Rusia, Venezuela y un poco de geopolítica

Venezuela es uno de los pocos aliados de Rusia. Uno de los pocos que le quedan. Y que vota a favor de Rusia en las Naciones Unidas. O al menos, se abstiene de votar o se ausenta de la votación. La relación entre ambos países viene -al menos- de la época de Chávez[1].

Las dos cabezas de puente rusas más importantes en Latinoamérica han sido tradicionalmente Cuba y Venezuela. Lo de la manoseada y criticada Doctrina Monroe (América para los americanos[2]) aquí no ha dado resultados, ya que Rusia, un país que no es americano, intenta sumar a su imperio o, al menos, incorporar a su esfera de influencia, a países americanos.

Argentina y Brasil también juegan un papel muy importante en el ajedrez ruso. Argentina es uno de los centros de desinformación rusa más importantes para el mundo hispanoparlante: en efecto, desde Buenos Aires se emite gran parte de la propaganda para quienes leemos castellano. Y la predilección de Putin es tan grande que contempla a Argentina como un país donde se refugiaría si cae su gobierno. La pregunta es si el nuevo gobierno argentino lo recibiría con los brazos tan abiertos como el gobierno anterior[3].

Nicaragua alberga la granja de trolley y social media bots rusos más importantes de Latinoamérica. Y también hospeda a un grupo significativo de mercenarios, pertenecientes al del Grupo Wagner que hoy, con seguridad, no están desempleados. Los mercenarios de Wagner se pasaron a otras empresas de mercenarios o quedaron bajo las órdenes directas del gobierno de Putin o se incorporaron a la resistencia wagneriana al mando de Lotus (Anton Olegowitsch Elizarow, el carnicero de Soledar).

Según los últimos análisis, Cuba y Venezuela se han vuelto demasiado caros para ser mantenidos o al menos apoyados por Rusia. Moscú considera que invertir menos dinero en trolles y robots nicaragüenses sale más a cuenta que financiar proyectos en Cuba y Venezuela. Al menos, por el momento.

Ya desde el inicio del régimen chavista, Venezuela comenzó a comprar armamento ruso. A crédito o pagado con los ingresos del petróleo. Y lo hizo en enormes cantidades. El 75% de las armas venezolanas son de procedencia rusa. Otro tanto, viene de China[4]. Venezuela se transformó en uno de los países latinoamericanos con mayor gasto en armamento. Y esto, en medio de una gran crisis económica y social. El pacifismo es lo contrario del pomposamente llamado socialismo bolivariano, que más parece del siglo 14 que del siglo 21[5].

Maduro y Putin tienen varios enemigos en común -o muchos- pero su más grande enemigo común es Estados Unidos. Maduro le llama “el imperio”, pero no le importa caer en las garras de otro imperio, aún más feroz y sanguinario, como es el imperio de Putin o de Vladimir el Vengador, como se le ha comenzado a llamar.

Hay un malentendido en la izquierda latinoamericana que consiste en creer que Putin es algo así como un comunista del siglo 21. Putin es un ex-agente de la KGB. Es muy discutible si fue tan partidario del marxismo-leninismo o no. Me inclino a pensar que no. Aquella no fue más que una ideología o más bien una teoría de la conspiración que les sirvió, pero nada más.

Los funcionarios de la KGB y de otros servicios secretos soviéticos y de países satélites o dominados estaban ya en esa época, más preocupados de su bienestar material, de su bolsillo y de acumular el mayor poder que les fuera posible y no de impulsar un supuesto auge del proletariado que sólo podría minar el control sobre la población a ellos sometida. La clase trabajadora no estaba en el poder, sino que se hallaba completamente sometida a una dictadura, dentro de la cual, los servicios secretos eran todopoderosos.

Volviendo a la actualidad, la Rusia de Putin financia en el mundo tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda. En el caso de Brasil, da lo mismo que esté Bolsonaro o que esté Lula en el poder, ambos apoyan o apoyó a Putin. En Europa, vemos a Rusia financiar a Le Pen, al mismo tiempo que ayuda los pocos grupos de extrema izquierda que van quedando.

Actualmente, tanto los sectores de extrema derecha o extremadamente conservadores (esos que viajan a Rusia a congresos sobre la familia) o bien los de extrema izquierda o filo- marxistas o anarquistas de los dos extremos, todos ellos son apoyados y apoyan a Rusia en su guerra contra Ucrania. Es una nueva demostración de la llamada teoría de la U o de la herradura[6]

A mi modo de ver, lo que le interesa a Putin es sembrar la discordia en el continente americano. Como Latinoamérica es un subcontinente que Rusia no controla, sino que considera como bajo control de los Estados Unidos (sic), Putin fomenta los conflictos y enciende las controversias entre sus miembros. En su época, la URSS manejaba sus dominios con mano de hierro y tanques, al tiempo que sembraba el descontento y la subversión en los países democráticos[7].

Por otra parte, los Estados Unidos y Europa buscan nuevas fuentes de energía tradicional: de gas y de petróleo. Al mismo tiempo, trabajan en una renovación energética que les permita el suministro de energía procedente de fuentes renovables. Pero la energía renovable no es algo que le convenga a Rusia, que vive de la venta de gas y de petróleo. ¿Será por eso que hay tantos enemigos de las nuevas fuentes de energía entre los extremistas de derecha?

No hay que olvidar que la región de Esequibo tiene tanto gas como petróleo. Aparte de los pozos de petróleo en el mar de Esequibo, que serían explotados por una empresa estadounidense. Al régimen de Maduro se le hace agua la boca de sólo pensar en el gas y el petróleo guyanés. Y Rusia sueña con que Venezuela se apodere de estas fuentes de energía y las cierre para Occidente. Sólo así se entiende que hayan empezado a sonar tambores de guerra desde Venezuela


[1] La alianza con Rusia nació junto a la otra que el difunto presidente venezolando forjó con el dictador Lukaschenko. Ver mi columna Lukaschenko y Venezuela

[2] Mutatis mutandi, ver mi columna ¿En qué no se parecen Ucrania y Cuba?

[3] Selenski estuvo en la asunción como presidente de Milei, pero también estuvo Orban, un aliado absolutamente incondicional de Putin.

[4] Según el SIPRI, el 89% de las armas adquiridas por Venezuela son de origen chino y ruso. Maduro, el aprendiz de Putin

[5] Ver mi columna Tambores de guerra en Venezuela

[6] Ver mi columna El extremismo en la teoría de la herradura o de la U

[7] Me referí a esto en mi columna Maduro, el aprendiz de Putin

Sin guerra, la economía rusa se viene abajo

Durante el año en curso, la economía rusa probablemente crecerá entre 2 y 2,3%. Las razones de este crecimiento no son duraderas. Son fundamentalmente tres: 1) El alto gasto militar. 2) Los sueldos más altos, originados en la falta de personal y que conducen a un aumento del consumo interno. 3) El aumento del gasto social del estado[1].

El presupuesto para el próximo año contempla un aumento del gasto militar de casi un 70%. Lo que significa el 6% del PIB. Si consideramos que los países de la OTAN no logran llegar al 2% (acordado en la Cumbre de Gales el 2014) es fácil darse cuenta de lo alto que es el gasto militar ruso. El gasto bélico es, sin duda, uno de los mayores estímulos de la economía rusa.

No son sólo las sanciones las que causan los problemas en la industria automovilística, en la industria aeronáutica y en el sector de la tecnología de la información rusas, sino que es la emigración de ciudadanos rusos que trabajaban en estos sectores. Abandonaron Rusia después de la llamada movilización parcial.

Todos recordamos las fotos de rusos jóvenes en bicicleta o a pie, intentando cruzar la frontera en dirección a Georgia o Kazajstán, a Armenia o Azerbaiyán. Ello, por temor al reclutamiento o simplemente porque no ven futuro alguno en su país. Por lo menos 900 mil personas han huido de Rusia por tales razones. Muchos relacionan este éxodo con aquel ocurrido durante el leninismo en 1922, en el episodio conocido como “el barco de los filósofos”[2].

La falta de capital humano en Rusia significa que falta mano de obra calificada, sobre todo, trabajadores especializados o altamente capacitados.Ha huido casi un millón de personas altamente calificadas. Esto conduce innegablemente a un retroceso tecnológico. Algunos dicen que Rusia ha retrocedido a la década de 1990.

Es evidente que los hombres (son generalmente hombres) que no han escapado no pueden ser capacitados para trabajar en complejas tecnologías. No quiero parecer sarcástica, pero no creo que la estrategia del Grupo Wagner de reclutar a gente en las cárceles sirva mucho para formar nuevos ingenieros o especialistas en computación o en aerodinámica. Aunque no pongo en duda que en las cárceles rusas, hay mucha gente condenada injustamente[3].

Pero no sólo la emigración ha causado este problema, también el llamado invierno demográfico. No en vano, se dice que los países que otrora fueron “rojos” (el color del comunismo) han pasado a ser de color gris: de rojos a grises.

Asimismo, se habla de un recalentamiento de la economía rusa. En efecto, durante algún tiempo, la industria rusa producía bajo su capacidad. Pero actualmente, ha llegado a su límite máximo. Y esto genera un efecto negativo, ya que, para aumentar la producción sería necesaria una mayor inversión. Pero un interés guía de casi 13% frena la inversión. Además, falta la inversión extranjera, debido no sólo a las sanciones, sino también a la inestabilidad y a la inseguridad.

Aquí tengo que referirme al tema sanciones, y a su indudable efecto negativo en la economía rusa[4]. Las sanciones en el sector tecnológico no pueden ser evadidas completamente a través de las llamadas importaciones paralelas, que consiste en que un país compra los productos sancionados y los revende a Rusia. Evidentemente, a un precio mucho más alto. Lo que es un factor que contribuye a una mayor inflación.

Las medidas para paliar los efectos de las sanciones consiguen sólo atenuarlas, pero no las pueden evitar. Tal como ocurrió en Latinoamérica, donde se trató de imponer esta ideología, el intento de implementar un sistema de sustitución de importaciones no da resultado, tampoco en Rusia. El chiste de cultivar plátanos en Siberia se ha quedado sólo en un mal chiste.

Todo esto lleva a un aumento de la inflación que, a comienzos del 2022 era más o menos alta, sin embargo bajó a 2,3% en abril de este año. En octubre de 2023, la inflación llegó al 6,7%. De manera que el objetivo del Ministerio de hacienda ruso, de un 4% anual, se ha quedado sin cumplir.

Y aquí nos encontramos con el problema del interés guía ya mencionado. Debido a que las importaciones son considerablemente más caras, el Banco Central subió el interés guía a 12,5%. En este mismo sentido, el Banco advierte del peligro de un recalentamiento de la economía igualmente mencionado más arriba.

Rusia es un país exportador de recursos naturales. especialmente de energía: de gas y de petróleo. Los intentos del resto del mundo, especialmente de Europa, de lograr independencia energética han llevado a que Rusia trate de entrar en otros mercados, especialmente China e India.

(El interés ruso en Latinoamérica ha descendido considerablemente. Cuba y Venezuela están entregadas a su suerte. Tan sólo en la pequeña Nicaragua, Rusia mantiene una fábrica de trolls, para influir en la opinión pública latinoamericana. Aparte de Russia Today en castellano, con sede en Argentina, país donde se refugiaría Putin si fuese necesario[5]).

Las medidas para paliar las consecuencias de la pérdida de los mercados europeos son más fáciles de implementar en el caso del petróleo que del gas. Rusia compró viejos buques-tanque, en mal estado para transportar petróleo. Pero el transporte del gas no es tan fácil. Para transportar gas, por ej. a China, Rusia necesita gasoductos y sólo cuenta con uno, llamado Poder de Siberia, cuya capacidad es limitada. Moscú intenta construir un segundo gasoducto; pero China no se muestra demasiado interesada. Además, está el problema de la electricidad que sería necesaria para las turbinas del gasoducto.

En suma, Rusia no ha logrado entrar a nuevos mercados suficientemente grandes para exportar gas o petróleo. Y es muy poco probable que no lo logre en el futuro.

Por último, frente al aumento del gasto estatal, Rusia puede recurrir al Fondo Nacional Social para estabilizar el presupuesto. Actualmente, el déficit presupuestario es sólo del 2%, lo que no es mucho. Se llama la atención además, acerca de las altas indemnizaciones que se han prometido a las familias de los caídos en la guerra contra Ucrania.

Aparte del aumento de las inversiones militares, en la industria de los armamentos y en el ámbito social, el estado ruso invierte también en el sector de la construcción. Sólo así puede mantener un 2,3% de crecimiento económico. Y puede “ocultar” el gran tamaño del gasto social. El 2024 y el 2025, todavía habrá crecimiento, pero será menor.

Mucho se habla de la economía de guerra, en que el estado puede decidir qué invertir, cómo y dónde. Más aún en un estado en que la industria de armamentos se halla casi en su totalidad en manos estatales. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, donde la producción de armamentos es privada.

La pregunta es: qué pasará cuando termine la guerra y el estímulo económico desaparezca parcial o totalmente. En ese caso, la economía rusa detendrá su crecimiento o bien, se contraerá. ¿Será esta una de las razones por las que Putin no quiere terminar su guerra contra Ucrania? Una guerra que ya está perdida para Rusia y que sólo lleva a que mueran día a día cerca de mil soldados rusos, un número que, en cualquier otro país, llevaría a una revuelta popular, pero no en Rusia…


[1] Sigo al profesor de la Universidad de Innsbruck Gerhard Mangott, en estos tres puntos y en otros más. Comprobé las cifras que él menciona en la charla que escuché.

[2] Lamentablemente, no hay artículo en Wikipedia en castellano sobre este hecho histórico. El link al artículo en portugués es este: Navios dos filósofos

[3] Hace poco leí el libro y vi la primera parte de la película “Texto”, del escritor ruso Dmitri Glujovski, condenado en ausencia, a ocho años de cárcel por el régimen de Putin. En “Texto”, el protagonista cumple una pena de cárcel absolutamente injusta. Motivada por la enorme corrupción existente en Rusia actual.

[4] Hay dos tipos de sanciones: las occidentales y las impuestas por la misma Rusia a las importaciones.

[5] Ver La guerra de las Malvinas y Putin

El abrazo

En mi columna ¿Dónde está Prigoshin? anuncié que uno de mis próximos artículos se debería titular ¿Dónde está Surovikin, el carnicero de Siria? Sin embargo, esa columna va a tener que esperar, porque nadie sabe dónde está Sergei Surovikin, también conocido como general Armagedón culpable, entre otros muchos crímenes, de la destrucción de Alepo.

Hoy quiero contarles algo distinto, algo que me pareció muy emotivo. Mis lectoras y lectores saben que asisto -si me es posible hacerlo- por lo menos una vez a la semana a una vigilia matinal frente al consulado general ruso, para protestar por la guerra contra Ucrania. Ya he contado en columnas anteriores, de mi experiencia en esa manifestación: la última de ellas fue Protestamos gratis. El título se debe a que una a una señora rusa le habían asegurado en el consulado que nosotros éramos agentes pagados.

La semana pasada, una joven rusa se acercó a nuestro grupo (ese día éramos muy pocos, el tiempo era muy malo: lluvia, viento y frío) y preguntó algo en ruso. Uno de los participantes en nuestra vigilia de protesta, le contestó que él venía de Irpin. No sé si todos ustedes saben que Irpin, al Noroeste de Kiev y al lado de Bucha, es una de las ciudades más destruidas por la soldadesca rusa[1].

El ciudadano de Irpin se había unido ese día a nuestra protesta -pequeña pero efectiva- y nos había mostrado videos de su edificio de departamentos que había quedado totalmente destruido después de un ataque de la artillería rusa. Con su autorización expresa, publiqué uno de sus videos en Instagram, que muestra lo que quedó de su casa después de un ataque ruso a la población civil… sólo escombros.

La joven mujer rusa lo miró fijamente, su expresión se hizo cada vez más triste, hasta que empezó a llorar, primero un poco y después más y más. En ese momento, todos nos acercamos a ella. Yo pensaba abrazarla… Pero el ucraniano se me adelantó y la abrazó con fuerza. Comenzaron a hablar. Se separaron un poco y siguieron hablando. La chica dejó de llorar, un poco y luego lloró aún más fuerte. El ucraniano la abrazó otra vez mientras ella lloraba y lloraba. Al final, él la acompañó a la estación del tren para que volviera a la ciudad donde vive.

Entre paréntesis, Rusia va a cerrar muchos consulados en Alemania. El que está en mi ciudad quedará abierto y, en consecuencia, será visitado por un número mayor de personas que ya no podrán acudir a los ya cerrados. Esto significa que nuestra protesta será vista por más gente. Tendremos así la oportunidad de hablar con más rusos y rusas que tienen sólo que atravesar la calle para ello[2].

Volviendo a la escena del abrazo entre el ucraniano de Irpin y la chica rusa: él la abrazó y la consoló. Un hombre cuyo país fue invadido por Rusia y para el que las consecuencias de la guerra no son abstractas, sino muy concretas, ya que se quedó sin casa, sin auto, sin recuerdos, sin hogar para su familia…. Todo lo que le pertenecía fue destruido en un acto de barbarie por parte de un estado terrorista que aterroriza a los habitantes de Ucrania, para que se rindan o para que abandonen el país. Un hombre de mediana edad que vió interrumpido su tratamiento oncológico en Ucrania y que tuvo que huir al extranjero para continuarlo.

El ucraniano abrazaba y consolaba a una joven proveniente del país que había atacado a su patria, destruido su ciudad, cometido crímenes de guerra, secuestrado a sus niños, violado a sus mujeres (y no sólo en Bucha, también en Irpin y otras ciudades), quemado sus libros, prohibido su lengua en las zonas ocupadas, bombardeado hospitales[3], teatros y universidades en un intento de borrar la cultura ucraniana que Putin dice que no existe, ya que todos los ucranianos serían rusos.

Ese hombre que había sufrido lo indecible y había tenido que marchar al exilio, consolaba a la chica rusa que lloraba y le pedía perdón una y otra vez por lo que Rusia está haciendo a Ucrania y a los ucranianos. Nos contó que su abuelita vive en Ucrania y su ciudad está constantemente siendo bombardeada por Rusia.

Afortunadamente, la nieta recibe información de primera mano de su babushka en Ucrania. Hay muchos rusos que sólo se “informan” o más bien se desinforman a través de los medios propagandísticos estatales rusos. En Rusia no hay prensa libre: los medios o son estatales o le pertenecen a algún oligarca, como al mismo Prigoshin y otros. También Gazprom tiene no sólo medios de “comunicación”, sino incluso un ejército privado, Wagner no es el único.

Como muchos otros rusos, la joven mujer nos dijo que ella es totalmente contraria a la guerra. Pero, protestar contra la guerra en Rusia es firmar su propia condena a quince años en un gulag[4], ya que te encarcelan inmediatamente, como nos contó la historiadora rusa que se acercó a nuestra vigilia en una oportunidad: Mientras más armas, más corta la guerra[5]

Desconozco cuál es la historia de la de la joven rusa… Pero seguro que se parece a la de tantos otros rusos y rusas que han tenido que abandonar su país en los últimos años, o en los últimos meses. Para renovar su pasaporte o hacer algún otro trámite deben acudir al consulado general ruso. Una razón más para continuar yendo a protestar al menos una vez por semana.


[1] “According to Human Rights Watch, on March 6, 2022, Russian forces bombarded an intersection on a road of Irpin which was used by civilians to flee.As of 24 March 2022, 80% of the city was recaptured from Russian occupants by Ukrainian Armed Forces. On 28 March, Mayor Oleksandr Markushyn announced that all of Irpin was fully recovered by the Ukrainian forces. On March 30, the mayor of Irpin said that the Russian military had killed more than 300 civilians and 50 servicemen in the city”, Wikipedia

[2] Publico fotos en mi cuenta de Instagram

¿Dónde está Prigoshin?

Esta es la pregunta que nos hacemos todos, a una semana del Levantamiento de los mercenarios 

Lukaschenka[1] dice que le ofreció huir -no sé si se pueda hablar de dar asilo- a Bielorrusia. Otros aseguran que vieron a Prigoshin en San Petersburgo, donde el Grupo Wagner tiene su edificio central[2] y el oligarca tiene su principal fábrica de trolls en internet. Su avión habría hecho una escala en Moscú -quién sabe para qué- y luego, habría volado a la ciudad a orillas del Neva.

Otros dicen que su avión se habría dirigido a Minsk. Parece que la capital bielorrusa se ha convertido en un verdadero refugio temporal de criminales: hacia Minsk voló Jan Marsalek, el estafador de Wirecard que ahora vive en un sector acomodado de Moscú, donde sólo oligarcas y otros criminales pueden pagar un inmueble.

Putin aseguró a los mercenarios del Grupo Wagner que no serían perseguidos penalmente. Iba a escribir que no serían perseguidos por la “justicia rusa”, pero indudablemente, la palabra “justicia” y el régimen de Putin son términos que se contradicen entre sí. Después de asegurar que los mercenarios eran traidores, Putin los perdonó y les aseguró que tenían tres alternativas: irse a Belorrusia, enrolarse en el ejército de la Federación[3] o volver a sus casas, con sus familias.

Con este perdonazo, Putin demostró debilidad. Sobre todo, porque después de acusar de traidores a los mercenarios de Wagner y de asegurar -el día sábado- que la traición se paga con la vida, esto es que los espera el pelotón de fusilamiento… Después de esta gran amenaza, el día domingo, los perdona y deja huir a Prigoshin[4].

Putin no sólo mostró debilidad, sino que además, quedó claro que el jerarca ruso sí reacciona ante una amenaza y que es capaz de claudicar. Un argumento más en favor de quienes pensamos que es fundamental apoyar a Ucrania, para colocarla en una buena posición en orden a negociar -en un futuro próximo- la devolución de su territorio, de los niños raptados, reparaciones de guerra, seguridad de sus fronteras y un gran etcétera[5].

No me atrevería a asegurar que el perdonazo de los mercenarios -al menos de los que se queden en Rusia- sea duradero. Me imagino que, por esta razón, muchos de ellos huyeron a Bielorrusia donde Lukaschenka les habría entregado o arrendado una o más bases para que reinicien sus actividades. Cualesquiera sea que éstas vayan a ser en el futuro.

Prigoshin aseguró que 25 mil mercenarios estaban bajo sus órdenes en la guerra contra Ucrania. Pero parece que ese fue sólo un bluff, ya no que habría tenido nada más que ocho mil. O puede ser que hayan muerto tantos en la guerra, que no le queden más que ocho mil en Rusia. Por ejemplo en Bajmut, donde los ex-presidiarios reclutados por el Grupo Wagner no fueron más que simple carne de cañón.

Donde sí parece que hay veinte mil mercenarios de Wagner es en África. En ese continente, la estrategia rusa es clara: apoyar al gobierno dictatorial o instalar un dictador en el poder, siempre y cuando les deje explotar las minas de oro, de uranio, de diamantes, los yacimientos de petróleo o de gas. Con ello, se desestabiliza África y se crean flujos de inmigrantes que, a su vez, desestabilizan a Europa. ¿A quién le importa la vida humana si puede ganar ingentes sumas de dinero a la usanza de los peores imperialistas y capitalistas de la historia?

El Grupo Wagner no es un Blackwater cualquiera. No es una empresa de seguridad privada, sino que es una creación del estado ruso que necesitaba gente que hiciera el trabajo sucio, o debería decir: el trabajo más sucio. Hasta el fin de semana pasado, Putin todavía negaba toda relación con algún grupo paramilitar. Es más, hasta la semana pasada, Putin negaba la existencia del Grupo Wagner. Después de todo, según la ley de la Federación, el monopolio del poder recae en las fuerzas armadas y no permite la existencia de ejércitos paralelos.

El martes pasado, Putin reconoció que el régimen ruso había pagado al Holding Concord (construcción de por lo menos 64 empresas entre las cuales formalmente se haya el Grupo Wagner) mil millones de dólares por la actuación de los mercenarios en la guerra contra Ucrania, otros mil millones en material de guerra y mil millones más por el catering de los soldados del ejército ruso. Putin agregó que espera que Prigoshin no haya robado mucho, lo que es un gran sarcasmo considerando la altísima corrupción que impera en Rusia[6].

La semana pasada, Velina Tchakarova (desde Viena) publicó en Twitter un interesante esquema que muestra lo que ella denomina “a galaxia de Prigoshin. Esto es, el entramado de sus empresas. Los invito a ver el documento gráfico[7].

Es interesante observar que hay dos países americanos que aparecen en el mapa de Tchakarova. Uno de ellos es nada menos que Estados Unidos, donde la Galaxia prigoshiana mantiene páginas de información. O más bien de desinformación. Y Venezuela, donde se hallan los Wagner, en su calidad de compañía militar semi-estatal, como asesores políticos y como explotadores de empresas extractoras de recursos naturales[8].

Lo más infame de las páginas norteamericanas es que se hacen pasar por activistas en pro de la lucha por la “igualdad racial”[9]. Demás está decir que los trolls financiados por Prigoshin están interesados en el triunfo de Trump. Desde siempre, Trump ha sido el candidato de Rusia[10]. ¿Por qué será?

Prigoschin hacía un doble trabajo para el régimen ruso: recibía fondos del exterior para financiar la guerra contra Ucrania y recibía dinero del estado ruso por pelear y morir en la guerra. Algunos analistas aseguran que Prigoshin se rebeló porque al régimen de Putin se le habrían acabado los fondos.

La causa inmediata (o la excusa) del quasi putsch wagneriano fue la obligación de firmar un contrato y de ponerse a las órdenes del ejército ruso, esto es a las órdenes de Gerasimov y de Shoigu (este último, también dueño de un grupo paramilitar), ambos muy odiados por Prigoshin.

Me pregunto ¿qué pasará ahora con las empresas de Prigoshin? ¿Se las lleva a Bielorrusia? ¿Habrá sido este el interés de Lukashenka en que el oligarca se refugiara en su país? O ¿serán expropiadas por Putin que se quedará con ellas o las repartirá entre otros oligarcas? El viceministro de relaciones exteriores acaba de viajar a Siria para tranquilizar a Assad a quien aseguró que los mercenarios ahora dependen directamente del Kremlin.

Quién sabe… Lo único que sé es que mi próxima columna debería titularse ¿Dónde está Surovikin? Sergei Surovikin es el general favorito de Prigoshin, que estuvo algunos meses al mando de la guerra contra Ucrania y, hasta la semana pasada, era lugarteniente de Gerasimov. Hoy, detenido por haber apoyado o al menos, haber tenido conocimiento del levantamiento de los mercenarios y no haber hecho nada para impedirlo. Entre paréntesis, el general Surovikin es el responsable del bombardeo y destrucción de la ciudad de Alepo, en Siria…[11]


[1] Otrora rival de Putin, hoy su marioneta.

[2] Se puede apreciar la fastuosidad del edificio en las muchas imágenes del mismo en Google

[3] Cuando hablamos de Rusia, nos referimos a la Federación Rusa que se compone de Rusia más las repúblicas colonizadas en Asia Central que no lograron independizarse luego de la caída de la Unión Soviética en 1991.

[4] La cantidad de mercenarios rusos es limitada. Se trata de algunos miles de hombres formados por el servicio secreto militar o GRU. Por esta razón, me puedo imaginar que a Putin no le conviene dejarlos ir.

[5] Por el rapto de niños ucranianos, Putin y otros de sus personeros están acusados en la Corte penal internacional en La Haya.

[6] De acuerdo a Transparencia Internacional, hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán, en Corrupción en Ucrania La corrupción es una enfermedad post soviética.

[7] @vtchakarova El tweet aquí

[8] Las relaciones entre Bielorrusia y Venezuela datan de la época en que Chávez visitó Bielorrusia y se fotografió con armas aparentemente de producción bielorrusa. Ver Lukaschenko y Venezuela

[9] Las razas no existen. Los invito a mi columna Nos guste o no, en realidad todos somos africanos

[10] Pienso que Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar y que “el Partido republicano fue ‘secuestrado’, primero por el tea party (una especie de secta política, racista, sexista y homofóbica) y más tarde, por lo que el mismo Trump llama simplemente “our movement”. El organizador de concursos de belleza ha logrado convertir al great old party en un club pro-Trump o en una secta, en Trump: A un año del asalto al Capitolio y la derecha chilena

[11] Como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Alepo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa, en El Papa y Ucrania Ver también Rusia no es potencia

El levantamiento de los mercenarios

Los acontecimientos del fin de semana en Rusia, serán conocidos como el levantamiento de los mercenarios. Actualmente, hay once grupos de mercenarios en la Federación rusa, de los que el más conocido en el extranjero, es el llamado Grupo Wagner. Y esto, pese a que las agencias militares están prohibidos en Rusia; pero la verdad es que, en el reino de Putin poco y nada importa lo que diga la ley. 

Más importante es la voluntad de la camarilla en el poder. El poder politíco se concentra en los servicios secretos, que no son servicios de inteligencia y análisis como los conocemos en los estados democráticos, sino son una verdadera policía secreta, al estilo de la Checa, la policía secreta de Stalin, o de la Gestapo del nacionalsocialismo[1].

El grupo Wagner fue creado por Dmitri Utkin, un miembro del servicio secreto militar -del temido GRU- encargado de ayudar al gobierno de Assad en Siria. Utkin es de filiación neonazi y gran admirador de Hitler, de manera que su alias de combate es “Wagner” que habría sido el compositor preferido del Führer. Los agentes y soldados que peleaban bajo sus órdenes eran pues el “Grupo Wagner”. 

Tiempo más tarde, un ex-cafiche y ex- presidiario (fue condenado a trece años de prisión por robo a mano armada y otros delitos) llamado Yevgueni Prigozhin conoció a Utkin y decidió invertir en su agencia militar. Prigozhin era conocido como el cocinero de Putin, ya que venía acompañándolo desde su tiempo de San Petersburgo, como dueño de restaurants y proveedor de la comida para el ejército. 

Como información de background, puedo contarles que Putin teme que lo envenenen y por eso, sólo comía lo que la empresa de Prigozhin le preparaba. Por otra parte, se dice que varios envenenamientos son responsabilidad de esa empresa. Hoy en la mañana, ha visto varios memes según los cuales, Putin ya no va a poder comer nada, por el miedo a que lo envenen.

Asimismo, Prigozhin es dueño de una de las grandes granjas de trolles en San Petersburgo y quién sabe donde más. Probablemente, también de la gran granja de trolles de Nicaragua, con millones de cuentas falsas, encargadas de difundir fake news, en el marco de la campaña de desinformación que hoy se orquesta desde la Federación Rusa. 

No en vano, Putin era oficial de información de la KGB, esto es, de desinformación. Es triste ver como, en todo el mundo, hay gente (es minoría) que cree con una fe religiosa todas las mentiras que difunden las granjas de trolles por el mundo. Y también desde medios como Russia Today, Sputnik y una seria de blogs de personajes falsos y también de tontos útiles que se ponen al servicio de Putin. La conspiranoia es también muy habitual en estas burbujas.

El levantamiento de los Wagner se veía venir, ya que durante las últimas semanas, Prigozhin no dejaba pasar un solo día sin lanzar sus diatribas[2] contra el ejército ruso y especialmente, contra el ministro Sergei Shoigu y el jefe del estado mayor Valeri Gerasimov. Ojo, nunca contra Putin (salvo esa vez en que habló del abuelo,  pero después dijo que no se refería a Wladimir Wladimirovitch). 

Prigozhin, Utkin y sus mercearios del Grupo Wagner son detestados por los altos oficiales y por los comandantes rusos, pero aparentemente son amados por la tropa. Las diatribas eran retransmitidas por los llamados blogueros militares rusos, muy populares en un país que cree que la potencia va de la mano de la violencia… Y esto, en todo sentido.

Esto último explica que los mercenarios de Prigozhin hayan podido tomar la ciudad de Rostov sin resistencia alguna de los militares del ejército ruso. Y luego, hayan iniciado su marcha hacia Moscú sin mayor resistencia. Tan sólo la de algunos aviones y helicópteros que derribaron sin dificultad, ya que Wagner tiene armas antiaéreas. Se dice que Prigozhin adquiere armamento a través de África, donde tiene minas de oro y de uranio, con las que paga las armas[3].

Es significativo que los mercearios de Utkin y de Prigozhin tampoco hayan experimentado resistencia alguna por parte de la población rusa. Es cierto que el pueblo ruso hoy en día es escéptico o más bien apático[4]; pero en la misma ciudad de Rostov -donde se haya el cuartel general de la guerra contra Ucrania- la misma población les llevaba alimentos y todo lo que necesitaran. 

A kilómetros de Moscú, los Wagner decidieron detener su marcha. Los mercenarios regresaron a sus cuerteles y tanto Prigozhin como Utkin están desaparecidos. Me atrevo a adelantar que Utkin aparecerá muerto en algún lugar. A Prigozhin va a ser más difícl liquidarlo, pero bolsas de té con polonio o calzoncillos con Novichok abundan en la Federación rusa, de manera que no será difícil encontrar alguno para él[5].

Se desconoce las razones por las que Prigozhin detuvo su marcha. Hasta ahora, sólo hay especulaciones. Tal como en la Unión Soviética, en la Federación rusa, tampoco hay una política de transparencia y la información se oculta. Se dice que no se aplicarán castigos a los mercenarios, pese a la bravata inicial de Putin, en que aseguró que serían castigados como traidores. Especialmente Prigozhin. 

Hoy lunes, los mercenarios han retornado a sus cuarteles y de Prigozhin nada se sabe. Se supone que huyó a Bielorrusia donde recibiría asilo (en el sentido no técnico de la expresión) del dictador Lukaschenka, el eterno rival de Putin, hoy convertido en su marioneta. Si los mercenarios seguirán peleando en Ucrania es algo que tampoco se sabe. 

Del mimistro de defensa Shoigu, el rival de Prigozhin, tampoco se sabe nada. En cuanto a Valeri Gerasimov no sería la primera vez que desaparece, para reaparecer después. Putin tampoco está en Moscú y nada se sabe de él. El último mensaje televisivo, en el que anunció que la guerra contra Ucrania… perdón la “operación especial” (si hablas de guerra en Rusia, recibes entre 15 a 25 años de cárcel) se dice que fue grabado días antes.

En un sistema de dependencias personales, como el moderno feudalismo de la Federación rusa, no es inusual una acción como la de Prigozhin: el vasallo se alza para manifestarse en contra de algo que considera una injusticia (supuestos ataques del Ejécito ruso contra el Grupo Wagner, no entrega de munición, etc.) y contra personas que consideran incompetentes e indeseables (Shoigu y Gerasimov). Luego de conseguir lo que exigía o parte de ello, se retira.

La situación actual en Rusia se puede comparar con la de los war lords africanos o, en el mejor de los casos, con el feudalismo de la Edad Media en Europa. Desde una perspectiva histórica, hay que considerar que, a comienzos del siglo 20, el Imperio de Rusia pasó desde el feudalismo al régimen del socialismo real o de estado, o comunismo, stalinismo, chequismo o como quieran llamarlo, en apenas un par de años, sin solución de continuidad.

En suma, el levantamiento de los mercenarios deja a Putin muy debilitado. Putin basa su poder, por una parte el divide et impera (tres servicios secretos rivales y los servicios secretos contra la oligarquía) y en la garantía de estabilidad y de supervivencia de la población que está interesada en que le paguen sus sueldos, sus pensiones y jubilaciones (la demografía rusa nos habla de una población envejecida) y que baja la cabeza ante a la autoridad, sea quien sea. Dos siglos de zarismo, casi un siglo de comunismo y décadas de putinismo le han ensñeado que no vale la pena intentar cambiar las cosas. 

Quienes quieren una vida mejor, simplemente huyen de Rusia, como los 200 mil hombres jóvenes que huyeron de la Federación para llevar una vida un poco mejor en Europa Occidental, en Turquía, Georgia, Australia, los EEUU o incluso en Kasajstán, país que nos puede dar muchas sopresas en el futuro cercano.

Pobre Rusia, se merece algo mejor que Putin, Prigozhin, Shoigu, Jakunin, Kadyrov o como se llamen todos los dictadores y minidictadores de hoy… 


[1] No sin razón, se llama hoy a Putin, Putler.

[2] A través de su canal de Telegram. En Rusia no hay libertad de prensa.

[3] Se supone que la toma de la ciudad ucraniana de Soledar, que no tiene importancia militar, se debió al interés de Prigozhin por las minas de sal que hay en esa ciudad. Como en la Edad Media, hoy las minas de sal tienen gran valor.

[4] La historiadora rusa de la que les hablé en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra explicaba que, mientras los ucranianos habían sido históricamente, un pueblo que busca la libertad, los rusos agachaban la cabeza y preferían no meterse en nada y dejar que los que están en el poder decidieran por ellos.

[5] Hago con esto referencia a la forma en que murió Sergei Skripal y se intentó asesinar a Navalny.

Si Rusia no tiene armas, se acabará la guerra. Si Ucrania no tiene armas, se acabará Ucrania

Hay una teoría según la cual, donde hay armas, hay guerra. A contrario sensu, sin armas, no habría guerra. De manera que, si los países no tuvieran armas, no habría guerras, aseguran sus partidarios. En consecuencia, si no se produce o no se vende más armamento a los países o en los países, no habría más guerras.

Hay otra teoría, de acuerdo a la cual, donde hay un conflicto, hay o puede haber una guerra. Sin duda, el conflicto puede no ser un conflicto armado, esto es, puede o no devenir en guerra[1]. Sin embargo, un conflicto latente puede explotar en cualquier momento y convertirse en guerra, aún cuando los países no tengan suficientes armas. Es el caso de los conflictos congelados o cold conflicts, como se los llama con más frecuencia.

El conflicto actual entre Ucrania y Rusia demuestra más bien la segunda teoría. Ni el agresor Rusia, ni menos la agredida Ucrania tienen suficientes armas para proseguir la guerra. Rusia ha tenido que rogar incluso a Corea del Norte y se ha vendido a China. Algún político ha profetizado que  Rusia se convertirá en una provincia autónoma de China[2]. Pero China ha entregado apenas a Rusia un cargamento de chaquetas antibala y nada de armas. Y los norcoreanos, apenas antiguos cohetes soviéticos que tenían guardados.

La ofensiva de invierno rusa fracasó. Acabó en un fiasco y los grupos armados rusos se culpan mutuamente[3]. Por su parte, Ucrania no puede iniciar su contraataque –que ya no será de una ofensiva de invierno, sino de primavera o de verano– mientras no reciba los pocos tanques que mendigó de Alemania (que a la fecha, les ha enviado 18) y de otros países, que se los prometieron tarde mal y nunca y en una cifra ínfima.

Al comienzo de la invasión, cuando las tropas rusas arribaron al aeropuerto de Hostomel –en Kiev, donde permanecieron durante las semanas siguientes, cometiendo innumerables crímenes– los ucranianos apenas tenían bazookas de esas que cargan al hombro para derribar los helicópteros procedentes de Bielorrusia. Los rusos desistieron de enviar aviones con tropas de ocupación, por temor a que también se los destruyeran con las bazookas. Así se abortó la toma de Kiev.

Durante décadas, los países europeos habían negado armas a Ucrania, precisamente para evitar una guerra con Rusia. Suponían, de acuerdo a la teoría enunciada al comienzo de esta columna que sin armas, no habría guerra. Esta circunstancia condujo a una virtual indefensión de Ucrania cuando –hace poco más de un año– empezó la invasión rusa a todo el territorio ucraniano.

En realidad, la invasión había comenzado antes, el 2014, cuando Rusia –aprovechando el desorden inmediatamente posterior a las manifestaciones del Euromaidán y la huída del presidente Yanukovich a Rusia[4]– invadió Crimea y las regiones del noreste de Ucrania. En aquel entonces, Ucrania no se podía defender, ya que no tenía armas. Rusia inició entonces una cruenta guerra local en Lugansk y en Donetsk.

La defensa de Ucrania el 2022 es considerada heroica, porque Ucrania era un país virtualmente desarmado. Pero su población mostró un ánimo inquebrantable de defenderse frente al imperialismo ruso que tantas veces en la historia había subyugado a su población. Esto mismo condujo al convencimiento de los países democráticos de que valía la pena ayudar a los ucranianos, ya que estaban dispuestos a defenderse y lo lograrían. Las manifestaciones de solidaridad y de apoyo a su población han obligado a los políticos a reconsiderar su posición inicial.

En otras palabras, el conflicto estaba allí. Provocado por Rusia con su invasión, consecuencia de la negación de la existencia del estado de Ucrania. Para Putin, en su creencia en un relato nacionalista de la historia, Bielorrusia y Ucrania son parte de Rusia. Nunca habrían sido nación y nunca serían un estado independiente[5]. Entre paréntesis, durante la guerra contra Ucrania, Rusia se ha apoderado de Bielorrusia que no puede considerarse un país soberano.

Hoy en día, ni Rusia, ni Ucrania tienen suficientes armas. Pese a ello, la guerra continúa. Putin sabe que, si retira sus tropas pierde el poder[6]. Y probablemente también su vida. Por su parte, Ucrania defiende su territorio y los ucranianos no tienen intención alguna de cederlo a Rusia. Además, saben que, si ceden un metro ahora, en un par de años, tendrán nuevamente tropas rusas en su frontera exigiendo más y más[7].

Rusia dice que tiene mil seiscientos tanques. Pero no reconoce que algunos no pasan de ser un prototipo, como el supuestamente poderoso tanque Armata o el aún más poderoso tanque denominado Terminator. Me pregunto qué dirá Schwarzenegger porque le copiaron el nombre.

Pese a sus supuestamente casi dos mil tanques, Rusia lanzó tuvo que recurrir a tanques soviéticos de los años ‘50. No, no es broma. Se trata de los BTR-50, un tanque de transporte con el que los soviéticos combatieron primero en la II Guerra y luego en Afganistán. Y del T-62, de la década de 1960, que fue el tanque principal en la fracasada guerra de Afganistán.

Los mercenarios del Grupo Wagner se quejan de no tener munición. Y los ataques a la producción de electricidad de Ucrania (un crimen de guerra) se efectúan –en el mejor de los casos– con cohetes de la Marina, porque Rusia carece de suficientes misiles de tierra. Por eso, ha tenido que recurrir a los drones suicidas de fabricación iraní. Los misiles rusos son tan antiguos que carecen de precisión lo que hace que los daños a los edificios adyacentes sean aún más grandes y mayor el número de víctimas civiles.

Por su parte, Ucrania pide y ruega que le envíen munición. A su vez, los países de Europa Occidental se arrastran frente al gobierno suizo ya que una de las fábricas de munición más importantes de Europa se halla en ese país. Los suizos, aducen su neutralidad y niegan la entrega de munición, lo que crea un problema enorme a sus aliados europeos. Probablemente cerrarán la fábrica en Suiza, lo que le va a crear un gran problema a la Confederación Helvética[8].

En el caso suizo, la neutralidad sólo ayuda a Putin. Pese a que la mayoría de la población suiza está a favor de enviar munición a Ucrania, el gobierno no cede. La única esperanza es que se reforme la constitución o se la interprete de otra manera, en este punto, ya hay una iniciativa del partido liberal suizo.

En definitiva, una de las causas del retraso de la anunciada contraofensiva de Ucrania, que intenta recuperar su territorio ocupado por los vecinos invasores, es la falta de armamento y de munición. La causa del fracaso del ataque de invierno ruso es –entre otras– la falta de munición y de tanques[9]. Los aviones de Ucrania están destruidos y Rusia no quiere enviar los suyos, por temor a que se los derriben.

La falta de munición rusa afecta a un país donde su industria armamentista pertenece casi en su totalidad al estado. Y donde su economía se ha convertido -a un año del comienzo de la invasión- en una economía de guerra. Con todas las restricciones que una economía de guerra lleva consigo, entre otras cosas, el desabastecimiento de productos básicos para la población, cada vez más pobre.

Entre tanto, la industria de armamento de los países occidentales ha pasado de ser “la mala de la película” a convertirse en nuestra gran esperanza. Pero esperanza o no, se encuentra presa de una maraña burocrática de la cual le va a costar salir y que no la deja producir como podría hacerlo sin tantas restricciones y permisos no concedidos.

Concluyo pues que esta guerra –en Rusia, se llama operación especial[10]– no va a detenerse porque a las partes les falten las armas. Los rusos atacan a Ucrania incluso con tanques sacados de los museos. Y los ucranianos se defienden aún con bazookas al hombro, ya que, como ellos dicen, cualquier cosa es mejor que caer nuevamente bajo el dominio ruso.

Así pues, donde hay un conflicto, puede haber una guerra. Por otra parte, las armas pueden ser -como en la Guerra Fría- un elemento de disuasión, que indica al enemigo “hasta aquí” y no más allá. Es el lema “no pasarán” de los ucranianos. Pero este sería un tema para otra columna.

En suma, la teoría según la cual, si no le das armas a Ucrania, se acabará la guerra, no sólo es una tesis equivocada, sino que llevaría a que lo único que se acabara fuese Ucrania. Si Rusia no tuviera armas, se acabaría la guerra; pero si Ucrania no tiene armas, se acabará Ucrania[11].


[1] Por eso, me parece tan importante fomentar la solución pacífica de las controversias internacionales.

[2] Alfred Gusenbauer, ex primer ministro de Austria y muy bien informado en temas rusos.

[3] La ofensiva rusa sería pomposamente celebrada si triunfaba. Pero se la pasaría en silencio, si fracasaba. Esto lo advertimos a comienzos del invierno. La segunda alternativa es la que finalmente ha tenido lugar.

[4] El presidente por gracia de Rusia, Yanukovich huyó en un helicóptero a Rostov del Don. Es por eso que Selensky, pocas horas después de la invasión, cuando le habían ofrecido un helicóptero para salir del país, respondió que no necesitaba que le mandaran un vehículo para huir, sino armas para defender su país: “I need ammunition, not a ride”, ver mi columna Putin, el Gigante Aparente

[5] “Putin se pasó la pandemia encerrado leyendo libros de historia de nivel escolar”, El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[6] Sería reemplazado por alguno de los war lords a su alrededor. Kadyrov, Shoigu, Prigozhin, quién sabe. Nada bueno se puede esperar de esa camarilla. En todo caso, hasta ahora, Putin está bien firme en su posición.

[7] Y lo mismo saben los polacos, los habitantes de los Países Bálticos, los finlandeses y hasta los alemanes del Este.

[8] La neutralidad suiza sirvió mucho durante las dos guerras mundiales, en que los suizos de habla francesa estaban de parte de Francia y los de habla alemana, de Alemania y de Austria. Pese a ello, el estado suizo mantuvo la neutralidad. Hoy, la neutralidad no tiene ningún sentido.

[9] Muchos preveían que ya no habría más guerras con tanques. Se decía que la próxima guerra sería cibernética. En lo único que no se equivocaron es en anunciar la importancia que tendrían los drones.

[10] Si la llamas guerra, te mandan a la cárcel como acaba de pasar con Vladimir Kara-Mursa que pasará 25 años en un campo de trabajo.

[11] Invito a leer mi columna Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Rusia no es potencia

Después de mi última columna El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt un amigo comenta que él piensa que Rusia sí es una potencia. Me gustaría explicar brevemente mi porqué pienso que la Federación rusa está actualmente a años luz de ser una potencia.

Aislamiento

Antes que nada y como me decía una conocida rusa hace algunos años, gracias a Putin y a su cleptocracia, Rusia está aislada en el mundo y del mundo. Ni los zares, ni los comunistas tuvieron nunca tan pocos aliados como Rusia, después de la represión del 2012, y luego de la anexión de Crimea el 2014.

Es connatural a una potencia tener muchos aliados: estados sobre los cuales ejerce, por lo menos, alguna clase de hegemonía, de dominación, de control o de algún otro tipo. Los pocos aliados que tiene Rusia en el mundo se llaman Bielorrusia (obligada a aliarse[1]), un poco China (pero cada día más alejada), Venezuela, Nicaragua, Cuba (estos últimos, sin importancia en el concierto internacional). Últimamente la lista ha sido engrosada por otros dos países: Irán y Corea del Norte. Ambos aún más aislados que Rusia. Luego de una supuesta neutralidad inicial, la India se ha alejado completamente de Rusia.

Hay países que formaban parte de la UdRSS y que están “al lado” de Rusia (se hallan “conectados” por su territorio, como expliqué en mi columna anterior[2]). Muchos de sus líderes o son aún jerarcas de la época soviética o son sus hijos que continúan la línea dinástica de sus padres. Sin ir más lejos, Ramzán Kadyrov -hijo de Ajmet Kadyrov- es uno de ellos. Estos países pueden considerarse cual más cual menos, también “amigos” de Rusia (aunque Kissinger que ya tiene más de 90 años y sufre de creciente senilidad, seguro que me advertiría que los países no tienen amigos, sólo tienen intereses). Entre los “amigos” de Rusia, se pueden contar ex-repúblicas soviéticas como Daguestán, Kasajstán, Kirguistán, Turkmenistán o incluso Armenia.

En resumen, entre los aliados de Rusia hay tres categorías: 1) los que quieren ser sus aliados, como Cuba o Nicaragua. 2) Los que están “conectados” geográficamente con la Federación rusa, formaban parte de la Unión Soviética y no les queda otra alternativa, como todos estos países de Asia Central cuyos nombres terminan en “tan” y Bielorrusia. 3) Y los nuevos amigos, que son sólo dos: Corea del Norte e Irán. Ambos proveen a Rusia de armas y de munición, ya que la industria de armamentos rusa no los puede reponer rápidamente.

Economía y pobreza

En Postales de Islandia, les contaba a mis queridos lectores y lectoras que la economía rusa, al menos antes de febrero de este año, tiene o más bien tenía las mismas dimensiones que la economía italiana. Hay que considerar que Rusia tiene más del doble de habitantes que Italia, que Italia cabe 57 veces en Rusia y que la esperanza de vida en Rusia es diez años menor que en Italia.

¿Para qué quiere Putin más territorio y más súbditos? De ciudadanos no se puede hablar. Para sumirlos en la pobreza en que se halla la mayoría de la población en la Federación Rusa, sobre todo en las repúblicas de Asia Central. En Daguestán, en Siberia, Kirguistán, Turkmenistán o incluso en Armenia. Pobres armenios, se acogieron a mala sombra y ahora no pueden salir. A diferencia de Kasajstán que cada día se aleja más de Rusia.

La Federación rusa es un país exportador de recursos naturales, especialmente de gas y de petróleo. Aparte de trigo, maíz y algún mineral. En esto no se diferencia de los países en desarrollo. Carece de tecnología propia: hasta antes de que comenzara la invasión y fuera sancionada, importaba la tecnología extranjera que pagaba con los ingresos del gas y del petróleo. En un ambiente carente de libertad, es difícil desarrollar la creatividad. El último de los grandes inventos rusos fue la Kalashnikov, en 1946.

Los Lada casi no circulan fuera de Rusia. Los pocos rusos que pueden pagarlos prefieren BMW, Lexus o Range Rover. La hija de Dugin murió en un Toyota Landcruiser y no en un Lada[3]. La industria automotriz rusa anunció que volverá a fabricar el Moskwitsch, un vehículo que, hasta donde yo sé, la UdRSS dejó de producir a mediados de los años 70. Y ya entonces era antiguo. El último de los modelos Moskwitsch fue una copia del Opel Kadett.

Los rusos prefieren IPhone y no Yotaphone. Hace algunos años, como buena rusófila, traté de comprar un Yotaphone; pero me fue imposible, nadie lo vende.

Fuerza militar y armamento

Volviendo al tema de los ex-amigos, la razón por la cual, la India se aleja de Rusia a una velocidad que me hace pensar en la expansión acelerada del universo -aparte de las consideraciones morales y jurídicas causadas por la violación del derecho internacional y por los crímenes de guerra- es que India está altamente decepcionada del armamento ruso que compró en abundancia, sobre todo, debido a su bajo precio.

La industria de armamento ha sido durante décadas la niña de los ojos del estado ruso. Se trata de una industria estatal. Le pertenece al estado, es controlada por el estado y las decisiones son tomadas por el gobierno. A diferencia de la industria occidental que está en manos privadas.

Las armas rusas han mostrado una gran inferioridad en la guerra de Ucrania (como no vivo en Rusia, la puedo llamar guerra y no “operación especial”[4]). Los militares ucranianos pudieron vencer a las tropas rusas que intentaron invadir Kiev a punta de jabalinas portátiles antitanques, con las que derribaron aviones y helicópteros rusos, provocando su huida del aeropuerto de Kiev-Hostomel. Entre paréntesis, Hostomel es vecina a la localidad de Butscha, donde tropas rusas permanecieron durante algunas semanas, tiempo que aprovecharon para cometer abundantes crímenes de guerra.

El armamento occidental ha demostrado ser inmensamente superior a las armas rusas. Las armas inteligentes (smart) son terriblemente más efectivas que las armas “tontas” que sigue produciendo Rusia. Esta es una de las causas de que India se aleje tan raudamente de Rusia. La dependencia del armamento ruso es una circunstancia no deseable para el gobierno de Modi.

Rusia tampoco es una potencia militar, porque ha demostrado que sus fuerzas armadas no sólo están desmoralizadas, sino que además, son ineficientes. Tanto es así que el Grupo Wagner ha creado líneas del tipo “no pasarán”, para impedir que los soldados rusos emprendan la retirada. O que huyan despavoridos, como ocurrió en Járkiv en septiembre pasado. En otras palabras, si no quieren o no pueden pelear con los militares ucranianos, son acorralados por los mercenarios y ex-presidiarios del grupo Wagner[5].

Se supone que el ejército ruso había superado sus innumerables fallas de la época soviética y que, al mando del general Valery Gerasimov (que cayó en desgracia al comienzo de la guerra) se había modernizado y alcanzado el nivel de una potencia militar. Al menos, eso nos hicieron creer; pero parece que todo era mera propaganda. Eran películas que mostraban soldados y armas en ejercicios militares donde parece que nunca había un enemigo.

Rusia continúa con la antigua táctica soviética que le sirvió también en Siria: disparar desde lejos con artillería “tonta”, esto es, imprecisa y que destruye ciudades enteras, como Aleppo en Siria o Mariupol en Ucrania[6]. Y después de que todo está destruido, avanza con tropas de tierra. (Sin suboficiales, sólo con oficiales y tropa; pero este es un tema específicamente militar al que tal vez me refiera en otra oportunidad[7]).

En suma, Rusia no es una potencia. Es un país pobre, exportador de materias primas que carece de productos elaborados, donde la tecnología brilla por su ausencia, como una consecuencia lógica de la falta de libertad para crear e innovar. Me pregunto, ¿quién querrá subirse a un auto con la tecnología de los años 70 y que además es copia de un vehículo alemán muy antiguo?

En el ámbito de la política internacional, el aislamiento indeseado tampoco es propio de una potencia. Sin duda, las permanentes violaciones del derecho internacional y del derecho humanitario no son características de una potencia, al menos no de una potencia civilizada. La actitud imperialista ahuyenta a posibles “amigos”. Sus únicos amigos son otros países igualmente asilados.

En el aspecto militar, Rusia tampoco es potencia, ni por su industria de armamento, ni por sus fuerzas militares. Ambas más parecen el sapo hinchado de que hablé alguna vez en una columna dedicada a un tema muy diferente[8].

Creo que el único ámbito en el que Rusia es una potencia es en el de la desinformación. Desinformación sobre otros y también sobre la misma Rusia. La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande[9]. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski[10] habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada[11].


[1] A Lukaschenka, conocido durante décadas como “el último dictador de Europa”, le gustaría liberarse del yugo de Putin; pero no puede, porque si lo hace, pierde el poder. Así de grande es su dependencia.

[2] El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[3] La bomba atómica de Putin

[4] Hablar de guerra en Rusia es penado por la ley.

[5] El Grupo Wagner es una organización paramilitar, fundada por Jewgeni Prigoschin, conocido como el cantinero o cocinero de Putin, y por Dmitri Utkin, cuyo nombre de batalla era Wagner, ya que es neonazi y admirador de los antiguos nazis a los que él identifica con el músico alemán Richard Wagner.

[6] Aleppo no fue destruida por militares norteamericanos, como me insistía una compañera de colegio.

[7] Como consecuencia de la falta de suboficiales, los militares rusos no aplican la táctica llamada mission command, sino que sólo obedecen órdenes detalladas, muy de acuerdo con la ideología leninista, en la que crecieron sus generales, incluyendo los nueve generales que murieron en los primeros meses de la guerra.

[8] Yoga y narcisismo

[9] Me referí a Catalina en mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[10] Autor de la popular novela Metro 2033.

[11] Sobre el tema, ver el artículo de Wikipedia Pueblo Potemkin