La guerra del hambre o el hambre como arma

La propaganda rusa hace aparecer a los países democráticos, como los culpables de la hambruna que se avecina. Sobre todo a la Unión Europea y los Estados Unidos.

Putin fue oficial de propaganda de la KGB y sabe muy bien lo que hace y cómo lo hace. En todo el mundo, resuenan las trompetas de Russia Today y de sus seguidores, tanto de extrema izquierda, como de extrema derecha y ultra conservadores, unidos en el odio a la democracia liberal y en el amor al autoritarismo. Putin sabe mucho de guerra híbrida, en que la desinformación, las noticias falsas y las teorías de la conspiración[1] juegan un rol muy importante.

La propaganda del Kremlin y de sus adeptos y admiradores intenta hacer creer que la falta de trigo, especialmente en los países del Norte de África es una consecuencia de las sanciones impuestas por la Unión Europea, los Estados Unidos -para ellos, enviados del demonio[2]– y otros países democráticos, a Rusia, a sus oligarcas y a sus políticos cleptocráticos.

Nada más falso. La hambruna que se avecina en el Norte de África es consecuencia del bloqueo de los puertos de Ucrania en el Mar Negro por parte de Rusia.

Desde Mariupol, desde Odesa y de otros puertos ucranianos salían los barcos que abastecían de trigo a África. Rusia quiere apoderarse de la amplia franja de territorio, entre Donetsk y Lugansk, pasando por la península de Crimea -que ya anexó a Rusia el 2014- hasta Transnistria, en Moldavia.

Transnistria es una parte de Moldavia que la Federación Rusa mantiene en su poder desde la caída de la Unión Soviética. Desde donde opera para desestabilizar el resto de Moldavia.

Hasta antes de la invasión de Ucrania, era éste el quinto exportador de trigo del mundo. Por algo, históricamente se ha denominado a Ucrania como el granero de Europa o incluso del mundo. Los nacional socialistas rompieron su pacto con la UdRSS precisamente porque querían adueñarse de “la tierra negra” de Ucrania, liquidar a su población -o, en el mejor de los casos. esclavizarla- y poblar su territorio con supuestos germanos.

Stalin confiscó la producción de trigo de Ucrania y provocó el Holodomor[3], una de las hambrunas más terribles de la historia de la humanidad. Con el producto de la venta del trigo ucraniano, la Unión Soviética obtuvo las anheladas divisas que usó en la industrialización y en su carrera armamentista. Y además, pudo doblegar a los campesinos ucranianos, considerados como contrarrevolucionarios por la camarilla stalinista.

Efectivamente, los ucranianos habían obtenido su independencia y soberanía después de la I guerra Mundial y no querían entregarla a una banda de asesinos en torno a Stalin. (Trotsky había sometido a Ucrania en 1922 por la fuerza de las armas del Ejército Rojo).

Desde que comenzó la invasión a Ucrania, en febrero de este año, muchos expertos advirtieron del gran riesgo de no poder contar este año con el trigo ucraniano. Lo que podría traducirse en aumento de precio de los alimentos e incluso de hambre en el mundo, especialmente en el Norte de África. Asimismo, los campesinos ucranianos hicieron ver que sus silos estaban llenos y que tenían que vender la cosecha, porque cuando llegara el momento de la nueva cosecha, necesitaban los silos ya vacíos. De otra manera, la cosecha se malograría definitivamente, tanto la del año pasado, como la de este año.

Sin la posibilidad de exportar los millones de toneladas de trigo por barco, ésta se pudrirá sin remedio o en los silos o en los campos. Además, la guerra priva a los campesinos de la fuerza de trabajo más importante de Ucrania. Por otra parte, el peligro de la artillería rusa es una gran amenaza. Los campesinos ucranianos culpan a Moscú de bombardear los silos, galpones y maquinaria agrícola. Aparte del robo de trigo que es transportado a puertos rusos, para ser vendido “a los países amigos de Rusia” (palabras del mismo Putin).

En efecto, hay incontables denuncias, acerca de tropas rusas, que ya habrían empezado a vaciar silos y galpones ucranianos en el territorio conquistado, que transportan, por ejemplo a Crimea -bajo su poder desde la invasión de 2014-. Hace algunos días, Egipto se negó a comprar “trigo ruso” robado a los ucranianos, aclaró el mismo gobierno en El Cairo. El precio del trigo ha subido de tal manera en todo el mundo, que Rusia se puede llenar los bolsillos vendiendo tanto su propio trigo, como el trigo robado de Ucrania. A ver cuánto tiempo puede resistir Egipto sin ceder ante Putin y la venta del trigo robado…

Los países democráticos han tratado de encontrar soluciones; pero todas son inviables o son, sólo un grano de trigo en el intento de solución. Llevar el trigo por tren es muy largo, toma demasiado tiempo y nos enfrentamos al problema adicional de que los trenes de Ucrania corren por rieles que tienen una medida muy diferente a la de los trenes del resto de Europa. Ucrania conserva la línea de la época soviética. Lo que significa que el trigo tendría que ser trasvasado de un tren a otro. Además, la línea de ferrocarril de Ucrania ha sido casi destruida por los bombardeos rusos, incluso de trenes de pasajeros.

A través del Danubio se puede transportar algunas toneladas, pero la cantidad es mínima frente a las necesidades de la población africana. El transporte es muy lento y no va a llegar a tiempo para cubrir las necesidades ni de Egipto (el 80% de su trigo era importado de Ucrania), ni del Líbano, ni de Eritrea, Somalía u otros países.

La propuesta de Francia, Gran Bretaña, Turquía y otros, en el sentido de abrir un corredor para el transporte, no ha sido aceptada por Rusia, que insiste en que sólo la admitirá si Ucrania saca sus minas frente a la costa del Mar Negro. El problema es que sin minas frente a los puertos ucranianos, Rusia invadirá la costa y se apoderará de los puertos de Ucrania aún con más facilidad que hasta ahora, ya que su superioridad naval y militar es manifiesta. Yo diría que es Rusia la que debería asegurar el paso de los barcos mercantes. Pero sabemos que no lo hará, ya que para Putin, el hambre es un arma.

La intención de Putin es muy clara: aumentar el número de refugiados que huyen desde África o desde el Medio Oriente hacia Europa, en busca de mejores condiciones de vida. Esta fue su estrategia en Siria, donde la destrucción de ciudades como Alepo, por parte de la aviación rusa[4], provocó la crisis de los refugiados de 2015 y las crisis humanitarias posteriores relacionadas con refugiados sirios en Turquía y en Europa[5]. Sin duda, su objetivo es desestabilizar Europa.

Como a Stalin, parece que a Putin no le importa que pasen hambre o incluso que mueran miles o tal vez millones de personas. Para Putin y sus secuaces, todo vale cuando se trata de lograr su objetivo de dominación: la anexión de territorios a la Federación rusa. Territorios que consideran como rusos y cuya soberanía e independencia niegan. Para lograr este fin, les da lo mismo pisar los cadáveres que quedan a su paso. Al igual que el Holodomor le dió lo mismo a Stalin y a su camarilla hace noventa años.

No sin razón, la ciencia política ha comenzado a hablar de neo-imperialismo, para referirse a la política de Rusia bajo Putin.


[1] Hoy, se los prefiere llamar mitos de la conspiración, para no dejar mal al concepto de “teoría”.

[2] En el foro económico de San Petersburgo, Putin acaba de decir que los EEUU se creen enviados de Dios.

[3] Ucrania : Holodomor O, en inglés: Remember the Holodomor, Don’t Let History Repeat Itself! Parece que la historia sí se repite… Y que algunos no han aprendido nada.

[4] En una columna anterior me referí a mi compañera de colegio que publicaba diariamente noticias en que medios culpaban a los EEUU de cualquier ataque que, en realidad, había sido protagonizado por aviones rusos. Ver Corredores humanitarios

[5] Esto lo explicó muy claramente la entonces Canciller Merkel en su oportunidad.