Durante el año en curso, la economía rusa probablemente crecerá entre 2 y 2,3%. Las razones de este crecimiento no son duraderas. Son fundamentalmente tres: 1) El alto gasto militar. 2) Los sueldos más altos, originados en la falta de personal y que conducen a un aumento del consumo interno. 3) El aumento del gasto social del estado[1].
El presupuesto para el próximo año contempla un aumento del gasto militar de casi un 70%. Lo que significa el 6% del PIB. Si consideramos que los países de la OTAN no logran llegar al 2% (acordado en la Cumbre de Gales el 2014) es fácil darse cuenta de lo alto que es el gasto militar ruso. El gasto bélico es, sin duda, uno de los mayores estímulos de la economía rusa.
No son sólo las sanciones las que causan los problemas en la industria automovilística, en la industria aeronáutica y en el sector de la tecnología de la información rusas, sino que es la emigración de ciudadanos rusos que trabajaban en estos sectores. Abandonaron Rusia después de la llamada movilización parcial.
Todos recordamos las fotos de rusos jóvenes en bicicleta o a pie, intentando cruzar la frontera en dirección a Georgia o Kazajstán, a Armenia o Azerbaiyán. Ello, por temor al reclutamiento o simplemente porque no ven futuro alguno en su país. Por lo menos 900 mil personas han huido de Rusia por tales razones. Muchos relacionan este éxodo con aquel ocurrido durante el leninismo en 1922, en el episodio conocido como “el barco de los filósofos”[2].
La falta de capital humano en Rusia significa que falta mano de obra calificada, sobre todo, trabajadores especializados o altamente capacitados.Ha huido casi un millón de personas altamente calificadas. Esto conduce innegablemente a un retroceso tecnológico. Algunos dicen que Rusia ha retrocedido a la década de 1990.
Es evidente que los hombres (son generalmente hombres) que no han escapado no pueden ser capacitados para trabajar en complejas tecnologías. No quiero parecer sarcástica, pero no creo que la estrategia del Grupo Wagner de reclutar a gente en las cárceles sirva mucho para formar nuevos ingenieros o especialistas en computación o en aerodinámica. Aunque no pongo en duda que en las cárceles rusas, hay mucha gente condenada injustamente[3].
Pero no sólo la emigración ha causado este problema, también el llamado invierno demográfico. No en vano, se dice que los países que otrora fueron “rojos” (el color del comunismo) han pasado a ser de color gris: de rojos a grises.
Asimismo, se habla de un recalentamiento de la economía rusa. En efecto, durante algún tiempo, la industria rusa producía bajo su capacidad. Pero actualmente, ha llegado a su límite máximo. Y esto genera un efecto negativo, ya que, para aumentar la producción sería necesaria una mayor inversión. Pero un interés guía de casi 13% frena la inversión. Además, falta la inversión extranjera, debido no sólo a las sanciones, sino también a la inestabilidad y a la inseguridad.
Aquí tengo que referirme al tema sanciones, y a su indudable efecto negativo en la economía rusa[4]. Las sanciones en el sector tecnológico no pueden ser evadidas completamente a través de las llamadas importaciones paralelas, que consiste en que un país compra los productos sancionados y los revende a Rusia. Evidentemente, a un precio mucho más alto. Lo que es un factor que contribuye a una mayor inflación.
Las medidas para paliar los efectos de las sanciones consiguen sólo atenuarlas, pero no las pueden evitar. Tal como ocurrió en Latinoamérica, donde se trató de imponer esta ideología, el intento de implementar un sistema de sustitución de importaciones no da resultado, tampoco en Rusia. El chiste de cultivar plátanos en Siberia se ha quedado sólo en un mal chiste.
Todo esto lleva a un aumento de la inflación que, a comienzos del 2022 era más o menos alta, sin embargo bajó a 2,3% en abril de este año. En octubre de 2023, la inflación llegó al 6,7%. De manera que el objetivo del Ministerio de hacienda ruso, de un 4% anual, se ha quedado sin cumplir.
Y aquí nos encontramos con el problema del interés guía ya mencionado. Debido a que las importaciones son considerablemente más caras, el Banco Central subió el interés guía a 12,5%. En este mismo sentido, el Banco advierte del peligro de un recalentamiento de la economía igualmente mencionado más arriba.
Rusia es un país exportador de recursos naturales. especialmente de energía: de gas y de petróleo. Los intentos del resto del mundo, especialmente de Europa, de lograr independencia energética han llevado a que Rusia trate de entrar en otros mercados, especialmente China e India.
(El interés ruso en Latinoamérica ha descendido considerablemente. Cuba y Venezuela están entregadas a su suerte. Tan sólo en la pequeña Nicaragua, Rusia mantiene una fábrica de trolls, para influir en la opinión pública latinoamericana. Aparte de Russia Today en castellano, con sede en Argentina, país donde se refugiaría Putin si fuese necesario[5]).
Las medidas para paliar las consecuencias de la pérdida de los mercados europeos son más fáciles de implementar en el caso del petróleo que del gas. Rusia compró viejos buques-tanque, en mal estado para transportar petróleo. Pero el transporte del gas no es tan fácil. Para transportar gas, por ej. a China, Rusia necesita gasoductos y sólo cuenta con uno, llamado Poder de Siberia, cuya capacidad es limitada. Moscú intenta construir un segundo gasoducto; pero China no se muestra demasiado interesada. Además, está el problema de la electricidad que sería necesaria para las turbinas del gasoducto.
En suma, Rusia no ha logrado entrar a nuevos mercados suficientemente grandes para exportar gas o petróleo. Y es muy poco probable que no lo logre en el futuro.
Por último, frente al aumento del gasto estatal, Rusia puede recurrir al Fondo Nacional Social para estabilizar el presupuesto. Actualmente, el déficit presupuestario es sólo del 2%, lo que no es mucho. Se llama la atención además, acerca de las altas indemnizaciones que se han prometido a las familias de los caídos en la guerra contra Ucrania.
Aparte del aumento de las inversiones militares, en la industria de los armamentos y en el ámbito social, el estado ruso invierte también en el sector de la construcción. Sólo así puede mantener un 2,3% de crecimiento económico. Y puede “ocultar” el gran tamaño del gasto social. El 2024 y el 2025, todavía habrá crecimiento, pero será menor.
Mucho se habla de la economía de guerra, en que el estado puede decidir qué invertir, cómo y dónde. Más aún en un estado en que la industria de armamentos se halla casi en su totalidad en manos estatales. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, donde la producción de armamentos es privada.
La pregunta es: qué pasará cuando termine la guerra y el estímulo económico desaparezca parcial o totalmente. En ese caso, la economía rusa detendrá su crecimiento o bien, se contraerá. ¿Será esta una de las razones por las que Putin no quiere terminar su guerra contra Ucrania? Una guerra que ya está perdida para Rusia y que sólo lleva a que mueran día a día cerca de mil soldados rusos, un número que, en cualquier otro país, llevaría a una revuelta popular, pero no en Rusia…
[1] Sigo al profesor de la Universidad de Innsbruck Gerhard Mangott, en estos tres puntos y en otros más. Comprobé las cifras que él menciona en la charla que escuché.
[2] Lamentablemente, no hay artículo en Wikipedia en castellano sobre este hecho histórico. El link al artículo en portugués es este: Navios dos filósofos
[3] Hace poco leí el libro y vi la primera parte de la película “Texto”, del escritor ruso Dmitri Glujovski, condenado en ausencia, a ocho años de cárcel por el régimen de Putin. En “Texto”, el protagonista cumple una pena de cárcel absolutamente injusta. Motivada por la enorme corrupción existente en Rusia actual.
[4] Hay dos tipos de sanciones: las occidentales y las impuestas por la misma Rusia a las importaciones.