Florencia Lagos Neumann y el supuesto medicamento cubano contra el coronavirus

No sé si conocen a Florencia Lagos Neumann. Yo no la conocía[1]; pero me pareció interesante conocerla, no personalmente -cosa que me gustaría mucho- sino a la distancia, a través de las redes sociales. Quería conocer su pensamiento y su opinión, de saber qué le gusta, qué no le gusta y qué es lo que proclama.

Cuando comenzó con fuerza el tema de la pandemia, me pareció aún más interesante leerla. Especialmente en Instagram, que es una red social menos conflictiva y más pacífica que las demás. La cuenta de Florencia en Instagram es una cuenta cerrada, de manera que tuve que solicitar que me aceptara entre sus followers.

En ese entonces y desde La Habana[2], Florencia comenzó a escribir acerca de lo bien que “la industria farmacéutica cubana” está preparada “para enfrentar el Covid19”, ya que tiene “protocolos y tratamientos garantizados”. Esto me llamó la atención, ya que en realidad, aún no hay medicamentos contra el Covid19[3], de manera que hablar de “tratamientos garantizados” me pareció no sé si equívoco, confuso o engañoso.

Le escribí varios comentarios en que le manifestaba mi inquietud o incertidumbre en este sentido; pero, no me respondió ninguno. Le escribía que me parecía muy raro que Cuba tuviera un medicamento contra el virus corona[4] y le pedía más información. Algunos de mis comentarios -más bien preguntas- desaparecieron. Otros en que le preguntaba dónde habían quedado mis comentarios -ni siquiera insinué que podían haber sido borrados- tampoco me los contestó; pero tampoco los borró. lo que es ya un avance.

Ella promociona un medicamento llamado Recombinant human Interferon. En las fotos en que Florencia lo publicita, veo el nombre en inglés y en chino en los paquetes del remedio supuestamente eficaz contra el corona, con los hashtag #SomosCuba y #coronapocalypse

Como yo no soy farmacéutica, le pedí a una amiga de esa profesión[5], que me indicara si es efectivo que el medicamento que Cuba y Florencia publicitan realmente es algo más o menos serio. Mi amiga -muy educada- me contestó que no cree que este remedio ayude y que es muy crítica respecto a presentarlo como un medicamento contra el virus corona. Agrega que no lo recomienda y que hacerlo es es “abstruso”. Mi amiga agrega que, en la década de los 70, Interferone fue propagado como un potencial candidato contra infecciones. Pero que hace mucho tiempo, ha sido dejado de lado.

No sé por qué NO me parece raro que el gobierno de La Habana pretenda propagar hoy un medicamento de 50 años de antigüedad y ya dejado de lado. Creo que hay demasiada gente en el mundo que vive aferrada al pasado.

Al parecer, este “nuevo medicamento” sería producido por un consorcio chino-cubano. Al menos así lo presenta Florencia: como un “medicamento contra el coronavirus” -así lo describe- ideado por Cuba; pero fabricado en China. Una pena no más que cuando los chinos hacen su propaganda en el mundo, no mencionen para nada a los cubanos.

En otro post, Florencia hace ver que el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, “informa sobre medidas y garantiza producción y el acceso para tod@s a medicamento y tratamiento contra el #coronavirus”. No tenía idea de quién es el presidente cubano, gracias Florencia por disipar mi ignorancia. Y a continuación y como contrapunto ella escribe: “Chile: @sebastianpinera aconseja lavarse las manos. Cuba es socialista. Chile es una dictadura. Saque usted sus propias conclusiones”.

Sí, yo saco claramente mis propias conclusiones. Cuba quiere hacer negocios, es un país muy pobre y necesita divisas. Su pueblo vive en la pobreza y no está bien preparado ni contra el coronavirus, ni contra ninguna otra enfermedad. Y que nadie me diga que no es así, tengo suficientes amigas cubanas cuya familia se encuentra aún en la isla.  

Su único actual aliado es China, al menos así lo ven los cubanos, no sé si los chinos también miren a Cuba como un importante aliado, en realidad, lo dudo mucho. China está interesada en países potentes de alta teconológia, en comprar poderosas empresas de esos países y en adquirir su tecnología de punta. Cuba no le ofrece a China ninguna de esas oportunidades. China también tiene hermosas playas.

Hay algo aún más grave: están promocionando el interferon como un medicamento contra el virus y el interferon NO es un medicamento eficaz contra el virus. Están pasando gato por liebre y ni se arrugan. Con ello, ponen en peligro la salud de la población que cree contar con un remedio eficiente y no lo es. No es ni siquiera un placebo. No es nada.

Parece que a un alcalde chileno que milita en el partido comunista[6] se lo vendieron y lo pagó con dinero comunal[7]. Yo también le podría haber vendido agua con limón que es tan efectiva contra el virus como el cloro para los zapatos o inyectarse desinfectante en las venas. El secretario general del Colegio Médico hizo ver que “buscar esperanzar a la población sin medidas comprobadas no es la solución correcta, y el hecho de gastar dinero y energía en un fármaco que no está comprobado que sirva desvía la atención, los fondos y los recursos de medidas que sí son costo-efectivas”[8]. Tiene toda la razón.

Es evidente que los comunistas del siglo 21 son extremadamente capitalistas y lo que quieren es vender su remedio que es hoy un producto invendible, un old stock, un non-seller.

En realidad, no hay un medicamento contra el coronavirus. Hasta ahora el más efectivo parece ser uno contra el ébola; pero igualmente, es un remedio muy controvertido y en etapa de prueba con respecto al corona. Tampoco hay una vacuna. Se supone que en un año, tendremos y ojalá que antes contemos con un medicamento. Existe ya una plataforma de la Unión Europea para dar a conocer los resultados de estudios e investigaciones y ponerlos en conocimientos de todos los demás investigadores e investigadoras. La cooperación científica me parece insuperablemente más efectiva.

Sostener la existencia de un medicamento “garantizado” contra el coronavirus forma parte de las abundantes fake news que circulan hoy en internet. Florencia se ha sumado a su orquestación.


[2] A Florencia le encanta La Habana y esto no lo oculta. Habla de “Habana mi bella Habana”

[3] Corona virus disease 2019.

[4] SARS-CoV-2

[5] Mi amiga es alemana y trabaja en el sistema de salud de ese país.

[6] Da vergüenza reconocer que en Chile hay todavía comunistas. En el mundo desarrollado, el comunismo es una ideología del siglo 19 que se impuso en un sector de Eurasia durante la temprana postguerra y es sinónimo de Gulag y de Tshernobyl.

[7] Creo que un señor Jadue, de Recoleta.

Fake law

Estamos frente al fenómeno denominado fake law cuando el gobierno o la población “no distingue entre las recomendaciones políticas y las prohibiciones legales”[1].

Es precisamente lo que ocurre en abundancia en la era del coronavirus donde los “deseos” de las autoridades de salud (ministros u otros personeros, tales como virólogos y expertos en pandemias) son considerados como la letra misma de la ley.

En otras palabras, las “leyes falsas” son leyes que no son tales[2]. Son recomendaciones o sugerencias que hacen autoridades de la salud y quna buena parte de la población cree que son leyes.

El error proviene de que algunas páginas oficiales[3] contienen tales recomendaciones, consejos o advertencias como si fueran obligatorias. La población piensa que se trata de una ley. Incluso algunas autoridades ejecutivas, por ej. policiales, establecen penas a su incumplimiento.

Efectivamente, este fenómeno también “afecta a la policía que considera que una simple recomendación del gobierno es una ley y, por lo tanto, establecen que su incumplimiento es un acto ilegal”[4]. Sobre este nuevo fenómeno de la ley falsa o fake law, dos abogados austriacos publicaron un editorial invitado, en Die Presse[5] de Viena.

Es raro que en el país y en el ciudad de Kelsen haya gente que no distingue entre una ley y una recomendación u opinión. Pero es bueno que haya abogados que llamen la atención sobre este fenómeno que, probablemente, se presenta en casi todo el mundo en épocas de crisis y de miedo, como la actual.

Los dos juristas austriacos -un funcionario público en retiro y un abogado joven y muy activo- publicaron por primera vez un artículo sobre el tema y pusieron tres ejemplos:

1) Con motivo del funeral de un padre de más de diez hijos, el ministro de salud escribe al hijo del difunto que no es posible que asistan todos los hermanos al sepelio, sino sólo diez personas.

Los dos abogados, hacen ver que esto es falso, ya que la ley dice que pueden asistir los familiares más cercanos que quieran. Sólo deben guardar la distancia entre ellos. Un límite de diez personas no es contemplado en la ley.

2) Según la página del ministerio del interior, estaría prohibido salir de la casa, salvo que haya un motivo importante, como peligro inminente, prestar ayuda, cubrir necesidades básicas. Sólo se podría abandonar la vivienda en “casos excepcionales, especiales y urgentes”.

Los juristas explican que la Ordenanza no exige ningún motivo para abandonar la vivienda. Está permitido salir de la casa en cualquier momento y por cualquier período de tiempo; no hace falta ninguna razón especial. La única exigencia es mantener las distancias mínimas entre las personas.

3) El gobierno ha calificado reiteradamente las visitas privadas -al propio hogar de familia- como si estuvieran prohibidas. Pero ni la ley de medidas contra el coronavirus, ni la Ordenanza de Acceso relacionada con la mencionada ley, reglan la reunión de personas en la esfera privada. La ley no puede prohibir recibir a un invitado en su propio hogar. Cada persona puede decidir si quiere o no recibir visitas.

En los tres casos anteriores -y en muchos más- una mera opinión o recomendación es considerada erróneamente como si fuera una ley. Y lo más grave es que esta fake law da pie para que la policía y otros órganos ejecutivos apliquen sanciones sin fundamento legal alguno, basándose en una simple advertencia, recomendación o consejo.

Demás está decir que esto es absolutamente incompatible con el estado de derecho. Y con el principio de legalidad, fundamental en el derecho público.

Yo puedo seguir una recomendación de un ministro de salud o de un virólogo estrella que además, tiene un puesto en el gobierno. Esto queda a mi criterio. Pero una recomendación, sugerencia o llamado a la ciudadanía a que se comporte de tal o cual forma, no es una ley y por tanto, no se puede exigir a los ciudadanos que lo cumplan. Además muchos de los expertos en virología y las mismas autoridades se contradicen frecuentemente entre sí y que eso hace aún más absurdo hacer de su eventual opinión, una ley[6].

En esta época de crisis, muchos deambulan por la vida sin el menor espíritu crítico. Parecen haber renunciado no sólo a gran parte de sus derechos fundamentales, sino también a pensar por sí mismos. Compruebo una vez más que nuestra sociedad carece de la más elemental formación jurídica[7].

La pandemia es grave y hay que tomarla en serio; pero la destrucción del estado de derecho sería aún más grave y perecedera. Cuesta mucho conquistar las libertades; pero cuesta muy poco perderlas. Es un gran avance en la historia de la humanidad haber separado la opinión o el deseo del gobernante de la ley, confundirlas, sería un grave y lamentable retroceso.


[2] Raimund Löw, en Falter Podcast Scheuba fragt nach

[3] En internet. No sé si se han fijado que la gente cree todo lo que aparece en internet.

[5] Diario fundado en 1848 y el tercero más vendido de Austria. Uno de los más influyentes.

[6] El episodio en que la OMS se contradijo varias veces y corrigió su opinión en menos de dos días acerca del tema Ibuprofen es un caso de antología.

[7] Mutatis mutandi, tal vez sería conveniente que escribiera sobre la diferenciación kantiana entre la norma jurídica, la norma social y la norma moral.