una carrera como profesor de colegio superior o como docente universitario. Pero la guerra -ese pecado original del siglo XX[3]– y la caída del imperio multiétnico, multicultural y multilingüístico del Danubio trocaron su proyecto. El ex-álferez Joseph Roth no tuvo más remedio que emigrar a Prusia -lo envió el Diario de Frankfurt, precursor del actual FAZ- como corresponsal a Berlín.

De aquella época data “Hotel Savoy” que se ambienta en Łódź[4] inmediatamente despues de la guerra, donde hordas de soldados, de expatriados, de refugiados y de desposeídos deambulan por Europa, en busca de una esperanza que parece escabullirse rápidamente dejándolos a ellos en el camino terroso de una zona de frontera entre Alemania, Polonia, Austria y Rusia.

En la capital prusiana, Roth fue testigo del auge nacional socialista, que describe en su novela inconclusa “La tela de araña”. Su protagonista es un teniente del ejército alemán. Él mismo había sido teniente del Ejército austriaco durante la Gran Guerra. Paradojalmente, pese a que era pacifista, se alistó voluntariamente.

Roth era socialista, incluso algunos lo consideran cercano al comunismo. Pero a medida que veía avanzar la plaga nazi en Alemania y Austria, se convirió al catolicismo y se hizo algo así como legitimista, ya que veía en la monarquía austriaca (el joven emperador estaba en el exilio) y en la Iglesia católica, las únicas instituciones capaces de hacer frente al nacional socialismo.

En 1934 abandonó definitivamente Alemania. Como muchos otros escritores judíos, Roth sufrió enormemente con la quema y prohibición de sus libros. En una carta de 1933 a Zweig escribe: “han destruido nuestra existencia personal y literaria. Todo esto va a llevar a una nueva guerra. Hoy ha comenzado a regir la barbarie, hoy nos rigen desde el infierno”[5].

En “Tarabas”, una de sus obras magistrales, publicada en Amsterdam en 1934, Roth describe un pogromo ocurrido en algún lugar de lo que hoy es Ucrania o Bielorrusia, donde el antisemitismo era muy grande en aquel entonces… y también después[6]. Los protagonistas son soldados rusos que no tienen qué hacer después de la revolución. Sobre esta novela, escribí una columna hace algún tiempo y los invito a leerla: Historia de un progromo 

La visita que Otto de Habsburgo a Joseph Roth al final de su vida, podría ser una anécdota casi divertida, ya que su objetivo era “ordenarle”, como su Emperador no beber más alcohol.  Ambos se hallaban en el exilio en París. La acción del joven ex-cuasi-emperador fue el último intento de salvar la vida del gran escritor. Pero Otto llegó muy tarde, el cuerpo de Joseph estaba ya demasiado enfermo y murió poco después, en 1939.  

Stephan Zweig caracteriza a Roth como un “hombre ruso” o más bien, como un Karamazov[7]. Muchas veces, me pregunté qué quería decir con esto. Encuentro mi respuesta en la misma obra de Dostoiewsky: “Soy un Karamazov; porque cuando caigo al abismo, caigo de cabeza. Y te advierto que me gusta caer así: este modo de caer tiene cierta belleza a mis ojos. Y desde el seno de la abyección entono un himno. Soy un hombre maldito, vil y degradado, pero beso el borde de la túnica de Dios. Sigo el camino diabólico, pero sin dejar de ser tu hijo, Señor, y te amo, y siento esa alegría sin la cual el mundo no podría subsistir”.


[1] …hoy se sabe que su papá sufría de demencia. Entre los judíos de Galizia, la locura era un estigma. La primera mujer de Roth también sufría de alguna enfermedad psíquica, lo que fue un golpe inmenso para él.

[2] Primero a la universidad de Lemberg, donde sólo permaneció apenas un semestre.

[3] George F. Kennan fue el primero que llamá a la I Guerra Mundial “the great seminal catastrophe of this century”.

[4] Ciudad que, a partir de 1918, pasó a formar parte de la recién creada Segunda República de Polonia.

[5] La traducción es mía y no es literal.

[6] Desde un comiento, en la Unión Soviética campeó el antisemitismo, al igual que muchos de sus satélites. Por una parte, los fascistas hablaban del bolchevismo comunista, para desprestiguar a los judíos, y por otra, éstos eran igualmente perseguidos en el mundo del comunismo. Como dos ejemplos de ello, se puede citar la persecusión de los médicos durante el stalinismo y la represión del movimiento estudiantil en Polonia en 1968, donde se culpó a los judíos de haberla provocado, lo que llevó a muchos de ellos a emigrar a Israel, a Estados Unidos y a Europa occidental.

[7] Abschied von Joseph Roth, en “Ich habe das Bedürfnis nach Freunden”, páginas 479 en adelante. Austria, 2013.

El racismo y la megalomanía del asesino de Hanau

El asesino de Hanau no es sólo un racista, es también un conspiranoico antiamericano y a la vez, admirador de Trump, de quien está convencido que esbozó su estrategia política del “America first”. Además, es un sexista y un célibe involuntario. Y un demente en sentido coloquial de la palabra, no en sentido técnico, ya que el ingeniero comercial de 42 años es ética y jurídicamente responsable de sus actos y, si estuviera vivo, pasaría el resto de sus años en  la cárcel y no en un hospital psiquiátrico.

El  homicida múltiple describió sus planteamientos en un panfleto que él llama pomposamente “manifiesto” y que publicó previamente al atentado, en internet. Su escrito es un panfleto al estilo que inició el noruego Breivik[1]. Esta “costumbre” fue continuada por el asesino neozelandés de Christchurch[2] y más tarde el terrorista alemán de Halle. Más que de planteamientos, se trata más bien de la enumeración de estupideces o de un vistazo al interior de la ideología conspiranoica y demencial de un racista. Los panfletos de Breivik y de Christchurch son menos infantiles y algo más elaborados que el de Tobias Rathjen, el asesino que mató a nueve personas y dejó heridas a otras seis, una de ellas, de gravedad.

Tendría muchas cosas que decir sobre él; pero me voy a centrar sólo en tres aspectos: su paranoia persecutoria y su racismo y lo que él mismo titula el “tema mujer”.

T. escribe que se percató que era espiado a los pocos días de vida (a los 5, 8 ó 12 días, dice), cuando él tomó consciencia de sí mismo, explica. Entre paréntesis, sus dichos me recuerdan la teoría según la cual una persona es persona sólo cuando toma consciencia de sí misma y no antes. En el panfleto, dibuja a sus papás bañándolo en el baño de su casa, ambos sonríen. Lo que contrasta con lo que sabemos de su papá: los vecinos contaron que era conocido como el horror del vecindario por su agresividad y mal genio. El panfleto incluye varios dibujos muy simples hechos por su mismo autor.

Más adelante asegura que él es la persona más joven que se ha dado cuenta que era espiado y en otra parte, dice que él es el único que se ha percatado de ello. Asimismo, cree que él es el único que ha hablado con la gente del servicio secreto. En otras palabras, hablaba solo. Y que, por todo ello, debe ser considerado un genio. Sin duda, un caso más de megalomanía y narcisismo, características de su personalidad.

Esta organización secreta que lo espía no es ni el BND[3], ni a CIA, ni la NSA, aclara. Es un servicio secreto que no tiene nombre y que está sobre todos los otros servicios secretos. ¿No aparece en una novela de Tom Clancy un servicio de inteligencia que está sobre los demás, pero cuya existencia nadie conoce? Si no hubiera cometido tantos crímenes, diría simplemente que “vió mucha televisión”. Los agentes de este servicio secreto no usan cámaras, ni interfieren teléfonos, sino que hacen algo más refinado: se introducen dentro de nuestro cerebro. Leen nuestros pensamientos y nos dan órdenes.

Este original servicio secreto sólo vigila a los alemanes. Y probablemente es de los norteamericanos. Se pregunta ¿por qué Estados Unidos quiere espiar a todos y cada uno de los alemanes? Y contesta: puede deberse a dos razones: al pasado nacionalsocialista o al espionaje soviético (supongo que esto último habría ocurrido durante la guerra fría).

Explica que él no se ha casado y que nunca ha tenido una novia. Esto se debe a que él es muy exigente acerca de cómo tiene que verse una mujer. En la universidad, había una estudiante que reunía las características que él exigía. En el panfleto, hay un dibujo suyo, en un aula de la Universidad de Bayreuth en que aparece ella mirándolo embelesada y llena de admiración (algo así como el sueño del egómano). Pero lamentablemente para él, el romance no prosperó, debido a que los padres de ella contactaron al servicio secreto para que lo espiara e impidieran una relación entre ambos. Claro, siempre puedes culpar al servicio secreto de todo lo que tú eres incapaz de lograr. Es la típica actitud del loser.  

Su panfleto está dirigido “a todo el pueblo alemán”, como escribe al inicio del mismo. Hay un video en inglés, dirigido a los norteamericanos. Les advierte que ellos también son espiados por una extraña supraorganización super secreta que puede leer pensamientos, inyectar ideas en la mente de las personas y obligarlas a actuar como ellos quieran. Actualmente, Alemania ha pedido información a la CIA acerca de un viaje que T. hizo a los EEUU en noviembre de 2018.

Cuando una persona sufre de delirio de persecución, cree que es permanentemente espiada. “Esta afección se vive con mucha ansiedad y puede llegar a envolver todos los pensamientos o aspectos de la vida cotidiana del paciente, condicionando su relación con cualquier otra persona”[4]. Es sin duda el caso del entonces estudiante de economía de la prestigiosa universidad bávara. La inteligencia formal no salva a nadie de la maldad ni de caer en una nueva banalización del mal.

Cuenta que en 1999, conversaba de todo esto con un compañero del banco, con quien hacía un aprendizaje. Le comentaba: “imagínate que estamos aquí conversando y el servicio secreto sabe todo lo que hablamos. Ellos también saben que, a algunos kilómetros de distancia, extranjeros cometen delitos contra alemanes y no lo impiden. Esto es una traición”. Y continúa: “el enemigo interno puede estar dentro del mismo pueblo” alemán[5]. Esta dicción me recuerda fuertemente a Carl Schmitt[6], siempre presente de alguna u otra manera en las teorías de extrema derecha.

La conversación entre dos hombres jóvenes y bien situados (T. tenía entonces 22 años) giró en torno a la criminalidad de “los extranjeros”. Ambos sentían una gran aversión hacia ciertos grupos humanos, ya que habían tenido “malas experiencias” con ellos. Se trata de “peleas camino al colegio”, de robos o de cosas que pasaron en la discoteque donde parece que “los extranjeros” trataban de conocer a mujeres[7], lo que a ellos no les gustaba[8].

En su grupo de conocidos o en la prensa, se comentaba entonces acerca de ataques con cuchillos y de peleas de cinco extranjeros contra un alemán, escribe. Frente a estas “malas experiencias”, T. dice que él nunca ha tenido malas experiencias con alemanes. Entonces, se pregunta por qué esta gente está en Alemania, en su país en el momento en que él viene al mundo. Por simple instinto, esta gente es rechazable, afirma.

Sobre este punto, hay que decir que los “extranjeros” o personas pertenecientes a “otro pueblo”, como dice él, no son tales, sino que se trata de alemanes que tienen ascendientes que llegaron de otras latitudes, como por otra parte, es el caso de la gran mayoría de los alemanes. Tobias no adolece de xenofobia, lo suyo es lisa y llanamente, racismo.

Por el contrario, “en Alemania ha surgido y ha crecido lo más bueno y lo más bello que se puede encontrar en el mundo”, agrega. Parece que T. no escuchó hablar nunca de la I Guerra Mundial, ni de la II, ni del Holocausto, ni del nacionalsocialismo, ni tampoco del marxismo, ni de la eutanasia nazi. Aunque leyendo el resto del panfleto, me parece que es probable que considere todas estas barbaridades como algo bueno.

“Es imposible enumerar todos los logros de la ciencia”, que se deben a Alemania, continúa. Me pregunto cuántos de estos logros corresponden a científicos alemanes de religión judía, a quienes él dudo que considere alemanes, aunque no se refiere expresamente al tema. No quiero adelantar nada; pero propone exterminar a toda la población israelí, ya que sería parte del grupo de países que no contribuye en nada a la resolución de lo que él llama el “enigma de la vida”.

Me pregunto qué aprendió cuando niño en su casa. Leí que su papá le prohibía jugar o juntarse con “extranjeros” y me parece algo lamentablemente muy creíble. Este comportamiento no era extraño en Alemania en generaciones pasadas y entre los boomer[9] de hoy[10]. Paradojalmente, este tipo de hombres se enamora de extranjeras, que son las únicas que los soportan.

Según él, el objetivo de la humanidad es uno solo: resolver el “enigma de la vida” que consistente en saber cómo surgió el universo y la vida sobre la tierra. Cómo nació la humanidad, de dónde venimos y hacia dónde vamos, o más bien, hacia dónde nos llevan. En otras palabras, se trata de una investigación o exploración total y sistemática “científica y espiritual”. Esta tarea demorará dos mil, cinco mil o 300 mil años, advierte. Ni siquiera se sabe si el hombre logrará su fin, si realmente podrá dilucidarlo todo, porque tal vez, los humanos no somos una especie triunfadora[11]. En esto de la “especie triunfadora” hay una gran dosis de darwinismo social.

Si la humanidad no lo logra, entonces habría que aprovechar un bucle de tiempo, regresar al pasado, muchos miles de millones de años antes de la aparición del hombre sobre la tierra y destruir el planeta, ya que no podemos permitir que miles de millones de seres humanos sufran tanto. Su visión de mundo y de los seres humanos es terriblemente negativa. T. piensa que, algún día, la humanidad podrá viajar en el tiempo y que, si no resuelve el enigma, tiene que volver al pasado y aniquilar la tierra antes de que surjan los seres humanos.

T. tiene una relación muy pesimista y altamente negativa frente al mundo y frente a los hombres y más aún, frente a las mujeres. Ya en una de las primeras páginas de sus elucubraciones, dice que las personas no son amables unas con otras y que el enemigo del hombre es el mismo hombre. Los extremistas sufren generalmente de misantropía y culpan a los demás de todo lo malo que les pasa, sin asumir su responsabilidad.

Hay pueblos que son incapaces de desarrollarse y de contribuir a la solución del “enigma de la vida”. En ese caso, es legítimo que se los aniquile por completo, es más: hay que hacerlo. Esta tarea corresponde, sobre todo, a los Estados Unidos. Para eso, tiene que permanecer como número uno en el mundo. T. desarrolla una estrategia para que los EEUU no pierda su primer puesto. Cabe hacer notar que los enemigos mayores de los EEUU son China y… México[12].

Volviendo al tema de los pueblos “llenos de idiotas” y de criminales, dice que es imposible que todos vengan a Alemania a desarrollarse tan bien como ha hecho el pueblo alemán, y que, como seguirán igual de tontos y con gobiernos corruptos, hay que aniquilarlos. Sí, su racismo no es el racismo de los etnopluralistas[13] que consideran que todos deben seguir donde están y no mezclarse. Su racismo es eliminatorio, como el de los nazis.

Los siguientes “pueblos” (en realidad, son países) no contribuirán para nada a “resolver el enigma”, de manera que debe ser exterminados: Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Israel, Siria, Jordania, Líbano, la completa península saudita, Turquía, Irak, Irán, Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, India,  Afganistán, Bangladesh, Vietnam, Laos, Camboya y Filipinas. Como comenta alguien en Twitter: quiere aniquilar la región del planeta que fue cuna de la civilización.

La anterior sería la “gran limpieza”; pero hay otra que es una limpieza más fina: la del resto de los estados africanos, y de Sud- y Centroamérica y el Caribe y naturalmente, la del propio pueblo alemán. Aclara que no todo quien tiene un pasaporte alemán es de “raza pura” ni es valioso. Llegados a este punto, sólo puedo decir… El doctor Mengele manda saludos.

Dice que le gustaría tener un botón para apretar y así eliminar a todos esos millones de personas sin sufrimiento. Un poco de empatía parece que le quedaba… Y agrega que, según el “ciclo de la vida”, él mismo podría ser en otra vida, la persona que desea aniquilar hoy. O sea que cree en la reencarnación. Los extremistas de derecha son generalmente bastante esotéricos. Explica que, aunque se trate de muchos miles de millones de humanos, es necesario exterminarlos, para poder alcanzar el fin último de la humanidad: la solución del enigma.

Ese mismo 19 de febrero, por la noche, el asesino de Hanau inició la limpieza que postula en su panfleto, asesinando a nueve personas, incluyendo a su propia mamá[14] de 72 años (al papá, ingeniero comercial como él, lo dejó vivo). Claro, en su ideología racista, él tenía legitimación para hacerlo, Después de todo, con esas muertes, contribuyó a la solución del enigma de la humanidad.


[1] Ver mi antigua recopilación de videos A un año de los atentados terroristas de Oslo y Utøya Recomiendo también, ver la película noruega 22 de julio, en imdb

[3] Bundesnachrichtendienst, es el servicio de inteligencia de Alemania en el exterior.

[5] “Dieser innere Feind, kann man selbst sein oder eben das eigene Volk”.

[7] “los hombres extranjeros son vistos como una competencia, tanto en el mercado laboral como en el “mercado matrimonial”. Y agrega que el hecho que sostengan que los hombres extranjeros son “una amenaza contra nuestras mujeres” es una expresión del propio miedo”, en ¿Por qué algunos hombres de la AfD se casan con mujeres extranjeras?

[8] Acerca de este arcaísmo de querer a las mujeres para sí, ver La noche de año nuevo en Colonia y las feministas alemanas

[9] En Alemania, las personas nacidas entre 1955 bis 1969.

[10] La suegra de una amiga checa le prohibió a mi amiga que permitiera jugar a sus hijos con niños PoC que habían llegado al vecindario. Mi amiga lo primero que hizo, fue llevarlos a jugar juntos 😉

[11] Siegerspezie.

[12] En su megalomanía, T. piensa que a él se le ocurrió construir el Muro y el servicio secreto dió la idea a Trump.

[14] No se sabe si la mató antes o después de salir de la casa a matar… Tampoco se sabe por qué la mató. Yo había pensado que tal vez ella intentó impedir que saliera de la casa con tres armas de fuego a matar inocentes. Pero los vecinos piensan que ella sufría de demencia. Algunos piensan que él no quería dejarla sola con el papá, o sea, con su marido, que no la cuidaría. Quién sabe qué drama se oculta tras tanto odio.

¿Cuántas personas murieron en el bombardeo de Dresden?

En un día como hoy[1], un martes de carnaval pero hace 75 años, aviones británicos[2] bombardearon no sólo Dresden[3], sino también otras ciudades alemanas. Pero como la publicidad nacional socialista se centró únicamente en el bombardeo de la ciudad barroca a orillas del río Elba, los otros bombardeos quedaron en el olvido. O bien se los recuerda bajo otra luz y no la del victimismo.

Es una barbaridad bombardear ciudades. La finalidad del bombardeo era destruir la infraestructura para evitar el envío de tropas alemanas y de suministros hacia el frente oriental, para ayudar así al Ejército Rojo que atacaba por el Este y que tenía grandes dificultades. Pocas semanas antes[4], en el marco de la conferencia de Yalta[5], generales soviéticos exigieron a los aliados occidentales bombardear ciudades consideradas importantes para el transporte de tropas y de suministros hacia el frente oriental. Décadas más tarde, un historiador de la RDA[6] sostuvo que el objetivo principal habría sido demostrar a los soviéticos el poderío occidental.

Objetivos del bombardeo eran la red de ferrocarriles que cruzaba Dresden y la destrucción de la industria de armamentos radicada en la ciudad. Asimismo, se trataba de desmoralizar a la población, sobre todo a los obreros industriales[7], que continuaban imparables trabajando en la industria bélica[8]. Para ello contaban con “esclavos”: judíos y trabajadores forzados procecentes de los países ocupados. No olvidemos que, en ese entonces, el nacional socialismo había ocupado casi la totalidad de Europa occidental y central. Gran Bretaña era el único país europeo importante que no había sucumbido, debido principalmente a su condición de isla.

No se puede ver el bombardeo como si hubiera sido una acción aislada de destrucción de una bella ciudad alemana, de Florencia del Elba. No hay que olvidar que la guerra fue iniciada por Alemania y que el año 1945 no se puede entender sin tener presente 1939, en que Alemania invadió Polonia[9]. El final de la guerra, no se puede entender sin su comienzo. No se puede dejar de lado los bombardeos sin sentido de ciudades británicas, incluyendo a la misma capital inglesa. Bombardeos que -desde el punto de vista militar- no tenían ningún sentido salvo aterrorizar a la población y preparar la invasión a la isla (el invierno 1940-1941). Como tampoco olvidar los bombardeos de Varsovia, Rotterdam, Belgrado o Coventry[10].

La cifra de 250 mil muertos fue una noticia falsa lanzada por el ministerio de propaganda a cuya cabeza se hallaba Goebbels. En aquel entonces, la policía alemana había cifrado el número de víctimas en 25 mil, a la que la desinformación nacional socialista simplemente agregó un cero. Como los nacional socialistas daban instrucciones a la prensa de los países ocupados, un diario sueco agregó a los 25.000 un cero más, llegando a los 250.000. En 1948, un delegado de la Cruz Roja, luego de entrevistar a prisioneros de guerra alemanes, fijó el número de muertos en 275 mil. Incluso he visto la demencial cifra de dos 2.500.000 muertos. La Comisión de historiadores que estudió acuciosamente el tema y entregó su fundado informe el 2010, concluyó que el número de muertos era de por lo menos 18 mil y de un máximo de 25 mil.

No olvidemos además que Dresden estaba super poblada, pues en ella se refugiaron cerca de 200 mil personas que huían de los soviéticos y que pensaban haber encontrado en esa ciudad, un refugio seguro. No todos los que murieron eran nazis y no todos los que murieron eran siquiera alemanes. Las bombas cayeron por igual sobre nacional socialistas, refugiados, judíos, trabajadores forzados y prisioneros de guerra.

El gobierno nazi no creía posible un ataque aéreo a Dresden, razón por la cual, la ciudad carecía de refugios para la población civil, que se vió obligada a refugiarse en sótanos o subterráneos de casas particulares lo que, muchas veces, se convirtieron en una verdadera trampa para los civiles. En efecto, la casa se desmoronaba, en medio de un mar de llamas, y la gente no podía salir de los subterráneos o simplemente el inmueble se les caía encima.

Para algunos de ellos, como Victor Klemperer[11], el bombardeo fue una tragedia; pero, al mismo tiempo, significó su salvación. Se sacó su estrella amarilla y huyó a Baviera con su señora. Pocos días después, el viernes debería ser deportado lo que significaba en realidad, ser ejecutado en la misma estación del ferrocarril de Dresden. Alemania estaba a punto de perder la guerra; pero a los nacional socialistas, lo único que parecía importarles era continuar con el genocidio.

Dresden es junto con Leipzig, una de las dos ciudades más importantes de Sajonia. Después de la guerra, ambas ciudadas quedaron en la llamada Zona de ocupación soviética. De acuerdo a la ideología imperante en el Bloque Oriental, Alemania del Este hizo suyas las cifras de muertos propagadas por los nacional socialistas… o fascistas, en su dicción. Al mismo tiempo divulgó su versión de la historia, de acuerdo a la cual, el bombardeo de Dresden habría sido pura devastación capitalista e imperialista. Los socialistas reales hablaban de la “ciudad inocente y del sinsentido de su destrucción”[12]. Este espúreo discurso pervive hoy en la extrema derecha alemana que ha hecho de Dresden una de sus ciudades más emblemáticas[13].

Los nacional socialistas sabían que, tarde o temprano, alguna ciudad alemana sería bombardeada y habían preparado un acucioso plan mediático para hacer aparecer el bombardeo como un ataque despiadado dirigido contra la población. Dresden era la ciudad ideal para victimizarla y presentarla como un centro de cultura que los aliados pretendían destruir, para acabar con la civilización alemana. Creo que proyectaban lo que ellos mismos habían hecho o planeaban hacer en los países enemigos.

Asimismo, la Comisión de historiadores que estudió minuciosamente fuentes de la época[14] llegó a la conclusión de que tampoco hubo ataques a tierra por parte de aviones aliados. La imagen de aviones volando a baja altura y disparando ráfagas de metralleta contra la población civil es -en el mejor de los casos- producto de la imaginación o de la confusión de algunos sobrevivientes del bombardeo. Es por lo demás, absurda, considerando que se trataba de ataques nocturnos.

Igualmente, las bombas de fósforo fueron otra invención de la propaganda nacional socialista adoptada posteriormente por la desinformación propia del Bloque socialista. Lo que algunas personas confundieron con bombas de fósforo fueron probablemente proyectiles luminosos.

Tanto los nazis, como los comunistas y en la década de los 90, los neonazis y hoy la extrema derecha, han intentado e intentan presentar a Dresden como víctima de un ataque aéreo sin sentido, al final de la guerra. En torno al bombardeo se ha construido un mito en que Dresden aparece como una ciudad inocente, sin industria bélica, una ciudad llena de cultura que habría sido despiadadamente destruida por el imperialismo capitalista anglo-americano. Mientras más alto sea el número de víctimas, más conviene a estos grupos.


[1] El bombardeo tuvo lugar entre el 13 y el 15 de febrero de 1945. Comencé a escribir esta columna el día 12. Recién la puedo terminar hoy.

[2] …y a partir del 15 de febrero, también aviones estadounidenses.

[3] La primera vez que escuché hablar del bombardeo de Dresden fue en aquellos aciagos días en que recibía a diario la molesta visita de españoles de extrema derecha en mi blog o bien me enviaban largos y estúpidos mensajes por mail. Uno de los que más me visitaba y enviaba estiércol era un tipo zalamero que trataba de conquistarme para su causa espúrea y que además tenía blogs y páginas de pornografía.

[4] Tiene que haber sido en enero de 1945.

[5] En febrero de 1945.

[6] República democrática alemana.

[7] Quienes antes eran proletarios fervorosos partidarios del leninismo, hoy se habían convertido en fervorosos nacional socialistas. Después de 1945, abrazarían nuevamente el comunismo y hoy constituyen el caldo de cultivo de la extrema derecha en Alemania unificada.

[8] Entre ellas, piezas para tanques y grandas de mano.

[10] Recomiendo leer o ver el discurso del Presidente Steinmeier al respecto.

[11] Victor Klemperer, Tagebücher 1945, Aufbau Taschenbuch Verlag, 3a. edición, Berlín 1999, págs. 43 en adelante.

[12] “Die unschuldige Stadt und die Sinnlosigkeit der Zerstörung”.

[13] Es la ciudad de Pegida.

[14] Entre otros, los informes de la época, elaborados por la policía.

¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?

Muchas veces la gente pregunta “¿dónde estaba Dios en Auschwitz?” Es una pregunta retórica y que intenta provocar. De alguna manera, es un reto a Dios, equivale a recriminarlo porque permitió Auschwitz. “¿Dónde estabas tú, Dios, en Auschwitz?” O tal vez no existes o no te importa lo que le pase a la gente. Aunque también puede ser que sea un grito similar a aquel de Jesús antes de morir: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?”[1]

Cuando me han hecho la pregunta a mí, he contestado con otra pregunta retórica: “¿dónde estaba el hombre en Auschwitz?”

Auschwitz representa toda la barbarie nacional socialista o más bien toda la barbarie demoníaca intrínseca del nacional socialismo. Un amigo judío que no sólo ha estado en Auschwitz, sino que en los otros campos de concentración de más al Este, me dice que en Majadanek o en Treblinka se siente aún más la extrema maldad de los campos de exterminio. Auschwitz los representa a todos, porque es el más conocido.

Si mi interlocutor o interlocutora es alemán o alemana (la pregunta es hecha generalmente por hombres; nunca he escuchado, ni leído que una mujer la formule), les respondo con una pregunta: “¿dónde estuvo tu abuelo o tu bisabuelo en la época de los nazis?” La mía no es una pregunta retórica. ¿Dónde estaban tus abuelos cuando construyeron el complejo de Auschwitz, con sus fábricas de armamento y con sus cámaras de gas, sus crematorios y sus rampas de selección? ¿Dónde estabas tú?

Entre 1940 y 1945, en Auschwitz, “trabajaron” 10 mil personas para la SS, como guardia o como capataz[2]. Hago ver que los campos de concentración del III Reich fueron entre siete mil (la cifra conservadora tradicional) y 42 mil quinientos, la cifra que se maneja hoy[3]. De manera que podemos imaginarnos a cuánto llegaba el total de personas que “trabajaba” en labores relacionadas con los campos de concentración y exterminio. De partida, me parece raro que algún alemán o alemana de la época no haya visto nunca un campo de concentración o de trabajo cerca de su casa, ya que había tantos repartidos por todo el Reino[4].

Es que claro que resulta mucho más fácil culpar a otra persona -en este caso, nada menos que al mismo Dios- antes que asumir responsabilidad, la propia o la de su propio pueblo. Es mucho más fácil decir que Dios no estaba antes de preguntarse por qué un pueblo culto, erudito, musical, ilustrado y, en general, educado, nada hizo para evitar el genocidio nacional socialista.

Hoy mismo, en Alemania, han resurgido con fuerza movimientos extremos, xenófobos y antidemocráticos y mucha gente prefiere mirar hacia otro lado en vez de hacerles frente. Es justo a esas personas a quienes yo les preguntaría  “¿dónde habrías estado tú cuando se construyó Auschwitz?”

Y me permito hacer una pregunta similar a los lectores de mi columna de todo el mundo, en momentos como el actual, en que el populismo y el extremismo se expanden por demasiadas regiones del orbe[5]. Y una enfermiza polarización pretende presentarnos sólo los extremos como las únicas alternativas posibles.


[1] Marcos 15, 34

[4] Sobre el concepto de Reino en el III Reich, ver mi columna El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[5] Invito a leer mi columna Y si pasa algo…

El caso Collini y las represalias o diez italianos por un alemán

El Caso Collini[1] es tal vez la mejor película que ha producido Alemania en los últimos años. A mi modo de ver, debería ganar el siguiente Oscar a la mejor “película extranjera”[2]. La cinta ha suscitado una polémica entre mis amigos, conocidos y familiares en torno al tema de las ejecuciones masivas de civiles durante la II Guerra Mundial. En concreto, se trata de saber si las ejecuciones de civiles italianos durante la II Guerra por parte de alemanes y como medida de represalia, eran actos que estaban o no de acuerdo al derecho de la época.  

Muchos repiten una y otra vez que la ejecución de civiles, en regiones ocupadas por Alemania, como medida de castigo frente a los actos de partisanos, en que morían soldados o policías alemanes (o miembros de la SS, cuyo status jurídico no me queda claro) eran “represalias”. Represalias conformes con el derecho de la época y por tanto, irrelevantes para el derecho penal. En consecuencia, los alemanes que ordenaron la muerte de civiles como medida de expiación, no pueden ser castigados penalmente, ya que habrían actuado de acuerdo a las normas jurídicas entonces imperantes en derecho internacional.

El supuesto derecho de ese entonces, habría admitido las ejecuciones de civiles como medida de castigo o “represalia”. Los fusilamientos de adultos varones; mujeres y niños[3] quedaban excluídos y eran contrarias a derecho. Las supuestas “represalias” debían, eso sí, ser guiadas por el principio de la proporcionalidad, de manera que tenían que guardar relación o proporción con la “causa” por la que habían sido ordenadas. En consecuencia, se dice que la fórmula “diez italianos por un alemán” habría respetado la proporcionalidad. En otras palabras, la ejecución de diez civiles italianos por cada alemán asesinado por partisanos, habría sido ajustada a derecho.

Aún sin tener especiales conocimientos de derecho humanitario (el que rige durante una guerra), creo que es de sentido común considerar la ejecución de civiles del país enemigo, como algo contrario al derecho, al sentido común, a la justicia, a la razón y a la humanidad. Me parece que es de perogrullo que, bajo ninguna circunstancia se puede asesinar a la población civil como “venganza” por los connacionales caídos en manos de partisanos.

Durante décadas, las ejecuciones de civiles italianos, serbios, griegos y de otras nacionalidades, fueron disfrazadas como medidas de expiación o represalias permitidas[4] por el derecho internacional. En el caso de ciudadanos yugoslavos, la “proporción” no era diez a uno, sino cien o cincuenta a uno. En Yugoslavia, las represalias contra civiles se enfocaron especialmente hacia la población judía, de manera que las supuestas represalias se confunden con el Holocausto.

Es cierto que hubo ejecuciones por parte de tropas aliadas en el sur de Alemania; pero éstas permanecen como excepciones, no como práctica habitual. Contrariamente a lo que ocurría con los fusilamientos de civiles por parte de alemanes, que fueron verdaderas masacres o genocidios. Los aliados occidentales tal vez cometieron errores e incluso crímenes de guerra; pero no estaban guiados por una ideología racista y en sí inhumana como la nacional socialista.

En el Caso Collini, un jefe de batallón[5] de la SS (las fuerzas paramilitares del partido nacional socialista) ordenó ejecutar a diez civiles italianos por cada uno de los “soldados” alemanes muertos, en la explosión de una bomba colocada por partisanos en un local de fiesta muy concurrido por alemanes. Aplicó la mencionada regla “diez italianos por un alemán”, de manera que debían ser fucilados veinte civiles italianos, escogidos al azar.

Como ya mencioné, la única limitación consistía en que no fueran niños. En la película, el jefe de batallón pregunta a uno de los niños quién es su papá y ordena su ejecución obligando al niño a verla. Muchos años más tarde, ambos hombres se vuelven a encontrar. Esta es la trama de la película basada en un libro del abogado y escritor alemán Ferdinand von Schirach, nieto de Baldur von Schirach[6][7], quien fuera jefe de la Juventud nacional socialista[8].

Uno de los rumores que ha circulado durante décadas, es que los tribunales italianos habrían reconocido la supuesta regla matemática de acuerdo a la cual, sólo se podía ejecutar a diez italianos por cada alemán, como ajustada a derecho. Algunos han llegado a sostener que las condenas de militares o funcionarios alemanes tuvieron lugar sólo cuando la normal del 10 x 1 se pasó a llevar. Nada más absurdo. Las condenas tuvieron lugar por el asesinato de civiles, no por haber matado uno o dos civiles italianos “más de la cuenta”. Sostener algo así sólo puede causar repulsión.

Las represalias en el derecho internacional existen, por lo menos, desde la Edad Media. Son medidas más bien de tipo económico, patrimonial y afectan a los bienes del estado enemigo. Las medidas de represalia son actos normalmente contrarios al derecho; pero que deben ser adoptados cuando no hay otra manera de contrarrestar la injusticia que inflinge la contraparte[9]. Por ejemplo, la ocupación francesa de la rica cuenca alemana del río Ruhr en 1923, es considerada como represalia admitida por el derecho internacional. Las represalias tienen lugar entre estados, no afectan directamente a particulares. Menos que nada, los privan de la propia vida.

Pienso que la ejecución de los civiles italianos, griegos o yugoslavos como castigo durante la II Guerra Mundial fue lisa y llanamente un acto de venganza[10] y no una represalia. Wikipedia define las represalias como “todas las medidas coercitivas que un gobierno aplica contra otro estado, sus súbditos y sus bienes, a fin de obligarle a que reconozca el derecho a un litigio, o para conseguir una satisfacción o, en casos extremos, poner en práctica sus pretensiones”[11]. La ejecución de civiles no se ajusta ni siquiera remotamente a la definición.

Asimismo, como señalé, la proporcionalidad es una característica esencial a la represalia, que tiene que ser guiada por el principio de proporcionalidad y, en consecuencia, no puede ser ni extrema, ni excesiva. Sólo puedo constatar que el asesinato de la población del país ocupado no piede ser nunca proporcional a nada. Ni tampoco tiene por finalidad reestablecer el derecho. Ni es una medida económica.

A quienes sostienen que no existía norma escrita que prohibiera matar civiles como represalia por la muerte de soldados, les recuerdo que ya la Convención de Ginebra sobre el trato de los prisioneros de guerra de, 1929, prohibía expresa y textualmente adoptar represalia alguna contra los prisioneros de guerra. Lo que fue codificado luego de la horrible experiencia de la I Guerra Mundial. Yo preguntaría a los defensores de los nazis si a ellos no se les pasa por la mente que, si estaba prohibido adoptar medida alguna contra los soldados enemigos, prisioneros de guerra ¿no creen que más prohibidas aún estaba toda medida contra la población civil?

Es cierto que la protección de la población civil se hallaba establecida en forma rudimentaria en el Tratado de la Haya en sus versiones primero de 1899 y luego de 1907. No parecía necesario establecer la protección de los civiles de manera más estricta, ya que era impensable llegar a un grado de barbarie como al que llegaron las hordas alemanas durante la II Guerra.

La Convención de 1907 contiene un párrafo entero dedicado a regular la ocupación. Su normativa prohíbe el saqueo[12] y la imposición de cualquier multa o pena, en dinero o de otra clase, a la población civil, como sanción frente a las acciones de individuos de quienes la población no puede considerarse en conjunto responsable[13]. Es el caso de las acciones de los partisanos, de las que no se puede responsabilizar a todos los nacionalies del país ocupado. Pero claro, los nazis tenían la idea de la guerra total, una especie de confrontación totalitaria, que no excluía a los civiles.

Es evidente que en 1899 y en 1907, ni siquiera se mencionaba la eventual prohibición de ejecutar a civiles, ya que esta posibilidad no se consideraba en absoluto. En 1899 y en 1907, nadie se imaginaba a lo que llegaría el salvajismo nazi pocas décadas más tarde. Después de la Guerra, en 1949, se firmó, en Ginebra, un nuevo Tratado[14] cuyo objetivo fue que no quedara ninguna duda acerca de la necesidad de la protección incondicional de los civiles durante un conflicto armado.

En suma, aunque algunos sostienen erróneamente -y me atrevería a decir que hoy en día no pueden hacerlo de buena fe- que los fusilamientos de civiles por parte de soldados, policías o SS alemanes durante la II Guerra habrían estado ajustadas al derecho imperante en ese entonces, puedo decir con certeza que eso no fue así. No cabe la menor duda que el Derecho internacional lo prohibía ya en ese entonces, tanto como lo hace hoy. Las ejecuciones no fueron represalias, sino actos de venganza. De barbarie, de salvajismo y de inhumanidad y no tienen perdón.


[2] Aunque muchos alemanes de extrema dereha no lo quieran reconocer, ellos son extranjeros casi en todo el mundo.

[3] Menores de 14 años.

[4] “Sie wurden in der Regel als kriegsvölkerrechtlich angeblich zulässige „Repressalien“ oder „Sühnemaßnahmen“ kaschiert”, Sven Felix Kellerhoff: Geiselerschießungen – ein Freibrief für Morde (Aseinato de rehenes – una licencia para asesinar)

[5] Sturmbannführer

[6] Y bisnieto tanto del fotógrafo de Hitler, Heinrich Hoffmann como del político nazi Fritz Kiehn.

[7] Quienes vieron la serie “The man in the high castle”, recordarán que es uno de los posibles sucesores de Hitler en la cancillería del reino. Invito a leer mi columna El nuevo orden según Carl Schmitt

[8] Reichsjugendführer

[9] “Repressalien sind selbst völkerrechtswidrige Maßnahmen, die nur dann zulässig sind, wenn keine andere Möglichkeit mehr besteht, dem Unrecht eines anderen entgegenzutreten”, Represalie Wikipedia.

[10] Vergeltungsmassnahme, Retaliation.

[12] “Art. 47. El pillaje es formalmente prohibido”.

[13] “Art. 50. Ninguna pena colectiva, pecuniaria o de otra clase podrá imponerse a los habitantes por causa de hechos individuales de que no puedan ser considerados como solidariamente responsables”, Reglamento relativo a las leyes y costumbres de la guerra terrestre (H.IV.R) 18-10-1907 Tratado

[14] IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra.

Nuestra imperfección nos hace humanos

En la tercera temporada de The Men in the High Castle, al final del último episodio[1] hay un diálogo entre el Mariscal del Gran reino nazi de América, John Smith y el “hombre del castillo”, Hawthorne Abendsen, el hombre que conoce las películas sobre el mundo paralelo. Smith habla muy orgulloso del experimento en que los científicos nazis lograron “hacer pasar” una persona de un universo a otro, de acuerdo a la teoría de los multiversos[2].

Nadie menos que Josef Mengele es el director de investigaciones sobre los multiversos. La finalidad de su “investigación” es encontrar una manera de viajar entre ellos, con el objeto de conquistar los universos que no se hallen bajo la égida nacional socialista, enviándoles tropas nazis, a través de un portal, construido bajo una montaña, donde existe una anomalía que hace posible el viaje en el tiempo y el espacio. Usan la ciencia, no para el bien, sino para el mal. Ciencia sin ética o ciencia con una pseudo ética utilitarista y narcisista.

Smith anuncia al viejo Abendsen que Mengele y Cía. lograron hacer pasar a una persona “al otro lado”, al otro mundo, a la otra dimensión, a otro universo. Esto, a través del portal construido por Mengele, en una mina abandonada, en Lackawanna, en la zona montañosa de Pocono, en Pennsylvania. A través de este portal, los nacional socialistas quieren enviar tropas nazis a otras dimensiones, para imponer su ideología, su “nuevo orden”[3] en todas ellas. Como si no fuera suficiente, mantener sometido a todo un mundo bajo su poder, pretenden someter todos los otros mundos existentes.  

Abendsen se halla en una celda prisionero de los nazis, quienes extorsionan utilizando para ello a su señora Caroline, a quienes ellos mismos dispararon y ahora condicionan su atención médica a las revelaciones de su marido. Su propósito es que “Abe” revele más secretos acerca del “otro mundo” y de los viajes entre los universos..

Abe -así lo llama Smith- le pregunta quien es la persona que logró pasar a través del portal. Fue una sola, una sola de cuatro, le responde Smith. A agrega que es “un éxito relativo”. Aunque el sucesor de Hitler, el canciller Heinrich Himmler, califica el hecho como un éxito formidable. “Enviamos cuatro personas y una sola de ellas logró pasar a través del portal”. ¿Quién?, insiste Abe. Smith responde: “Una chica promedio”, una “average girl”[4] de 18 años. “Una mujer como cualquier otra”.

“¿Una chica promedio? ¿Una mujer como cualquier otra?”, Abendsen se asombra de la respuesta del alto funcionario nacional socialista. Y agrega: “Me extrañaría mucho si su papá y su mamá sientieran de esa manera”[5], que pensaran que su hija es una chica promedio, como cualquier otra. Y para recalcar más el tema, le dice que hay que reconocer que esa chica es única porque logró pasar a otra dimensión. Smith se siente algo confundido. Probablemente piensa en sus propios hijos, me imagino yo, no lo dice en la película.

Sí, es así como todos los totalitarismos, los fascismos, los extremismos, los socialismos, los comunismos y todos los autoritarismos han visto y ven al individuo: como una persona promedio, de 18, de 20, de 30, 50, 80 ó 90 años. No importa la edad. No importan sus circunstancias. Da lo mismo. Nadie es único. Siempre es sólo un individuo más, descartable, reemplazable, susceptible de ser sacrificado en una guerra o en un experimento. Una persona más, un individuo cualquiera, que podemos tirar a la basura o emplear a nuestro gusto, sustituible, susceptible de ser inmolado sin que a nadie le importe. La serie caracteriza muy bien la ideología nazi y todas las otras ideologías totalitarias que han existido y existen.

Lo único que importa es el todo, la especie humana perfectible en un proceso imparable e irreversible de optimización, que muchos hoy quieren presentar como una simple “evolución”. Aunque Darwin y especialmente sus colegas que lo sucedieron en el estudio de la evolución, rechazaron proposiciones de “perfeccionar la raza” por la vía de los matrimonios entre personas que, por alguna razón, eran considerabas mejores que otras.

Sí, lo único que les importa es el todo; no el individuo. Es el viejo sueño totalitario. Lo trascendente es el estado, la sociedad, el pueblo, mi pueblo, mein Volk, my people, mi nación. “Más vale que muera uno solo por el pueblo; pero que no perezca la nación”, resuenan en mis oídos las odiosas palabras de Caifás[6].

El mismo hijo de John Smith, Thomas sufría de distrofia muscular, una enfermedad de la que la familia tendría que haber informado a las autoridades de salud del Reich, para que Thomas pudiera ser “eutanasiado”, ya que un enfermo de distrofia muscular es una carga para la sociedad.

Y lo que es peor, es un lastre para la “raza superior”, que corre el riesgo de que sus genes defectuosos pasen a generaciones posteriores. Esto que se opone diametralmente a la optimización, al perfeccionamiento de la raza, de la raza perfecta de los seres superiores. Por eso, Helen Smith se va de la casa, con sus hijas y abandona a su marido, porque le dice que ella quiere vivir en un mundo en que un gen defectuoso no sea una amenaza para sus hijos[7].

Thomas piensa que él no tiene valor, que sólo es una carga para sus padres y para la sociedad[8]. Es así como lo han educado, en esos desvalores. Pero llega un momento en que ellos mismos, el matrimonio de John y Helen Smith, los super nazis, son “tocados” por el destino y ellos, que siempre creyeron en su superioridad aria, se ven forzados a reconocer que su propio hijo es -de acuerdo a sus cánones de pensamiento- un ser sin valor, un ser defectuoso[9] una carga inútil. Alguien indigno de vivir o lebensunwert, como decían los nazis. Ambos llegan a asesinar para intentar salvar a sus hijos.

Thomas busca consejo en Juliana Crain, miembro de la resistencia[10]: “…y si mis defectos son tales que deben ser erradicados para bien de los demás”. Juliana le contesta que esas ideas se las tiene que sacar de la cabeza. Thomas responde con una pregunta clave: “…por qué están todos de acuerdo con esa ley”. Con la ley de la eutanasia. Ella le dice que no lo sabe; pero que sabe que su familia lo quiere. Y eso es lo único importante, agrega.

Juliana le explica a Thomas lo que ella piensa: “todos nosotros somos imperfectos y nuestros defectos son lo que nos hace ser quienes somos”[11]. O en mi traducción: “nuestra imperfección es lo que nos hace humanos”. Tiene razón Juliana. Es también lo que yo pienso.

Thomas, inspirado en la devoción por el Reich que admiraba en sus padres, decide entregarse a las autoridades para ser eutanasiado. En una dramática escena, los funcionarios de salud lo van a buscar a su casa y se lo llevan, ante los llantos de su mamá, Helen, que trata de impedirlo. Es una de las escenas más conmovedoras de la serie. Posteriormente, Thomas Smith será utilizado por la propaganda nazi y estilizado como el nuevo coloso[12], que se inmola por el Reino, por Nicole Dörmer, la nueva Leni Riefenstahl.

Hace algún tiempo visité un hogar-escuela para niños con incapacidad, en el Sur de Alemania. Me explicaron que esa institución no había sido cerrada durante los doce años del nacional socialismo, ni sus niños eutanasiados -al menos no todos- porque en ella, vivía un niño hijo de un nazi muy importante, que lo había protegido todo lo que había podido. Si Alemania hubiera ganado la guerra, sin duda, su hijo habría sido sacrificado y el hogar-escuela habría sido cerrado. Pero, gracias a Dios, a diferencia de lo que ocurre en la distopía “The Man in the High Castle”, los nacional socialistas perdieron la guerra.


[1] Episodio 10, tercera temporada.

[2] “Multiverso es un término usado para definir el conjunto de los muchos universos existentes, según las hipótesis que afirman que existen universos diferentes del nuestro propio. La estructura del multiverso, la naturaleza de cada universo dentro de él, así como la relación entre los diversos universos constituyentes, dependen de la hipótesis de multiverso considerada. Según cualquiera de esas hipótesis, el multiverso comprende todo lo que existe físicamente: La totalidad del espacio y del tiempo, todas las formas de materia, energía y cantidad de movimiento, y las leyes físicas y constantes que las gobiernan”, Multiverso en Wikipedia

[4] “Only one went through just an average girl”

[5] “I wonder if her mother and father felt the same way”.

[6] Caifás, en Wikipedia: Su papel en la Pasión de Jesucristo

[7] Episodio 10, segunda temporada.

[8] “I’m an useless eater”.

[9] “I’m defective”.

[10] Noveno episodio, segunda temporada.

[11] “what I do know is that we all have flaws all of us, every single of us. It make us who we are. point to sign a serious defect”

[12] “The New Colossus”