En mi columna ¿Dónde está Prigoshin? anuncié que uno de mis próximos artículos se debería titular ¿Dónde está Surovikin, el carnicero de Siria? Sin embargo, esa columna va a tener que esperar, porque nadie sabe dónde está Sergei Surovikin, también conocido como general Armagedón culpable, entre otros muchos crímenes, de la destrucción de Alepo.
Hoy quiero contarles algo distinto, algo que me pareció muy emotivo. Mis lectoras y lectores saben que asisto -si me es posible hacerlo- por lo menos una vez a la semana a una vigilia matinal frente al consulado general ruso, para protestar por la guerra contra Ucrania. Ya he contado en columnas anteriores, de mi experiencia en esa manifestación: la última de ellas fue Protestamos gratis. El título se debe a que una a una señora rusa le habían asegurado en el consulado que nosotros éramos agentes pagados.
La semana pasada, una joven rusa se acercó a nuestro grupo (ese día éramos muy pocos, el tiempo era muy malo: lluvia, viento y frío) y preguntó algo en ruso. Uno de los participantes en nuestra vigilia de protesta, le contestó que él venía de Irpin. No sé si todos ustedes saben que Irpin, al Noroeste de Kiev y al lado de Bucha, es una de las ciudades más destruidas por la soldadesca rusa[1].
El ciudadano de Irpin se había unido ese día a nuestra protesta -pequeña pero efectiva- y nos había mostrado videos de su edificio de departamentos que había quedado totalmente destruido después de un ataque de la artillería rusa. Con su autorización expresa, publiqué uno de sus videos en Instagram, que muestra lo que quedó de su casa después de un ataque ruso a la población civil… sólo escombros.
La joven mujer rusa lo miró fijamente, su expresión se hizo cada vez más triste, hasta que empezó a llorar, primero un poco y después más y más. En ese momento, todos nos acercamos a ella. Yo pensaba abrazarla… Pero el ucraniano se me adelantó y la abrazó con fuerza. Comenzaron a hablar. Se separaron un poco y siguieron hablando. La chica dejó de llorar, un poco y luego lloró aún más fuerte. El ucraniano la abrazó otra vez mientras ella lloraba y lloraba. Al final, él la acompañó a la estación del tren para que volviera a la ciudad donde vive.
Entre paréntesis, Rusia va a cerrar muchos consulados en Alemania. El que está en mi ciudad quedará abierto y, en consecuencia, será visitado por un número mayor de personas que ya no podrán acudir a los ya cerrados. Esto significa que nuestra protesta será vista por más gente. Tendremos así la oportunidad de hablar con más rusos y rusas que tienen sólo que atravesar la calle para ello[2].
Volviendo a la escena del abrazo entre el ucraniano de Irpin y la chica rusa: él la abrazó y la consoló. Un hombre cuyo país fue invadido por Rusia y para el que las consecuencias de la guerra no son abstractas, sino muy concretas, ya que se quedó sin casa, sin auto, sin recuerdos, sin hogar para su familia…. Todo lo que le pertenecía fue destruido en un acto de barbarie por parte de un estado terrorista que aterroriza a los habitantes de Ucrania, para que se rindan o para que abandonen el país. Un hombre de mediana edad que vió interrumpido su tratamiento oncológico en Ucrania y que tuvo que huir al extranjero para continuarlo.
El ucraniano abrazaba y consolaba a una joven proveniente del país que había atacado a su patria, destruido su ciudad, cometido crímenes de guerra, secuestrado a sus niños, violado a sus mujeres (y no sólo en Bucha, también en Irpin y otras ciudades), quemado sus libros, prohibido su lengua en las zonas ocupadas, bombardeado hospitales[3], teatros y universidades en un intento de borrar la cultura ucraniana que Putin dice que no existe, ya que todos los ucranianos serían rusos.
Ese hombre que había sufrido lo indecible y había tenido que marchar al exilio, consolaba a la chica rusa que lloraba y le pedía perdón una y otra vez por lo que Rusia está haciendo a Ucrania y a los ucranianos. Nos contó que su abuelita vive en Ucrania y su ciudad está constantemente siendo bombardeada por Rusia.
Afortunadamente, la nieta recibe información de primera mano de su babushka en Ucrania. Hay muchos rusos que sólo se “informan” o más bien se desinforman a través de los medios propagandísticos estatales rusos. En Rusia no hay prensa libre: los medios o son estatales o le pertenecen a algún oligarca, como al mismo Prigoshin y otros. También Gazprom tiene no sólo medios de “comunicación”, sino incluso un ejército privado, Wagner no es el único.
Como muchos otros rusos, la joven mujer nos dijo que ella es totalmente contraria a la guerra. Pero, protestar contra la guerra en Rusia es firmar su propia condena a quince años en un gulag[4], ya que te encarcelan inmediatamente, como nos contó la historiadora rusa que se acercó a nuestra vigilia en una oportunidad: Mientras más armas, más corta la guerra[5]
Desconozco cuál es la historia de la de la joven rusa… Pero seguro que se parece a la de tantos otros rusos y rusas que han tenido que abandonar su país en los últimos años, o en los últimos meses. Para renovar su pasaporte o hacer algún otro trámite deben acudir al consulado general ruso. Una razón más para continuar yendo a protestar al menos una vez por semana.
[1] “According to Human Rights Watch, on March 6, 2022, Russian forces bombarded an intersection on a road of Irpin which was used by civilians to flee.As of 24 March 2022, 80% of the city was recaptured from Russian occupants by Ukrainian Armed Forces. On 28 March, Mayor Oleksandr Markushyn announced that all of Irpin was fully recovered by the Ukrainian forces. On March 30, the mayor of Irpin said that the Russian military had killed more than 300 civilians and 50 servicemen in the city”, Wikipedia
[2] Publico fotos en mi cuenta de Instagram