La guerra de agresión alemana al inicio de la II Guerra Mundial

Muchas veces leo o escucho de descendientes de alemanes en Chile y en Argentina que admiran a sus abuelos, padres o bisabuelos porque pelearon por su patria Alemania, durante la II Guerra Mundial, en algunos casos, hasta inmolar su vida en el campo de batalla, aseguran o escriben en redes sociales.

Lamento decepcionarlos: los alemanes que tuvieron que pelear en la Segunda Guerra no defendían a su patria. Alemania no estaba amenazada por nada, ni por nadie. Nadie le había declarado la guerra, ningún país había iniciado una confrontación. La II Guerra fue una típica guerra de agresión que comenzó con la invasión de Polonia el 1° de septiembre de 1939.

Sí, la II Guerra Mundial fue iniciada unilateralmente por Alemania y su objetivo era conquistar nuevos territorios para someterlos, en diferente medida, a la hegemonía alemana. Holanda, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Polonia… Y suma y sigue: los Sudetes, luego toda Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Grecia, los países de los Balcanes: Croacia, Eslovenia… También de la Península de Escandinavia: Dinamarca, Noruega… E Italia y Austria, que se sumaron voluntariamente al Imperio.

Y las regiones del Este de Europa: Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Estonia, Letonia, el oeste de Rusia, regiones que -incluyendo Polonia que fue nuevamente dividida- son las llamadas regiones de sangre[1], porque en ellas la crueldad llegó a niveles nunca antes vistos en la historia. En ellas, se asesinó vilmente a ancianos, niños, mujeres y hombres sólo por pertenecer a una determinada familia o a una cierta etnia (judíos, gitanos y otros pueblos) o por tener una cierta tendencia (homosexuales) o ideas políticas (el decreto sobre la ejecución de los comisarios) o una cierta fe (el cristianismo de los sacerdotes católicos, por ej., polacos y ucranianos, asesinados sólo por su fe).

No, Alemania no estaba en guerra, nadie la había atacado. La Alemania nazi inició una guerra de agresión. una lucha imperial por expandir su Reino o Reich y /o de dominar toda Europa. Casi logra… En aquella época, los Estados Unidos no tenían la menor intención de intervenir en un continente que no era el suyo propio, muy de acuerdo con la doctrina de entonces: “América para los americanos” y su contrapartida “Europa para los europeos”. Si no hubiera sido por los norteamericanos, todavía viviríamos bajo el yugo nacional socialista… O no viviríamos, ya que nos habrían eliminado, o a nuestras familias, quién sabe[2].

Hubo un solo país donde las ideas expansionistas eran similares a las alemanas. No hay que pensar mucho para saber que ese país era la Unión Soviética. Ambos eran estados imperialistas y con ideologías agresivas. En un caso, se trataba del triunfo de una supuesta raza germana, aria o cómo quieran llamarla. Y en el otro, la ideología pretendía el triunfo histórico final de la clase trabajadora sobre la burguesía. Esta última es una verdadera fe conspiranoica, con rasgos escatológicos que llevaba a asesinar a cualquier persona, acusándola de no estar lo suficientemente comprometida con una imaginaria revolución socialista o comunista.

Ambos estados de tendencia imperialista tenían una fuerte represión en el interior que impedía todo asomo de oposición. Su mayor enemigo era el liberalismo, la llamada democracia liberal. El liberalismo es un conjunto de ideas más bien positivas y confía en el libre desarrollo de las personas en un ambiente de libertad. Su objetivo es lograr una sociedad abierta[3], exactamente lo contrario de las ideologías socialista y nacional socialista.

Ambos países aprendices de imperios se confabularon en un pacto secreto para poder someter dentro de su “esfera de influencia” a toda Europa. Sus ministros del exterior trazaron una línea de demarcación y firmaron un tratado secreto en Moscú, conocido con el Pacto entre Hitler y Stalin[4]. La Unión Soviética negó durante décadas su existencia. Hoy sabemos que Stalin era un seguidor real del Padre de la Mentira.

Volviendo a la idea que formulé en un principio: la II Guerra Mundial fue una guerra de agresión, iniciada por Alemania -secundada inicialmente por la Unión Soviética que invadió Polonia dos semanas después que Alemania[5]– bajo el gobierno nacional socialista para apoderarse de toda Europa, que debía o ser parte de su territorio o bien quedar bajo su esfera de influencia. Un país tras otro fue cayendo…

Pero no se trataba sólo de un trozo de tierra, por grande que haya sido. Las personas que vivían en esos territorios quedaban bajo el imperio, bajo la égida o la arbitrariedad de los alemanes que, en su demencial darwinismo social veían al mundo como un campo de batalla entre pueblos, etnias, países, naciones y continentes[6].

Los habitantes de los países ocupados no eran considerados personas: se los transformó en cosas, se los cosificó. Esto permitió dejarlos morir de hambre, someterlos a la esclavitud como a los millones de trabajadores forzados o simplemente matarlos, después de un tiempo de aprovechamiento como fuerza de trabajo gratis o simplemente de asesinarlos sin más, en campos de exterminio o con un disparo en la cabeza (la misma técnica para asesinar que tenían los soviéticos).

No, sus abuelos no defendieron a Alemania, que no estaba amenazada ni era atacada por nadie. Ellos mismos fueron los agresores en una guerra imperialista basada en un horrible darwinismo social, en que el amor, la solidaridad, la ayuda y cooperación entre pueblos, países y entre personas era totalmente impensable. Más aún, era desestimado como algo malo que había que combatir. Misericordia, amor al prójimo[7], ayuda al necesitado eran conceptos absurdos para la ideología nacional socialista.

Escribo esta columna en tiempos en que un país imperialista ha iniciado una nueva guerra de agresión y de conquista. Hago ver que Chamberlain podría haber evitado la guerra ya en septiembre de 1938, pero no lo hizo y ese fue un error que costó muchas vidas y demasiado sufrimiento.


[1] Invito a leer Tierra ensangrentada, el best seller de Timothy Snyder y “En un mundo donde todo está permitido, Dios es el único refugio”

[2] Invito a leer El nuevo orden según Carl Schmitt y El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[3] Invito a leer La crítica y el progreso en “La sociedad abierta” de Karl PopperDefendamos nuestra civilización o al menos sus cuatro fines, según Popper y Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos 

[4] Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[5] La invasión soviética de Polonia empezó el 17 de septiembre de 1939.

[6] Un poco como los mismos alemanes habían visto durante mucho tiempo la convivencia entre ellos: como una lucha entre individuos por quién gana más, quién tiene más poder e influencia, la mujer más bonita o el hombre mejor partido o los hijos supuestamente más exitosos. Igual como ellos veían el mundo, también veían sus propias relaciones con sus vecinos y familiares, como una lucha… Thomas Hobbes manda saludos.

[7] Por el contrario, en el liberalismo sí existe el amor al prójimo. Popper lo explica muy bien: Popper y el mandamiento del amor al prójimo

Protestar o no protestar, that is the question

A casi dos años de la gran invasión rusa a Ucrania y de su intento de conquistar la totalidad de su territorio, continúo asistiendo, por lo menos una vez a la semana a la protesta que organiza el Partido Verde, frente al Consulado general de la Federación Rusa de la ciudad de Bonn.

A partir de este año, es el único consulado que opera en toda Alemania, ya que los demás fueron cerrados, debido a que no se dedicaban a labores consulares, sino a reclutar espías y correos y a coordinar el espionaje ruso en Europa. Supongo o más bien sé, que hay suficientes tontos útiles en Alemania que se prestan para traicionar a su país, especialmente entre los sectores que se llaman a sí mismos “patriotas”. Que los autodenominados “patriotas” traicionen a su país y “trabajen” para el enemigo es, por lo menos, un contrasentido.

Hace unos días, un hombre que salía del consulado se acercó a nosotros -a los participantes en la vigilia- y nos aseguró que “toda la gente que ustedes ven aquí está en contra de Putin y en contra de la guerra”. En conclusión, nos dijo que perdíamos el tiempo. Yo pensé: “con este frío, preferiría estar bajo techo, con un café en la mano y no aquí entumeciéndome de frío con una bandera de Ucrania en las manos”. Menos mal que ese día no había olvidado llevar guantes gruesos. Uno de mis co-manifestantes le replicó que él tenía derecho a hacer cosas sin sentido. Me pareció que no era la respuesta correcta, creo que protestar contra la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania tiene mucho sentido.

Nuestro interlocutor contó que él mismo había ido a manifestaciones contra la guerra. Pero que no se sacaba nada puesto que al gobierno de  Putin le daba lo mismo que nosotros protestáramos o que protestara todo el pueblo ruso. Esto es lo propio de una autocracia como la putiniana en que da lo mismo lo que piense la gente y donde las elecciones son una mera farsa. A nadie le cabe duda que la próxima elección presidencial la va a ganar Putin. Es increíble como los sátrapas modernos siempre quieren darse un barniz de democracia. Es una pena, Rusia se merece otra cosa.

Recordé entonces, lo que nos contó la antropóloga e historiadora rusa que había huido raudamente de San Petersburgo a Europa occidental, a través de Finlandia, después de que la dejaran en libertad, sólo por ser mayor de 50 años que, en Rusia es como ser super anciano, ya que la expectativa de vida es menor que en la de los países del mundo desarrollado. Ella había participado en una manifestación en contra de la guerra en la ciudad en la ribera del Neva. Me referí a ella en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra que invito a leer.

No es la primera vez que una mujer inteligente que sale del consulado ruso atraviesa la calle, viene a hablar con nosotros y nos agradece nuestra manifestación. Me referí a otra señora rusa que lo hizo en La guerra terminará cuando haya un muerto en cada familia.

Sí, a este lado del mundo, podemos protestar en contra de la guerra o hay incluso algunos que están a favor de la guerra y a favor de Rusia; y nadie los encarcela. Una amiga que vive en Brandenburg (en la ex-Alemania comunista) me dice que en su ciudad, hay gente que se manifiesta pro-Rusia en la plaza de su ciudad y nadie se los lleva a prisión, como ocurre en el reino de Putin, donde te condenan hasta 25 años sólo por llamar guerra a la guerra y no “operación especial”. Hoy en día, los rusos bromean: “el libro de Tolstoi se llama ahora ‘La operación especial y la paz’ y no ‘La guerra y la paz’”.

Ese mismo día en que se acercó el hombre que nos habló del sinsentido de nuestra manifestación, se acercó también una señora de rostro amable con una hija teenager. Ambas atravesaron decididamente la calle y, sin más, nos agradecieron que estuviéramos frente al consulado. La ciudadana rusa dijo que era muy valioso vernos protestar en contra de la guerra con nuestras banderas de Ucrania. Nos contó que ella era rusa, su marido ucraniano, y obviamente, ellos estaban en contra de la guerra y en contra de Putin.

Podemos pensar así o asá. Algunos pueden sostener que lo que hacemos no tiene sentido. Otros que sí lo tiene. Nos lo pueden decir directamente, nadie se va a pelear por tener una opinión diferente. Esa es la esencia de la democracia. Yo pienso que sí tiene sentido plantarse al menos una vez a la semana frente al consulado ruso, que tiene mucho sentido hablar con las personas que acuden al consulado, si ellas quieren hacerlo. A veces, me ha tocado ver escenas conmovedoras, como esta que relaté en mi columna El abrazo 

Y que conste que no nos pagan por pararnos al otro lado de la calle durante un par de horas, ya que protestamos gratis 

El abrazo

En mi columna ¿Dónde está Prigoshin? anuncié que uno de mis próximos artículos se debería titular ¿Dónde está Surovikin, el carnicero de Siria? Sin embargo, esa columna va a tener que esperar, porque nadie sabe dónde está Sergei Surovikin, también conocido como general Armagedón culpable, entre otros muchos crímenes, de la destrucción de Alepo.

Hoy quiero contarles algo distinto, algo que me pareció muy emotivo. Mis lectoras y lectores saben que asisto -si me es posible hacerlo- por lo menos una vez a la semana a una vigilia matinal frente al consulado general ruso, para protestar por la guerra contra Ucrania. Ya he contado en columnas anteriores, de mi experiencia en esa manifestación: la última de ellas fue Protestamos gratis. El título se debe a que una a una señora rusa le habían asegurado en el consulado que nosotros éramos agentes pagados.

La semana pasada, una joven rusa se acercó a nuestro grupo (ese día éramos muy pocos, el tiempo era muy malo: lluvia, viento y frío) y preguntó algo en ruso. Uno de los participantes en nuestra vigilia de protesta, le contestó que él venía de Irpin. No sé si todos ustedes saben que Irpin, al Noroeste de Kiev y al lado de Bucha, es una de las ciudades más destruidas por la soldadesca rusa[1].

El ciudadano de Irpin se había unido ese día a nuestra protesta -pequeña pero efectiva- y nos había mostrado videos de su edificio de departamentos que había quedado totalmente destruido después de un ataque de la artillería rusa. Con su autorización expresa, publiqué uno de sus videos en Instagram, que muestra lo que quedó de su casa después de un ataque ruso a la población civil… sólo escombros.

La joven mujer rusa lo miró fijamente, su expresión se hizo cada vez más triste, hasta que empezó a llorar, primero un poco y después más y más. En ese momento, todos nos acercamos a ella. Yo pensaba abrazarla… Pero el ucraniano se me adelantó y la abrazó con fuerza. Comenzaron a hablar. Se separaron un poco y siguieron hablando. La chica dejó de llorar, un poco y luego lloró aún más fuerte. El ucraniano la abrazó otra vez mientras ella lloraba y lloraba. Al final, él la acompañó a la estación del tren para que volviera a la ciudad donde vive.

Entre paréntesis, Rusia va a cerrar muchos consulados en Alemania. El que está en mi ciudad quedará abierto y, en consecuencia, será visitado por un número mayor de personas que ya no podrán acudir a los ya cerrados. Esto significa que nuestra protesta será vista por más gente. Tendremos así la oportunidad de hablar con más rusos y rusas que tienen sólo que atravesar la calle para ello[2].

Volviendo a la escena del abrazo entre el ucraniano de Irpin y la chica rusa: él la abrazó y la consoló. Un hombre cuyo país fue invadido por Rusia y para el que las consecuencias de la guerra no son abstractas, sino muy concretas, ya que se quedó sin casa, sin auto, sin recuerdos, sin hogar para su familia…. Todo lo que le pertenecía fue destruido en un acto de barbarie por parte de un estado terrorista que aterroriza a los habitantes de Ucrania, para que se rindan o para que abandonen el país. Un hombre de mediana edad que vió interrumpido su tratamiento oncológico en Ucrania y que tuvo que huir al extranjero para continuarlo.

El ucraniano abrazaba y consolaba a una joven proveniente del país que había atacado a su patria, destruido su ciudad, cometido crímenes de guerra, secuestrado a sus niños, violado a sus mujeres (y no sólo en Bucha, también en Irpin y otras ciudades), quemado sus libros, prohibido su lengua en las zonas ocupadas, bombardeado hospitales[3], teatros y universidades en un intento de borrar la cultura ucraniana que Putin dice que no existe, ya que todos los ucranianos serían rusos.

Ese hombre que había sufrido lo indecible y había tenido que marchar al exilio, consolaba a la chica rusa que lloraba y le pedía perdón una y otra vez por lo que Rusia está haciendo a Ucrania y a los ucranianos. Nos contó que su abuelita vive en Ucrania y su ciudad está constantemente siendo bombardeada por Rusia.

Afortunadamente, la nieta recibe información de primera mano de su babushka en Ucrania. Hay muchos rusos que sólo se “informan” o más bien se desinforman a través de los medios propagandísticos estatales rusos. En Rusia no hay prensa libre: los medios o son estatales o le pertenecen a algún oligarca, como al mismo Prigoshin y otros. También Gazprom tiene no sólo medios de “comunicación”, sino incluso un ejército privado, Wagner no es el único.

Como muchos otros rusos, la joven mujer nos dijo que ella es totalmente contraria a la guerra. Pero, protestar contra la guerra en Rusia es firmar su propia condena a quince años en un gulag[4], ya que te encarcelan inmediatamente, como nos contó la historiadora rusa que se acercó a nuestra vigilia en una oportunidad: Mientras más armas, más corta la guerra[5]

Desconozco cuál es la historia de la de la joven rusa… Pero seguro que se parece a la de tantos otros rusos y rusas que han tenido que abandonar su país en los últimos años, o en los últimos meses. Para renovar su pasaporte o hacer algún otro trámite deben acudir al consulado general ruso. Una razón más para continuar yendo a protestar al menos una vez por semana.


[1] “According to Human Rights Watch, on March 6, 2022, Russian forces bombarded an intersection on a road of Irpin which was used by civilians to flee.As of 24 March 2022, 80% of the city was recaptured from Russian occupants by Ukrainian Armed Forces. On 28 March, Mayor Oleksandr Markushyn announced that all of Irpin was fully recovered by the Ukrainian forces. On March 30, the mayor of Irpin said that the Russian military had killed more than 300 civilians and 50 servicemen in the city”, Wikipedia

[2] Publico fotos en mi cuenta de Instagram

Protestamos gratis

Como tantas veces, desde febrero del 2022, la semana pasada, participé una vez más en la vigilia frente al consulado de la Federación Rusa. Aunque la voz vigilia habla originariamente de una noche vigilante o pasada en vigilia, nuestra vigilia empieza en la mañana y termina al mediodía. Los clientes del consulado general ruso vienen por la mañana a realizar trámites consulares.

Muchos de ellos nos dan señales de agradecimiento: nos gritan desde el otro lado de la calle spasiba (gracias, en ruso) o Slava Ukraini (gloria a Ucrania[1]) o nos suben el pulgar o unen sus manos como el ícono de las redes sociales dándonos las gracias. Algunas pocas veces, alguien nos grita en ruso algo desagradable con expresión de enojo y no falta quien indica con la mano que estamos locos.

En general, la gente joven nos es mucho más favorable que quienes ya no lo son[2]. Lo que es bien lógico, ya que la generación mayor vive prisionera de la televisión estatal rusa. Ya no queda televisión privada o que no pertenezca a algún oligarca amigote de Putin. La gente joven habla otros idiomas y, en consecuencia, no se desinforma a través de la tendenciosa Russia Today u otros medios similares.

Los musulmanes (se reconocen fácilmente porque las mujeres llevan pañuelo) son igualmente favorables a nuestra vigilia, lo que también es bien lógico, y no sólo por las atrocidades cometidas por los rusos durante las guerras en Chechenia, verdadero ensayo de los crímenes de guerra en Siria y ahora en Ucrania. Sino también por la opresión de las naciones musulmanas que quedaron dentro de la Federación, considerados más bien como pueblos auxiliares al servicio de los rusos.

Un día de la semana pasada, una señora de mediana edad (entre 35 y 45, diría yo) cruzó la calle y se acercó a nosotros, para agradecer nuestra vigilia. Nos contó que en el Consulado le habían dicho que nosotros éramos agentes pagados. No puede haber nada más absurdo: es la típica mentira a la que recurren los regímenes autocráticos para desprestigiar a sus opositores o, en general, a quienes no están de acuerdo con ellos.

Es cierto que, a lo largo de la historia ha habido -y sigue habiendo- activistas financiados por alguien; pero les aseguro que a nosotros no nos paga nadie por protestar frente al consulado ruso. Es puro convencimiento. En una ocasión, un hombre que salía del Consulado quiso darme un billete de €50. Obviamente lo rechacé con amabilidad y le sugerí donarlo a alguna organización no gubernamental que ayude a los refugiados de Ucrania.

La señora nos contó que su familia venía de Bajmut, que -como todos sabemos- es una ciudad ucraniana. Así que, en principio, me pregunté qué hace una persona de Bajmut en el Consulado ruso. Pero no hay que olvidar que Ucrania fue anexada por la Unión Soviética luego de la Primera Guerra Mundial (después de gozar de apenas un par de años de independencia)[3] y ahí estaba el origen de su pasaporte ruso.

Sus padres procedían de Bajmut; pero fueron destinados, la mamá a Wladiwostok y el papá a Tomsk. Yo le comenté: “en esas ciudades decidieron trabajar”. Ella me quedó mirando y me contradijo: “En la Unión Soviética, nadie podía decidir donde quería trabajar. El estado te enviaba a alguna parte y tú tenías que ir. No existía libertad de escoger la ciudad para trabajar o para vivir”. Más adelante, pudieron casarse y la mamá también se mudó a Tomsk, en la parte occidental de Siberia.

Su papá ya murió, su mamá sigue en Tomsk. Ella no la puede visitar, ya que la mamá vive en Séversk, la ciudad cerrada a orillas del río Tom[4]. Durante la época soviética, se la consideraba un centro de tecnología y ahora parece que Putin sigue imaginándose que alguien quiere copiar tecnología rusa. Después de Tetris (1984), no se me ocurre nada más que se pueda copiar. Su mamá no puede salir y ella no puede entrar a Séversk.

Durante la era soviética, los ingenieros y en general, los científicos que egresaban de las universidades de Ucrania eran muy apreciados (por no decir codiciados). Al parecer su formación era muy buena y resultaban útiles para el estado[5]. No me extraña que los papás ucranianos hayan terminado en Tomsk, uno de los centros de tecnología creados durante la postguerra soviética, trabajando para el estado que, por otra parte, era el único empleador..

Nos aseguró que ella no estaba de acuerdo ni con la guerra, ni con Putin, ni con el régimen de Rusia. Por ello, quería renunciar definitivamente a la nacionalidad rusa. Pese a que eso significaba que, probablemente, no podría ver más a su mamá, ya que, si para los rusos era difícil entrar a Tomsk, a una extranjera le sería imposible, no le darían permiso para entrar a la ciudad.

Le mostré mi bandera de la oposición rusa y me insinuó que perdía el tiempo. Es lamentable, pero no deja de tener razón. Pese a ello, sigo siendo idealista, aunque reconozco que la oposición lo tiene muy difícil. La rusa es una sociedad sin cuerpos intermedios y sin nada que se parezca a una sociedad civil. El régimen de Putin es cada vez más opresivo frente a cualquier tipo de oposición, lo que lo ha llevado a convertirse en un nuevo Stalin[6].

Al final, cuando nos despedimos, la mujer rusa de Bajmut y una manifestante ucraniana de Kherson se abrazaron fraternalmente. Una rusa (al menos en el papel) y una ucraniana se encuentran frente al Consulado general de Rusia en Bonn. Ambas están en contra de la guerra, en contra de Putin y su desgobierno o su régimen mafioso, como lo llama Kasparov[7].

La valiente mujer aún rusa prometió que, cuando termine todo el papeleo y deje de ser oficialmente rusa, vendrá a protestar con nosotros. Antes, creo que no es aconsejable hacerlo… Preferiría no verla más y que la guerra termine antes de seis meses y no tengamos que protestar gratis semana a semana… Que la guerra termine con la victoria de Ucrania. Que triunfe el derecho sobre la fuerza y no la fuerza sobre el derecho[8].


[1] “La expresión surgió a principios del siglo xx con diversas variaciones, y se popularizó durante la guerra de independencia de Ucrania (1917-1921)”, en Wikipedia

[2] Por  ejemplo,  la hija de la mujer rusa en “Que se vayan todos los políticos”

[3] En la película “Holodomor”, de 2017, con Max Irons queda muy claro este proceso de anexión basado en un engaño y también en la fuerza de las armas del Ejército Rojo comandado por Trotski. Fíjense en el personaje de Mykola, interpretado por Aneurin Barnard. También en Red Secrets, de la directora Agnieszka Holland.

[4] “Una ciudad cerrada, ciudad secreta o pueblo cerrado es una población donde están restringidas las visitas y pernoctaciones, de forma que se requiere de una autorización especial para ello. El motivo puede ser la existencia de una base militar o un centro secreto de investigación científica. En la Unión Soviética existían numerosas ciudades cerradas, y, tras su disolución en 1991, algunas mantuvieron su estatus”, en Wikipedia

[5] “Todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado” es la fórmula del fascismo.

[6] El abuelo de Putin fue uno de los cocineros de Stalin y sobrevivió al dictador, lo que no deja de ser sorprendente, ya que Stalin temía que lo envenenaran y muchos de sus cocineros fueron ejecutados tan sólo por alguna sospecha. A los temores de Putin, me referí en El levantamiento de los mercenarios

[7] Ver la nota 5 en mi columna Más sobre la corrupción en Ucrania

[8] El testimonio de otra mujer que salía del consulado en Mientras más armas, más corta la guerra 

Armas para Ucrania

En mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, relaté una conversación sumamente interesante con una historiadora y antropóloga rusa que también salía del consulado de la Federación rusa de la ciudad donde vivo. En “Que se vayan todos los políticos”, me referí a otra conversación, algo menos interesante con otra señora rusa que salía del consulado general, luego de haber hecho algún trámite.

Hoy, me gustaría contarles de otra persona que se acercó a conversar con nosotros. Esta vez, no era una señora rusa, sino una señora alemana. Ya de sus años, pero muy bien llevados, muy “deportista”, esa mañana había salido a caminar unas cuantas cuadras, como todas las mañanas, nos contó. Nos contó que apoyaba a Ucrania y que había participado en la primera manifestación frente al Consulado, el mismo 24 de febrero del 2022.

Se acercó a nosotros, porque -nos explicó- quería hacernos una pregunta, algo que le preocupaba desde hacía semanas. Nos contó que ella era feligresa de la Iglesia evangélica y que su iglesia está dividida en torno a la cuestión de las armas para Ucrania. La mitad de los evangélicos alemanes piensa que sí hay que entregar armas y la otra mitad no, nos dijo. Ella, como “pacifista”, no estaba de acuerdo con la entrega de armas. Pero quería saber nuestra opinión.

Yo le dije que yo estoy de acuerdo en entregar armas a Ucrania. Más aún, creo que es una necesidad ayudar a los ucranianos y a las ucranianas a defenderse. La guerra de Rusia contra Ucrania es claramente una guerra de agresión y el derecho internacional no sólo no nos prohíbe entregar armas a un país atacado, sino que nos obliga a ello. Más aún si existen dos resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenan la invasión rusa. Y la condena fue votada a favor por la inmensa mayoría de los países del mundo representados en la Asamblea. Podemos contar con los dedos de una sola mano los países que votaron a favor de Rusia.

Mi amigo -también extranjero, más concretamente irlandés- que participaba conmigo en la manifestación agregó que él estaba de acuerdo con la entrega de armas y que lo veía como una necesidad, como una exigencia de solidaridad internacional. Él no dijo que era irlandés, sino que era británico y a la señora se le caía la baba al escuchar a un “inglés”.

Entonces ella aprovechó de decir que su papá había partido a la guerra en 1941 y no me quedó claro si volvió o no, tampoco quise preguntárselo, ni preguntarle si su papá era o no partidario del nacionalsocialismo, como la mayoría de los alemanes protestantes de entonces.

Le dije que recordara la reunión de 1938 en München. En ella, la política del appeasement no había detenido a Hitler, muy por el contrario. Chamberlain (el primer ministro más poderoso de Europa y el único que podía hacerle frente a Hitler) se decidió a aceptar la invasión de los territorios checos de lo que entonces los nazis llamaban Los Sudetes. Esta es una denominación ahistórica, que comenzó a usarse después de 1918 y denomina las regiones de Moravia y Bohemia, en que la mayoría de los habitantes hablaba alemán (alemán de Austria, era gente que poco y nada tenía que ver con Alemania, su cultura era muy distinta).

Neville Chamberlain podría haberle dicho a Hitler que no. No a la invasión y posterior anexión de la región de Los Sudetes. Pero, Gran Bretaña aceptó la exigencia del canciller Hitler y Chamberlain regresó “triunfante” a Londres y al bajar del avión mostró el papel con su firma y la de Hitler -y también de Mussolini y de Édouard Daladier- en el Tratado de München de septiembre de 1938.

El premier británico estaba convencido que había evitado la guerra y logrado la paz, a cambio de un -para él- territorio checoslovaco insignificante ubicado justo en la frontera con Baviera. Hoy en día, alguna gente dice que hay que negociar con Putin y aceptar que ocupe Crimea y el Este de Ucrania a cambio de la paz. A Hitler y a Putin, este tipo de concesiones sólo le abren más el hambre. Después de los Sudetes, Hitler se hizo de toda Europa continental que quedó bajo poder de los alemanes. Lo mismo pasaría con Putin si aceptamos cederle territorio de Ucrania. Seguirán Moldavia, Georgia y mejor no pensar en qué más están reclamando… Kadyrov exige incluso el Este de Alemania[1].

Chamberlain, Mussolini y Daladier no le preguntaron a los checos si ellos estaban dispuestos a cederles parte de su territorio a Alemania nazi. Hoy, hay gente que cree que la decisión sobre el territorio de la República de Ucrania no es algo que concierne a Ucrania, sino que la decisión debe ser tomada por otros países. Por países más grandes, más necesitados de gas o de petróleo, más cómodos o más cobardes… O países que, simplemente, no quieren más estrés.

La señora argumentó que ella nunca usaría armas. Que preferiría que la mataran. Aseguró que ella no haría nada y eso es lo que debería hacer Ucrania: “dejar pasar de largo a los agresores sin hacer nada”. Le respondí que la agresión rusa no “pasa de largo”, sino que se queda. Putin invadió Ucrania y quiere quedarse, anexar Ucrania a su territorio. La guerra de agresión rusa no es una cosa que pasa y después Ucrania pueda seguir su camino. Puesto que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Lo que se me pasó preguntarle fue si ella tampoco haría nada si tiene familia a la que defender. Porque ella puede tomar la decisión de no hacer nada; pero qué pasa con la gente a su lado, hijos, por ej. Tal vez la vea de nuevo y la pregunte. Nuestra decisión acerca de cómo reaccionar ante un ataque no nos afecta sólo a nosotros, sino al grupo de gente a nuestro lado.

Le pregunté si conocía los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en Butscha e Irpin, por ej. Ya debido a tales crímenes no se puede hablar de que las tropas rusas “pasen de largo”. Como si después de invadir Ucrania, se retiraran pacíficamente y todo siguiera igual. Le pregunté si ella no ayudaría a una mujer que está siendo violada… Nuestra interlocutora parecía decir aquello que describí en mi columna Cuando me violaron: “Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida y te vas a olvidar de este episodio. O perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”.

La invité a volver y hablar con un pastor protestante que viene muy seguido a nuestra manifestación. Él, es fundador de un grupo pacifista; pero ahora es, sin duda, partidario de entregar armas a Ucrania. Nos despedimos muy amablemente y ella siguió su caminata. Me pregunto cuántas abuelitas en Mariupol, en Lisichansk o en cualquier otra ciudad en Ucrania, pueden salir tan descuidadas a caminar por la mañana sin riesgo de su vida…


[1] Curiosamente, en el territorio de la otrora República democrática alemana o Alemania comunista, Putin tiene muchos fans.

La prueba de fuego de Benedicto XVI

Escribí esta columna (que tuvo miles de lectores y lectoras durante las primeras horas después de su aparición) enel diario chileno “La Segunda”, donde publicaba una columna, al culminar la Jornada de la Juventud que se realizó en la ciudad de Colonia y donde el esperado era Juan Pablo II. Por ello, la denominé una prueba de furgo para el entonces nuevo Papa. Ahora que Benedicto ha muerto, me parece importante volver a subirla a internet.

La Jornada de la Juventud ha sido la prueba de fuego para Benedicto XVI.

El teólogo alemán volvía a su patria, como él mismo llamó a Alemania (Vaterland) al bajar del avión en Colonia y bromear con el ex jefe del FMI, hoy presidente federal, Horst Köhler.

El ex prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe regresaba a un país que -seamos sinceros- prefiere al psico-exegeta Drewermann o al profesor de Tübingen Hans Küng, eterno contradictor del Cardenal Ratzinger y autoproclamado teólogo del milenio, y no al ex arzobispo de München.

Asimismo, un nuevo Papa, después del larguísimo pontificado de Juan Pablo II, invita inevitablemente a las comparaciones. Y puestos a comparar, el retraído estudioso de la teología que huía, hasta ahora de las multitudes, no parecía la persona más indicada para entusiasmar y hacer vibrar en una especie de Woodstock urbano de una semana de duración, a 800.000 jóvenes.

Ni el más indicado para dirigirse a ellos en una vigilia de sábado por la noche, ni de celebrar una misa para más de un millón de personas en un campo que equivale a 273 estadios de fútbol. Menos aún cuando la música pop de la misa del domingo no es precisamente lo que nos imaginamos que más agrada al pianista Joseph Ratzinger.

La imagen del Panzerkardinal, difundida en Alemania, no se compagina con un Vicario de Cristo que visita, en la sinagoga de Colonia, a nuestros hermanos mayores, término que procede de la pluma y de la mente del mismo Ratzinger, circunstancia apenas conocida.

Muchos pensaban que, al no venir el Papa polaco, los jóvenes eslavos -en quienes JPII tenía puestas tantas esperanzas para la nueva evangelización de Europa- estarían ausentes de las Jornadas. Pero no fue así, vinieron y en abundancia y, para que no quedara duda alguna de cuál es su actitud frente al sucesor de Karol Wojtyla, se leía en una pancarta en polaco: “La generación JPII ama a Benedicto”. El mensaje no podía ser más claro.

La respuesta de los alemanes no podía ser menos: un grupo de jóvenes bávaros gritaba a voz en cuello, frente a la catedral de Colonia, “Tenemos un ídolo, se llama Benedicto”.

¿Qué es lo que entusiasmó tanto a los jóvenes del mundo en Colonia? Encontramos la respuesta en las mismas palabras del Santo Padre: “La verdadera revolución capaz de trasformar el mundo es la que proviene de Dios”. Este es un no bien grande a frente al conformismo y a la desesperanza: “los santos son los verdaderos reformadores” o, invirtiendo los términos, los santos son necesariamente reformadores.

El anti-relativista Ratzinger, tan criticado por sus palabras durante los funerales de JPII, en que se refirió a la dictadura del relativismo, explica que “la absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo”. Es el intelectual riguroso, pero dialogante que, a mediados de los 90, se atrevió a mantener un debate público con el insigne representante de la Escuela de Frankfurt, el filósofo Jürgen Habermas.

Hay una frase del discurso de la vigilia que deja muy claro que, como señala Messori, Ratzinger es un intelectual post-moderno que, pese a sus dudas, cree: “se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo ha dicho: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña”. Prosigue de una manera muy humana y muy divina: “En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores”.

Y entonces aparece el Ratzinger internacional, el que viajó por todos los continentes para participar en simposios universitarios: “la Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual Él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones”.

Sin duda, la internacionalidad de la Iglesia se expresó claramente esta semana en Colonia, en el mar de banderas de las más diversas procedencias y en los idiomas y dialectos que se escuchaba por las calles de la ciudad.

Los jóvenes respondieron al Papa y el Papa respondió a los jóvenes. Benedicto pasó exitosamente la prueba de fuego.

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

Gauck, el ex presidente alemán sobre las armas para Ucrania

Hay quien piensa que no deberíamos enviar armas a Ucrania. Habría que obligar a los ucranianos a sentarse a la mesa de negociaciones. Incluso firman cartas exigiéndolo y con ello, exhortan implícitamente al gobierno a que admita que perdió la guerra y, en consecuencia no siga sacrificando vidas humanas. Como si no fuera Rusia la que bombardea ciudades y comete crímenes de guerra, como los bien documentados de Butcha y Mariupol, entre otros muchos.

Es más o menos la misma gente que, en los primeros días de la invasión a Ucrania aseguraba que Ucrania no resistiría ni tres días, que Selenski huiría en helicóptero y Moscú instalaría un gobierno marioneta (como en Afganistán y otros países durante la era soviética). Y tomaría Kiev en un dos por tres (lo intentaron, pero no lograron tomar el aeropuerto). Siempre pueden recurrir a la amenaza de la bomba atómica que nos lanzará Putin si no hacemos lo que él quiere. O simplemente nos  cortará el gas…

En honor a la verdad, el gobierno de Ucrania estuvo dispuesto a negociar desde la primera hora, incluso Selenski ofreció cosas tan concretas -y dolorosas para Ucrania- como renunciar a ingresar algún día a la OTAN y congelar el tema de Crimea y hasta la delimitación de la frontera con Rusia en Donetsk y Lugansk. Las conversaciones fueron interrumpidas después de descubrir los crímenes de Butcha.

Selenski insistió en que él quería conversar directamente con Putin, a lo que el presidente ruso se negó en forma reiterada. Me imagino que negociar con el presidente de Ucrania sería desdecir toda la propaganda que divulga Russia Today y medios estatales similares en manos del Kremlin, en el sentido que Selenski sería un nazi[1].

El fin de semana, el ex-presidente alemán Joachim Gauck advirtió con meridiana claridad que “el rechazo a la entrega de armas favorece al agresor[2]. Así es: no entregar armas a Ucrania favorece a Rusia y no conduce a la paz. Por lo demás, Rusia tiene en estos momentos cero interés en sentarse a conversar, como lo demostró claramente la semana pasada el poderoso ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov, en la Cumbre del G20 en Indonesia. Lavrov habló ante los sus colegas los ministros de los otros países y se fue inmediatamente después. Abandonó la reunión, abordó su avión y se volvió a Moscú[3]. Fue incapaz de escuchar a los demás ministros. Dijo algo así como “si los otros países no quieren que Rusia gane la guerra, no tengo por qué escucharlos”.

Negar armas a Ucrania es como decirle a una mujer atacada por un violador: “si te doy un arma, todo será mucho peor, ya que tu violador se volverá más violento, se puede volver loco e incluso matarte o dejarte en silla de ruedas. Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida (…) perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”[4].

Pienso que no sólo podemos entregar armas a Ucrania, sino que tenemos que hacerlo. Algunos expertos sostienen que el derecho internacional obliga a ayudar  a un país agredido también mediante la entrega de armas. Hay muy pocos casos en la historia en los que es tan absolutamente claro quién es el país agresor y quién el agredido. Tampoco podemos olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Cito nuevamente al ex-presidente alemán: aquí “hay un agresor y una víctima. (…) Pretender que debemos guardar la equidistancia las dos partes es una distorsión de lo que sabemos que es la realidad y es una percepción muy mala” de la misma[5]. Joachim Gauck nos llama a tomar parte a favor del país víctima de la invasión rusa. No podemos, una vez más, quedarnos de brazos cruzados frente a una guerra de agresión, lo impiden el derecho internacional y la moral más elemental. No es tiempo de volver a una política de appeasement que ya sabemos a donde condujo en el pasado.

El ex-presidente Gauck se pregunta “¿Cómo puedo poner toda mi confianza en negociaciones y al mismo tiempo debilitar a una de las partes en la negociación, concretamente al país invadido, al más débil, no ayudándolo más?[6] Tiene razón: hay que entregar armas a Ucrania, para que pueda sentarse a la mesa de negociaciones  desde la mejor posición posible, que le permita mirar a Rusia a la misma altura. No hay que ser estratega para saber que, mientras mejor sea tu posición militar, mejor serán los resultados cuando te sientes a negociar.

Una “paz dictada” sería una aberración y llevaría a una nueva guerra en los próximos años. Además, no es un secreto para nadie que Rusia no se detendrá en Ucrania. Es la misma Ucrania, a través de su gobierno libre y democráticamente elegido, quien tiene que decidir hasta dónde lucha y a qué puede renunciar y a qué no.

Hay que apoyar a una víctima. Tengo que valorar lo que me es querido. Y si lo valoro, también debo defenderlo”, continúa Gauck[7]. Así es, la guerra que libra Ucrania es una lucha en nombre de todos nosotros quienes creemos que el mejor sistema de gobierno es la democracia liberal que significa la alternancia en el poder[8], el respeto a los derechos fundamentales, al estado de derecho y a la economía de mercado. En este sentido, Putin tiene razón, es una proxy war, pero no entre Rusia y la OTAN[9], sino entre la sociedad abierta[10] y el autoritarismo[11].

Y aunque no fuera así, Ucrania tiene todo el derecho a seguir, libre y soberanamente, el camino que quiera. Incluso uno que no nos guste. Putin no le puede imponer continuar bajo la hegemonía rusa, como en la época soviética. La era soviética terminó hace más de treinta años, afortunadamente ya es pasado. El neoimperialismo ruso que observamos actualmente es su aberrante continuación histórica.  

Si Ucrania  quiere formar parte de la Unión Europea[12] y no de la Unión de Eurasia[13] o de otra organización de fantasía organizada desde Moscú, es libre para hacerlo[14]. Hay que entregarle armas para que defienda su libertad, su independencia y soberanía y, en definitiva, también la nuestra.


[1] Lo que es bastante curioso porque es judío. Pero en su inconmensurable perfidia, Sergei Lavrov aseguró a la prensa italiana que los peores nazis habían sido judíos. E incluso que Hitler habría sido judío. A esto me referí en mi columna Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[2] “Verzicht auf Waffenlieferungen ist eine Begünstigung des Aggressors”.

[3] Tal como hizo Putin en noviembre de 2014, que abandonó el G20 que se efectuaba en Australia.

[4] Cuando me violaron Si lo quieren leer en alemán: Als ich vergewaltigt wurde

[5] “Es gibt ein Schwarz und ein Weiß. Es gibt hier einen Aggressor und es gibt ein Opfer. (…) So zu tun, als würden wir äquidistant zwischen diesen beiden Parteien stehen – das ist eine ganz schlimme Verzerrung unserer Wahrnehmung”. La traducción es mía y no es literal.

[6] “Wie kann ich auf Verhandlungen setzen und gleichzeitig einen Verhandlungspartner, nämlich den überfallenen und schwächeren, dadurch schwächen, dass ich ihm nicht weiter aufhelfe?”

[7] “Einem Opfer muss man doch beistehen. Das, was mir lieb und teuer ist, muss ich doch schätzen. Und wenn ich es schätze, muss ich es doch auch verteidigen”.

[8] “La alternancia en el poder consiste en la posibilidad de elegir a una persona distinta a la que está en el gobierno y es uno de los elementos esenciales del sistema democrático de gobierno. En efecto, el cambio de gobierno por medios pacíficos, y por tanto civilizados, es consustancial a la democracia”, El juego democrático de la alternancia en el poder Recordemos que Putin ya está 23 años en el poder y seguramente, como Stalin, morirá en él.

[9] “La OTAN es una alianza defensiva que no se dirige en contra de nadie, menos que nada en contra de Rusia, pese a la persistente propaganda en redes sociales y medios de extrema izquierda y de extrema derecha unidos en la mentira”, Tres mentiras sobre Ucrania, la OTAN y Rusia

[10] Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos

[11] En mi columna StandUpForUkraine, señalé:“en la guerra de Ucrania, defendemos más que el territorio de un estado nacional. En la guerra en Ucrania, unos pocos valientes defienden nuestra manera de vivir, nuestro way of life pluralista, tolerante, democrático y liberal. Defendemos el sistema de economía de mercado y la organización política con división de poderes, el estado de derecho, el check and balances” 

[12] “Precisamente fue su acercamiento a la Unión Europea lo que motivó los problemas con Moscú, ya en la época del Euromaidán”, Corrupción en Ucrania

[13] Formada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia, que es el país hegemónico.

[14] Invito a leer mi recensión de un libro de Gauck: «El poder tiene un sabor desagradable». Joachim Gauck, activista por los derechos humanos, en la revista mexicana Istmo.

Cuando me violaron

Ayer, cuando volvía a mi casa caminando, a eso de las 9 de la noche, saltó un hombre desde entre los matorrales que hay en el parque de la esquina, me tomó del brazo con fuerza y me arrastró hacia su escondite, detrás de unos arbustos. El hombre medía cerca de un metro 80, era fortachón, por no decir un poco gordo. Me tiró al suelo, se puso sobre mí y comenzó a sacarme la ropa. Pude ver su cuerpo musculoso y su piel cubierta por tatuajes.

Comencé a gritar fuerte y a pedir ayuda. El hombre trataba de taparme la boca; pero entre que intentaba sacarme la ropa y apretarme contra el suelo, cargando sus cien kilos de peso sobre mi cuerpo, no podía impedir que yo gritara y que lo hiciera muy fuerte. En el curso de defensa personal que hice, la policía nos recomendó huir (si no era posible, mantenernos a distancia) y buscar ayuda inmediatamente, en el peor de los casos, gritando. Como no podía escapar, sólo me quedaba la alternativa de gritar.

Desde el segundo piso de la casa más cercana a los matorrales donde me había arrastrado el hombre, salió otro hombre, un vecino al que no conozco demasiado bien; pero siempre me había parecido que debería ser un hombre correcto. Era un poco más alto que el delincuente que me tenía bajo su poder, siempre correctamente vestido y creo que de un buen pasar. Lo vi en un momento que pude girar la cabeza y levantarla un poco. Le grité muy fuerte pidiéndole que me ayudara. En eso, apareció su familia en la ventana, que abrieron completamente. Estaba su mujer y sus dos niños mirando horrorizados.

Pensé que mis problemas se resolverían ya que el vecino vendría en mi ayuda. Era bastante atlético, así que, de todas maneras, ganaría la pelea contra el violador. A todos esto, el violador ya me había bajado los pantalones y levantado la blusa. Mi cuerpo desnudo era apretado contra el suelo… Piedras, guijarros, espinas, arena gruesa y ramas me hacían daño en mi piel desnuda. Pero el daño mayor lo causaba el violador.

El vecino atlético desapareció de la ventana y tuve la esperanza de que la pesadilla pasaría, el hombre tatuado no podría violarme y el vecino me defendería. Vi que su familia seguía mirando por la ventana y que los niños le gritaban al tipo que me dejara. La mujer sólo miraba con gesto de horrorizada. En un momento, trató de que los niños se alejaran de la ventana, probablemente, no quería que los pequeños vieran una violación. Los chicos seguían mirando, tan horrorizados como su mamá y, por un momento, pensé que si los dos niños venían y le lanzaban piedras o le pegaban con palos, el violador me dejaría finalmente.

Mi situación era desesperada, ya no tenía calzones y mi cuerpo estaba a la disposición del violador al que parecía darle lo mismo que los niños lo miraran. O tal vez pensaba que los niños no entendían lo que pasaba. De pronto, el violador les gritó algo así como “ella se lo merece, es una mala mujer, una prostituta”. Lo que evidentemente es absolutamente falso. Mi vecino sabe que no es así. Y aunque así fuera, no puedes violar a nadie, tampoco a una prostituta.

En eso, el vecino atlético apareció detrás de los arbustos. Estaba armado con un bate de béisbol y le gritó al violador que me dejara. Éste cesó un momento y lo miró. Pero luego, volvió al ataque y a intentar penetrarme. Sí, ya iba muy adelantado en la violación. Parece que no se podía concentrar con el vecino al lado armado con un bate de béisbol y gritándole que me soltara. No le hizo el menor caso y siguió adelante con la violación. El vecino no cruzaba los matorrales, sino que permanecía mirando detrás de ellos.

El vecino seguía al otro lado de los matorrales… El hombre seguía intentando penetrarme. En mi cabeza, todo se daba vueltas y no podía creer lo que me estaba pasando. El hombre cambió el centro de su apoyo de un brazo al otro y en eso, perdió un poco el equilibrio y yo pude arrastrarme hacia atrás y liberarme parcialmente de él. Era mi oportunidad. Le pedí al vecino que me diera el bate de béisbol para defenderme, ya que él no se atrevía a usarlo. Me lo podía pasar fácilmente a través de las ramas de los arbustos.

El violador estaba sorprendido de que yo le pidiera un arma contundente al vecino y perdió aún más el control, lo vi en su cara, estaba entre sorprendido y atemorizado. Se quedó un momento inmóvil, observando al vecino. Sabía que, si me pasaba el bate de béisbol, yo tendría un arma con la que podría defenderme. Fue muy grande mi sorpresa y mi decepción, ya que el vecino le contestó que no me lo iba a pasar, porque sería muy peligroso para mí tener un arma en ese momento. “Un bate de béisbol es muy peligroso para ti”, me explicó. El violador sonrió socarronamente y continuó su violación. Parece que le daba lo mismo que lo miraran.

Hasta ese momento, yo había estado tranquila, de alguna manera confiaba en que el vecino me ayudaría… Pero cuando el vecino se negó a pasarme el bate de béisbol, creo que me desmoroné, fue como perder la confianza en la humanidad. No lo podía creer: yo estaba dispuesta a defenderme a mí misma, no le pedía que peleara por mí. Sólo quería que me diera el arma contundente que tenía entre las manos y que habría sido suficiente para que yo me liberara del violador.

El vecino me explicó a gritos desde el otro lado de los arbustos: “el bate de béisbol es un arma, si te lo doy, todo será mucho peor, ya que tu violador se volverá aún más violento, se puede volver loco e incluso matarte o dejarte en silla de ruedas. Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida y te vas a olvidar de este episodio. O perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”.  

Cualquier parecido con la realidad actual, cualquier parecido de los personajes con la invasión a Ucrania es pura casualidad.

Putin llega con 200 años de retraso

Putin llega con 500, 200 o, en el mejor de los casos, con 80 años de retraso. Muchos lo comparan con Iván el Terrible, con Catalina la Grande o simplemente con Stalin. Catalina era una princesa alemana, hija de un general prusiano (y príncipe de Anhalt). Una mujer muy culta, amante de la música, de los hombres y del poder. Llevó a cabo una gran reforma administrativa, propia del absolutismo ilustrado. Tuvo más de veinte amantes y cinco hijos, dos del zar y tres de uno de sus amantes[1].

Como ningún otro zar antes que ella, Catalina expandió el territorio ruso, convirtiéndolo en el Imperio de los Zares (la palabra zar viene de césar). Entre otras cosas, fue ella quién ocupó Crimea en 1783, y parte del sur de Ucrania, que pasó a denominar “Nueva Rusia”, denominación que ha vuelto a ponerse de moda en el reino de Putin. Entre 1787 y 1792, Catalina y sus generales lograron expandir su territorio hacia el Mar Negro. Mediante su proyecto conocido como el “plan griego”, pretendía crear una “nueva Bizancio” bajo dominación rusa. Proyecto que fracasó debido a la oposición de Austria.

La princesa alemana, convertida en zarina, participó en la llamada “tercera partición de Polonia”, que significó agregar un millón de kilómetros cuadrados a su Imperio. Gracias a Dios, en el transcurso de la historia, Polonia pudo recuperar su calidad de estado y luego de muchas particiones, ocupaciones, invasiones e intentos de aniquilar la cultura, la lengua y, en definitiva, la nación polaca, por ej., por parte del nacional socialismo.

Catalina la Grande es un personaje admirado y alabado, su imagen histórica fue capaz de inspirar incluso a la ex-canciller Merkel. Sí, hace doscientos años, los conquistadores -en este caso, una conquistadora- era admirada y podía convertirse en inspiración para futuros políticos. La fuerza de las armas arrasaba con toda resistencia y obligaba a pueblos, a naciones o a etnias, a aceptar el dominio extranjero, que significaba pagar impuestos al zar, contribuir militarmente con él en sus empresas bélicas y someterse a su influencia cultural, lo que implicaba aceptar su derecho y sus costumbres e incluso, adoptar su religión.

Los nuevos territorios conquistados por la fuerza de las armas, pasaban a ser parte del Imperio. O, si conservaban una relativa autonomía, integraban el ámbito de su hegemonía. En definitiva, no eran realmente soberanos, no podían tomar libremente sus decisiones, sin consulta o autorización del hegemón. Menos aún firmar alianzas con otros estados… Eran estados vasallos.

La Unión Soviética, no en vano sucesora del Reino de Catalina, continuó la costumbre ancestral y la perfeccionó. Especialmente Stalin fue un excelente alumno de la política expansionista de los zares. El georgiano Dschughaschwili (que comenzó su carrera como delincuente, lo que le ha valido más de un podcast de true crime[2]), expandió su zona de hegemonía, de influencia y de dominio a la mitad de Europa, concretamente a toda Europa Oriental. Evidentemente, a ello contribuyó otro delincuente, Adolf Hitler, con el que Josef Stalin marchó conjuntamente durante sus primero años[3].

La URSS puso a los países que se iban sumando a su bloque -no sólo en Europa, sino en el mundo entero- bajo una especie de curatela de la que no podían salir. De partida, porque creían que el proceso histórico descrito en la filosofía del materialismo dialéctico era irreversible[4]. Los estados que pasaban a formar parte del mundo comunista, no podían abandonarlo y estaban sometidos para siempre a un derecho a veto y a la intervención si era necesaria, como vimos en Checoslovaquia, en Hungría, en Polonia y en la RDA (1957). El mundo queda así dividido en zonas de influencia y de hegemonía. Un concepto muy schmittiano, pero claro Carl Schmitt[5] no sólo influye sobremanera en la extrema derecha, sino también en la extrema izquierda.

Stalin y sus sucesores usaron la ideología del marxismo-leninismo como vehículo de dominación al servicio de su imperialismo. El imperialismo, que la propaganda comunista tanto criticaba, era tan sólo deplorable, en tanto no fuera su propio imperialismo. En su cerrazón ideológica y totalitaria, el imperialismo sólo podía ser capitalista. Cuando la URSS invadía un país y se apropiaba de él, instalaba un gobierno marioneta. Pero los jerarcas comunistas no lo llamaban imperialismo, sino liberación de las clases trabajadoras, del pueblo o recurrían a slogans similares.

Putin sostuvo, esta semana, que Rusia liberaría a Ucrania (como habría hecho antes con su estado vasallo Bielorrusia) de los fascistas que se habrían apoderado del gobierno en Kiev y tendrían oprimido al pueblo. Los ucranianos no sólo serían fascistas, sino también drogadictos. Aseguró que Ucrania se hallaba desde hace años en una guerra civil. Qué raro, yo pensé que el pueblo ucraniano había elegido ya varios presidentes[6] desde el triunfo del movimiento del Maidán y desde que el último presidente que se puede considerar marioneta de Moscú, huyó desde su palacio construido con dineros malversados, en un helicóptero, a Rostov del Don (Rusia).

Ucrania será desmilitarizada, anunció Putin. Lo que necesariamente significa que el ejército ruso destruirá al ucraniano. Esto tiene un solo nombre: guerra. Es difícil para Putin justificar una guerra frente al pueblo hermano de Ucrania, de manera que tiene que buscar “razones” para ello. En Ucrania, tendría lugar un genocidio organizado por viejos nazis. Esta es la manera de intentar explicar ante el propio pueblo ruso, la invasión y la guerra contra Ucrania. Entre paréntesis, no hay que olvidar que, después de la II Guerra Mundial, la URSS tardó cerca de diez años en vencer a los partisanos y otros patriotas ucranianos que se resistían a quedar bajo el dominio de Moscú. Esta circunstancia quedó marcada en el alma soviética de Putin.

Friedrich Merz (el actual jefe de la democracia cristiana alemana y eterno rival de Merkel[7]) explica que lo que Putin teme realmente es la democracia. Por eso, primero somete a Bielorrusia -y a su eterno enemigo, Lukaschenko[8]– y después, se atreve con Ucrania. Lo que Putin más teme es un Maidán en la propia Federación Rusa, según Merz y creo que tiene razón. De ahí sus diatribas en contra de las llamadas revoluciones de colores.

Asimismo, Putin aseguró que no existe una nacionalidad ucraniana: la nación ucraniana no sería una nación. Los ucranianos y ucranianas serían rusos. De manera que el estado ucraniano no existiría. Yo presumo que Putin anexará las provincias del Este de Ucrania a Rusia, como parte de la catalinesca “Nueva Rusia” o Novorossiya. Y, si queda algo así como un tórax residual, el Kremlin recurrirá al viejo truco de instalar un gobierno marioneta. En el mejor de los casos, transformará a Ucrania en un estado vasallo, cuya primera medida sería aceptar la anexión de Crimea por parte de Rusia.

Hace algunos años, un amigo argentino me envió un artículo anti-norteamericano, en que el autor sostenía que, al llegar a su ocaso, los imperios empiezan a realizar acciones sin sentido e impensadas. Mi amigo pensaba que era el caso de los Estados Unidos. Pienso que puede ser cierto que un imperio en desmembramiento[9], en desaparición, se comporte de esa manera y comience a dar palos al aire como loco, a uno y a otro lado, sin ver, ni pensar, ni sentir, ni escuchar. Pero no es el caso de los EEUU sino que es claramente, el caso de Rusia de Putin[10].

Putin tiene 70 años y está en el poder ininterrumpidamente desde 1999. Es un ex-oficial de (des)información de la KGB. Es un loser que ha llegado muy lejos en todo sentido. Divorciado oficialmente desde el año 2014, casi no tiene contacto con sus hijas[11]. Vive solo, aislado del mundo real. ¿Cómo podía ser de otra forma? Es el destino de los autócratas.

Putin no tiene contacto con nadie, tampoco tiene amigos. Vive solo en una fortaleza de la que no sale hace años y si tiene que ir a alguna conferencia internacional (la última importante fue el G20 en Australia el 2016 que Putin abandonó antes de su término), lleva hasta su propia comida por miedo a que lo envenenen. Duerme toda la mañana, se levanta al mediodía y antes de empezar a trabajar, nada solo en su piscina particular. Almuerza solo y únicamente alimentos que han sido previamente probados por otras personas. Su única alegría y sus únicos amigos son sus perros[12], según él mismo ha declarado.

Cualquier hombre que pase años viviendo así, seguro que se vuelve loco.


[1] Pienso que Merkel sacó el retrato de Catalina que tenía colgando en su oficina, debido a que podía ser malinterpretado.

[2] Durante la época de corona y debido a shutdowns y a lock downs, todos hemos comenzado a escuchar podcast. Especialmente los podcast de temas policiales “verdaderos”, esto es los “true crime”, han ganado en calidad y por tanto en popularidad. Hasta donde puedo apreciar, esta moda se ha expandido desde EEUU por todo el mundo. Sorry, no desde Rusia. EEUU sigue marcando el paso.

[3] Ver mi columna Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[4] Mi columna Lenin y el estado opresor, represivo y explotador

[5] Ver, sobre todo, el concepto de Großraum, en mi columna El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[6] El servidor del pueblo, el nuevo presidente de Ucrania

[7] En una democracia, tenemos rivales; pero ni ellos nos matan. ni nosotros los asesinamos.

[8] Hay algunos artículos sobre él en este blog, los encuentran aquí: Lukaschenko

[9] El desmembramiento de la URSS tuvo lugar oficialmente y desde el punto de vista del derecho internacional, en 1991.

[10] No podemos olvidar que Putin no es Rusia y Rusia no es Putin. Prefiero la Rusia de Rachmaninov, de Solzhenitsyn, de Maria Yudina o de Anna Politkovskaya que a la de Putin, Lavrov o Shogun.

[11] Se supone que tiene un hijo o hija de una relación extra-matrimonial, que nació hace unos pocos años en Suiza, me pregunto, por qué no en Moscú o en San Petersburgo.

[12] Con sus perros, Putin provocaba el miedo de Merkel, a la que quería obligar a tomar las decisiones que él le proponía.