The big plan

Esta semana estuve en Grecia. Un taxista griego de mediana edad, muy simpático, me explicó -sin que yo se lo preguntara, tan grande era su necesidad de expresarse- su teoría acerca de lo que pasa en Grecia… O debería decir, de lo que “verdaderamente” ocurre en Grecia. Algo que él sabía y yo no 😉

La crisis de Grecia -me explicó- es parte de un plan para que extranjeros compren Grecia a bajo precio. Para entregar a Grecia a “los extranjeros”. El taxista repetía, en cada frase que decía, el término big plan. Para él, todo era un big plan contra Grecia y contra los griegos.

La crisis, en realidad, no existió -me aseguró al taxista-. La crisis habría sido sólo una excusa, ya que todo estaba preparado de antemano. Todo friamente calculado, ideado “desde arriba”. Sólo le faltó decir que poderes malignos habían entrado en acción. Estamos pues frente a una conspiración del más alto nivel. Super bueno que el taxista me haya explicado la verdad que yo desconozco. Yo pobre ignorante e ingenua agradezco que un iniciado me haya abierto los ojos y explicado qué ocurre realmente en el mundo. O, por lo menos, en Grecia.

La Unión Europea es parte del plan o más bien, lo planeó todo. La UE no habría ayudado a Grecia a salir de la crisis. Muy por el contrario: la crisis de Greacia fue un invento de la Unión europea.

El objetivo de este big plan sería pues vender Grecia a extranjeros. No a empresas extranjeras concretas en el marco de una privatización de grandes e inoperables empresas estatales. No. Los aeropuertos fueron vendidos a Alemania, me explicó. Efectivamente, es de conocimiento público que la empresa alemana Fraport ha comprado algunos aeropuertos griegos o parte de ellos, realizando seguidamente uns fuerte inversión en su mejoramiento[1], expliqué al taxista sin que él me escuchara. Pero es propio de las teorías de la conspiración, mezclar hechos verdaderos con otros falsos.

Otras empresas -continúa el taxista- fueron compradas por los “americanos”, otras por los franceses y otras, por israelíes. Claro, Israel es infaltable en toda teoría de la conspiración.

Curiosamente, el simpático taxista no mencionó en la lista de compradores, ni a chinos, ni a rusos. Estos últimos notoriamente presentes en la región en que estábamos, donde había hasta vendedoras rusas atendiendo incluso pequeños negocios minoristas eran. Vendían de todo, hasta abrigos de piel, a 26 grados de temparatura (!). A diferencia de los israelíes, chinos y rusos generalmente están ausentes de las teorías conspiranoicas.

Pocas personas conocen la realidad y se atreven a llamarla por su nombre y a explicarla a desconocidos e ignorantes, como yo. La mayoría de las personas somos ingenuas y creemos lo que nos dicen los medios o el political correctness o estamos obnubilados por gases lanzados desde los aviones (teoría del chemtrail) y que nos impiden pensar. La crisis de Grecia no habría existido realmente, fue sólo una excusa… Todo planeado, friamiente calculado desde arriba y de antemano en the big plan.

Cuando la realidad es demasiado complicada o no nos gusta, entonces creamos una teoría de la conspiración más o menos fácil para explicar las cosas. Cuando no tenemos ganas de pensar más allá o de preguntar e investigar. Son teorías en que nosotros siempre somos “los buenos”, las víctimas, o ambos. Asimismo, siempre alguien “de afuera” es el culpable de los propios males, de los propios fracasos, de las propias crisis. Nunca soy yo la responsable, ni yo ni “los míos”.

Mi taxista creía, con una fe religiosa, en lo que me estaba diciendo… Probablemente no creía en Dios, pero sí creía que la Unión Europea había establecido un plan “para hacerse con Grecia” y a bajo precio. Él -ya inciado- estaba en ventaja sobre mí y sobre todos los demás mortales, ya que él conocía la verdad y era tan generoso que me la transmitía a mí.

De ninguna manera, el simpático taxista griego era capaz de ver a una empresa extranjera como a un inversionista. Era incapaz de mirar la compra de una empresa griega por una empresa extranjera como una inversión. No, para él, los inversionistas extranjeros son siempre malos y perjudican al país. A Grecia, a su país, donde todo tiene que pertenecer a griegos, aunque no tengan capital para mejorar la empresa o para subirla al nivel internacional.

Pienso que es evidente que si tú -como inversionista- compras una empresa, aparte de pagar el precio, le inyectas dinero para modernizarla, para refaccionar edificios, para mejorar la infraestructura, para dotarla de nuevo y eficiente software… Todo muy necesario en Grecia. No la compras por comprarla, para “tenerla en una vitrina”, quieres que trabaje y preste un servicio a la sociedad. Para ello, tienes que invertir, ponerla al día, crear puestos de trabajo.

Esto que, en otras latitudes entendemos perfectamente, parece que algunos griegos -entre ello, el taxista- son incapaces de comprender… O más bien, no quieren entenderlo. Prefieren permanecer en el pasado, aferrados a un pensamiento arcaico y autárquico.

Sí, recordé el antiguo miedo a las inversiones extranjeras de la época de la Guerra Fría. Ese miedo atávico a todo lo que viene de afuera y no “es nuestro”. Al “imperialismo yankee” o ahora, al supuesto imperialismo de la Unión Europea, que no es tal. Como si las inversiones fueran algo malo. Como si las empresas nacionales de un país pobre y en dificultades pudieran mejorar como por arte de magia. Pero sin que nadie invierta en ellas.

El taxista y lamentablemente, muchas otras personas en el mundo, no ven a los empresarios -extranjeros o nacionales- como inversionistas que se atreven a invertir y así mejoran la economía del país y crean puestos de trabajo, sino que los ven como imperialistas, enemigos que quieren acumular bienes por el gusto de acumularlos. Una especie de Rico McPato bañándose en su depósito de monedas.

Aunque los gobiernos griegos anteriores no fueron mucho mejores, a mí no me extraña que el gobierno actual de Grecia sea una alianza entre extrema izquierda y extrema derecha. Tales grupos -tradicionalmente nacionalistas y populistas- fomentan este tipo de pensamiento falsamente autárquico y, sobre todo, conspiranoico. Y la gente los elige. Aunque hay que reconocer que al gobierno no le quedó más alternativa para superar la crisis de Grecia -que fue y es real- que el trazado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. La mayor crisis de Grecia no es la económica… La mayor crisis de Grecia es que haya tantos griegos que piensen como el taxista.


[1] La búsqueda en Google News de “Fraport, Grecia” nos da un sinnúmero de noticias de prensa sobre el tema.