Más sobre la corrupción en Ucrania


Hace algunos meses, escribí acerca de la corrupción en Ucrania. Mi motivación fue que algunas personas -incluso una amiga- insinuaban o decían abiertamente que no se podía apoyar a Ucrania, porque es un país muy corrupto. Los recientes acontecimientos en Kiev, sobre todo la destitución del ministro de defensa por un caso de corrupción, parecen corroborar el alto grado de corrupción en Ucrania.

Esto es especialmente grave porque la lucha es contra la agresión rusa y no debería ser una oportunidad para seguir con el sistema de llenarse los bolsillos con dinero ajeno sólo por estar en el poder[1]. En un estado de derecho, quienes han sido elegidos en puestos públicos, son servidores de los ciudadanos -Servidores del pueblo- y no mafiosos al estilo post-soviético.

El índice de Transparency[2], que acaba de aparecer, se refiere expresamente a Ucrania en sus primeras páginas y lo hace en los siguientes términos: Ucrania avanza en la lucha contra la corrupción, lo que también se refleja en el CPI o índice de percepción de la corrupción. En los últimos diez años, Ucrania ha subido un total de siete puntos. Sin embargo, el país se mantiene en la mitad inferior de la lista, en el puesto 116 con 33 puntos. En comparación con el resto de Europa, sólo Rusia (puesto 137 con 28 puntos) obtiene peores resultados[3].

En realidad, esta columna debería llamarse menos corrupción en Ucrania.

El año 2021, Rusia ocupaba el lugar 136 y Ucrania, en el 122 con 32 puntos[4]. De manera que, a quienes insinúan que no se puede apoyar a Ucrania, sino que prefieren apoyar a Rusia, me permito recordarles que Rusia es un país mucho más corrupto y cuyo gobierno no tiene intención alguna de mejorar en este sentido. De partida, porque como dicen Kasparov y la historiadora rusa de la que les hablé en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, el estado ruso es una organización mafiosa y Putin es un verdadero capo di tutti capi o un vil padrino, como lo denomina Kasparov[5].

Transparency continúa: No obstante, se está avanzando. Los avances se deben, por ejemplo, a que la administración se ha digitalizado mucho y se ha introducido un sistema de contratación digital. Además, se han creado nuevas instituciones anticorrupción, que también actúan contra altos personeros en el gobierno. Así ha quedado demostrado recientemente, entre otras cosas, con la detención de Vasyl Losynskyji, viceministro de Desarrollo Regional, sospechoso de soborno. El hecho de que esto se hiciera transparente y de que el gabinete expulsara rápidamente al ministro, demuestra una voluntad política muy fuerte[6].

En suma, Transparency International Ucrania cree que el proceso de adhesión a la UE ofrece una oportunidad para que los actores progresistas de la lucha contra la corrupción emprendan nuevas reformas ambiciosas y aceleren su aplicación[7]. Palabras prometedoras que espero que se cumplan.

Es difícil, sobre todo en medio de una guerra; pero creo que circunstancias excepcionales hacen posible y exigen reformas igualmente excepcionales y que los ucranianos y las ucfanianas han demostrado que son capaces de mucho, de mucho más de lo que pensábamos que serían capaces. Creo que merecen nuestra confianza y nuestro apoyo, tanto en la lucha en defensa de su territorio frente a la guerra de agresión, como también en su batalla contra la corrupción. Y, obviamente, en su ingreso a la familia europea, representada por la Unión que lleva su nombre.


[1] Más o menos esto es lo que  dijo Selenski claramente, hace dos o tres noches, en la correspondiente edición de su diario mensaje nocturno.

[2] CORRUPTION PERCEPTIONS INDEX 2022

[3] “Die Ukraine macht bei der Korruptionsbekämpfung Fortschritte, die sich auch im CPI zeigen: Im Laufe der letzten zehn Jahre hat die Ukraine insgesamt sieben Punkte hinzugewonnen. Gleichzeitig steht das Land mit 33 Punkten jedoch weiterhin in der unteren Hälfte des Rankings auf Platz 116. Im europäischen Vergleich schneidet nur Russland (Platz 137 mit 28 Punkten) schwächer ab”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022

[4] “Rusia ocupa el lugar 136, con 29 puntos en el ranking de Transparencia Internacional. Ucrania está en el puesto 122 con 32 puntos”, Corrupción en Ucrania

[5] “Kasparov: Russia is a mafia state today, and Putin is its top godfather. The regime is in trouble economically and can no longer offer anything to its citizens. That’s why Putin has to pursue an aggressive foreign policy, so he can serve his people the fairy tale of Russian pride and regaining its strength as a major power”, Putin Needs Wars To Legitimize His Position

[6] “Dennoch: Es geht voran. Die Fortschritte sind zum Beispiel darauf zurückzuführen, dass die Verwaltung sehr stark digitalisiert und ein digitales Beschaffungssystem eingeführt wurde. Außerdem wurde eine Reihe neuer Institutionen zur Korruptionsbekämpfung geschaffen, die auch gegen hochrangige Regierungsmitglieder vorgehen. Das zeigte sich jüngst u.a. durch die Festnahme des unter Bestechungsverdacht stehenden Vize-Ministers für Regionalentwicklung Wasyl Losynskyji. Dass dies transparent gemacht wurde und das Kabinett den Minister sehr zeitnah ausgeschlossen hat, verdeutlicht einen deutlich stärkeren politischen Willen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.

[7] “Insgesamt bietet nach Einschätzung von Transparency International Ukraine der EU-Beitrittsprozess den bei der Korruptionsbekämpfung progressiven Akteuren eine Steilvorlage, um weitere ambitionierte Reformen durchzuführen und deren Umsetzung zu beschleunigen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.

El estallido del populismo en Europa y Latinoamérica

Con retraso, empecé a leer “El estallido del populismo”, que recopila una serie de artículos y tiene como coordinador a Álvaro Vargas Llosa[1]. En el prólogo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa hace una serie de observaciones que coinciden con otras muchas que he hecho yo misma, en este blog o personalmente ante amigos en tantas conversaciones de sobremesa a lo largo de estos últimos años.

Digo con retraso, porque el libro es del 2017 y el prólogo de Vargas, de marzo de ese año. Es increíble todo lo que ha ocurrido desde entonces hasta ahora. Parece que el tiempo y los acontecimientos históricos empezaron a acelerarse y hoy todo transcurre con más prisa que antaño. O tal vez, nos parece que esto sea así, ya que -gracias a Internet- estamos al tanto de más cosas que ocurren en lugares del mundo de los que quizás antes ni siquiera habíamos oído hablar. Y todo tiene lugar en o con una simultaneidad cognoscitiva que sorprendería -o tal vez, aterraría- a nuestros antepasados.

El escenario del libro que comento es uno en que Trump ya era presidente de los Estados Unidos[2]. Rusia no había iniciado la tercera etapa de la guerra contra Ucrania. Macri era presidente de Argentina y ese país todavía no había retornado al extremismo peronista. El populista López Obrador tampoco había iniciado aún el proceso de “regresión izquierdista radical” en México[3].

En el prólogo, Vargas observa que lo que él llama la amenaza populista “ataca por igual a países desarrollados y atrasados”. Con esto, se refiere a los países occidentales y a los que no lo son. No me gusta hablar de países atrasados; prefiero llamarlos “en vía de desarrollo”, aunque esto es muchas veces  una gran exageración. El autor hace ver que esta epidemia viral de populismo adopta “máscaras diversas, de ultraizquierdismo en el tercer mundo y de derechismo extremista en el primero”[4]. Es cierto, “hoy en día, la extrema derecha y la extrema izquierda apenas se diferencian”[5].

El populismo está representado en Europa por la extrema derecha. En Latinoamérica, el populismo es generalmente de extrema izquierda o, como se lo denomina con más frecuencia, de ultraizquierda. Salvo en Brasil, país que -con Bolsonaro- tuvo recién un gobierno de extrema derecha, para regresar ahora a uno de extrema izquierda, en una eterna ley del péndulo, como llamaríamos este fenómeno en Chile, en que se pasa de un extremo al otro del espectro político.

Un espectro es un abanico de opciones políticas ordenadas conceptualmente, generalmente de izquierda a derecha. El espectro político es el ordenamiento visual de grupos u organizaciones políticas de acuerdo con ciertos ejes conceptuales[6]. Que el espectro político sea continuo significa que el paso de derecha a izquierda y viceversa no es abrupto, no da saltos. El tránsito de un extremo a otro puede pasar desapercibido para una persona que se halla dentro del espectro político en cuestión[7].

Ebner nos explica que, como formuló Faye, el extremismo no es lineal, sino que los dos extremos pueden ser representados como las puntas de una herradura, en las que se hallan la extrema derecha en un extremo y la extrema izquierda en el otro. Así, ambas puntas se encuentran entre ellas más cerca la una de la otra que del centro político. En el fondo, es lo que la sabiduría popular ha expresado a través de la consabida máxima, de acuerdo a la cual, los extremos se tocan[8].

Volviendo al tema inicial, ya en mi columna La ultraizquierda latinoamericana y la extrema derecha europea, señalaba que la extrema izquierda latinoamericana y la extrema derecha europea, pese a su distancia geográfica y a su muy diverso background cultural, son bastante parecidas. Algo que sigo sosteniendo y que veo cada día con mayor claridad. Especialmente desde que empezó la invasión a Ucrania, ya que tanto la extrema izquierda latinoamericana -como también la extrema derecha del subcontinente- y la derecha extrema europea apoyan por igual al régimen de Putin y se convierten en altavoces de sus exigencias imperialistas[9].

Los extremistas de izquierda y de derecha son totalitarios: pretenden controlar toda la vida de la sociedad y de cada uno de sus miembros. Tienen una opinión precisa y ya formada sobre cada ámbito de la realidad, de la vida, de la muerte, de la economía, del derecho, de la educación, de la historia, del arte y hasta del deporte o de la forma de vestir. Ridiculizan las opiniones o incluso las dudas de las personas que no son parte de su grupo. La duda -el origen de la filosofía moderna- está ausente de sus planteamientos[10].

Tanto la extrema derecha europea, como la extrema izquierda latinoamericana ultraizquierda son un nuevo intento de instalar una autocracia en el poder. Una autocracia disfrazada de democracia, de la cual sólo guarda las formalidades externas, y esto, sólo inicialmente. En uno y otro caso, la distopía totalitaria -cesaropapismo, putinismo, socialismo del siglo 21 u otras invenciones- nacen de una utopía y terminan en una cruel distopía, ya que toda distopía comienza como una utopía[11]. En otras palabras, ofrecen el paraíso y terminan en el infierno. El siglo 20 nos ofrece bastantes ejemplos de ello.

En suma, “en Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Los postulados de ambos grupos son increíblemente parecidos[12]. Los dos son peligrosamente populistas. Hay que tener muy presente que lo contrario de la extrema derecha no es la extrema izquierda y lo contrario de la extrema izquierda no es la extrema derecha. Lo contrario de ambos extremos es la democracia[13]. La democracia liberal representativa, para ser más exacta.

En las palabras de Vargas: “El comunismo ya no es el enemigo principal de la democracia liberal -de la libertad- sino el populismo”[14].


[1] Siempre me había preguntado por qué Álvaro lleva los mismos apellidos de su papá. La respuesta es que las mamá de ambos se apellidaban Llosa. ¡Gracias Wikipedia!

[2] Invito a leer: Trump y la derecha chilena y latinoamericana

[3] Vargas señala -a mi modo de ver, acertadamente- que “las bravatas nacionalistas del presidente Trump han tenido (…) la virtud de poner a la cabeza de las encuestas presidenciales al candidato populista Manuel López Obrador, que, si llegara al poder, representaría una regresión izquierdista radical al proceso de democratización que México experimenta desde hace dos décadas”, “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, pág. 14.

[4] “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, páginas 9 y 10.

[5] Extrema derecha y liberalismo Expliqué el caso de la extrema derecha en Alemania en: Defendamos nuestra civilización o al menos sus cuatro fines, según Popper y en Los conservadores de hoy, enemigos de la sociedad abierta

[6] Cfr. ¿Qué es el continuo político?

[7]  “Me imagino que es como ver crecer a un niño: si lo ves todos los días, no te das cuenta de que está creciendo; pero si lo ves al nacer y en la ancianidad, es difícil que lo vuelvas a reconocer”, ¿Qué es el continuo político?

[8] El extremismo en la teoría de la herradura o de la U

[9] Ver La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

[10] La polarización es el semillero del extremismo y ambos se retroalimentan

[11] La ultraizquierda latinoamericana y la extrema derecha europea

[12] La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

[13] Lo contrario de la extrema derecha no es la extrema izquierda. Es la democracia

[14] “El estallido del populismo”, Mario Vargas Llosa, coord., Editorial Planeta, 2017, página 9.

Feliz cumpleaños Unión Soviética

Así como hace algún tiempo felicitamos a Federico Engels por su cumpleaños[1], hoy nos toca felicitar a la UdRSS por su centenario. Sí, a cien años de su fundación, sólo podemos decir: ¡Feliz cumpleaños Unión Soviética! No estoy segura de quién sea el destinatario de mis saludos, porque la Unión de Repúblicas socialistas soviéticas dejó de existir en 1991, cuando se derrumbó todo el sistema del socialismo real y quedó al descubierto cuál era la enorme dimensión de la catástrofe.

La verdadera catástrofe no fue el derrumbe de la Unión Soviética, sino lo que quedó al descubierto después de su derrumbe. Países, pueblos enteros viviendo en la pobreza más grande. En regímenes represivos y carentes de libertad. Verdadera cárceles, como les llama Gauck, quien no habla de ciudadanos, sino de reclusos[2].

A propósito de catástrofe, el actual presidente de la Federación rusa, Wladimir Putin, ha denominado, en varias ocasiones, de las cuales la más famosa es uno de sus discursos del año 2005, la desintegración de la Unión Soviética como “la catástrofe geopolítica más grande del siglo”[3]. La caída de la Unión Soviética sería pues la catástrofe más grande del siglo 20.

Para Putin, de acuerdo a su manera infantil de ver la historia, la gran catástrofe del siglo 20 no sería ni la primera, ni la segunda guerra mundial, ni la bomba atómica que lanzaron los Estados Unidos -entonces aliados de los soviéticos- sobre dos ciudades japonesas. Ni tampoco la Guerra de Vietnam, ni la de Corea, ni la de Afganistán, ni la división de Europa después de la II Guerra. No, para Putin, la gran catástrofe, el mayor mal del siglo 20 fue la caída de la Unión Soviética[4].

Esta es la doctrina que proclamó Putin públicamente en 2005[5]. No el 2014, antes de invadir Crimea. Ni el 2022, antes de invadir el resto de Ucrania. Lo decía antes de la guerra del Cáucaso, en que Rusia anexó de facto dos provincias de Georgia (2008[6]). Sino el año 2005, en medio de la segunda guerra de Chechenia (1999 a 2009), considerada el blueprint (el manual de instrucciones) de la actual guerra de Ucrania[7]. Es importante leer a Putin, para entenderlo para no llevarse después sorpresas[8]. Nadie puede decir que no sabía cuáles eran sus planes…  

Cuántas guerras… Cuánto sufrimiento, cuántas vidas truncadas, segadas, cortadas de cuajo… Y ¿para qué? Para intentar re-instaurar un imperio hegemónico que se derrumbó no sólo por los problemas económicos que tenían sumida a su población en la pobreza, por no decir en el pauperismo que más que de la época de Inglaterra durante la Revolución industrial, fue un fenómeno realmente existente en la era del socialismo real soviético.

Para no hablar de la falta de libertad y de la abundancia de represión estatal y de todo tipo. Por la arbitrariedad y el sectarismo. En la UdRSS no existía ni un asomo de estado de derecho, ni de check and balances, ni nada que se le pareciera. Todo era pura arbitrariedad y sectarismo, disfrazados de una ideología que más parecía una teoría de la conspiración que el entramado científico con que la disfrazaron. Criticaban el imperialismo norteamericano; pero su imperialismo era tanto peor. Y era un imperialismo sin retorno, ya que, de acuerdo a la ideología de Marx, Lenin y Stalin, el proceso hacia el paraíso comunista iba en una sola dirección y no admitía vuelta atrás.

La Unión Soviética se derrumbó en 1991. Pero el proceso de putrefacción ya había empezado mucho antes. Tal vez desde su fundación, pasando por el stalinismo, con sus millones de asesinatos y por las hambrunas de la época de la industrialización forzada, de la cual la más conocida es el Holodomor[9]., cuya existencia fue negada durante tantas décadas.

Pese a aquellos que añoran volver al pasado y reconstruir la Unión Soviética, en el mundo la recordamos por los Gulags, por la catástrofe de Chernóbil, por el Holodomor, por la Masacre de Katyn[10]. Algunos la recuerdan también por la invasión a Afganistán. Y por otros muchos horrores, como las cárceles en que se torturaba, violaba y asesinaba a los disidentes, que luego terminaban en algún hospital psiquiátrico, ya que quienes no pensaban como decía la ideología imperante, eran considerados dementes. En la UdRSS, había una sola verdad.

Hoy, hay quienes se han forjado una visión ostálgica[11] de la UdRSS. Pero digamos las cosas como son: hoy en día, cuando recordamos la Unión Soviética, no pensamos en un paraíso terrenal, sino más bien en un infierno, sólo comparable al infierno del nacional socialismo[12].

Cuando yo era chica y mi papá[13] llegó a la casa con el libro de Solzhenitsyn, “El archipiélago Gulag”, pensé que Gulag sería una región de Rusia[14], donde habría muchas islas. Por eso, lo de archipiélago. La realidad es mucho más sombría y lamentable: Solzhenitsyn llamó archipiélago al conjunto de “Campos y Colonias de Trabajo Correccional” (nombre oficial), ya que cada uno de los campos de internación, de trabajo y de exterminio que lo conformaba, era una isla. Y eran muchísimas las islas, que formaban el archipiélago.

Así y todo, la Unión Soviética forma parte de la historia del siglo 20, sin duda, uno de los más cruentos, crueles y sangrientos de la historia de la humanidad.


[1] Feliz cumpleaños Friedrich Engels

[2] Ver la segunda nota en El hombre del puente, bridgeman o Peng Lifa 

[3] El texto en alemán en Putins Botschaft zur Lage der Nation am 25. April 2005

[4] En mi columna ¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania? contaba la respuesta que le dió un hombre muy inteligente del Partido Verde, a una señora rusa le respondió sencillamente constatando que la UdRSS dejó de existir en 1991.

[5] Hago ver que la consabida cantinela del acorralamiento de Rusia por parte de la OTAN es un discurso que empezó mucho después de los lamentos sobre el desmoronamiento de la UdSRR. Sobre este último punto, invito a leer Tres mentiras sobre Ucrania, la OTAN y Rusia 

[6] Osetia del Norte y Abjasia.

[7] Junto con la guerra de Siria.

[8] Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[9] Holodomor

[10] Sobre la Masacre de Katyn, invito a leer “En un mundo donde todo está permitido, Dios es el único refugio”

[11] Ostalgia = nostalgia de los países del Este.

[12] Ver Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[13] Hablé de mi papá en A 105 años del nacimiento de Kim Il Sung

[14] Como le llamábamos al Imperio soviético en ese entonces, debido a la hegemonía rusa  en la UdRSS.

La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

Todos los días mueren cientos de personas en Ucrania. O tal vez, miles. El país está en ruinas. El bombardeo nocturno de centrales de electricidad y de calefacción es terrible para la población civil, entre la oscuridad y el frío bajo cero. Pero Ucrania no quiere entrar en conversaciones con Rusia (sic). Ucrania, y sobre todo, ese horrible presidente Selenski no es más que una marioneta de los Estados Unidos y de la Unión Europea o incluso del sionismo internacional y quién sabe de quién más.

Este tipo de aseveraciones son comunes en las redes sociales y se leen también en algunos medios de extrema derecha o de extrema izquierda. O incluso, en medios extremadamente conservadores que, por primera vez desde la II Guerra Mundial, se han unido al extremismo de derecha, en una insana alianza.

Ucrania tendría que darse por vencida, para así terminar la guerra de una vez por todas. Si de todas maneras, va a perder… Tiene que reconocer que no puede, que nadie puede frente a un país que tiene la bomba atómica. Putin tiene la bomba atómica y Ucrania no[1], de manera que Ucrania debería rendirse, ya que se enfrenta a una potencia nuclear. Seamos realistas: pidamos la rendición de Ucrania.

Sí, algunos autodenominados realistas o super realistas también se suman al coro que exige la rendición de Ucrania en nombre de la realidad, de la cual ellos se consideran sus únicos intérpretes. Todos los demás, seríamos ingenuos niños inocentes.

Además, Rusia es un país muchísimo más grande y con un ejército N veces mayor que el de Ucrania. Con tanto más hombres, con tanto más armamento, más munición, más vehículos de transporte… Más cohetes, tanques, aviones. Con buques de guerra, que Ucrania no tiene. Rusia tiene más recursos naturales que puede vender a un precio cada vez más alto. Y no hablo de semillas de cedro ni de leche condensada, sino de gas y de petróleo. No hay donde perderse: Rusia va a ganar esta guerra y Ucrania tendría cero posibilidades.

Sólo le queda rendirse y pasar a formar parte del nuevo imperio ruso. Sinceramente, no me habría imaginado que la extrema izquierda se pusiera explícitamente de parte de la nueva ideología imperialista. Es más, que la apoyara públicamente, en su discurso y a través de sus medios y de sus agentes, partidarios, trolles y bots en las redes sociales. En la época de la guerra de Vietnam, ellos (y sus padres o abuelos) despotricaban contra los imperialistas y el colonialismo. Y ahora, los apoyan.

Estos y otros muchos más, son los argumentos o pseudo argumentos de quienes, consciente o con una ingenuidad que raya en la estupidez, exigen que Ucrania se rinda. En realidad, ellos son los ingenuos. Directa o indirectamente apoyan a Putin y a sus exigencias imperiales. Generalmente se ubican o en la extrema derecha o en la extrema izquierda. Ambas tendencias son extremadamente similares, como ya he comentado tantas veces e incluso he expuesto la explicación de la ciencia política moderna sobre el tema[2]. En algunos países, se unen en manifestaciones (las Montagsdemo en Alemania, por ej.) e incluso en el gobierno[3].

Como ya he escrito tantas veces sobre la extrema derecha[4], me gustaría comentar ahora el tema, pero refiriéndome a la extrema izquierda.

No creo que, en la época de la guerra de Vietnam, la gente que profesaba ideas de  izquierda, haya llamado a los vietnamitas a rendirse[5]. No creo que les dijeran que, ya que Estados Unidos era un país tanto más poderoso que Vietnam, deberían rendirse. Ni tampoco que argumentaran con la bomba atómica de los Estados Unidos, que además habían lanzado ya, también en Asia, muy cerca de Vietnam.

No les dijeron a los vietnamitas que se rindieran porque EEUU eran una super potencia, con muchas más armas, con una inmensa economía, muchos más habitantes y por tanto, mucho más soldados y que contaba con el apoyo mundial. No les dijeron: ríndanse que los gringos tienen al agente orange o herbicida de la muerte y causan mucho sufrimiento en la población. Tienen muchos más soldados que uds. Tienen aviones, helicópteros, buques de guerra. Más bombas e incluso la bomba atómica.

Por el contrario, la extrema izquierda se lanzó en contra de los Estados Unidos con todas las armas a su alcance, incluyendo la prensa (en aquel entonces, no existían las redes sociales). Tal como hoy, paradógicamente se lanzan contra Ucrania y se ponen de parte del dictador Putin y de sus oligarcas (en su lectura, son meros capitalistas). Hoy en día, la extrema izquierda se cuadra con el imperialismo y llama nazis a los ucranianos[6].

¿Se imaginan a la extrema izquierda de aquel entonces pidiendo, exigiendo a sus correligionarios del Vietcong que se rindieran? Que se rindan porque los gringos tienen la bomba atómica y contra un país con una bomba atómica, no se puede ganar una guerra, como hoy proclaman tantos bots, tantos trolles, políticos de segunda línea, ciudadanos de a pie e incluso uno y otro experto que se alinea con este sector político (sector cada día más pequeño, pero que se sigue haciendo notar).

Para qué hablar de la argumentación del sufrimiento del pueblo y de las muertes de soldados y de civiles. Esto es algo que a los marxistas leninistas o a los nacionalistas bolcheviques nunca les ha importado, ni durante la guerra de Vietnam, ni tampoco les importa ahora. Los soldados rusos recién reclutados en lejanas provincias de la Federación y que yacen muertos en Ucrania por una causa que no es la suya, son simple carne de cañón. Pero como a la mayoría de nosotros, personas normales, sí nos afecta que muera gente y que sufran, recurren a ese argumento, para intentar convencernos de que Ucrania tendría que rendirse para parar el sufrimiento y el derramamiento de sangre.

Yo les propondría que, en vez de llamar a que Ucrania se rinda, pueden empezar a escribir cartas públicas a Putin, pidiéndole retirar sus tropas de Ucrania: de Crimea, de Lugansk, de Donets, de Mariupol, de todas partes donde estén los soldados o del ejército regular ruso, o del Grupo Wagner o del nuevo grupo de mercenarios que pertenece al ministro de “defensa” (que ahora es un business man), o de Kadyrov (el dictador de Chechenia[7]) o de la guardia de élite de Putin, etc. En estos grupos armados, hay que incluir a los hombrecitos verdes que invadieron la península de Crimea[8].

Así como la izquierda no le pidió a los vietnamitas que se rindieran ante la super potencia atómica Estados Unidos, el país más rico y más poderos del mundo, tampoco la extrema izquierda de hoy le puede exigir a los ucranianos y a las ucranianas que se rindan ante una potencia regional[9] con una ideología imperial, como es Rusia bajo Putin. Por mucho que tenga armas atómicas y que Putin y sus marionetas se lo pasen amenazando con lanzar una de ellas y trazando líneas rojas[10].

Si los extremistas occidentales están realmente tan interesados en la paz, sería preferible que exigieran a Putin y a su camarilla que acaben con la guerra porque no hay que olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 


[1] Ucrania entregó a Rusia todo su armamento atómico después de la caída de la Unión Soviética, a cambio de la inviolabilidad de sus fronteras, garantizada en el Memorándum de Budapest. Violado el 2014 por primera vez, por Rusia con la anexión de Crimea y la invasión de la Cuenca del Donetsk.

[2] ¿Qué es el continuo político? Invito a leer también El extremismo en la teoría de la herradura o de la U y El maniqueísmo en los extremos políticos 

[3] Pienso en el gobierno de en Grecia bajo Tsipras, un político de extrema izquierda que se alió con la y de varios gobiernos italianos.

[4] En Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Ambos grupos, si ves sus postulados son increíblemente parecidos.

[5] En honor a la verdad, al primero a quien escuché esto fue al periodista austriaco Raimund Löw 

[6] Ver Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[7] A él me referí en El Papa y Ucrania

[8] El último ataque de Rusia a los ucranianos es una advertencia para Occidente

[9] Rusia no es potencia

[10] La bomba atómica de Putin

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

El Papa y Ucrania

En los últimos meses, ha habido muchas críticas abiertas o veladas al Papa Francisco, ya que no ha tomado partido abiertamente a favor de Ucrania. En la entrevista que apareció recientemente publicada en la revista estadounidense America Magazine, Gerard O’Connell, corresponsal en el Vaticano, pregunta al Papa sobre este tema. Pueden leer el texto completo de la entrevista en: Exclusive: Pope Francis discusses Ukraine, U.S. bishops and more

La pregunta es la siguiente: Santo Padre, sobre Ucrania: Muchos en Estados Unidos se han sentido confundidos por su aparente falta de voluntad para criticar directamente a Rusia por su agresión contra Ucrania, prefiriendo en su lugar hablar de forma más general de la necesidad de poner fin a la guerra, de acabar con la actividad mercenaria en lugar de con los ataques rusos, y con el tráfico de armas. ¿Cómo explicaría su postura sobre esta guerra a los ucranianos o a los estadounidenses y otras personas que apoyan a Ucrania?[1] 

La respuesta del Papa es bien clara: Cuando hablo de Ucrania, hablo de un pueblo martirizado. Si tienes un pueblo martirizado, tienes a alguien que lo martiriza. Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información sobre la crueldad de las tropas que llegan. Generalmente, los más crueles son quizás los que son de Rusia pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos y otros. Ciertamente, quien invade es el Estado ruso, esto está muy claro. A veces trato de no especificar para no ofender y más bien condeno en general, aunque se sabe bien a quién estoy condenando. No es necesario que ponga nombre y apellidos.

El segundo día de la guerra fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede], un gesto inusual porque el Papa nunca va a una embajada. Y allí le dije al embajador que le dijera a [Vladimir] Putin que estaba dispuesto a viajar a condición de que me dejara una pequeña ventana para negociar. [Serguei] Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores, me contestó con una carta muy amable en la que entendí que por el momento no era necesario.

Hablé tres veces por teléfono con el presidente Selensky. Y trabajo en general con la recepción de listas de prisioneros, tanto civiles como militares, y las hago llegar al gobierno ruso, y la respuesta ha sido siempre muy positiva. También pensé en viajar, pero tomé la decisión: si viajo, voy a Moscú y a Kiev, a ambos, no a un solo lugar. Y nunca he dado la impresión de encubrir la agresión. Recibí aquí en esta sala, tres o cuatro veces, a una delegación del gobierno ucraniano. Y trabajamos juntos.

¿Por qué no nombro a Putin? Porque no es necesario; ya se sabe. Sin embargo, a veces la gente se aferra a un detalle. Todo el mundo conoce mi postura, con Putin o sin Putin, sin nombrarlo.

La acusación de racismo que se ha hecho a Francisco luego de la entrevista no puede ser descartada sin más. Es cierto que la prensa y los expertos nos informaron que las tropas que cometieron los crímenes de guerra en Butcha[2], eran chechenas. Conociendo la fama de Ramsan Kadyrov y de sus soldados, no me extraña nada. No sin razón, Kadyrov es llamado el “perro rabioso de Putin”, incluso en Rusia. Pero, de ninguna manera, esta calificación puede ser extendida a todos los chechenos.

Lo de los chechenos es curioso, porque ellos sufrieron tanto o más de lo que están sufriendo los ucranianos hoy día. En dos guerras muy terribles[3], los chechenos lucharon contra Rusia por la independencia de su país. Lo que al final, no lograron. Sus ciudades fueron arrasadas en bombardeos hasta entonces sólo comparables a los de la II Guerra Mundial. Después vimos este mismo típo de bombardeos en Siria, ejecutados igualmente, por fuerzas rusas. La destrucción de Grozni, la capital de Chechenia es comparable a la destrucción de Aleppo en Siria y de Mariupol, en Ucrania[4].

Sobre los buriatos, no tengo mayores antecedentes acerca de su comportamiento como soldados. Son una etnia mongólica de Siberia, la etnia más numerosa de esa región. Originalmente, de religión budista, me temo que, después de medio siglo de indoctrinación comunista, de religión les queda poco y nada. Hace poco, eso sí, hubo un rechazo multitudinario a la “movilización parcial” por parte de budistas en alguna de estas repúblicas.

Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial[5] procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados.

La verdad es que a mí me gusta que el Papa Francisco haya mantenido esta posición más bien mesurada. Lo que no significa que no condene la agresión rusa. Sinceramente, no me gustaría ver a Francisco convertido en un segundo patriarca Cirilo (me refiero al patriarca de la iglesia ortodoxa de Moscú), que no se sabe si es sólo un agente de la KGB, un sibarita o simplemente un nacionalista ruso que confunde la religión con el fanatismo patriotero.

Sería ridículo que la guerra fuera convertida por Rusia en un enfrentamiento entre el mundo occidental y la ortodoxia, máxime cuando la mayoría de los ucranianos son igualmente ortodoxos. Prefiero que cada uno, cada una de nosotros tome su propia decisión de apoyar a Ucrania, a la democracia, al progreso, al pluralismo, a nuestro estilo de vida libre e individual. No me gustaría que la desinformación presentara la guerra como un duelo entre católicos y ortodoxos, como una nueva guerra de los treinta años o algo por el estilo.

Es muy bueno que O’Connell haya planteado al Papa este tema. No estamos en Rusia donde no es permitido hacer preguntas críticas. Por el contrario,  en nuestra sociedad pluralista, las preguntas críticas son bienvenidas y deseables. El Papa Francisco tiene razón: no es necesario nombrar explícitamente a Putin para saber de quien está hablando, a quien está condenando. Creo que las palabras de Francisco son bien claras: la condena es a Putin, a la brutalidad del ejército ruso. El Papa condena una invasión que convierte a Ucrania en una nación mártir. A buen entendedor o a buena entendedora, pocas palabras.


[1] Las traducciones son de la excelente página deepl-com. He hecho, eso sí, algunas correcciones.

[2] Masacre de Butcha en Wikipedia.

[3] La Primera guerra de Chechenia tuvo lugar entre 1994 y 1996, durante la época de Yeltsin. Fue motivada por el anhelo de independencia del pueblo checheno luego del desmoronamiento de la Unión Soviética.

La Segunda guerra de Chechenia duró diez años, entre 1999 y 2009. En septiembre del 2003, Achmet Kadyrov, el candidato de Putin, logró imponerse a los demás candidatos, a los que ofrecieron algún premio a cambio de renunciar a su candidatura. Siete meses después, en mayo del 2004, Kadyrov murió como consecuencia de una bomba.

[4] Aunque, como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Aleppo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa. Cfr. Rusia no es potencia

[5] Me referí a ella en mi columna sobre La bomba atómica de Putin

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania? 

Esta semana, durante la manifestación o vigilia matutina, frente al Consulado ruso de la ciudad donde vivo, llegó otra señora a conversar con nosotros. Esta vez, no era una antropóloga e historiadora rusa, como hace algún tiempo (escribí sobre nuestro interesante encuentro en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra).

La señora de esta semana también salía del Consulado General de la Federación Rusa. Probablemente, había ido a hacer algún trámite consular o a renovar su pasaporte u otros documentos. A diferencia de la primera señora que habló tanto con nosotros (al menos tres cuartos de hora), esta otra, estuvo menos tiempo, contó menos cosas y sus argumentos eran dos.

El primero de ellos consistía en sostener que Ucrania es un país sumamente corrupto. Sobre el tema, puedo decir lo mismo que escribí en mi columna Corrupción en Ucrania. Como toda ex-república soviética, Ucrania es un país muy corrupto. Es tan corrupto que está en el puesto 122, del ranking de Transparencia Internacional, con 32 puntos. Pero me pregunto si esta es una razón para declarar la guerra a Ucrania, para invadirla y para bombardear sus ciudades.

La pregunta cobra especial trascendencia al constatar que Rusia está aún más abajo en la escala de corrupción: Rusia ocupa el lugar 136, con sólo 29 puntos. Su lugar y su puntuación son aún peores que las de Ucrania. Cómo podía ser de otra forma, si Rusia es “la madre de todas las repúblicas soviéticas”, ya que durante la época de la UdRSS, fue la nación hegemónica en el desconcierto de las repúblicas socialistas soviéticas.

El camino hacia la probidad -lo contrario a la corrupción- es un camino largo y empedrado. Para quedar entre los mejores lugares del ranking internacional de los estados menos corruptos, hay que entrar por una puerta muy angosta[1]. Es más difícil aún cuando, como en el caso de Rusia bajo Putin, Rusia es hoy un estado mafioso, donde “Putin es un verdadero Padrino que da protección a los otros mafiosos (oligarcas, miembros del servicio secreto); pero les puede restringir o quitar la libertad o la vida, en cualquier momento”[2].

A propósito de Unión Soviética, la señora en cuestión nos planteó un segundo argumento: Ucrania no puede acercarse a Europa y a los países occidentales, porque Ucrania tiene una deuda muy grande con los otros países que integraban la familia soviética, especialmente con Rusia. Nuevamente es el el argumento de la “madrecita Rusia”, que viene de la época de los zares, sobrevivió al comunismo y renace hoy en día.

Ucrania no puede dar ahora la espalda a quienes le dieron tanto en el pasado, explica la señora. ¿A qué se referirá la buena babushka? ¿A la Unión Económica de Eurasia[3]? Esto es, a la Unión de estados post-soviéticos localizados en Eurasia[4], fundada por Putin inmediatamente después de la invasión y anexión de Crimea. Se dice que sin Ucrania, la unión de Eurasia carece de potencia económica, ya que el resto de las ex-repúblicas soviéticas -salvo Rusia- tienen economías muy débiles.

Uno de los participantes en la manifestación frente al Consulado, un hombre muy inteligente del Partido Verde, le respondió sencillamente constatando que la UdRSS dejó de existir en 1991. Es obvio que Ucrania no puede seguir perteneciendo a algo que no existe. En derecho internacional se habla de desmembramiento o de desplome del estado soviético ese año. Pienso que mucha gente -como la buena señora- prefiere cerrar los ojos al presente y continuar aferrada al pasado[5].

Me pregunto qué tanto habrá dado la Unión Soviética a Ucrania. ¿El holodomor? Sobre la inmensa hambruna traduje el 2008, el artículo de mi amigo Taras: Holodomor[6]. ¿Los otros horrores y la cruel represión del stalinismo? ¿Las matanzas de Trotzki? ¿La persecusión a los disidentes y su destierro a los Gulags (sistema penal de trabajos forzados)? ¿La pobreza, la falta de libertad, el totalitarismo? O tal vez ¿la revocación de la independencia de Ucrania, la negación de su existencia como estado independiente? ¿O la de su cultura e incluso de su idioma?

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania durante la época soviética que justifique una guerra?


[1] Como aquella de que habla el Evangelio de San Lucas: “Jesús respondió: ‘Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán’”.

[2] La explicación es de Garri Kasparov, ver mi columna Mientras más armas, más corta la guerra

[3] Wikipedia nos informa que “The Eurasian Economic Union (EAEU or EEU) is an economic union of some post-Soviet states located in Eurasia”.

[4] Me referí a ella en mi columna La Nueva guerra fría

[5] Demasiadas personas viven en el pasado, incluyendo a Putin. Los invito a leer mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[6] Enlazo el original en inglés Remember the Holodomor, Don’t Let History Repeat Itself!

¿En qué no se parecen Ucrania y Cuba?

Esta semana, escuché un podcast de una periodista austriaca. Entrevistaba a un experto en temas militares, de los que abundan hoy en día. De acuerdo a la periodista, la respuesta de Rusia en Ucrania sería similar a la de los EEUU durante la crisis de los misiles en Cuba en 1962. Según ella, Rusia habría atacado a Ucrania por su acercamiento a Occidente, tal como el Presidente Kennedy no habría aceptado que Cuba se acercara a la Unión Soviética.

En otras palabras, habría un precedente para la invasión a Ucrania por parte de Rusia: la defensa del “patio trasero” o esfera de influencia por parte de los Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1962. Los “americanos” habrían defendido su ámbito de dominación en ese entonces, tal como Putin lo habría defendido actualmente frente a la encerrona de la OTAN[1].

Aparte de que no estoy de acuerdo con las teorías de dominación, ni de una supuesta esfera de influencia, ni de imperios, ni de reinos[2], creo que la comparación de la periodista es errónea. Los paralelos históricos son difíciles y generalmente llevan a conclusiones erradas. Más aún si se intenta justificar una conducta actual basada en experiencias pasadas. No se puede proyectar el pasado hacia el futuro, y menos aún si la analogía entre uno y otro escenario, simplemente no cuadra.

En este caso, no cuadra, primero porque el objetivo de los Estados Unidos era impedir que la UdRSS instalara misiles nucleares dirigidos contra ciudades norteamericanas en la isla del Caribe, que se convertía en algo así como en un portaaviones soviético frente a las costas del continente americano. No eran misiles cubanos, sino soviéticos. La UdRSS negaba insistentemente haber instalado armamento nuclear en Cuba. La teoría de la desinformación funcionaba ya a la perfección. Putin recién cumplía diez años.

En realidad, antes de la crisis de los misiles, Cuba ya estaba sometida a los dictados de la UdSRR de cuya ayuda dependía para subsistir. El régimen de los Castro no hubiera sobrevivido tantos años sin el apoyo soviético. En este último punto, se parece mucho a Lukaschenko, cuyo gobierno ya habría caído sin la ayuda de Putin, su contendor de antaño[3].

En segundo lugar, no cuadra porque los norteamericanos objetaron y con justa razón, los misiles nucleares instalados en Cuba y dirigidos contra ciudades de los EEUU. Pero después de que los retiraron, la base militar soviética continuó en la isla y los militares soviéticos permanecieron en Cuba. Pero lo que era inadmisible era la instalación de armamento nuclear frente a las cosas de los Estados Unidos. Era un gran peligro para sus habitantes y para la seguridad de todo el planeta.

EEUU no prohibió a Cuba someterse al dominio soviético. La isla del Caribe quedó por decenios incluida dentro del mundo comunista y Estados Unidos no lo impidió.

En tercer lugar, tampoco cuadra porque, a diferencia de Rusia que invadió Ucrania, EEUU no invadió Cuba (pudiendo haberlo hecho, ver el suceso de Bahía de Cochinos en 1961). Pero respetaron la autonomía de un país que, aunque se equivocó medio a medio y perdió décadas enteras de desarrollo y de progreso y aún se halla sumido en la miseria[4], era, a fin de cuentas, un país libre y soberano (al menos en el papel, porque, en realidad, dependía enteramente de las órdenes Moscú).

En suma, Ucrania y Cuba no son en absoluto comparables. Cuba, como país libre (sic) se alió al mundo soviético y desde la isla desestabilizó las democracias latinoamericanas durante muchas décadas. EEUU no lo impidió, ni invadió Cuba, ni anexó territorios, como hace ahora Rusia..

Ucrania intentó unirse a la Unión Europea el año 2013, cuando Rusia prohibió al presidente ucraniano Yanukovich firmar el acuerdo de asociación largamente negociado con la UE y lo obligó a optar “establecer vínculos más estrechos con Rusia”. Entonces, los “ucranianos salieron a la calle para mostrar su apoyo al Acuerdo de asociación con Europa que no perjudicaba los existentes vínculos con Rusia”[5]. Surgió entonces la larga protesta popular llamada Euromaidán.

A Ucrania, la supuesta superpotencia rusa[6] le prohibió acercarse a la Unión Europea en 2013. El 2014, anexó Crimea, y pseudo anexó la Cuenca del Donets y el 2022, invadió Ucrania intentando establecer un gobierno marioneta[7]. Nada en absoluto similar hicieron los gringos en Cuba.

A diferencia de Rusia hoy, el gobierno de Kennedy no invadió Cuba. No le impidió ponerse voluntariamente bajo el amparo soviético. Incluso hoy, sesenta años después, Washington no le ha impedido continuar bajo la égida de Moscú, siendo uno de los poquísimos países que, con su voto, apoya a Rusia en las resoluciones de la Naciones Unidas.

La comparación entre Cuba y Ucrania es totalmente errada y -me atrevo a decir- es una comparación más bien malintencionada.  


[1] Sobre el tema, invito a leer mi columna Tres mentiras sobre Ucrania, la OTAN y Rusia

[2] Ver al respecto El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[3] Sobre Lukaschenko, invito a leer mi columna Lukaschenko y Venezuela

[4] Sobre Cuba, invito a leer mi columna Cómo mueren los gatos en Cuba y también, sobre Cuba y otros países: Postales de Islandia

[5] En Wikipedia, hay una buena explicación sobre el tema.

[6] Rusia no es potencia

[7] Curiosamente, los conspiranoicos que, en su mayoría son partidarios de Putin, aseguran que en los países democráticos somos víctimas de gobiernos marioneta.

El cohete que cayó en Polonia

El “análisis preliminar sugiere que el incidente probablemente fue causado por un misil de defensa aérea ucraniano, disparado para defender el territorio ucraniano contra los ataques de misiles de crucero rusos. Pero permítanme ser claro. Esto no es culpa de Ucrania. La responsabilidad última es de Rusia, que continúa su guerra ilegal contra Ucrania”[1]. Son las palabras claras y precisas del secretario general de la OTAN, el socialdemócrata noruego Jens Stoltenberg.

Stoltenberg fue primer ministro de su país durante el atentado terrorista de Oslo y Utoya. Para él, las situaciones difíciles no son una excepción[2]. Hace un par de días, nos remeció la noticia de un cohete ruso que cayó sobre Polonia matando a dos personas. A dos campesinos que se encontraban trabajando en una bodega agrícola. La prensa agrandó la situación y muchos políticos y políticas reaccionaron acusando a Rusia de lo ocurrido. Era lógico, ya que la prensa internacional hablaba de un “cohete ruso”.

Pero a las pocas horas, esa misma noche -o día, depende de en qué parte del mundo estés[3]– el presidente norteamericano Joseph Biden, durante la cumbre de los G20 en Bali, aclaró en otra conferencia de prensa lo siguiente: “Señor Presidente, ¿es demasiado pronto para decir si el misil fue disparado desde Rusia? Biden: Hay información preliminar que lo rebate. No quiero asegurarlo hasta que investiguemos completamente. Pero es improbable, por la trayectoria, que haya sido disparado desde Rusia. Pero ya veremos. Veremos”[4].

Quienes veían al mundo en medio de una guerra nuclear deben haber estado muy decepcionados. Yo creo que el miedo es un mal consejero y, de todas maneras, un mal compañero. Según los alarmistas, el ataque ruso a Polonia, era el temido casus foederis -ya que habían atacado a un país de la Alianza- y significaba la entrada de la OTAN a la guerra. Ellos -que consciente o inconscientemente hacen el juego a Putin- lo habían advertido: no hay que contradecir a Putin, hay que dejarlo hacer, porque si no, vamos directo a la tercera guerra mundial y al acabose nuclear.

Pero nada de esto ocurrió. Los destinos del mundo parece que están en manos de gente con más criterio de lo que creen los alarmistas. Como los países de la OTAN observan permanentemente el espacio aéreo de Ucrania, estaban en condiciones de adelantar que, muy probablemente, los objetos caídos sobre Polonia no son un cohete o un misil disparado por las fuerzas rusas o, al menos, no totalmente. Esto se puede determinar calculando su trayectoria con información transmitida directamente a la base aérea de Ramstein.

Así, da lo mismo quién lo haya lanzado o a quién se le haya caído el cohete. No fue intencional, no fue un ataque a Polonia y esto es lo decisivo. No se aplica el Art. 5 del Tratado de la OTAN, ni siquiera el Art. 4. Entre paréntesis, Putin habla una y otra vez de una guerra contra occidente y contra la OTAN, la Unión Europea y los EEUU; pero Rusia se cuida enormemente de “no meterse” con ningún país de la OTAN. Su “guerra” es puramente retórica. Hay que considerar que la OTAN es un bloque unido y que a Putin no lo ayuda ni su trastienda: ni el Grupo de cooperación económica de Shangai, ni ningún país de la Comunidad de Estados Independientes[5].

Ese martes 15 de noviembre, Ucrania había sido objeto de un nuevo ataque ruso con al menos, 90 cohetes, aparte de otro tanto drones y de misiles. Los ataques rusos se concentran en las ciudades y en las centrales de energía. Su objetivo es destruirlas, para que la población de Ucrania se quede sin electricidad y sin calefacción ahora que empieza el invierno. Los ataques rusos son claramente contrarios al derecho internacional, ya que la infraestructura civil no puede ser nunca el objetivo de un ataque militar.

El cohete que cayó en Polonia, a 6 ó 7 kms de la frontera con Ucrania, es un S-300 de fabricación rusa, por lo que los medios de comunicación se referían a un “cohete ruso”. Pero Ucrania también tiene cohetes made in Russia, de manera que bien podía haber sido disparado por las fuerzas armadas ucranianas. Más aún si era un cohete de defensa antiaérea, ya que Ucrania estuvo todo ese día -y los días y semanas anteriores- bajo ataque ruso.

Asimismo, hay que considerar que Rusia se está quedando sin cohetes y que recurre a cualquier cosa para lanzar contra Ucrania, como hemos visto en muchas otras ocasiones. De manera que tampoco se puede descartar que Rusia haya usado un arma propia de la defensa antiaérea para atacar a Ucrania. Y, mientras Corea del Norte o Irán no provean a Putin de nuevas armas y cohetes, esto seguirá así[6].

El S-300 tiene generalmente un alcance limitado, de 75 kms., lo que haría imposible un lanzamiento por parte del ejército de Putin desde Bielorrusia. Sin embargo, los S-300 más modernos, sí tienen un alcance de hasta 300 kms., de modo que sí podría haber sido lanzado por las fuerzas rusas, desde Rusia o desde las regiones controladas por los separatistas. Lo decisivo es conocer el año de fabricación. Para eso, los investigadores polacos, rastrean kilómetros a la redonda en torno al lugar de la caída.

El cráter del lugar donde cayó no parece ser muy grande. En consecuencia, probablemente explotó en el aire y fueron las partes del cohete las que cayeron en Polonia. O tal vez, partes del cohete interceptado y/o partes del interceptor. Tenemos que esperar el resultado de las investigaciones polacas, a las que se han sumado otros países occidentales y Ucrania, para saber bien qué fue lo que realmente ocurrió.

Entre tanto, el gobierno polaco anticipó que los dos campesinos tendrán un funeral de estado y en la pequeña ciudad de donde procedían, se decretó duelo de varios días. Una vida humana es, en sí misma, infinitamente valiosa, esto es lo que creemos en las sociedades civilizadas.

Polonia había pensado llamar a una reunión de consultas, según el artículo 4° del Tratado de la OTAN[7]; pero, en realidad, bastó con una reunión de embajadores en Bruselas al día siguiente. Todos reaccionaron bien, nadie se portó como el  vaquero estereotipo que primero dispara y luego piensa. Nadie habló de declarar la guerra a Rusia. Nadie invocó el art. 5° del Tratado, que contiene la cláusula de defensa recíproca, casus foederis o cláusula de los mosqueteros (uno para todos y todos para uno)[8].

Eso sí, hubo una falla y no menor: el general norteamericano Mark Milley llamó por el teléfono rojo a su colega ruso, el general Guerasimov y no se pudo comunicar con él. Alguien contó que, como la llamada fue realizada durante la noche en Rusia, probablemente, la persona que contestó el teléfono, no consideró importante despertar a Valeri Guerasimov[9]. No sé si es indolecia o estupidez, o ambas cosas.

En suma, los mecanismos de reacción previstos se cumplieron. Nadie reaccionó mal, como algunos temían o aseguraban que pasaría. La OTAN mostró cordura y sensatez a todo nivel, incluso frente a la fuerte presión política posterior articulada a través de la prensa y, especialmente de las redes sociales ¿O sería más propio hablar de redes antisociales? Creo que podemos confiar en las instituciones políticas y militares de los países de Occidente. Gracias a Dios, las decisiones no se toman en Twitter. La democracia liberal representativa y sus instituciones ha demostrado, una vez más, su superioridad[10].


[1] “Our preliminary analysis suggests that the incident was likely caused by a Ukrainian air defence missile fired to defend Ukrainian territory against Russian cruise missile attacks. But let me be clear. This is not Ukraine’s fault. Russia bears ultimate responsibility, as it continues its illegal war against Ukraine”, conferencia de prensa de 16 de noviembre

[2] En aquella época, le preguntaron cuál había sido su receta para permanecer tan tranquilo durante las semanas posteriores a los atentados. Respondió que largos trayectos en bicicleta lo habían ayudado. Pero evidentemente, hubo mucho más que eso. Hace poco, reconoció que un herpes lo tenía muy mal y que no podía rendir tanto. Humildad y reconocer que las personas no somos “inquebrantables”, creo que son actitudes que juegan un rol fundamental. Se cuenta que Lavrov, al llegar a Bali, tuvo que irse del aeropuerto directo al hospital. Hay muchos testimonios que lo confirman; pero, de acuerdo a la mejor costumbre soviética, el gobierno ruso lo niega. Los jerarcas rusos negaban cualquier enfermedad, hasta que caían muertos y la TV rusa comenzaba transmitiendo el Lago de los Cisnes ininterrumpidamente durante horas, hasta que daban la noticia.

[3] La bomba cayó a las 15.45. La noticia se conoció en Europa, recién a comienzos de la noche.

[4] Mr. President, is it too early to say whether this missile was fired from Russia? THE PRESIDENT: There is preliminary information that contests that. I don’t want to say that until we completely investigate. But it is — I — it’s unlikely, in the minds of the trajectory, that it was fired from Russia. But we’ll see. We’ll see”, conferencia de prensa de 15 de noviembre, en la página de la Casa Blanca

[5] Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

[6] Israel acaba de anunciar que, si Irán pasa cohetes a Rusia, Isreal entregará misiles de alta precisión a Ucrania.

[7] Artículo 4 Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada.

[8] Artículo 5 Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y todas las medidas adoptadas en consecuencia serán inmediatamente puestas en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales.

[9] Me referí a Guerasimov en mi columna anterior Rusia no es potencia

[10] Las dos traducciones que aparecen en esta columna son tan buenas gracias a deepl.com. En este momento, el mejor traductor on line del mundo. Gracias a su fundador y CEO, Jarosław Kutyłowski. Claro que mejoré un poco las traducciones, porque ningún programa de traducción es perfecto.

Rusia no es potencia

Después de mi última columna El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt un amigo comenta que él piensa que Rusia sí es una potencia. Me gustaría explicar brevemente mi porqué pienso que la Federación rusa está actualmente a años luz de ser una potencia.

Aislamiento

Antes que nada y como me decía una conocida rusa hace algunos años, gracias a Putin y a su cleptocracia, Rusia está aislada en el mundo y del mundo. Ni los zares, ni los comunistas tuvieron nunca tan pocos aliados como Rusia, después de la represión del 2012, y luego de la anexión de Crimea el 2014.

Es connatural a una potencia tener muchos aliados: estados sobre los cuales ejerce, por lo menos, alguna clase de hegemonía, de dominación, de control o de algún otro tipo. Los pocos aliados que tiene Rusia en el mundo se llaman Bielorrusia (obligada a aliarse[1]), un poco China (pero cada día más alejada), Venezuela, Nicaragua, Cuba (estos últimos, sin importancia en el concierto internacional). Últimamente la lista ha sido engrosada por otros dos países: Irán y Corea del Norte. Ambos aún más aislados que Rusia. Luego de una supuesta neutralidad inicial, la India se ha alejado completamente de Rusia.

Hay países que formaban parte de la UdRSS y que están “al lado” de Rusia (se hallan “conectados” por su territorio, como expliqué en mi columna anterior[2]). Muchos de sus líderes o son aún jerarcas de la época soviética o son sus hijos que continúan la línea dinástica de sus padres. Sin ir más lejos, Ramzán Kadyrov -hijo de Ajmet Kadyrov- es uno de ellos. Estos países pueden considerarse cual más cual menos, también “amigos” de Rusia (aunque Kissinger que ya tiene más de 90 años y sufre de creciente senilidad, seguro que me advertiría que los países no tienen amigos, sólo tienen intereses). Entre los “amigos” de Rusia, se pueden contar ex-repúblicas soviéticas como Daguestán, Kasajstán, Kirguistán, Turkmenistán o incluso Armenia.

En resumen, entre los aliados de Rusia hay tres categorías: 1) los que quieren ser sus aliados, como Cuba o Nicaragua. 2) Los que están “conectados” geográficamente con la Federación rusa, formaban parte de la Unión Soviética y no les queda otra alternativa, como todos estos países de Asia Central cuyos nombres terminan en “tan” y Bielorrusia. 3) Y los nuevos amigos, que son sólo dos: Corea del Norte e Irán. Ambos proveen a Rusia de armas y de munición, ya que la industria de armamentos rusa no los puede reponer rápidamente.

Economía y pobreza

En Postales de Islandia, les contaba a mis queridos lectores y lectoras que la economía rusa, al menos antes de febrero de este año, tiene o más bien tenía las mismas dimensiones que la economía italiana. Hay que considerar que Rusia tiene más del doble de habitantes que Italia, que Italia cabe 57 veces en Rusia y que la esperanza de vida en Rusia es diez años menor que en Italia.

¿Para qué quiere Putin más territorio y más súbditos? De ciudadanos no se puede hablar. Para sumirlos en la pobreza en que se halla la mayoría de la población en la Federación Rusa, sobre todo en las repúblicas de Asia Central. En Daguestán, en Siberia, Kirguistán, Turkmenistán o incluso en Armenia. Pobres armenios, se acogieron a mala sombra y ahora no pueden salir. A diferencia de Kasajstán que cada día se aleja más de Rusia.

La Federación rusa es un país exportador de recursos naturales, especialmente de gas y de petróleo. Aparte de trigo, maíz y algún mineral. En esto no se diferencia de los países en desarrollo. Carece de tecnología propia: hasta antes de que comenzara la invasión y fuera sancionada, importaba la tecnología extranjera que pagaba con los ingresos del gas y del petróleo. En un ambiente carente de libertad, es difícil desarrollar la creatividad. El último de los grandes inventos rusos fue la Kalashnikov, en 1946.

Los Lada casi no circulan fuera de Rusia. Los pocos rusos que pueden pagarlos prefieren BMW, Lexus o Range Rover. La hija de Dugin murió en un Toyota Landcruiser y no en un Lada[3]. La industria automotriz rusa anunció que volverá a fabricar el Moskwitsch, un vehículo que, hasta donde yo sé, la UdRSS dejó de producir a mediados de los años 70. Y ya entonces era antiguo. El último de los modelos Moskwitsch fue una copia del Opel Kadett.

Los rusos prefieren IPhone y no Yotaphone. Hace algunos años, como buena rusófila, traté de comprar un Yotaphone; pero me fue imposible, nadie lo vende.

Fuerza militar y armamento

Volviendo al tema de los ex-amigos, la razón por la cual, la India se aleja de Rusia a una velocidad que me hace pensar en la expansión acelerada del universo -aparte de las consideraciones morales y jurídicas causadas por la violación del derecho internacional y por los crímenes de guerra- es que India está altamente decepcionada del armamento ruso que compró en abundancia, sobre todo, debido a su bajo precio.

La industria de armamento ha sido durante décadas la niña de los ojos del estado ruso. Se trata de una industria estatal. Le pertenece al estado, es controlada por el estado y las decisiones son tomadas por el gobierno. A diferencia de la industria occidental que está en manos privadas.

Las armas rusas han mostrado una gran inferioridad en la guerra de Ucrania (como no vivo en Rusia, la puedo llamar guerra y no “operación especial”[4]). Los militares ucranianos pudieron vencer a las tropas rusas que intentaron invadir Kiev a punta de jabalinas portátiles antitanques, con las que derribaron aviones y helicópteros rusos, provocando su huida del aeropuerto de Kiev-Hostomel. Entre paréntesis, Hostomel es vecina a la localidad de Butscha, donde tropas rusas permanecieron durante algunas semanas, tiempo que aprovecharon para cometer abundantes crímenes de guerra.

El armamento occidental ha demostrado ser inmensamente superior a las armas rusas. Las armas inteligentes (smart) son terriblemente más efectivas que las armas “tontas” que sigue produciendo Rusia. Esta es una de las causas de que India se aleje tan raudamente de Rusia. La dependencia del armamento ruso es una circunstancia no deseable para el gobierno de Modi.

Rusia tampoco es una potencia militar, porque ha demostrado que sus fuerzas armadas no sólo están desmoralizadas, sino que además, son ineficientes. Tanto es así que el Grupo Wagner ha creado líneas del tipo “no pasarán”, para impedir que los soldados rusos emprendan la retirada. O que huyan despavoridos, como ocurrió en Járkiv en septiembre pasado. En otras palabras, si no quieren o no pueden pelear con los militares ucranianos, son acorralados por los mercenarios y ex-presidiarios del grupo Wagner[5].

Se supone que el ejército ruso había superado sus innumerables fallas de la época soviética y que, al mando del general Valery Gerasimov (que cayó en desgracia al comienzo de la guerra) se había modernizado y alcanzado el nivel de una potencia militar. Al menos, eso nos hicieron creer; pero parece que todo era mera propaganda. Eran películas que mostraban soldados y armas en ejercicios militares donde parece que nunca había un enemigo.

Rusia continúa con la antigua táctica soviética que le sirvió también en Siria: disparar desde lejos con artillería “tonta”, esto es, imprecisa y que destruye ciudades enteras, como Aleppo en Siria o Mariupol en Ucrania[6]. Y después de que todo está destruido, avanza con tropas de tierra. (Sin suboficiales, sólo con oficiales y tropa; pero este es un tema específicamente militar al que tal vez me refiera en otra oportunidad[7]).

En suma, Rusia no es una potencia. Es un país pobre, exportador de materias primas que carece de productos elaborados, donde la tecnología brilla por su ausencia, como una consecuencia lógica de la falta de libertad para crear e innovar. Me pregunto, ¿quién querrá subirse a un auto con la tecnología de los años 70 y que además es copia de un vehículo alemán muy antiguo?

En el ámbito de la política internacional, el aislamiento indeseado tampoco es propio de una potencia. Sin duda, las permanentes violaciones del derecho internacional y del derecho humanitario no son características de una potencia, al menos no de una potencia civilizada. La actitud imperialista ahuyenta a posibles “amigos”. Sus únicos amigos son otros países igualmente asilados.

En el aspecto militar, Rusia tampoco es potencia, ni por su industria de armamento, ni por sus fuerzas militares. Ambas más parecen el sapo hinchado de que hablé alguna vez en una columna dedicada a un tema muy diferente[8].

Creo que el único ámbito en el que Rusia es una potencia es en el de la desinformación. Desinformación sobre otros y también sobre la misma Rusia. La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande[9]. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski[10] habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada[11].


[1] A Lukaschenka, conocido durante décadas como “el último dictador de Europa”, le gustaría liberarse del yugo de Putin; pero no puede, porque si lo hace, pierde el poder. Así de grande es su dependencia.

[2] El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[3] La bomba atómica de Putin

[4] Hablar de guerra en Rusia es penado por la ley.

[5] El Grupo Wagner es una organización paramilitar, fundada por Jewgeni Prigoschin, conocido como el cantinero o cocinero de Putin, y por Dmitri Utkin, cuyo nombre de batalla era Wagner, ya que es neonazi y admirador de los antiguos nazis a los que él identifica con el músico alemán Richard Wagner.

[6] Aleppo no fue destruida por militares norteamericanos, como me insistía una compañera de colegio.

[7] Como consecuencia de la falta de suboficiales, los militares rusos no aplican la táctica llamada mission command, sino que sólo obedecen órdenes detalladas, muy de acuerdo con la ideología leninista, en la que crecieron sus generales, incluyendo los nueve generales que murieron en los primeros meses de la guerra.

[8] Yoga y narcisismo

[9] Me referí a Catalina en mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[10] Autor de la popular novela Metro 2033.

[11] Sobre el tema, ver el artículo de Wikipedia Pueblo Potemkin