Trump: A un año del asalto al Capitolio… y la derecha chilena

A un año del asalto al Capitolio, me sorprende y me preocupa que tantos latinoamericanos hayan sucumbido a las fake news de Donald Trump y a su extraña ideología. A un año del asalto al Capitolio, hay dos aspectos que me gustaría examinar en esta columna. Uno de ellos es el ataque al Capitolio y el uso de la violencia y el otro es el supuesto fraude que habría llevado a Joe Biden a la Casa Blanca o, más bien, que habría impedido al millonario de reality shows y concursos de belleza, Donald Trump continuar en la Presidencia.

De partida, tengo que aclarar que en los Estados Unidos no hubo fraude electoral. ¿”Un fraude en la más vieja democracia del mundo, donde cada urna y cada local de votación y de conteo es observado por cientos de ojos atentos y controlado por probadas instituciones, dentro de un riguroso ordenamiento legal”?[1].

No puedo comenzar a gritar que fui víctima de un fraude, cada vez que pierdo una elección. La alternancia en el poder consiste en la posibilidad de que otra persona asuma la presidencia de un país sin que sus rivales políticos -que nunca son enemigos[2]– comiencen a vociferar que los engañaron. Y la alternancia en el poder es consustancial a la democracia.

Con una periodista colombiana, podemos dejar en claro que “la invasión del Capitolio, incitada por el propio expresidente Donald Trump a partir de la farsa del fraude electoral, ha sido calificada por muchos periodistas y analistas políticos como el mayor ataque a la democracia en Estados Unidos”[3]. O podemos citar a la diputada republicana Liz Cheney: “Nunca ha habido una traición más grande por parte de un presidente de los Estados Unidos a su cargo y a su juramento a la Constitución”.

“El 6 de enero del 2021, el Parlamento iba a confirmar formalmente a Joe Biden como presidente electo, pues había obtenido la mayoría de votos y es lo que Trump quería impedir a cualquier precio”[4]. ¿Cómo era aquello de que “hay que saber perder”? Sólo narcisistas extremos tienen un umbral de frustración tan bajo que no aceptan la derrota. Mientras marchaba hacia el Capitolio, la multitud enardecida aclamaba: “Fight for Trump!” y “We love Trump!”. Esto es miel en el alma de un narcisista.

“La alternancia en el poder es una de las características esenciales de la democracia. La posibilidad de elegir a una persona distinta es fundamental en un sistema político democrático. El cambio de gobierno por medios pacíficos, y por tanto civilizados, es consustancial a la democracia. Es la famosa idea de Popper, cuando asegura: ‘no importa quién gobierne, siempre y cuando puedas deshacerte del gobierno sin derramamiento de sangre’. Es propio de un régimen democrático que el cambio de gobierno se efectúe en forma pacífica, que es lo mismo que decir en forma civilizada”[5].

Sostener que estamos frente a un fraude es realmente una farsa. Un presidente vitalicio es lo más contrario a la democracia que nos podamos imaginar. Para permanecer en el poder, no puedo simplemente llamar a mis partidarios, en una supuesta “Marcha por la Salvación de América” (sic) a tomar las armas y a hacer uso de ellas, para defender ‘mi’ triunfo frente a aquellos que me lo quieren arrebatar”[6].

La democracia es lo más contrario a la violencia que nos podamos imaginar. En la democracia, solucionamos las controversias por la vía pacífica y nunca recurrimos a la violencia. Contrariamente a lo que practican los extremistas de uno u otro lado[7]. En la democracia, “la persona que no piensa como yo es mi interlocutor, mi contendiente político; pero nunca mi enemigo. Y no ataco a esa persona ni físicamente, ni tampoco en las redes sociales, sino que hablo con respeto con todos”[8].

Donald T. no es un representante tradicional del partido republicano, colectividad con la que la derecha chilena tenía mucho en común. El Partido republicano fue “secuestrado”, primero por el tea party[9] (una especie de secta política, racista, sexista y homofóbica) y más tarde, por lo que el mismo Trump llama simplemente “our movement”[10]. El organizador de concursos de belleza ha logrado convertir al great old party en un club pro-Trump o en una secta[11].

Hace un año, advertía a mis amigos de la derecha chilena que el “concepto de right o de alt right no tiene nada que ver ni con la derecha chilena, ni con el pensamiento liberal conservador tradicional de la derecha latinoamericana”[12]. Tampoco el de los famosos libertarians, ni menos la lectura de una autora de historias baratas…

Gracias a Dios, mis amigos no se parecen a Trump. No, no son demasiado parecidos, todavía no… Pero siempre existe el peligro de mimetizarse y el riesgo es grande. “La mimetización política es similar a lo que ocurrió con la teología de la liberación: los teólogos adoptaron el análisis marxista para comprender la realidad, y poco a poco, se fueron haciendo ellos mismos marxistas”[13].

Durante la presidencia de Trump y contra toda costumbre republicana, la Casa Blanca se transformó en una especie de palacio real, donde los parientes del rey ejercieron su ilimitado poder e influencia. El nepotismo pasó a ocupar el lugar de la meritocracia. Algo muy parecido a la Rumania de Ceausescu[14].

Los antiguos valores republicanos son sólo un recuerdo para los pocos republicanos que van quedando. El multilateralismo, el internacionalismo, el libre comercio, el combate al proteccionismo. El unilateralismo, el proteccionismo y ese enfermizo slogan “America first” reemplazaron a los antiguos ideales republicanos por sus antípodas. El internacionalismo fue sustituido por un nacionalismo propio de la primera mitad del siglo 20, contrario a la globalización y al libre comercio, de ahí la guerra abierta de Trump frente a la Organización mundial de comercio[15].

En el plano internacional, el gobierno de Trump fue devastador. Sus permanentes ataques a la OTAN debilitaron sobremanera al mundo libre. “El artificial conflicto con la Unión Europea es absolutamente anti-republicano. La tradicional alianza transatlántica es uno de los fundamentos más importantes de la arquitectura internacional, creada en largas jornadas y extenuantes jornadas después de la II Guerra. Durante la Guerra Fría, la alianza entre Estados Unidos y Europa occidental fue uno de los muros de contención frente al comunismo”[16].

Su guerra privada con China, sus alabanzas a Kim y a Putin, su persistente desprestigio de los propios servicios secretos y el enaltecimiento de las agencias rusas. La pseudo política exterior de Trump nunca habría llevado a la caída de la cortina de hierro. El “tear down this wall” de Ronald Reagan es una frase imposible de ser pronunciada por el protegido de Putin (ex-agente de la KGB) y amigo del tirano de Norcorea”[17].

“La fe incólume de la derecha en la igualdad de oportunidades, que va de la mano de la meritocracia (como la entendían Reagan y Thatcher), ha sido sustituida por la superstición de la ‘supremacía blanca’, propia del movimiento alt right norteamericano, que está a millones de años luz de distancia de los valores conservadores y republicanos y de la derecha chilena”[18].

“Los  tradicionales electores del Partido Republicano han sido reemplazados por tres nuevos grupos: por nacionalistas blancos (o que se consideran a sí mismos ‘blancos’), por fundamentalistas religiosos y por conspiranoicos, del tipo QAnon o reptiloides. No quiero que esto pase en Chile. No podemos aceptar que la derecha se llene de locos, conspiranoicos, fanáticos religiosos o ideológicos, absolutamente incapaces de gobernar el país”[19].


[1] Trump y la alternancia en el poder

[2] Ver mi columna “We may be opponents, but we are not enemies”

[3] La invasión del Capitolio: ¿América Latina está aquí?

[4] La cuenta de Trump en Twitter y el asalto al Capitolio

[5] El juego democrático de la alternancia en el poder

[6] Trump y la alternancia en el poder

[7] Ver mi columna La ultraizquierda latinoamericana y la extrema derecha europea

[8] Trump y la alternancia en el poder

[9] Tea party que, en realidad, nada tiene en común con los ideales del histórico tea party de 1773. El gran error de John McCain -que terminó como uno de los principales críticos de Trump- fue haber designado a Sarah Palin como su candidata a la vicepresidencia, en Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar.

[10] Entre paréntesis, “movimiento” es el mismo nombre con que los nacional socialistas denominaban su partido.

[11] Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar

[12] Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[13] Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[14] Nicolae Ceaușescu, dictador comunista de Rumania, conocido por su nepotismo.

[15] Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[16] Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar

[17] “Su ridículo ‘acercamiento’ a Kim Jong Un no sólo no condujo a nada, sino que permitió que el dictador Un ganara tiempo para proseguir con su absurda carrera en pos de la bomba atómica. Con eso, el mundo se hizo menos seguro, lo que afecta especialmente a los países del Pacífico. Y creció la amenaza atómica hacia los mismos EEUU”, en Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[18] Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[19] Trump y la derecha chilena y latinoamericana