Integración, empatía y cultura de la bienvenida

Parece que hay muchos ciudadanos preocupados en Alemania. Son demasiados los ciudadanos peligrosos.

Karen Horn, en su excelente artículo Charity must be the first response to the immigration drama (ver Nuestros hermanos los refugiados) hace una lista con las preguntas más comunes de los ciudadanos “preocupados” frente a la ola de refugiados o al tsunami, como le llaman ellos en su lenguaje alarmista:

¿Cuáles son las dimensiones de la inmigración a la que pueden hacer frente a las sociedades europeas? ¿Qué va a ser de nosotros? ¿A dónde conducirá Europa esta inmigración? ¿Y a dónde llevará esto a Occidente? ¿Qué pasará con nuestra forma de vida evolucionada, con nuestras leyes, normas e instituciones sociales? ¿no se transformarán dramáticamente con la llegada de los refugiados? ¿Cómo hacer frente a este cambio masivo? ¿Vamos a tener la fuerza para defender nuestro sistema legal frente a la sharia? ¿Qué pasa con el capital y la cohesión sociales? ¿Estamos frente al choque de civilizaciones que predijo Huntington? ¿Y si los inmigrantes son un caballo de Troya de los yihadistas?

Horn asevera que estas son “preguntas importantes”; pero que, frente a estas preguntas importantes, abundan las respuestas histéricas. Sí, lo compruebo día a día..

Me permito mencionar otro peligro: como no hay una sola minoría étnica, política o religiosa (como los musulmanes pueden ser de varios tipos: alevitas, shiitas, sunitas, etc., hay entre ellos una lucha muy grande, similar a la Guerra de los 30 años en Europa…) que no sea perseguida, es probable que traigan consigo sus luchas. Sus conflictos que no aprendieron -en sus países- a resolver mediante mecanismos pacíficos de solución de controversias. Frente a estos problemas importados, hay que estar muy atentos1. Por otra parte, los refugiados sirios vienen huyendo del genocidio islamista y del genocida secular Assad, hace ver Wolffsohn. Apuesto que su hambre de vivir en libertad y en democracia es grande2.

El fantasma de la introducción de la sharia es algo que vengo oyendo desde hace años. Ciertos amigos o ex-amigos míos alarmistas me advierten (por mail, en Facebook, en convivencias, a la hora del té etc.) que pronto tendré que usar el velo islámico. Como dice Liane Bednarz en una notable entrevista, a ella no la han obligado a usar chador, ni se aplica la sharia en la vida legal alemana. Puedo decir que en mi ciudad vive un porcentaje inmenso de musulmanes y que nadie me ha obligado a usar burka 😉

El periodista y dramaturgo alemán Richard C. Schneider, hijo de sobrevivientes del Holocausto, escribe en un excelente artículo titulado Auch wir waren Flüchtlinge, publicado en el semanario judío Tachles, que, si bien, no se puede comparar la ola de refugiados actual con la de los judíos en tiempo del nacional socialismo, no hay que olvidar que “también nosotros fuimos refugiados”.

Y explica: los estados que reciben a los refugiados deben aprender de los errores de las últimas décadas y evitarlos. Hay que integrar a estas personas y no dejarlas abandonadas a sí mismas; enseñarles los valores fundamentales que tenemos en Europa, que los refugiados se empapen de estos valores y los hagan suyos (einschwören), los hagan parte de su código ético, y no permitir que surjan sociedades paralelas. Schneider tiene dudas de que los estados europeos sean capaces de hacerlo. Si, dudas legitimas…

Me parece que el mayor peligro contra nuestro sistema social, legal, político y constitucional proviene hoy, no de los refugiados, sino de los grupos extremos. En Alemania, más de la extrema derecha o de los conservadores extremos que de la extrema izquierda (ver ¿Una pelea de familia?). Pienso que la ley tiene que ser respetada por todos: por los inmigrantes y también por los “alemanes de nacimiento” o sociedad mayoritaria. Y, evidentemente, también por ciudadanos europeos de países del sur que han llegado a Alemania en busca de una vida económicamente mejor. Sí, hay que defender el sistema occidental de gobierno; pero no sólo frente a los refugiados, quienes no tienen interés en atacarlo.

La nueva derecha y otros grupos, con su ideología antidemocrática, antifeminista, antiliberal, homofóbica, islamofóbica y conspiranoica son quienes constituyen un peligro real para nuestro sistema político. Paradojalmente, ellos mismos son quienes nos advierten una y otra vez, del peligro de los refugiados (aunque hay algunos que parecen empezar a ayudarlos y, en consecuencia, advierto un quiebre en ese grupo). Estos mismos sectores políticos, culturales y religiosos más contrarios a nuestra sociedad abierta (para hablar con Popper) y tolerante son quienes más nos exhortan a estar prevenidos frente a los refugiados que pondrían en peligro nuestro sistema político y social, el mismo que ellos desprestigian permanentemente.

No creo en la honestidad en la defensa de nuestro sistema democrático, de parte de quienes permanente niegan la democracia, la liberación de la mujer, el respeto hacia los homosexuales, la libertad de nuestra prensa y sostienen que vivimos en una dictadura y que vamos para peor. No creo que los manisfestantes de Heidenau, ni los de Pegida, Legida, Dügida, ni tampoco los Asylkritiker de la AfD o grupos similares, quienes rechazan la cultura de la bienvenida, sean los más idóneos, ni para defender nuestro sistema, ni menos para intentar mostrarnos que los refugiados lo destruirán. ¡Oh paradoja! Que los refugiados destruirán el sistema que ellos mismos atacan.

Inculcar amablemente los valores de nuestra sociedad europeo-occidental, democrática, abierta y tolerante no es sólo una misión del estado, no es sólo algo que se debe hacer “desde arriba”, sino que es una tarea de toda la sociedad, de todos nosotros (ver Alemania luminosa). El estado no solamente no puede impedirlo, sino que tiene que facilitarlo, fomentarlo, impulsarlo. En este punto, el estado no puede ser neutral. Pero la sociedad no puede desentenderse y dejar todo el trabajo a funcionarios públicos y a oficinas estatales. Pongámonos las pilas, que la labor es de todos y el tiempo apremia.

Y no por sostener esto, somos hippies -como se queja el politólogo inglés Anthony Glees-. Demos gracias a Dios que Alemania se pone del lado bueno de la fuerza y que los alemanes han aprendido a por poner buena cara y hacer un gesto amable ante una situación de necesidad, como dijo Merkel y quedó grabado en este memorable video. Hoy en día, hay algunos que propagan la idea de que “quien tiene empatía, tiene poco entendimiento”, nada más falso, ni más absurdo.

El estado no fomenta esta cultura de la bienvenida y de la integración, sino que más bien la impide cuando, por ej. envía a los refugiados a barrios geográficamente cerrados, cuando no los deja salir del hogar en que los recluyen ni menos aún cuando permite cerrar las puertas de los mejores colegios (generalmente, privados) a los hijos de extranjeros, que son nuestro futuro. Cuando la clase más burguesa organiza acciones contra hogares de refugiados en su cercanía, porque bajará el precio de sus caros departamentos, tampoco contribuye a la transmisión de los valores occidentales.

¿Cómo sabemos que los refugiados son incapaces de interiorizar nuestro sistema democrático, abierto y respetuoso? ¿Acaso podemos conocer el futuro? Una de las lecciones fundamentales de la tradición del liberalismo occidental es que el conocimiento humano no puede nunca ser sobre el estado final de algo. Como señala Friedrich v. Hayek, todo conocimiento es “local”, esto es, se halla disperso en la multitud de individuos que provocan un cambio en la sociedad. Es la interacción voluntaria de esos individuos la que hace posible el progreso social. Que no se puede prever ya que es el “resultado de la acción humana y no del diseño humano”. Sería conveniente, eso sí, que la política pública evite obstruir este proceso creativo del orden espontáneo3.

Exacto, toda planificación en este sentido, es falible. No podemos predecir el futuro. Quién pretenda hacerlo no cuenta con el imponderable de la libertad humana. Prefiero confiar en el ser humano. Por otra parte, se equivocan quienes ven en todo refugiado sirio, iraquí, afgano o kurdo a un musulmán. Muchos de ellos son ateos, otros cristianos, algunos zoroastrianos y también yazidis.

La ministra -y posible futura canciller- von der Leyen hizo una apuesta a favor: “en veinte años, los alemanes van a estar feliz de haber acogido a los refugiados”4, y Rupert Neudeck, otra: los sirios serán los nuevos vietnamitas, debido a su hambre de cultura y a su espíritu de trabajo5,.

Contrariamente a la propaganda del NPD y de la AfD, según la cual, no somos la oficina social del mundo (wir sind nicht das Sozialamt der Welt), la mayoría de los inmigrantes quiere venir a países como Alemania, Austria o Suecia, no porque en ellos se les dé más ayuda social. Lo que los atrae es, en primer lugar, la buena situación económica y, con ella, la positbilidad de triunfar social y económicamente, y no los regalos del estado. No conozco gente más liberal en sus planteamientos económicos que los pequeños empresarios iraníes, sirios o afganos. En toda conversación con ellos, se aprende más sobre la economía de mercado que en cualquier libro sobre libre comercio. Sin embargo, como tampoco se puede surgir en un ambiente culturalmente adverso a los refugiados, como el de Dinamarca -pese a la buena situación económica- los refugiados pasan de largo hacia Suecia.

Von der Leyen dice que los refugiados son un enriquecimiento para Alemania, cuya población envejecida (vivimos en el invierno demográfico) necesita gente nueva. Como dice Michael Wolffsohn, no tenemos la cantidad suficiente de hijos, ni llegan suficientes inmigrantes a Alemania, de manera que los refugiados son un regalo del cielo6, para mejorar nuestra situación demográfica -al menos, para aliviarla- y asegurar así nuestro futuro bienestar. Aunque, obviamente no existen los refugiados ideales. Aclara que el modelo de Rusia (tan alabado por sectores de extrema derecha y del conservatismo europeo, incluso por cristianos al margen derecho de las iglesias) es un ejemplo negativo de un país que se cierra y, en vez de mirar hacia adelante, mira hacia atrás. Me pregunto: ¿qué ve la extrema izquierda en Putin? De izquierda no tiene nada.

Horn se refiere al determinismo colectivista, según el cual, los musulmanes nunca podrán ser integrados con éxito en nuestra sociedad, que su religión no será capaz de modernizarse, y que inevitablemente erosionará la civilización occidental. Explica que, “sobre la base del prejuicio y del resentimiento étnico, se calculan supuestas cuotas óptimas de absorción, que luego se anuncian bajo el sello del realismo responsable de una supuesta planificación a largo plazo”.

Sí, ese intento de planificarlo todo, es producto de la arrogancia intelectual. Es el viejo determinismo y el biologismo tan propio de grupos que hoy se llaman “críticos del asilo”, un eufemismo para designar a quienes están contra los refugiados. Tan propios de la nueva derecha, de la extrema derecha y otros. Para qué olvidar el darwinismo social de Sarrazín, el máximo representante de la popularización de tales tesis en Alemania.

Prefiero apostar por la propuesta de la bienvenida y no por la de los llamados críticos del asilo y detractores de la cultura de la bienvenida. Prefiero apostar por el hombre y no en su contra. Sabiendo que la paz es frágil y que hay que defenderla. Que habrá caídas y retrocesos… Pero prefiero esta fragilidad a una falsa seguridad de quienes cierran sus frontetas, construyen muros y se aíslan; prefiero nuestra sociedad abierta.

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1 Hay que evitar que los consejos del alemán Pierre Vogel en Facebook, acerca de cómo ganar salafistas entre los refugiados https://www.facebook.com/PierreVogelOffiziell/posts/688735087872894

2 Wolffsohn: “Migration ist ein Geschenk des Himmels” (La migración es un regalo del cielo) http://www.dw.com/de/wolffsohn-migration-ist-ein-geschenk-des-himmels/a-18724641

El profesor Wolffsohn explica que el Islam reformista se abrirá paso en la comunidad musulmana de Alemania, ya que los refugiados huyen precisamente de un Islam asesino, del Islam genocida. Ellos no huyen a Europa para implementar aquí un islam fundamentalista (Zum Einen wird sich innerhalb der muslimischen Gemeinschaft eine Entwicklung hin zu einem Reformislam anbahnen. Denn diese Menschen entfliehen ja dem real existierenden, sprich: massenmordenden Islam. Sie sind nicht nach Europa gekommen, um hier einen islamischen Fundamentalismus zu etablieren).

Es kommen in Deutschland und Westeuropa weder genügend Kinder zur Welt, noch kommen genügend Einwanderer. Wir haben also ein demographisches Defizit. Darum werden wir unseren Lebensstandard auf Dauer nicht halten können. Jetzt kommen diese viele Menschen. Das mag manchen gefallen und manchen nicht. Aber sie lösen das schwerwiegende demographische Problem der Bundesrepublik. Zumindest mildern sie es. 

Ver 1) https://www.facebook.com/michael.wolffsohn/posts/1721392544748615 y 2) http://www.dw.com/de/wolffsohn-migration-ist-ein-geschenk-des-himmels/a-18724641

Tomé estas ideas, del excelente artículo de la pensadora liberal Karen Horn: Charity must be the first response to the immigration drama 

4 Ver también: „Wir würden unsere wesentlichen Werte verraten“

“sie sind den Deutschen in ihrer mittelständischen Orientierung und bildungshungrigen Art schnell ganz nah gewesen.

Michael Wolffsohn Neuankömmlinge sind ein Geschenk des Himmels http://www.handelsblatt.com/politik/deutschland/professor-tacheles/kommentar-zur-fluechtlingspolitik-neuankoemmlinge-sind-ein-geschenk-des-himmels/12203120.html

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