La ley anti – encapuchados en Alemania

Muchas veces, mis amigos ayudistas[1] me proponen transformar a Chile en Alemania. Para ellos, Alemania y los países nórdicos -así llaman a los escandinavos- parecen ser el modelo a seguir. Sólo les puedo decir: ¡adelante! Pero, por favor: sigan el modelo real y no el ficticio que alguna propaganda anticuada les ha presentado, o Uds. mismos se han imaginado, como si Europa fuese un paraíso estatista o un estado benefactor que existe sólo en la mente de ciertos ideólogos pseudo-intelectuales sentados en su escritorio.

En algo muy real y concreto pueden seguir el ejemplo alemán y conviene hacerlo rápido, muy rápido: en la ley de encapuchados. En Alemania existe no sólo una ley anti-máscaras, sino también una ley anti-uniformes. Los uniformes sólo corresponden a militares, policías y bomberos. La ley prohíbe a los participantes en una demostración cubrir sus rostros o llevar objetos que tengan la finalidad de cubrirlos y, de esta forma, evitar ser identificados, como los pasamontañas o incluso las bufandas.

No se trata de una prohibición generalizada. En Alemania, me puedo poner una máscara del hombre o de la mujer araña o de Pikachu[2], como parece que hizo en Chile Pamela Jiles la semana pasada. Aunque me cuentan que, en realidad, quería disfrazarse de violentista encapuchada de “primera línea” y no de Pikachu. OK, entiendo.

La prohibición de enmascarse o de “encapucharse”, como se le llama en Chile, fue establecida en 1985, por la coalición liberal conservadora (formada por el partido liberal y por la democracia cristiana) encabezada por Helmut Kohl. En ese entonces, el enmascaramiento era considerado como una perturbación o alteración del orden público, si la persona que ocultaba su rostro formaba parte de una “multitud violenta” y la policía ordena la disolución de la multitud. Sólo en estos casos, estábamos frente a un delito.

En 1989, se reformó la ley eliminando las dos condiciones anteriores, de manera que el enmascaramiento fue elevado, en general, sin la necesidad de que la multitud fuera violenta, al rango de delito castigado por el derecho penal. Asimismo, el lugar del “encapuchamiento” se extendió a las vías de acceso, eso es, al camino hacia una protesta, marcha o manifestación.

Asimismo, en ese año, la ley fue ampliada, en el sentido que el mero transporte de utensilios para ocultar el rostro y con ello la propia identidad quedó igualmente contemplado dentro de la figura penal. En estos casos, la persona puede ser castigada penalmente por la comisión del delito en comento.

De esta forma, ya en la década de los ‘80 -en el marco del estado de derecho propio de una democracia liberal- el estado se defendía ante fuerzas destructivas, en aquel entonces, más bien de ultra izquierda. Hoy, la legislación se aplica tanto a la extrema izquierda, como a la extrema derecha y a grupos neonazis, cuyas estrategias violentistas y destructivas son extremadamente similares.

Quién desobedezca a la policía puede ser condenado a una pena de hasta un año o a una multa (1.500 euros en Schleswig-Holstein). Casi puedo decir que la multa duele incluso más a los alemanes. Asimismo, quien lleva consigo elementos para taparse la cara, por el sólo hecho de transportarlos a uno de estos eventos, puede ser condenado a una multa de hasta 511 euros.

La ley dice más o menos lo siguiente[3]: en el caso de concentraciones públicas al aire libre[4], en marchas o en otras manifestaciones públicas al aire libre o en el camino a ellas, está prohibido 1° participar en tales eventos usando un atavío o presentación personal que sea apropiada para o que pretenda evitar la constatación de la identidad personal, o dirigirse a tales eventos vestido/a de esa forma. 2° en tales eventos o en el camino a ellos, llevar objetos que sean adecuados para impedir que se pueda establecer la propia identidad.

La orden de disolver la manifestación es adoptada por la policía incluso cuando sólo una parte de los manifestantes se encapuchan y el resto no. Sí o sí se disuelve toda la manifestación, protesta, marcha o acto. Ello siempre puede llevar a una “escalada” de violencia[5]; pero se considera un riesgo que hay que correr. Los organizadores tienen que ser responsables y alejar de su gente a los encapuchados, lo que, en Alemania, generalmente ocurre.

La prohibición de usar las máscaras u otros objetos para ocultar el rostro, se ha extendido, en el último tiempo, a los estadios de fútbol. En ellos, a los dueños de los estadios (evidentemente, los estadios en Alemania son de propiedad privada) corresponde establecer la prohibión de enmascararse. En general, se acepta que, si no se producen incidentes, los “fans” pueden ponerse máscaras; sin embargo, ante la menor señal de violencia, la policía puede intervenir, para lo cual -desde hace un par de meses- las autoridades pueden enviar una suculenta cuenta a los clubes de fútbol por “sus servicios”. Lo que me parece muy razonable, ya que no veo por qué el contribuyente tenga que pagar por la irracionalidad de los hinchas.

La prohibición se puede extender a procesiones religiosas, a funerales, a matrimonios y a todo tipo de fiestas populares; pero generalmente no se hace, ya que no es necesario. Evidentemente, la prohibición tampoco se extiende a policías o a personas que pasen por la calle, pero que no participan en el evento en cuestión[6]. Esto es importante, considerando el frío que hace en Alemania durante el invierno que hace necesario el uso de pasamontañas. Y la presencia de algunas burkas aisladas en algunas ciudades[7].

De acuerdo a la doctrina alemana, los siguientes objetos se pueden considerar como parte del enmascaramiento: bufandas, capuchas, sombreros, anteojos de sol, pasamontañas, cascos con visores cerrados (de esos de moto o de bicicleta), narices de payaso, pelucas, máscaras e incluso maquillaje.

La jurisprudencia ha señalado que tiene que haber una voluntad de ocultar su rostro; pero esa intención subjetiva no necesita ser demostrada, sino que se colige de las circunstancias. En otras palabras, quien se dirige a una manifestación encapuchado o se encapucha durante la misma, demuestra en los hechos, que su voluntad es ocultar su identidad.

También en Alemania, hay gente que sostiene que una prohibición de llevar máscaras durante las protestas y manifestaciones es un atentado contra los derechos humanos y una muestra de la represión estatal. Pero mientras esos grupos no alcancen un porcentaje significativo del electorado, no hay posibilidades de que cambie la ley. Como en todo país desarrollado, en Alemania, las leyes no se derogan gracias a la “presión de la calle”, sino en el parlamento y quien no llegue al Bundestag, poco y nada puede hacer. Sobre todo porque en Alemania existe la cláusula del 5%, según ella, únicamente los partidos políticos que hayan obtenido al menos el 5% de los votos válidamente emitidos pueden obtener representación parlamentaria[8].

Los partidarios de la prohibición (la inmensa mayoría de la gente, que quiere vivir en paz) sostiene que la facilidad en la aplicación del derecho penal, que implica la prohibición de “encapucharse”, tiene muchísimo más peso que el deseo de permanecer en el anonimato por parte de los manifestantes[9]. Asimismo, agregan que quien se tapa el rostro tiene una “apariencia marcial” que no da precisamente la impresión de querer manifestarse pacíficamente. Eso es cierto: las pintas de los encapuchados no dan confianza, sino más bien, crean temor. Pienso que es esta su principal intención: atemorizar a la población.

Hay una sola excepción reconocida por los tribunales: el caso de manifestantes que sean filmados por rivales políticos o a agencias de inteligencia extranjeras[10] y se oculten temporalmente la cara frente a ellos. En tales casos, ha habido varias absoluciones en derecho penal. También si temen no por ellos mismos, sino por sus familias que viven en otros países. Pero insisto, la excepción se refiere sólo a los casos en que alguien cubra su rostro frente a los manifestantes de una contramanifestación quienes los filman para iniciar contra ellos campañas o “funas” en su contra. Lo que generalmente hacen los extremistas de derecha en Alemania que no veo muy lejos de nuestros extremistas de izquierda chilenos. Ni en sus prácticas, ni en su estética del fuego, ni en sus vestimentas.

Otra excepción es la vestimenta temática, que puede ser parte de performance en ciertas manifestaciones, por ej., máscaras de animales, en apoyo de los animales o trajes que protegen de la radicación, en contra del uso de la energía atómica. Sobre todo, ahora que la serie de HBO Chernobyl se ha convertido en una de las más populares de Alemania[11]. Igualmente, supongo que un disfraz de Pikachu como el que Pamela Jiles exhibió en el Congreso la semana pasada, también estaría exento de la prohibición.

A mi modo de ver, la prohibición de enmascarse o “ley contra el encapuchamiento” protege precisamente el derecho fundamental a reunirse y manifestarse pacíficamente. Este es un derecho que tenemos que resguardar todos. Es nuestro derecho garantizado por la Constitución. Cuando el estado, a través de la fuerza pública prohíbe el encapuchamiento contribuye directamente a asegurar este derecho humano a manifestarse en forma pacífica.

Quienes participan en un evento político o social de relevancia, como una marcha, una protesta o una manifestación en general, son quienes deberían tener el mayor interés en que su evento se iniciara, continuara y terminara en paz, sin encapuchados, sin violentistas de “primera línea”, ni saqueos, ni tampoco incendios o agresiones a carabineros o a transeúntes.

En un estado de derecho, la fuerza policial protege a quienes participan en una protesta pacífica de los violentistas que atentan contra la vida, la propiedad, la integridad y la libertad de las demás personas, tanto de las que participan en la marcha, como de las personas que pasan por allí, de periodistas y de la gente que vive o trabaja en el lugar en que tiene lugar la manifestación.

Adular a los violentistas o creer que la violencia es la única forma de cambiar las cosas es una barbaridad, una aberración y una estupidez y significa retornar a la época de las cavernas. Me atrevo a decir que la escalada de violencia encapuchada que tiene lugar hoy en Chile es lo que Popper clasificó como una fuerza anticivilizatoria, una expresión más del totalitarismo que acompaña el proceso de la civilización. En el fondo, es un movimiento reaccionario.


[1] Sobre el concepto de “ayudismo”, ver mi columna ¿Pamela Jiles, de qué estaba disfrazada?

[2] Pikachu es un Pokemon y realmente, que se ve igual a la Pamela o, más bien, ella igual a él.

[3] La traducción del § 17a del Versammlungsgesetz (ley sobre marchas y concentraciones) totalmente libre es mía. El original dice: “(1) Es ist verboten, bei öffentlichen Versammlungen unter freiem Himmel, Aufzügen oder sonstigen öffentlichen Veranstaltungen unter freiem Himmel oder auf dem Weg dorthin […] (2) Es ist auch verboten, 1. an derartigen Veranstaltungen in einer Aufmachung, die geeignet und den Umständen nach darauf gerichtet ist, die Feststellung der Identität zu verhindern, teilzunehmen oder den Weg zu derartigen Veranstaltungen in einer solchen Aufmachung zurückzulegen. 2. bei derartigen Veranstaltungen oder auf dem Weg dorthin Gegenstände mit sich zu führen, die geeignet und den Umständen nach dazu bestimmt sind, die Feststellung der Identität zu verhindern. (3) Absätze 1 und 2 gelten nicht, wenn es sich um Veranstaltungen im Sinne des § 17 handelt. Die zuständige Behörde kann weitere Ausnahmen von den Verboten der Absätze 1 und 2 zulassen, wenn eine Gefährdung der öffentlichen Sicherheit oder Ordnung nicht zu besorgen ist. (4) Die zuständige Behörde kann zur Durchsetzung der Verbote der Absätze 1 und 2 Anordnungen treffen. Sie kann insbesondere Personen, die diesen Verboten zuwiderhandeln, von der Veranstaltung ausschließen”.

[4] En alemán se dice “bajo el cielo libre”. Quiere decir: las que no se realizan en locales cerrados.

[6] En este punto y en otros muchos que toco en este artículo, ver el exclente informe del Bundestag Das versammlungsrechtliche Vermummungsverbot, cuya lectura recomiendo.

[10] Pienso en Rusia y en Turquía.

[11] Lo mismo se puede decir de las máscaras de Guy-Fawkes -tan de moda durante la crisis subprime- o de las mascarillas que expresan solidaridad los enfermos de SIDA.

¿Pamela Jiles, de qué estaba disfrazada?

Les prometo que al ver las fotos de la diputada Pamela Jiles creí que estaba vestida de conejita del Playboy y que era un llamado de atención feminista contra la cosificación de la mujer o algo así. Después supe que se trataba de su homenaje a la llamada “primera línea”. Claro que su disfraz de color amarillo con orejitas lila no es nada parecido a las capuchas que se ven en la llamada “primera línea” de las manifestaciones, marchas, protestas y otras acciones. No es parecido ni en su forma, ni en su color. Me atrevo a pensar que se trata de un intendo de “dulcificar” la capucha, ya que los pasamontañas reales que usa la “primera línea” no son tan sweet como el de Pamela, que más parece una jovencita que va a una fiesta en el colegio.

Eso me lleva a pensar que la última vez que vi a la Pamela fue en nuestro colegio, ella ya había egresado. Yo estaba con mi amigo Javier Edwards y llegó la Pamela, que inmediatamente comenzó a hablar en voz muy alta de política con Javier y sólo con él y en forma que hoy denominaría como exaltada. Yo era amiga de su hermana menor; pero a mí no me dió ni la hora. Me parecía que para ella, sólo existía mi amigo. Esta actitud la he vivido sólo con hombres y con mujeres que parecen ver sólo a hombres e ignoran a las mujeres en la vida práctica. Pero no quiero juzgar a nadie, tal vez fue simple casualidad o después de tantos años, Pamela ha cambiado su actitud frente a las mujeres.

Mario Waissbluth[1] describe a la llamada “primera línea” como integrada por “jóvenes violentistas [que], por su parte, se sienten por primera vez en su vida formando parte de un grupo con un propósito, aplaudidos además por muchos de los 1-2 millones de incontables ‘ayudistas’ de las marchas pacíficas, que pasaron de rechazarlos inicialmente a ayudarlos en tan solo un par de semanas, a aplaudirlos, llevarles víveres y medicamentos. Ahora son su ‘primera línea’ en las marchas”. A su vez, Waissbluth describe a los “ayudistas”, como “los inocentes marchantes indignados, que sienten que la ‘primera línea’ los protege. Otros son izquierdistas (como yo), desde moderados a extremos”. De manera que, parece haber una simbiosis entre los dos: ayudistas y “primera línea”.

Pero volvamos al tema feminista. A comienzos de mes, me encontré con un tweet que interpretó plenamente, ya que yo, en ese momento sufría: un ataque despiadado[2] en Twitter desde una cuenta que pertenece a un español machista[3] y deslenguado radicado en Chile, o es un troll o un social bot, esto es, un robot pagado por alguien. El tweet que me interpretó decía: “Igual me pone mal el doble discurso femenino, por un lado el apoyo al #ElVioladorEresTu y a la vez ‘Puta, maraca pero nunca Paca’. La sub-división de género y la discriminación va ganando”, El tweet de 2 de diciembre es de María Loreto @lorecuadra. Desde mi insumisión, se lo agradezco.

Sí, la descalificación “sumisa” abunda en redes sociales frente a cada mujer que no está de acuerdo con la “primera línea” o con los ayudistas exaltados. Cuentas de activistas que intentan presentar a todas las mujeres que no estamos de acuerdo con ellos como mujeres que se someten al sistema patriarcal neoliberal o alguna fantasmagoría de esta calaña. Me recuerda esa estupidez acerca de que todas las rubias votaron por Piñera[4]. Nada más absurdo; pero parece que es la extrema izquierda -anticuada y pechoña- la que está a favor del prejuicio y de la discriminación absurda y sin sentido. Tal es su fanatismo y exaltación, tal es su ensañamiento ideológico.

Hay un discurso de la ultraizquierda -o de extrema izquierda, como le llamamos en ciencia política- de acuerdo al cual, el machismo y la sociedad patriarcal serían superadas en el sistema socialista. Por ello, quienes protestan, ya sean de la “primera línea” o “ayudistas”, tendrían que seguir protestando y deconstruyendo el sistema para construir uno nuevo. Como dice una activista en Instagram, se trata de substituir el patriarcado actual por un matriarcado. ¿Sustituir un sistema opresivo por otro? Lo pueden hacer sin mí, yo no quiero oprimir a nadie en nombre de ninguna “superstición ideológica”[5].

Me pregunto si el socialismo era un matriarcado… Basta con ver las fotos de la plana mayor de los países socialistas, desde Stalin hasta Tito, pasando por Honecker y Ceaușescu, para darse cuenta que el socialismo era un patriarcado. Los führer del Bloque Oriental, de ninguna manera, eran feministas. Muy por el contrario, las fotos de los líderes socialistas -hombres de terno y negro, corbata café, sombrero estilo Al Capone y camisa blanca- nos muestran quiénes eran realmente los que mandaban en el socialismo: hombres de sombrero gris.

Pero hubo otro socialismo, es el llamado socialismo verde oliva. En él, no había hombres de sombrero gris y expresión huraña, sino machos de guayaberas, de uniforme verde y de rostros barbudos. Si, allí no tenían cabida quienes no mostraran una barba exuberante muy testosterónica. En Cuba, el “pensamiento nacional dominante siempre ha  [sido] sexuado masculino”[6]. Como explica Roberto Ampuero, “ser un hombre revolucionario en la isla era ser en primer lugar heterosexual, cojonudo, intransigente, valeroso, macho y recio, lo que debía demostrarse con la voz gruesa, el vocabulario soez, gestos viriles y la conquista incesante de hembras”[7].

Esta semana, celebramos los cien años de la fundación de la Asociación para el bienestar de los trabajadores (Awo), una de las tres organizaciones de beneficencia más importantes de Alemania[8], constituída en 1919 por la luchadora feminista Marie Juchacz. La organización tuvo su origen en la época de la República de Weimar, un sistema o modelo que hoy sería calificado como neoliberal, que colapsó precisamente por los ataques de los dos extremos del espectro político de la época, que poco se diferencian de los extremos actuales. Durante el período del nacional socialismo, Juchacz no se refugió en la URSS, sino que huyó a los EEUU. Después de la guerra, regresó a Alemania occidental y retomó la labor iniciada por la institución que había fundado.

Regresó al Occidente de su país y no a la República democrática alemana. ¿Por qué? Porque a este lado del mundo y sólo en este lado, Juchacz podía continuar su labor en favor de la mujer y con ello, de toda la sociedad. Era la época en que, en la República federal, Ludwig Erhardt implementaba la economía social de mercado que condujo al llamado “milagro alemán” y permitió el bienestar a la población, inimaginable en países socialistas o, en general, estatistas[9].

Al “otro lado” de Alemania, existía una gran desigualdad, pero que era negada permanente y sistemáticamente. Pienso que, donde se niega la realidad, no se puede mejorar nada y no hay espacio para la iniciativa individual o colectiva, ni siquiera en el ámbito del amor al prójimo. El trabajo de la feminista socialdemócrata[10] Marie Juchacz habría sido imposible en el mundo socialista. Sin embargo, los seguidores del totalitarismo lo que hacen es “negar los hechos cuando contradicen o ponen en aprietos o en tela de juicio su propia ideología”[11].

El modelo de la democracia liberal representativa y su par, la economía social de mercado no es perfecto; pero es el único sistema esencialmente perfectible que conocemos. El único en el que se otorga un premio a quienes hacen ver los errores existentes y a quienes tratan de corregirlos. El único que fue capaz de transitar desde una sociedad patriarcal a una en que existe cada vez más igualdad entre hombres y mujeres. En que el feminismo pudo desarrollarse y se continúa desarrollando libremente. Y te dan un premio por ello.

Por el contrario, un sistema socialista (de uno u otro lado de la herradura del espectro político) se considera a sí mismo como perfecto y en él se llama traidores a quienes hacen ver sus errores. El socialismo es un modelo estático y, por definición, imposible de ser mejorado o perfeccionado. En él, el feminismo no tenía cabida, sencillamente porque se consideraba un sistema perfecto, en que la mujer ya había alcanzado lo que tenía que alcanzar. Con ello, perpetuó el patriarcado.

Prefiero reconocer las desigualdades y que me den un premio por denunciarlas en vez de enviarme a algún gulag o a algún campo de trabajo, algo así como fueron las siniestras Unidades Militares de Ayuda a la Producción creadas en Cuba bajo la égida de Raúl Castro. Esto lo sostengo y me gustaría gritarlo, ya que soy feminista y no soy en lo más mínimo, ni sumisa, ni tampoco ingenua “donde más avances se ve en el tema igualdad de la mujer es precisamente en sociedades de economía de mercado y democracia liberal”[12]. Les confiero que prefiero a Marie Juchacz que a Pamela Jiles.


[2] Aquí uno de sus tweets, que guardé; pero había más.

[3] Iñaki, a quien habría que denunciar.

[5] De “supersticiones ideológica” habla Montaner -que no es santo de mi devoción- en este artículo La destrucción en Chile, que aparecido en Cubanet.

[7] Roberto Ampuero, “Detrás del muro”, 2015, pág. 203.

[8] Las otras son Caritas, de la Iglesia católica y la Diaconía, de la Iglesia evangelíca (luteranos y calvinistas).

[9] Se cuenta que Fidel Castro, en algún viaje a Alemania oriental, sostuvo que el milagro alemán era el de la RDA. Con Condorito, sólo puedo decir: PLOP!

[10] La socialdemocracia alemana fue muy combatida por los comunistas, ya desde la época de Weimar. En 1959, la SPD renegó de cualquier resto de marxismo y señaló que la base de sus ideales eran la ética cristiana, el humanismo y la filosofía clásica.

[11] Roberto Ampuero, “Detrás del muro”, 2015, pág. 18.

Los carabineros ya no son santos

¡Olvídense de Teresa de los Andes, de Laura Vicuña y del Padre Hurtado! Los santos más populares de Chile han sido tres: Arturo Prat, Gabriela Mistral y los Carabineros. No sé que quede de la santidad popular de los dos primeros; pero los carabineros parecen no ser más santos ante los ojos del pueblo. O, al menos, ante los ojos de una parte del pueblo, tal vez pequeña, pero muy ruidosa.

En cuentas de activistas de ultraizquierda en redes sociales y en los “medios alternativos” -que más que informar muestran la realidad desde su visión sesgada y propagandística- observo un ataque despiadado hacia carabineros, ataque que se extiende a toda la gente que intenta defenderlos o, al menos, trata de ser objetiva con respecto a la fuerza policial chilena. Se organizan verdaderas “funas digitales” en su contra.

Los “cargos” que la extrema izquierda -o ultraizquierda, como se la denomina generalmente en Chile- hace a carabineros son exactamente los mismos que la extrema derecha europea hace a las policías europeas: corrupción, drogadicción, represión, comisión de delitos, amenazas, manipulación, sobornos, brutalidad, etc.,etc.[1]. ¿Qué pretenden los extremistas con la difamación despiadada de las fuerzas policiales? Sin duda, el desprestigio del estado y su consiguiente desestabilización, para luego suplantarlo por un nuevo orden.

Carabineros representa el monopolio de la fuerza que ejerce el estado en nuestro sistema liberal democrático y representativo de gobierno, que rige las “naciones civilizadas” desde la Ilustración. Sí, desde el siglo XVIII, la justicia por la propia mano ha sido sustituída paulatinamente por la justicia que nos ofrece el estado nacional. Los lynchamientos, las vendettas y la ley del talión no tienen cabida en un sistema civilizado de sociedad. El orden jurídico y su cumplimiento son obligatorios para todos y es precisamente la labor policial crucial para hacerlo cumplir.

Karl Popper, en su libro “La sociedad abierta y sus enemigos” (una de las obras más influyentes del siglo 20), sostiene que mantener el orden -lo que supone el castigo de los delitos y su prevención- dentro del estado nacional es un gran logro que anteriormente se consideraba una utopía[2]. Este castigo está a cargo de la policía y de la justicia penal que obviamente no es ni privada, ni paramilitar, sino estatal.

La policía representa en todos los países del mundo occidental el triunfo del estado de derecho sobre la anarquía y el caos, sobre la arbitrariedad y la injusticia. Antes, se consideraba una utopía crear instituciones que lograran asegurarar la paz social. Su creación y la prevención del crimen eran considerados como algo irrealizable[3]. La misión de la institución de Carabineros de Chile es asegurar el imperio de la ley por sobre la ley del más fuerte; esta última más que una ley, es una aberración y significa el regreso a la época de las cavernas. Pero si las cosas siguen como hasta ahora, parece que para allá vamos.

En un país civilizado, el castigo de los delitos y su prevención no está en manos de brigadas paramilitares, ni de grupos de narcotraficantes, ni tampoco de “jóvenes idealistas” en el mejor de los casos, deslumbrados por un pseudo ideal anarquista. Tales “organizaciones” no pueden decirme qué tengo que hacer con mi vida, donde tengo que ir o si tengo que “bailar para pasar”.

El último ataque armado a una tenencia de Carabineros en La Granja[4] obedece a una estrategia muy clara y sumamente peligrosa para una sociedad moderna y supuestamente civilizada. La táctica de esta revolución permanente, en que una bulliciosa minoría está empeñada, consiste en el hostigamiento permanente a carabineros.

Lo ocurrido en La Granja, me recuerda la balacera ocurrida la semana pasada en Villa Unión (nombre nada de apropiado para una ciudad dividida), en México en que paramilitares narcos atacaron con armas de fuego un local policial, dejando un saldo de 24 muertos, de ellos, 18 atacantes, dos transeúntes y cuatro policías. No sé si esta situación sea deseable para nuestro país, creo que no.

No sería bueno que Chile se convirtiera en una especie de “zona neutral”, al estilo de “The Man in the High Castle”. Pero me temo que se le parece cada vez más y, cada vez escucho más voces intelectualoides que parecen estar muy feliz con ello. Sobre todo jóvenes ayudistas, tal vez estudiantes y estudiantas que, luego de “avivar la cueca” de la Plaza Italia para abajo, regresan felices a sus casas, donde la nana les tiene lista la comida e ingieren un rico bocado, escuchando música extranjera a través de alguna plataforma de streaming. Cuando les corten la luz como consecuencia de algún atentado terrorista, vamos a ver si van a seguir tan felices.

El objetivo inmediato es que algún carabinero pierda la paciencia o se vea acorralado de tal forma que no vea otra salida y le dispare a alguien. Que ese alguien muera y sea estilizado como figura de la “resistencia” frente al estado opresor[5]. Da lo mismo si esa persona formaba o no parte del grupo de manifestantes o simplemente pasaba por la calle en esos momentos. Da lo mismo, si un carabinero le disparó directamente o fue víctima de una “bala loca”. Asimismo, si no logran provocar a un carabinero para que dispare, da lo mismo, siempre se lo pueden endosar el hecho a un uniformado.

Me parece que esto último fue lo que intentaron hacer con el Ejército durante los pocos días que duró el estado de excepción[6]. En este sentido es sintomático que la Fiscalía retirara los cargos por homicidio contra el joven militar detenido por la muerte de manifestante en Curicó, ya que probablemente el autor fue una persona que participaba en las manifestaciones[7]. Pero las cuentas de activistas y los “medios alternativos” divulgaron como un hecho que un militar habría matado a un manifestante… Es difícil imaginar una aplicación más clara de la teoría de la desinformación.

Es exactamente la misma estrategia de la extrema derecha europea, que también se llena la boca con la palabra “Resistencia”, que también es omnipresente en imágenes y en textos de las cuentas de los extremistas chilenos y de sus “ayudistas”. Los ayudistas -dice el político de izquierda Mario Waissbluth- “son los inocentes marchantes indignados, que sienten que la ‘primera línea’ los protege”. La primera línea estaría integrada por los “jóvenes violentistas”[8].

En resumen: el ataque verbal y físico a carabineros es algo que observo desde hace ya harto tiempo[9]; pero que desde octubre ha cobrado rasgos muy fuertes tiene una doble finalidad: 1) desprestigiar a Carabineros que es la fuerza del estado chileno para garantizar el estado de derecho 2) Lograr la muerte de al menos una persona, para utilizarla como palanca en la siembra del odio contra la fuerza pública.

En definitiva, de lo que se trata es de socavar, derruir y finalmente destruir el estado de derecho, del que Carabineros es un esencial garante. De debilitar, desprestigiar y desestabilizar al estado de Chile, del cual Carabineros, como institución, es su “representante”. Para finalmente derrocar al gobierno y sustituirlo por otro que se embarque en la empresa de construir o más bien de imponer otro tipo de estado, otro sistema político y otro modelo económico.

No, los carabineros no son ya más santos; en realidad, nunca lo fueron. Tal vez sea mejor así, es preferible que haya hombres y mujeres de carne y hueso trabajando por el bien común, por el “orden y patria”, garantía del estado de derecho, del imperio de la ley, que a supuestos santos que, en realidad, no existen. Sería preferible que, simplemente, volvieran a ser “un amigo en tu camino”.


[1] Como muestra, un botón: vean este meme (hay muchos como este, todos de la misma procedencia y con el mismo texto, sólo cambia la persona que “grita”), de una página que no sé si es de extrema derecha o de extrema izquierda, ya que ambos sectores son gemelos.

[3] Cfr. Karl Popper, Die offene Gesellschaft und ihre Feinde, tomo I, página 219.

[4] Ataque a Tenencia Rivera Lopez, 10ª Comisaría La Granja, dejó un saldo de tres carabineros heridos a bala.

[5] En Chemnitz, la antigua “Ciudad de Carlos Marx” (fue su nombre oficial durante casi medio siglo) a fines del verano pasado, fue asesinado, bajo circunstancias aún no aclaradas del todo, un cubano-alemán que no podía ser menos extremista de derecha. Sin embargo, la extrema derecha usó su muerte, primero ocultando su origen extranjero y luego, estilizándolo como una “víctima del pueblo alemán”. Sí, la extrema derecha europea y la extrema izquierda latinoamericana se parecen mucho.

Navidad chilena en la RDA, al otro lado del Muro – Una historia del exilio

En 2013, me contaron públicamente esta historia en Twitter. La historia de una niñita chilena que vivía tras el “muro de Berlín”. Es una historia realmente conmovedora y los invito a leerla. Doy gracias a su autora (no menciono su nombre, salvo que ella me autorice a hacerlo y aunque sus tweets son públicos). Uní dos tweets, cuando van juntos y ella los separó sólo porque no cabía todo la idea en 140 caracteres, que eran standard en Twitter de ese año. No he quitado ni agregado nada, creo que así es muy vivo y muy auténtico su relato. Sólo he cambiado al orden de algunos tweets para que se entienda mejor. Le agradezco enormemente su sinceridad y que nos haya contado de su vida. El tema Navidad o Pascua, como le decimos en Chile y sólo en Chile, pega mucho para este mes de diciembre.

Si les contara que alguna vez fui una niñita que vivía trás el muro de Berlín, en el difunto socialismo, Vivíamos en Cottbus, no me acuerdo còmo se escribe. El exilio y otras yerbas extrañas de aquellos tiempos

…y porfiadamente trataba de convencer a sus maestros de que en la navidad se celebra en nacimiento de Jesús

Imagínate que terminé acusada de “fascista” a los 8 años, por niños chil, porque no quise participar en los pioneros; una lata

Peor cuando intenté convencerlos de que la navidad es el nacimiento de Jesús. Allá la celebraban como “fiesta de la familia”.

Guardamos algunas fotos de ese tiempo. Recuerdo el teatro, el parque y el difunto socialismo real, que en paz descanse.

En el tiempo que yo recuerdo nunca vi asiáticos ni menos negritos. Los raros éramos chilenos, húngaros, rusos, polacos…

Era un mundo raro aquel, el del difunto socialismo. Entonces aún había tropas rusas acuerteladas, porsia. Había solidaridad.

Lo que no significa que nos quisieran, creo yo. La escuela era a todo trapo. Como no hay escuelas públicas en América.
pero también profundo resentimiento de los alemanes hacia los refugiados, por los privilegios que teníamos: nos daban de todo.

La convivencia con los niños alemanes no era sencilla. Chilenos formábamos un suerte de ghetto. Había integración oficial.

Lo que yo recuerdo es que cada uno vivía en su submundito, en gran parte, separados por las barreras idiomáticas y culturales.
En realidad los húngaros, si bien eran más aceptados, también tenían su propio submundo. Los soldados rusos eran caso aparte.

La verdad no sé dónde estudiaban los niños de familias rusas, pero sí había uno que otro polaco en mi escuela; nada queridos.

Las familias rusas no eran muchas, que yo recuerde. Incluso tenían sus propios supermercados donde sacaban cuentas con abacos.

Esos supermercados (tiendas antiguas, más bien), eran pintorescos; vendían coliflores en latas y cosas raras para uno, jajaja.

De eso no supe. Recuerdo a las viejas señoras rusas con su pañuelo en la cabeza e idioma imposible, comprando sus coliflores.

Los soldados rusos vivían en sus cuarteles con prohibición de hacer amistad con alemanes o extranjeros. No hablaban alemán. Los domingos se dispersaban como palomas verdes por las calles en patota. Eran simpáticos con los niños, recuerdo…Tan solos

Me acuerdo también, que de la escuela nos llevaban algunas veces al cuartel, para algunas festividades nacionales, supongo,

Mi primera poesía en alemán me la aprendí justo para recitarla en una de esa sesiones de patriotismo en homenaje a los rusos.

Eran tiernos los soldaditos rusos. Se emocionaban hasta las lágrimas con las canciones y los poemas de los niños, aunque no aunque no entendían un carajo, y yo tampoco. Solo recuerdo que era de un pajarito que repetía: “gracias por el trabajo”.

Yo no me acuerdo casi nada de alemán. sí, me acuerdo que las lolas chilenas se volvían locas por los polacos y los rusos.

Esas famosas sesiones de “acercamiento” entre soldaditos y niños pioneros, terminaban en una sesiones de matiné en ruso, con la típica película checa, traducida al ruso y con subtítulos en alemán: o sea… Nunca entendí nada.

Creo que sí. Había checos, también eran minoría y no eran como tan mal vistos como los polacos.

No eran películas para niños. Eran como de guerra, cosas así. Lo único que me quedaba claro es que cuando llegaba el noticiero había que aplaudir cuando un mapa mostraba a la mayor parte del planeta pintado de rojo…

Los chilenos tenìamos buena calefacción, sin olor, en los dptos. que nos asignaban. En antiguas casas había calefa a carbón.

No nos mandó ningún partido. Llegamos nomás por influencia de el 2do esposo de mi abuelita, que hizo de todo para refugiarnos

Era un mundo muy raro en un tiempo muy raro. Lo que significa que estoy bien antigua, si viví tras el difunto muro de Berlín.

La mayoría de los niños que llegaban allá, nunca habían tenido tanto confort, ni tantos juguetes ni escuelas como esas. Sin embargo, las niñas se volvían locas por mi colección de cuentos de princesas y los disfraces de princesa. Los regalé todos

Claro. Había un sistema de asignación de empleos y los sueldos los asignaban x uno o x dos, si uno de los dos no trabajaba.  Mi padre es iluminador teatral y le asignaron lo más parecido: electricista del teatro. Allí aprendió a iluminar ópera.

EL comité chileno dudaba de él, hasta pensaban que podía ser un espía de Pinochet. Todo porque llegamos a la DDR solos.

Eso fue antes de que nos asignaran a vivir en Cottbus. ¿Puedes creer que al principio a mi papá lo trataban con desconfianza?

Lo usual era que las mamás también trabajaran fuera de casa, pero la mía estaba embarazada y no quiso. No fue bien aceptado,

De hecho, mi madre lo pasó pésimo en su embarazo, porque allá le decían que debía abortar por riesgo posible para su 3er parto

El sistema de salud alemán se tornó completamente hostil para ella porque no quiso abortar. Tuvo que atenderse clandestinamente

Solo te puedo contar cómo se veía ese mundo visto con ojos de niño chileno pequeño, en el exilio. El clima en la comunidad chilena era tanto o más politizado que todo el entorno descabellado del mundo de la “la guerra fría”.

Cuando por fin nos aceptaron como refugiados, nos llevaron a un hotel en otra ciudad, nos compraron ropa de abrigo y eso. No. Había un comité que distribuía a la gente, los trabajos y las viviendas.

También recuerdo los escasos días de sol de un verano mezquino. Creo que era verano el tiempo que vivimos en Frankfurt Oder.

a Frankfurt, todos los días. Pero no se podía pasar libremente, que yo me acuerde, eso escuchaba: había que pasar con permiso

Solo los viejos tenían permiso de pasar al otro lado y de traer cosas del otro Berlín. Solo quedaban viejas, en todo caso.

Recuerdo cómo los asaltaban los nietos en la estación del cruce del muro, porque les encargaban ropa y cosas del otro lado.

Los alemanes no tenían libre circulación, ni los extranjeros. Los chilenos podíamos cruzar el muro solo para ir al consulado.

Bonita historia y reflexión. Me he acordado de muchas cosas más de mi vida de niña en Alemania, cuando quieras, te cuento más

Bueno, te dejo con mis historias. Gracias por leerme y por tu buena onda. Saludos.
Hasta pronto. Me alegra si te hice reír Gracias por tu compañía; no he pegado ojo en toda la noche y realmente la agradezco.

El “asesino de piñera” #distopia

A un año de las protestas de 2019, vemos como Chile se ha convertido en un país totalmente diferente a lo que cualquier persona se hubiese podido imaginar en marzo de 2018, cuando Sebastián Piñera asumió, por segunda vez, la presidencia de Chile. El entonces “modelo” para toda la región es hoy un país que parece ser un anti-ejemplo. Hoy, en octubre de 2020, Chile es el “hombre enfermo” del subcontinente. Y no se vislumbran posibilidades de recuperarse.

En mayo de 2020, durante su discurso anual en el Congreso, un joven de 19 años, un verdadero millennial, asesinó al Presidente Piñera. Se le acercó a él durante la lectura del discurso y lo acuchilló frente a las cámaras de televisión que transmitían en cadena para todo el país y para el mundo, a través de internet.

Cristóbal Farías Espinoza viene de una familia de emprendedores exitosos, de verdaderos self made people. Sus padres estudiaron ambos ingeniería comercial en una prestigiosa universidad privada, ambos con beca. Educaron a sus cuatro hijos -de los cuales, Cristóbal es el menor y el único nacido en el postmilenio- en un ambiente de trabajo y de esfuerzo. Nada de flojear, todos tenían que estudiar, trabajar en la casa y hacer deporte.

Los padres, según han contado los hermanos, conversaban mucho con sus hijos; pero Cristóbal se les escapó de las manos. Según ha trascendido, sus padres y hermanos están destruidos y pensando en emigrar. No entienden cómo Cristóbal se radicalizó y ellos no pudieron hacer nada en contra. Tampoco comprenden cómo fue capaz de asesinar. Aunque suponen que es un proceso que empezó mucho antes.

El joven de rasgos finos y pelo rizado, de barba tupida, pero siempre muy cuidada, había estudiado en el Vitacura High School, un colegio donde enseñaban inglés desde pre-kinder. Era buen alumno y le gustaba el arte. Cristóbal se decidió a estudiar filosofía en una universidad tradicional. Él renegaba de las universidades privadas y decía querer conocer a la gente que vivía “de la Plaza Italia para abajo”, según escribió en redes sociales. Al parecer, su paulatina radicalización tuvo lugar en internet, en las mismas redes sociales.

Periodistas han revisado cientos de comentarios suyos en una página de Instagram llamada “asesino de piñera”, cuya foto de perfil es nada menos que la imagen de un payaso, lo que nos hace pensar en la película “El Joker”, que tanto éxito tuvo el 2019. La auto descripción de la página es: “Matando a piñera junto a sus compañeros actuales y anteriores se soluciona todo”. La página ofrecía un chat por whatsapp al cual Samuel se adhirió y comenzó a participar intensamente.

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Cristóbal había tenido ciertos problemas en el colegio, según ha trascendido. Sus compañeros revelaron a la prensa que era un niño solitario que no participaba en las actividades comunes. Igualmente, trascendió que, durante la época de colegio, tuvo una depresión adolescente. Consultada al respecto, su psiquiatra aclara que ella no puede decir nada sobre el caso, debido a su sagrado secreto profesional; pero la secretaria de su consulta vendió a la prensa fotos de su expediente, donde la psiquiatra diagnostica una personalidad altamente narcisista.

El asesinato de un Presidente chileno -algo que nunca antes había ocurrido en la historia del país- produjo una grave crisis, casi o prácticamente, una guerra civil. Se suspendió todo lo relacionado con la Asamblea Constituyente y con una eventual nueva constitución y se llamó a elecciones para septiembre de 2020. Ese invierno es conocido como el invierno del terror. En septiembre, se realizaron elecciones, en un ambiente de desorden y de acusaciones recíprocas de cohecho, fraude electoral, etc. Pero a nadie le cabe duda alguna de que el vencedor sería el candidato de la extrema derecha. Y así fue. La prensa tituló “un giro a la derecha” y lo llamó “el nuevo Bolsonaro” o el “Duterte chileno”.