El abrazo

En mi columna ¿Dónde está Prigoshin? anuncié que uno de mis próximos artículos se debería titular ¿Dónde está Surovikin, el carnicero de Siria? Sin embargo, esa columna va a tener que esperar, porque nadie sabe dónde está Sergei Surovikin, también conocido como general Armagedón culpable, entre otros muchos crímenes, de la destrucción de Alepo.

Hoy quiero contarles algo distinto, algo que me pareció muy emotivo. Mis lectoras y lectores saben que asisto -si me es posible hacerlo- por lo menos una vez a la semana a una vigilia matinal frente al consulado general ruso, para protestar por la guerra contra Ucrania. Ya he contado en columnas anteriores, de mi experiencia en esa manifestación: la última de ellas fue Protestamos gratis. El título se debe a que una a una señora rusa le habían asegurado en el consulado que nosotros éramos agentes pagados.

La semana pasada, una joven rusa se acercó a nuestro grupo (ese día éramos muy pocos, el tiempo era muy malo: lluvia, viento y frío) y preguntó algo en ruso. Uno de los participantes en nuestra vigilia de protesta, le contestó que él venía de Irpin. No sé si todos ustedes saben que Irpin, al Noroeste de Kiev y al lado de Bucha, es una de las ciudades más destruidas por la soldadesca rusa[1].

El ciudadano de Irpin se había unido ese día a nuestra protesta -pequeña pero efectiva- y nos había mostrado videos de su edificio de departamentos que había quedado totalmente destruido después de un ataque de la artillería rusa. Con su autorización expresa, publiqué uno de sus videos en Instagram, que muestra lo que quedó de su casa después de un ataque ruso a la población civil… sólo escombros.

La joven mujer rusa lo miró fijamente, su expresión se hizo cada vez más triste, hasta que empezó a llorar, primero un poco y después más y más. En ese momento, todos nos acercamos a ella. Yo pensaba abrazarla… Pero el ucraniano se me adelantó y la abrazó con fuerza. Comenzaron a hablar. Se separaron un poco y siguieron hablando. La chica dejó de llorar, un poco y luego lloró aún más fuerte. El ucraniano la abrazó otra vez mientras ella lloraba y lloraba. Al final, él la acompañó a la estación del tren para que volviera a la ciudad donde vive.

Entre paréntesis, Rusia va a cerrar muchos consulados en Alemania. El que está en mi ciudad quedará abierto y, en consecuencia, será visitado por un número mayor de personas que ya no podrán acudir a los ya cerrados. Esto significa que nuestra protesta será vista por más gente. Tendremos así la oportunidad de hablar con más rusos y rusas que tienen sólo que atravesar la calle para ello[2].

Volviendo a la escena del abrazo entre el ucraniano de Irpin y la chica rusa: él la abrazó y la consoló. Un hombre cuyo país fue invadido por Rusia y para el que las consecuencias de la guerra no son abstractas, sino muy concretas, ya que se quedó sin casa, sin auto, sin recuerdos, sin hogar para su familia…. Todo lo que le pertenecía fue destruido en un acto de barbarie por parte de un estado terrorista que aterroriza a los habitantes de Ucrania, para que se rindan o para que abandonen el país. Un hombre de mediana edad que vió interrumpido su tratamiento oncológico en Ucrania y que tuvo que huir al extranjero para continuarlo.

El ucraniano abrazaba y consolaba a una joven proveniente del país que había atacado a su patria, destruido su ciudad, cometido crímenes de guerra, secuestrado a sus niños, violado a sus mujeres (y no sólo en Bucha, también en Irpin y otras ciudades), quemado sus libros, prohibido su lengua en las zonas ocupadas, bombardeado hospitales[3], teatros y universidades en un intento de borrar la cultura ucraniana que Putin dice que no existe, ya que todos los ucranianos serían rusos.

Ese hombre que había sufrido lo indecible y había tenido que marchar al exilio, consolaba a la chica rusa que lloraba y le pedía perdón una y otra vez por lo que Rusia está haciendo a Ucrania y a los ucranianos. Nos contó que su abuelita vive en Ucrania y su ciudad está constantemente siendo bombardeada por Rusia.

Afortunadamente, la nieta recibe información de primera mano de su babushka en Ucrania. Hay muchos rusos que sólo se “informan” o más bien se desinforman a través de los medios propagandísticos estatales rusos. En Rusia no hay prensa libre: los medios o son estatales o le pertenecen a algún oligarca, como al mismo Prigoshin y otros. También Gazprom tiene no sólo medios de “comunicación”, sino incluso un ejército privado, Wagner no es el único.

Como muchos otros rusos, la joven mujer nos dijo que ella es totalmente contraria a la guerra. Pero, protestar contra la guerra en Rusia es firmar su propia condena a quince años en un gulag[4], ya que te encarcelan inmediatamente, como nos contó la historiadora rusa que se acercó a nuestra vigilia en una oportunidad: Mientras más armas, más corta la guerra[5]

Desconozco cuál es la historia de la de la joven rusa… Pero seguro que se parece a la de tantos otros rusos y rusas que han tenido que abandonar su país en los últimos años, o en los últimos meses. Para renovar su pasaporte o hacer algún otro trámite deben acudir al consulado general ruso. Una razón más para continuar yendo a protestar al menos una vez por semana.


[1] “According to Human Rights Watch, on March 6, 2022, Russian forces bombarded an intersection on a road of Irpin which was used by civilians to flee.As of 24 March 2022, 80% of the city was recaptured from Russian occupants by Ukrainian Armed Forces. On 28 March, Mayor Oleksandr Markushyn announced that all of Irpin was fully recovered by the Ukrainian forces. On March 30, the mayor of Irpin said that the Russian military had killed more than 300 civilians and 50 servicemen in the city”, Wikipedia

[2] Publico fotos en mi cuenta de Instagram

Chile apoya a Ucrania

El discurso del presidente Boric, durante la Cumbre en Bruselas, en lo relativo a la guerra contra Ucrania, es absolutamente acertado. Se lo agradezco y estoy totalmente de acuerdo con él. El presidente de Chile lo dice muy claramente: es una guerra contra Ucrania y es una guerra de agresión.

Al igual que él, pienso que la razón primaria para condenar la invasión de Rusia es precisamente que es una clara violación del derecho internacional. Tengo el convencimiento que las controversias -cualesquiera que sean- no se solucionan usando la fuerza. Hacerlo es volver a la época de las cavernas y es un retroceso civilizatorio inaceptable.

Transcribo los párrafos más significativas de su discurso: “entiendo que la declaración conjunta[1] está trabada hoy día porque algunos no quieren decir que es la guerra contra Ucrania. Estimados colegas hoy día es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros. En esto no dudemos, por complacencia que se puedan tener en uno u otro momento con algún líder. Da lo mismo si cae bien o cae mal el presidente de un país. Lo importante es el respeto al derecho internacional. Y acá se ha violado claramente el derecho internacional, no por las dos partes, (sino) por una parte que es invasora que es Rusia y eso yo creo que es importante que lo digamos claramente para poder avanzar en acuerdos[2].

Esto debería ser muy claro para todo gobernante responsable: no es relevante si un mandatario es o no de tu color político o de tu familia política, como el mismo Gabriel Boric dirá dos días después, al enfrentar las críticas del presidente brasilero Lula quien, al igual que su antecesor Bolsonaro, es partidario irrestricto de Rusia de Putin[3].

Lo decisivo es que un estado respete el derecho internacional, que es la base de la convivencia entre las naciones. A continuación, Boric se pone filosófico: si no quieres que el día de mañana violen tus propios derechos, tienes que defender hoy el derecho de los demás. Es la regla de oro -y también la de plata- de la ética. Y sabemos que, si bien la ética no es lo mismo que el derecho, sin ética, no hay derecho.

El derecho internacional “es una garantía para todos y todas, lo vemos en diferentes lugares de nuestro planeta; pero hoy en este lugar ha estado en debate la situación en Ucrania. Yo creo que es importante que desde América Latina lo digamos con claridad: lo que sucede en Ucrania es una guerra de agresión imperial inaceptable, en donde se viola el derecho internacional”.

Putin y sus agentes son prisioneros de un pensamiento imperial absolutamente arcaico. Por eso hablamos del imperialismo ruso o neoimperialismo. Me referí a él en El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt 

Los periodistas y analistas que se llenan la boca hablando del sur global y su supuesto apoyo a Rusia deberían escuchar o leer el discurso del presidente Boric. El sur no es uno solo, hay muchos sures, como también hay muchos nortes. Porque en ambos hemisferios hay muchos países y muchas opiniones. Pero supongo que la clara posición de Chile -que no es de ahora, sino desde un comienzo de la guerra[4]– no calza en análisis fáciles de la realidad global propios de gente más o menos simple.

Dos días más tarde, como para poner de manifiesto que su discurso de 18 de julio, no fue algo excepcional, ni estaba dominado por la ansiedad, como aseguró Lula (que sigue la senda de apoyo incondicional a Putin, iniciada por su antecesor Bolsonaro), Boric señala:

Yo tengo un respeto infinito y mucho cariño, además, por Lula, pero si me preguntan: ¿Quiere usted que termine la guerra? Sí, quiero que termine la guerra y creo que tenemos que ser muy claros en decir que ésta es una guerra de agresión inaceptable, independiente de las posiciones que uno pueda tener respecto a las presidencias temporales de uno u otro país. Lo importante es que seamos capaces de defender el derecho internacional a toda costa[5].

Es cierto: la guerra se puede terminar rápidamente si Rusia retira sus tropas del territorio de Ucrania. Así lo expliqué en Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Hoy día, podemos tener matices en torno a esto; pero la posición de Chile es una posición de principios respecto a la importancia de la defensa del derecho internacional y en esto, yo creo y tengo la profunda convicción que tenemos que ser categóricos, tenemos que ser claros, no podemos dejar ningún espacio a la duda. Y eso yo creo que es algo que, a la larga, a los ojos de la historia envejece bien[6]. Lo de envejece bien, se dice que es un mensaje para Lula.

Ninguna potencia puede pasar por encima del derecho internacional violando su integridad territorial y además realizando la masacre que estamos viendo”. Tiene toda la razón, salvo en lo de potencia, ya que Rusia no es potencia y lo único que tiene para atemorizar al mundo es la bomba atómica[7].

Y para no dejar ninguna duda de lo planteado, el 21 de julio, en entrevista con la BBC (en HARDtalk), el presidente Boric recalca lo que ya había manifestado sobre Ucrania, en inglés y con meridiana claridad[8]. La entrevista tiene en significativo título: “Now it’s Ukraine, tomorrow it could be us”[9]. Es lo que dijo en la Cumbre: “ahora es Ucrania, mañana podemos ser nosotros” los sujetos de una agresión, sino defendemos hoy el derecho internacional y condenamos las violaciones, sean de quien sean, vengan de donde vengan.

Boric explica ante las cámaras de la BBC: “Chilean position is:  (…) It doesn’t matter what do you think about Ukraine, what do you think about Wolodomyr Zelensky.  it doesn’t matter what your opinions are about Mr. Putin or Russia. The war is not both part faults. It’s Russia invaded a free country and wants to take part of its territory an that violates international law. And we should defend at least this should be a common ground for everyone. We should defend international law. Because now it’s Ukraine, tomorrow it could be us. It could be anyone. So you might have any opinion on the reasons for the conflict but we should agree that international law should be respected at all times. And that goes for Russia nowadays and also goes, of course in other cases. I don’t want to make a draw. But in that case my position is strong. It’s an illegal invasion. Russia should withdraw. Of course we want a ceasefire but we have to respect ukraine’s territorial integrity[10].

Sí, la guerra no es culpa de las dos partes. Aquí estamos frente a un país agresor y ante un país agredido. El estado agresor es Rusia que claramente violó el derecho internacional, al iniciar la guerra y lo sigue violando, al continuarla. La violencia no es nunca el método para solucionar las disputas internacionales. Es más: aquí no estamos frente a una disputa internacional, aquí se trata lisa y llanamente de un país que desconoce la existencia de otro país e intenta anexar su territorio.

El Kyiv post, de Ucrania, titula el 19 de julio: Chile Stands with Ukraine During EU-Latin American Summit Es cierto y estoy feliz de ello: Chile apoya a Ucrania.


[1] Se refiere a la declaración conjunta de la Cumbre CELAC-UE 2023. Realmente, la intervención de Boric apoyando a Ucrania y con ello a la Unión Europea, salvó la Cumbre Celac-Unión Europea.

[2] Transcripción mía del video Presidente Gabriel Boric interviene en cumbre CELAC-UE 2023, el 18 de julio. En el canal de youtube del Gobierno de Chile. Los puntos y las comas son míos.

[3] Uno de extrema izquierda y el otro de extrema derecha, unidos en el putinismo. Ver mi columna Los cantos de sirena del autoritarismo

[4] Esto me lo preguntó una cuenta polaca en Twitter. Porque existe la tesis de que Chile se vendió por algún contrato de litio. La verdad es que no es así.

[5] El audio está en Twitter y también aquí, con resumen parcial: “No me siento ofendido”, dice Boric luego de que Lula aludiera a su “ansiedad” e inexperiencia

[6] La transcripción es mía. El audio en Twitter y también, con resumen, en: “No me siento ofendido”, dice Boric luego de que Lula aludiera a su “ansiedad” e inexperiencia

[7] Boric responde a Lula: “Ninguna potencia puede pasar por encima del derecho internacional”

[8] Recuerdo como algunos -de la misma familia política de Boric- criticaron al presidente Piñera por hablar en inglés luego del rescate de los 33. Pero es distinto cuando estás en el poder y quieres quedar bien con los periodistas extranjeros

[9] “Now it’s Ukraine, tomorrow it could be us” – Gabriel Boric

[10] La transcripción es textual, de los subtítulos de la BBC.

Protestamos gratis

Como tantas veces, desde febrero del 2022, la semana pasada, participé una vez más en la vigilia frente al consulado de la Federación Rusa. Aunque la voz vigilia habla originariamente de una noche vigilante o pasada en vigilia, nuestra vigilia empieza en la mañana y termina al mediodía. Los clientes del consulado general ruso vienen por la mañana a realizar trámites consulares.

Muchos de ellos nos dan señales de agradecimiento: nos gritan desde el otro lado de la calle spasiba (gracias, en ruso) o Slava Ukraini (gloria a Ucrania[1]) o nos suben el pulgar o unen sus manos como el ícono de las redes sociales dándonos las gracias. Algunas pocas veces, alguien nos grita en ruso algo desagradable con expresión de enojo y no falta quien indica con la mano que estamos locos.

En general, la gente joven nos es mucho más favorable que quienes ya no lo son[2]. Lo que es bien lógico, ya que la generación mayor vive prisionera de la televisión estatal rusa. Ya no queda televisión privada o que no pertenezca a algún oligarca amigote de Putin. La gente joven habla otros idiomas y, en consecuencia, no se desinforma a través de la tendenciosa Russia Today u otros medios similares.

Los musulmanes (se reconocen fácilmente porque las mujeres llevan pañuelo) son igualmente favorables a nuestra vigilia, lo que también es bien lógico, y no sólo por las atrocidades cometidas por los rusos durante las guerras en Chechenia, verdadero ensayo de los crímenes de guerra en Siria y ahora en Ucrania. Sino también por la opresión de las naciones musulmanas que quedaron dentro de la Federación, considerados más bien como pueblos auxiliares al servicio de los rusos.

Un día de la semana pasada, una señora de mediana edad (entre 35 y 45, diría yo) cruzó la calle y se acercó a nosotros, para agradecer nuestra vigilia. Nos contó que en el Consulado le habían dicho que nosotros éramos agentes pagados. No puede haber nada más absurdo: es la típica mentira a la que recurren los regímenes autocráticos para desprestigiar a sus opositores o, en general, a quienes no están de acuerdo con ellos.

Es cierto que, a lo largo de la historia ha habido -y sigue habiendo- activistas financiados por alguien; pero les aseguro que a nosotros no nos paga nadie por protestar frente al consulado ruso. Es puro convencimiento. En una ocasión, un hombre que salía del Consulado quiso darme un billete de €50. Obviamente lo rechacé con amabilidad y le sugerí donarlo a alguna organización no gubernamental que ayude a los refugiados de Ucrania.

La señora nos contó que su familia venía de Bajmut, que -como todos sabemos- es una ciudad ucraniana. Así que, en principio, me pregunté qué hace una persona de Bajmut en el Consulado ruso. Pero no hay que olvidar que Ucrania fue anexada por la Unión Soviética luego de la Primera Guerra Mundial (después de gozar de apenas un par de años de independencia)[3] y ahí estaba el origen de su pasaporte ruso.

Sus padres procedían de Bajmut; pero fueron destinados, la mamá a Wladiwostok y el papá a Tomsk. Yo le comenté: “en esas ciudades decidieron trabajar”. Ella me quedó mirando y me contradijo: “En la Unión Soviética, nadie podía decidir donde quería trabajar. El estado te enviaba a alguna parte y tú tenías que ir. No existía libertad de escoger la ciudad para trabajar o para vivir”. Más adelante, pudieron casarse y la mamá también se mudó a Tomsk, en la parte occidental de Siberia.

Su papá ya murió, su mamá sigue en Tomsk. Ella no la puede visitar, ya que la mamá vive en Séversk, la ciudad cerrada a orillas del río Tom[4]. Durante la época soviética, se la consideraba un centro de tecnología y ahora parece que Putin sigue imaginándose que alguien quiere copiar tecnología rusa. Después de Tetris (1984), no se me ocurre nada más que se pueda copiar. Su mamá no puede salir y ella no puede entrar a Séversk.

Durante la era soviética, los ingenieros y en general, los científicos que egresaban de las universidades de Ucrania eran muy apreciados (por no decir codiciados). Al parecer su formación era muy buena y resultaban útiles para el estado[5]. No me extraña que los papás ucranianos hayan terminado en Tomsk, uno de los centros de tecnología creados durante la postguerra soviética, trabajando para el estado que, por otra parte, era el único empleador..

Nos aseguró que ella no estaba de acuerdo ni con la guerra, ni con Putin, ni con el régimen de Rusia. Por ello, quería renunciar definitivamente a la nacionalidad rusa. Pese a que eso significaba que, probablemente, no podría ver más a su mamá, ya que, si para los rusos era difícil entrar a Tomsk, a una extranjera le sería imposible, no le darían permiso para entrar a la ciudad.

Le mostré mi bandera de la oposición rusa y me insinuó que perdía el tiempo. Es lamentable, pero no deja de tener razón. Pese a ello, sigo siendo idealista, aunque reconozco que la oposición lo tiene muy difícil. La rusa es una sociedad sin cuerpos intermedios y sin nada que se parezca a una sociedad civil. El régimen de Putin es cada vez más opresivo frente a cualquier tipo de oposición, lo que lo ha llevado a convertirse en un nuevo Stalin[6].

Al final, cuando nos despedimos, la mujer rusa de Bajmut y una manifestante ucraniana de Kherson se abrazaron fraternalmente. Una rusa (al menos en el papel) y una ucraniana se encuentran frente al Consulado general de Rusia en Bonn. Ambas están en contra de la guerra, en contra de Putin y su desgobierno o su régimen mafioso, como lo llama Kasparov[7].

La valiente mujer aún rusa prometió que, cuando termine todo el papeleo y deje de ser oficialmente rusa, vendrá a protestar con nosotros. Antes, creo que no es aconsejable hacerlo… Preferiría no verla más y que la guerra termine antes de seis meses y no tengamos que protestar gratis semana a semana… Que la guerra termine con la victoria de Ucrania. Que triunfe el derecho sobre la fuerza y no la fuerza sobre el derecho[8].


[1] “La expresión surgió a principios del siglo xx con diversas variaciones, y se popularizó durante la guerra de independencia de Ucrania (1917-1921)”, en Wikipedia

[2] Por  ejemplo,  la hija de la mujer rusa en “Que se vayan todos los políticos”

[3] En la película “Holodomor”, de 2017, con Max Irons queda muy claro este proceso de anexión basado en un engaño y también en la fuerza de las armas del Ejército Rojo comandado por Trotski. Fíjense en el personaje de Mykola, interpretado por Aneurin Barnard. También en Red Secrets, de la directora Agnieszka Holland.

[4] “Una ciudad cerrada, ciudad secreta o pueblo cerrado es una población donde están restringidas las visitas y pernoctaciones, de forma que se requiere de una autorización especial para ello. El motivo puede ser la existencia de una base militar o un centro secreto de investigación científica. En la Unión Soviética existían numerosas ciudades cerradas, y, tras su disolución en 1991, algunas mantuvieron su estatus”, en Wikipedia

[5] “Todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado” es la fórmula del fascismo.

[6] El abuelo de Putin fue uno de los cocineros de Stalin y sobrevivió al dictador, lo que no deja de ser sorprendente, ya que Stalin temía que lo envenenaran y muchos de sus cocineros fueron ejecutados tan sólo por alguna sospecha. A los temores de Putin, me referí en El levantamiento de los mercenarios

[7] Ver la nota 5 en mi columna Más sobre la corrupción en Ucrania

[8] El testimonio de otra mujer que salía del consulado en Mientras más armas, más corta la guerra 

¿Dónde está Prigoshin?

Esta es la pregunta que nos hacemos todos, a una semana del Levantamiento de los mercenarios 

Lukaschenka[1] dice que le ofreció huir -no sé si se pueda hablar de dar asilo- a Bielorrusia. Otros aseguran que vieron a Prigoshin en San Petersburgo, donde el Grupo Wagner tiene su edificio central[2] y el oligarca tiene su principal fábrica de trolls en internet. Su avión habría hecho una escala en Moscú -quién sabe para qué- y luego, habría volado a la ciudad a orillas del Neva.

Otros dicen que su avión se habría dirigido a Minsk. Parece que la capital bielorrusa se ha convertido en un verdadero refugio temporal de criminales: hacia Minsk voló Jan Marsalek, el estafador de Wirecard que ahora vive en un sector acomodado de Moscú, donde sólo oligarcas y otros criminales pueden pagar un inmueble.

Putin aseguró a los mercenarios del Grupo Wagner que no serían perseguidos penalmente. Iba a escribir que no serían perseguidos por la “justicia rusa”, pero indudablemente, la palabra “justicia” y el régimen de Putin son términos que se contradicen entre sí. Después de asegurar que los mercenarios eran traidores, Putin los perdonó y les aseguró que tenían tres alternativas: irse a Belorrusia, enrolarse en el ejército de la Federación[3] o volver a sus casas, con sus familias.

Con este perdonazo, Putin demostró debilidad. Sobre todo, porque después de acusar de traidores a los mercenarios de Wagner y de asegurar -el día sábado- que la traición se paga con la vida, esto es que los espera el pelotón de fusilamiento… Después de esta gran amenaza, el día domingo, los perdona y deja huir a Prigoshin[4].

Putin no sólo mostró debilidad, sino que además, quedó claro que el jerarca ruso sí reacciona ante una amenaza y que es capaz de claudicar. Un argumento más en favor de quienes pensamos que es fundamental apoyar a Ucrania, para colocarla en una buena posición en orden a negociar -en un futuro próximo- la devolución de su territorio, de los niños raptados, reparaciones de guerra, seguridad de sus fronteras y un gran etcétera[5].

No me atrevería a asegurar que el perdonazo de los mercenarios -al menos de los que se queden en Rusia- sea duradero. Me imagino que, por esta razón, muchos de ellos huyeron a Bielorrusia donde Lukaschenka les habría entregado o arrendado una o más bases para que reinicien sus actividades. Cualesquiera sea que éstas vayan a ser en el futuro.

Prigoshin aseguró que 25 mil mercenarios estaban bajo sus órdenes en la guerra contra Ucrania. Pero parece que ese fue sólo un bluff, ya no que habría tenido nada más que ocho mil. O puede ser que hayan muerto tantos en la guerra, que no le queden más que ocho mil en Rusia. Por ejemplo en Bajmut, donde los ex-presidiarios reclutados por el Grupo Wagner no fueron más que simple carne de cañón.

Donde sí parece que hay veinte mil mercenarios de Wagner es en África. En ese continente, la estrategia rusa es clara: apoyar al gobierno dictatorial o instalar un dictador en el poder, siempre y cuando les deje explotar las minas de oro, de uranio, de diamantes, los yacimientos de petróleo o de gas. Con ello, se desestabiliza África y se crean flujos de inmigrantes que, a su vez, desestabilizan a Europa. ¿A quién le importa la vida humana si puede ganar ingentes sumas de dinero a la usanza de los peores imperialistas y capitalistas de la historia?

El Grupo Wagner no es un Blackwater cualquiera. No es una empresa de seguridad privada, sino que es una creación del estado ruso que necesitaba gente que hiciera el trabajo sucio, o debería decir: el trabajo más sucio. Hasta el fin de semana pasado, Putin todavía negaba toda relación con algún grupo paramilitar. Es más, hasta la semana pasada, Putin negaba la existencia del Grupo Wagner. Después de todo, según la ley de la Federación, el monopolio del poder recae en las fuerzas armadas y no permite la existencia de ejércitos paralelos.

El martes pasado, Putin reconoció que el régimen ruso había pagado al Holding Concord (construcción de por lo menos 64 empresas entre las cuales formalmente se haya el Grupo Wagner) mil millones de dólares por la actuación de los mercenarios en la guerra contra Ucrania, otros mil millones en material de guerra y mil millones más por el catering de los soldados del ejército ruso. Putin agregó que espera que Prigoshin no haya robado mucho, lo que es un gran sarcasmo considerando la altísima corrupción que impera en Rusia[6].

La semana pasada, Velina Tchakarova (desde Viena) publicó en Twitter un interesante esquema que muestra lo que ella denomina “a galaxia de Prigoshin. Esto es, el entramado de sus empresas. Los invito a ver el documento gráfico[7].

Es interesante observar que hay dos países americanos que aparecen en el mapa de Tchakarova. Uno de ellos es nada menos que Estados Unidos, donde la Galaxia prigoshiana mantiene páginas de información. O más bien de desinformación. Y Venezuela, donde se hallan los Wagner, en su calidad de compañía militar semi-estatal, como asesores políticos y como explotadores de empresas extractoras de recursos naturales[8].

Lo más infame de las páginas norteamericanas es que se hacen pasar por activistas en pro de la lucha por la “igualdad racial”[9]. Demás está decir que los trolls financiados por Prigoshin están interesados en el triunfo de Trump. Desde siempre, Trump ha sido el candidato de Rusia[10]. ¿Por qué será?

Prigoschin hacía un doble trabajo para el régimen ruso: recibía fondos del exterior para financiar la guerra contra Ucrania y recibía dinero del estado ruso por pelear y morir en la guerra. Algunos analistas aseguran que Prigoshin se rebeló porque al régimen de Putin se le habrían acabado los fondos.

La causa inmediata (o la excusa) del quasi putsch wagneriano fue la obligación de firmar un contrato y de ponerse a las órdenes del ejército ruso, esto es a las órdenes de Gerasimov y de Shoigu (este último, también dueño de un grupo paramilitar), ambos muy odiados por Prigoshin.

Me pregunto ¿qué pasará ahora con las empresas de Prigoshin? ¿Se las lleva a Bielorrusia? ¿Habrá sido este el interés de Lukashenka en que el oligarca se refugiara en su país? O ¿serán expropiadas por Putin que se quedará con ellas o las repartirá entre otros oligarcas? El viceministro de relaciones exteriores acaba de viajar a Siria para tranquilizar a Assad a quien aseguró que los mercenarios ahora dependen directamente del Kremlin.

Quién sabe… Lo único que sé es que mi próxima columna debería titularse ¿Dónde está Surovikin? Sergei Surovikin es el general favorito de Prigoshin, que estuvo algunos meses al mando de la guerra contra Ucrania y, hasta la semana pasada, era lugarteniente de Gerasimov. Hoy, detenido por haber apoyado o al menos, haber tenido conocimiento del levantamiento de los mercenarios y no haber hecho nada para impedirlo. Entre paréntesis, el general Surovikin es el responsable del bombardeo y destrucción de la ciudad de Alepo, en Siria…[11]


[1] Otrora rival de Putin, hoy su marioneta.

[2] Se puede apreciar la fastuosidad del edificio en las muchas imágenes del mismo en Google

[3] Cuando hablamos de Rusia, nos referimos a la Federación Rusa que se compone de Rusia más las repúblicas colonizadas en Asia Central que no lograron independizarse luego de la caída de la Unión Soviética en 1991.

[4] La cantidad de mercenarios rusos es limitada. Se trata de algunos miles de hombres formados por el servicio secreto militar o GRU. Por esta razón, me puedo imaginar que a Putin no le conviene dejarlos ir.

[5] Por el rapto de niños ucranianos, Putin y otros de sus personeros están acusados en la Corte penal internacional en La Haya.

[6] De acuerdo a Transparencia Internacional, hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán, en Corrupción en Ucrania La corrupción es una enfermedad post soviética.

[7] @vtchakarova El tweet aquí

[8] Las relaciones entre Bielorrusia y Venezuela datan de la época en que Chávez visitó Bielorrusia y se fotografió con armas aparentemente de producción bielorrusa. Ver Lukaschenko y Venezuela

[9] Las razas no existen. Los invito a mi columna Nos guste o no, en realidad todos somos africanos

[10] Pienso que Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar y que “el Partido republicano fue ‘secuestrado’, primero por el tea party (una especie de secta política, racista, sexista y homofóbica) y más tarde, por lo que el mismo Trump llama simplemente “our movement”. El organizador de concursos de belleza ha logrado convertir al great old party en un club pro-Trump o en una secta, en Trump: A un año del asalto al Capitolio y la derecha chilena

[11] Como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Alepo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa, en El Papa y Ucrania Ver también Rusia no es potencia

Si Rusia no tiene armas, se acabará la guerra. Si Ucrania no tiene armas, se acabará Ucrania

Hay una teoría según la cual, donde hay armas, hay guerra. A contrario sensu, sin armas, no habría guerra. De manera que, si los países no tuvieran armas, no habría guerras, aseguran sus partidarios. En consecuencia, si no se produce o no se vende más armamento a los países o en los países, no habría más guerras.

Hay otra teoría, de acuerdo a la cual, donde hay un conflicto, hay o puede haber una guerra. Sin duda, el conflicto puede no ser un conflicto armado, esto es, puede o no devenir en guerra[1]. Sin embargo, un conflicto latente puede explotar en cualquier momento y convertirse en guerra, aún cuando los países no tengan suficientes armas. Es el caso de los conflictos congelados o cold conflicts, como se los llama con más frecuencia.

El conflicto actual entre Ucrania y Rusia demuestra más bien la segunda teoría. Ni el agresor Rusia, ni menos la agredida Ucrania tienen suficientes armas para proseguir la guerra. Rusia ha tenido que rogar incluso a Corea del Norte y se ha vendido a China. Algún político ha profetizado que  Rusia se convertirá en una provincia autónoma de China[2]. Pero China ha entregado apenas a Rusia un cargamento de chaquetas antibala y nada de armas. Y los norcoreanos, apenas antiguos cohetes soviéticos que tenían guardados.

La ofensiva de invierno rusa fracasó. Acabó en un fiasco y los grupos armados rusos se culpan mutuamente[3]. Por su parte, Ucrania no puede iniciar su contraataque –que ya no será de una ofensiva de invierno, sino de primavera o de verano– mientras no reciba los pocos tanques que mendigó de Alemania (que a la fecha, les ha enviado 18) y de otros países, que se los prometieron tarde mal y nunca y en una cifra ínfima.

Al comienzo de la invasión, cuando las tropas rusas arribaron al aeropuerto de Hostomel –en Kiev, donde permanecieron durante las semanas siguientes, cometiendo innumerables crímenes– los ucranianos apenas tenían bazookas de esas que cargan al hombro para derribar los helicópteros procedentes de Bielorrusia. Los rusos desistieron de enviar aviones con tropas de ocupación, por temor a que también se los destruyeran con las bazookas. Así se abortó la toma de Kiev.

Durante décadas, los países europeos habían negado armas a Ucrania, precisamente para evitar una guerra con Rusia. Suponían, de acuerdo a la teoría enunciada al comienzo de esta columna que sin armas, no habría guerra. Esta circunstancia condujo a una virtual indefensión de Ucrania cuando –hace poco más de un año– empezó la invasión rusa a todo el territorio ucraniano.

En realidad, la invasión había comenzado antes, el 2014, cuando Rusia –aprovechando el desorden inmediatamente posterior a las manifestaciones del Euromaidán y la huída del presidente Yanukovich a Rusia[4]– invadió Crimea y las regiones del noreste de Ucrania. En aquel entonces, Ucrania no se podía defender, ya que no tenía armas. Rusia inició entonces una cruenta guerra local en Lugansk y en Donetsk.

La defensa de Ucrania el 2022 es considerada heroica, porque Ucrania era un país virtualmente desarmado. Pero su población mostró un ánimo inquebrantable de defenderse frente al imperialismo ruso que tantas veces en la historia había subyugado a su población. Esto mismo condujo al convencimiento de los países democráticos de que valía la pena ayudar a los ucranianos, ya que estaban dispuestos a defenderse y lo lograrían. Las manifestaciones de solidaridad y de apoyo a su población han obligado a los políticos a reconsiderar su posición inicial.

En otras palabras, el conflicto estaba allí. Provocado por Rusia con su invasión, consecuencia de la negación de la existencia del estado de Ucrania. Para Putin, en su creencia en un relato nacionalista de la historia, Bielorrusia y Ucrania son parte de Rusia. Nunca habrían sido nación y nunca serían un estado independiente[5]. Entre paréntesis, durante la guerra contra Ucrania, Rusia se ha apoderado de Bielorrusia que no puede considerarse un país soberano.

Hoy en día, ni Rusia, ni Ucrania tienen suficientes armas. Pese a ello, la guerra continúa. Putin sabe que, si retira sus tropas pierde el poder[6]. Y probablemente también su vida. Por su parte, Ucrania defiende su territorio y los ucranianos no tienen intención alguna de cederlo a Rusia. Además, saben que, si ceden un metro ahora, en un par de años, tendrán nuevamente tropas rusas en su frontera exigiendo más y más[7].

Rusia dice que tiene mil seiscientos tanques. Pero no reconoce que algunos no pasan de ser un prototipo, como el supuestamente poderoso tanque Armata o el aún más poderoso tanque denominado Terminator. Me pregunto qué dirá Schwarzenegger porque le copiaron el nombre.

Pese a sus supuestamente casi dos mil tanques, Rusia lanzó tuvo que recurrir a tanques soviéticos de los años ‘50. No, no es broma. Se trata de los BTR-50, un tanque de transporte con el que los soviéticos combatieron primero en la II Guerra y luego en Afganistán. Y del T-62, de la década de 1960, que fue el tanque principal en la fracasada guerra de Afganistán.

Los mercenarios del Grupo Wagner se quejan de no tener munición. Y los ataques a la producción de electricidad de Ucrania (un crimen de guerra) se efectúan –en el mejor de los casos– con cohetes de la Marina, porque Rusia carece de suficientes misiles de tierra. Por eso, ha tenido que recurrir a los drones suicidas de fabricación iraní. Los misiles rusos son tan antiguos que carecen de precisión lo que hace que los daños a los edificios adyacentes sean aún más grandes y mayor el número de víctimas civiles.

Por su parte, Ucrania pide y ruega que le envíen munición. A su vez, los países de Europa Occidental se arrastran frente al gobierno suizo ya que una de las fábricas de munición más importantes de Europa se halla en ese país. Los suizos, aducen su neutralidad y niegan la entrega de munición, lo que crea un problema enorme a sus aliados europeos. Probablemente cerrarán la fábrica en Suiza, lo que le va a crear un gran problema a la Confederación Helvética[8].

En el caso suizo, la neutralidad sólo ayuda a Putin. Pese a que la mayoría de la población suiza está a favor de enviar munición a Ucrania, el gobierno no cede. La única esperanza es que se reforme la constitución o se la interprete de otra manera, en este punto, ya hay una iniciativa del partido liberal suizo.

En definitiva, una de las causas del retraso de la anunciada contraofensiva de Ucrania, que intenta recuperar su territorio ocupado por los vecinos invasores, es la falta de armamento y de munición. La causa del fracaso del ataque de invierno ruso es –entre otras– la falta de munición y de tanques[9]. Los aviones de Ucrania están destruidos y Rusia no quiere enviar los suyos, por temor a que se los derriben.

La falta de munición rusa afecta a un país donde su industria armamentista pertenece casi en su totalidad al estado. Y donde su economía se ha convertido -a un año del comienzo de la invasión- en una economía de guerra. Con todas las restricciones que una economía de guerra lleva consigo, entre otras cosas, el desabastecimiento de productos básicos para la población, cada vez más pobre.

Entre tanto, la industria de armamento de los países occidentales ha pasado de ser “la mala de la película” a convertirse en nuestra gran esperanza. Pero esperanza o no, se encuentra presa de una maraña burocrática de la cual le va a costar salir y que no la deja producir como podría hacerlo sin tantas restricciones y permisos no concedidos.

Concluyo pues que esta guerra –en Rusia, se llama operación especial[10]– no va a detenerse porque a las partes les falten las armas. Los rusos atacan a Ucrania incluso con tanques sacados de los museos. Y los ucranianos se defienden aún con bazookas al hombro, ya que, como ellos dicen, cualquier cosa es mejor que caer nuevamente bajo el dominio ruso.

Así pues, donde hay un conflicto, puede haber una guerra. Por otra parte, las armas pueden ser -como en la Guerra Fría- un elemento de disuasión, que indica al enemigo “hasta aquí” y no más allá. Es el lema “no pasarán” de los ucranianos. Pero este sería un tema para otra columna.

En suma, la teoría según la cual, si no le das armas a Ucrania, se acabará la guerra, no sólo es una tesis equivocada, sino que llevaría a que lo único que se acabara fuese Ucrania. Si Rusia no tuviera armas, se acabaría la guerra; pero si Ucrania no tiene armas, se acabará Ucrania[11].


[1] Por eso, me parece tan importante fomentar la solución pacífica de las controversias internacionales.

[2] Alfred Gusenbauer, ex primer ministro de Austria y muy bien informado en temas rusos.

[3] La ofensiva rusa sería pomposamente celebrada si triunfaba. Pero se la pasaría en silencio, si fracasaba. Esto lo advertimos a comienzos del invierno. La segunda alternativa es la que finalmente ha tenido lugar.

[4] El presidente por gracia de Rusia, Yanukovich huyó en un helicóptero a Rostov del Don. Es por eso que Selensky, pocas horas después de la invasión, cuando le habían ofrecido un helicóptero para salir del país, respondió que no necesitaba que le mandaran un vehículo para huir, sino armas para defender su país: “I need ammunition, not a ride”, ver mi columna Putin, el Gigante Aparente

[5] “Putin se pasó la pandemia encerrado leyendo libros de historia de nivel escolar”, El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

[6] Sería reemplazado por alguno de los war lords a su alrededor. Kadyrov, Shoigu, Prigozhin, quién sabe. Nada bueno se puede esperar de esa camarilla. En todo caso, hasta ahora, Putin está bien firme en su posición.

[7] Y lo mismo saben los polacos, los habitantes de los Países Bálticos, los finlandeses y hasta los alemanes del Este.

[8] La neutralidad suiza sirvió mucho durante las dos guerras mundiales, en que los suizos de habla francesa estaban de parte de Francia y los de habla alemana, de Alemania y de Austria. Pese a ello, el estado suizo mantuvo la neutralidad. Hoy, la neutralidad no tiene ningún sentido.

[9] Muchos preveían que ya no habría más guerras con tanques. Se decía que la próxima guerra sería cibernética. En lo único que no se equivocaron es en anunciar la importancia que tendrían los drones.

[10] Si la llamas guerra, te mandan a la cárcel como acaba de pasar con Vladimir Kara-Mursa que pasará 25 años en un campo de trabajo.

[11] Invito a leer mi columna Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

La niebla de la guerra

La guerra es el campo de la incertidumbre; tres cuartas partes de las cosas sobre las que se construye la acción en la guerra yacen en la niebla de una incertidumbre más o menos grande. Aquí, entonces, es donde un raciocinio fino y penetrante es llamado por primera vez a descubrir[1] la verdad con el latido de su juicio[2] [3].

Esta es la frase de Clausewitz[4] que da origen a la famosa expresión niebla o bruma de la guerra, concepto que se encuentra en el capítulo dedicado al “genio de la guerra”[5] del que tanto se escucha actualmente en torno al conflicto en Ucrania. O más bien contra Ucrania, como más propiamente se la llama, ya que es una guerra de agresión contra el estado y el pueblo ucraniano, cuya existencia es negada por Putin y su camarilla.

La niebla o la bruma de la guerra (fog of war es llamada en inglés) no es el polvo que levantaban los caballos o la infantería en una batalla de la época de Clausewitz. Ni tampoco, el humo de los cañones de aquel entonces. El libro Vom Kriege o De la Guerra fue publicado en 1832–1834. Es una publicación póstuma, ya que Clausewitz murió en 1831.

“La niebla de guerra se refiere al hecho de que la información relevante para la guerra siempre está sujeta a incertidumbres e incompleta debido a diversas circunstancias (por ejemplo, el caos de la guerra, la interrupción de los canales de información, el engaño del enemigo)”[6], nos explica Wikipedia en alemán (el idioma de Clausewitz).

En la época actual, la primera asociación que me viene a la mente cuando pienso en la niebla de la guerra, es la situación de hoy en Ucrania. Me refiero en primer término a las respectivas burbujas en que nos movemos y de las cuales recibimos la información. Como decía un analista político alemán (Carlo Masala): “nosotros vivimos en la burbuja ucraniana”, ya que nos informamos de las noticias que nos llegan de este lado de la frontera. Personalmente, me alegro de no recibir la información a través de military blogs rusos de escasa credibilidad.

Salvo que seas especialista en el tema y que hables ruso y ucraniano, la información que recibimos nos llega a través de los medios tradicionales occidentales, si eres una persona seria. O, si no lo eres, a través de las redes sociales. Para mí, lo mejor es una mezcla de las dos semi burbujas: redes sociales (pero no Facebook) y medios serios que, muchas veces, ponen sus links en redes sociales. Los videos de Instagram me permiten intuir el desenlace de la guerra antes de leer lo que ha ocurrido, en la prensa seria.

Hoy en día, no puedo decir que exista una “interrupción de los canales de información”, como la que describe Clausewitz, muy por el contrario: hay demasiada información. Y toda, al mismo tiempo. Es el fenómeno que denomino simultaneidad de la información[7].

En un momento en que resurge la desinformación, como en la peor época de la guerra fría, hay que aprender a distinguir entre la información verdadera, la falsa y la un poco verdadera y un poco falsa.  Hoy en día, nuestro “raciocinio fino y penetrante” tiene más bien que ser empleado en discernir qué información es verdadera y cuál no lo es. Y antes que eso, escoger las fuentes fiables de información, descartando las falsas, engañosas o conspiranoicas.

La segunda asociación que me viene a la mente al oír la expresión “niebla de la guerra”, dice relación con el reciente leak de información estadounidense. El leak apareció ya hace algunas semanas, primero en la plataforma Discord y después en la red social Telegram[8] (que se caracteriza por ser el medio de difusión de teorías de la conspiración); pero los grandes diarios publicaron recién el fin de semana sendos artículos periodísticos sobre el tema. Y, aunque algunos lo nieguen, los grandes medios de comunicación siguen dando la pauta en la información que recibe lo que aún podríamos llamar la opinión pública.

Se puede pensar que los documentos son falsos, como dice mucha gente, porque las fotos presentan páginas arrugadas, porque los documentos aparecen encima de una mesa y se ve lo que está junto a la mesa, lo que es poco y nada profesional, hasta para un aprendiz de espía. Además, hay documentos con cifras distintas en uno y otro canal de Telegram. Probablemente, los mismos actores rusos que subieron las fotos a la red, corrigieron hacia abajo las cifras de pérdidas rusas, de material y de hombres, para que Rusia quedara mejor puesta.

La otra posibilidad es que las páginas fotografiadas sean falsas o -como algunos piensan- mitad verdaderas, mitad falsas. Esto, para que los rusos piensen que las cosas son como se dice en los documentos revelados y no como son realmente. Esto es, la información sería un engaño, una maniobra engañosa. Por ej., para que los militares rusos crean que Ucrania tiene menos munición o para que crean que los ucranianos atacarán en tal o cual lugar, en circunstancias que planean atacar en otro.

Esto también en el caso que el joven militar que las robó crea que son verdaderas. Al parecer, las fotocopió y las fotografió en su casa. Es un joven de esos “loco por las armas” y de derecha norteamericana, probablemente un partidario de Trump.

O tal vez, para dejar mal a Estados Unidos frente a algunos países (Corea del Sur, Israel) o para sembrar la duda o la desconfianza entre ellos. Para que los servicios de inteligencia no colaboren entre sí sino que oculten lo que saben por temor a que su información sea entregada a la prensa o -lo que es peor- al enemigo.

Por otra parte, a la usanza de los trumpistas, puedo preguntar ¿cui bono? ¿A quién benefician los leaks? En realidad, a nadie. Salvo a alguna de las partes en conflicto que, en algún momento, tienda un manto de niebla con el objeto de ocultar algo o para hacer creer a la otra parte -al enemigo- algo que no es verdad, para así engañarlo.

Pienso que, en el affaire de los leaks norteamericanos, estamos frente a la niebla de la guerra en su versión más propia. ¿Son los leaks simples mentiras o engaños que llevan a tomar decisiones falsas y sembrar la confusión? Repito: también en el caso de que el joven gamer que los robó, esté convencido de su veracidad. O tal vez, ¿son documentos verdaderos? En ese caso, ¿Ucrania cambiará sus planes? ¿Cambiará Rusia los suyos? Quién sabe…

Lo sabremos tal vez en cien años, cuando Estados Unidos desclasifique sus documentos secretos y si es que Rusia deja de ser un país totalitario y permita a historiadores e historiadoras acceder a documentos secretos. Sólo entonces, podremos saber la verdad. Por ahora, sólo la podemos tantear o vislumbrar en medio de la niebla de la guerra.


[1] Clausewitz escribe herauszufühlen, que significa tantear, palpar, sentir, percibir, explorar, tocar, detectar, intuir, etc.

[2] El original de Clausewitz: Der Krieg ist das Gebiet der Ungewißheit; drei Vierteile derjenigen Dinge, worauf das Handeln im Kriege gebaut wird, liegen im Nebel einer mehr oder weniger großen Ungewißheit. Hier ist es also zuerst, wo ein feiner, durchdringender Verstand in Anspruch genommen wird, um mit dem Takte seines Urteils die Wahrheit herauszufühlen.

[3] Hay una traducción que descubro en una página española titulada La niebla de la guerra: “La guerra es el reino de la incertidumbre. Las tres cuartas partes de los factores en que se basan las acciones bélicas están envueltas en una niebla de mayor o menor incertidumbre. Se exige un juicio sensato y perspicaz, una inteligencia entrenada en desvelar la verdad”. No me parece correcto traducir Gebiet por reino. Curiosamente, esa misma página de internet tiene el link a una traducción del libro de Clausewitz con otra traducción completamente distinta a la copiada por ellos: “La guerra implica una incertidumbre; tres cuartas partes de las cosas sobre las que se basa la acción bélica yacen ofuscadas en la bruma de una incertidumbre más o menos intensa. Por tanto, aquí se precisa, antes que nada, un entendimiento fino y penetrante que perciba la verdad con un juicio atinado”. Esta última traducción está en una biblioteca virtual

[4] Tengo a la vista mi edición del libro de Karl von Clausewitz, Vom Kriege, Insel Verlag, Leipzig 1917, página 52.

[5] Capítulo 3 del primer libro. Son ocho libros en total. Así que la frase en comento está más o menos al comienzo de la obra.

[6] Traducción de Nebel des Krieges

[7] Me referí a este fenómeno en El estallido del populismo en Europa y Latinoamérica

[8] Telegram es una red rusa y no alemana como alguna gente cree.

Armas para Ucrania

En mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, relaté una conversación sumamente interesante con una historiadora y antropóloga rusa que también salía del consulado de la Federación rusa de la ciudad donde vivo. En “Que se vayan todos los políticos”, me referí a otra conversación, algo menos interesante con otra señora rusa que salía del consulado general, luego de haber hecho algún trámite.

Hoy, me gustaría contarles de otra persona que se acercó a conversar con nosotros. Esta vez, no era una señora rusa, sino una señora alemana. Ya de sus años, pero muy bien llevados, muy “deportista”, esa mañana había salido a caminar unas cuantas cuadras, como todas las mañanas, nos contó. Nos contó que apoyaba a Ucrania y que había participado en la primera manifestación frente al Consulado, el mismo 24 de febrero del 2022.

Se acercó a nosotros, porque -nos explicó- quería hacernos una pregunta, algo que le preocupaba desde hacía semanas. Nos contó que ella era feligresa de la Iglesia evangélica y que su iglesia está dividida en torno a la cuestión de las armas para Ucrania. La mitad de los evangélicos alemanes piensa que sí hay que entregar armas y la otra mitad no, nos dijo. Ella, como “pacifista”, no estaba de acuerdo con la entrega de armas. Pero quería saber nuestra opinión.

Yo le dije que yo estoy de acuerdo en entregar armas a Ucrania. Más aún, creo que es una necesidad ayudar a los ucranianos y a las ucranianas a defenderse. La guerra de Rusia contra Ucrania es claramente una guerra de agresión y el derecho internacional no sólo no nos prohíbe entregar armas a un país atacado, sino que nos obliga a ello. Más aún si existen dos resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenan la invasión rusa. Y la condena fue votada a favor por la inmensa mayoría de los países del mundo representados en la Asamblea. Podemos contar con los dedos de una sola mano los países que votaron a favor de Rusia.

Mi amigo -también extranjero, más concretamente irlandés- que participaba conmigo en la manifestación agregó que él estaba de acuerdo con la entrega de armas y que lo veía como una necesidad, como una exigencia de solidaridad internacional. Él no dijo que era irlandés, sino que era británico y a la señora se le caía la baba al escuchar a un “inglés”.

Entonces ella aprovechó de decir que su papá había partido a la guerra en 1941 y no me quedó claro si volvió o no, tampoco quise preguntárselo, ni preguntarle si su papá era o no partidario del nacionalsocialismo, como la mayoría de los alemanes protestantes de entonces.

Le dije que recordara la reunión de 1938 en München. En ella, la política del appeasement no había detenido a Hitler, muy por el contrario. Chamberlain (el primer ministro más poderoso de Europa y el único que podía hacerle frente a Hitler) se decidió a aceptar la invasión de los territorios checos de lo que entonces los nazis llamaban Los Sudetes. Esta es una denominación ahistórica, que comenzó a usarse después de 1918 y denomina las regiones de Moravia y Bohemia, en que la mayoría de los habitantes hablaba alemán (alemán de Austria, era gente que poco y nada tenía que ver con Alemania, su cultura era muy distinta).

Neville Chamberlain podría haberle dicho a Hitler que no. No a la invasión y posterior anexión de la región de Los Sudetes. Pero, Gran Bretaña aceptó la exigencia del canciller Hitler y Chamberlain regresó “triunfante” a Londres y al bajar del avión mostró el papel con su firma y la de Hitler -y también de Mussolini y de Édouard Daladier- en el Tratado de München de septiembre de 1938.

El premier británico estaba convencido que había evitado la guerra y logrado la paz, a cambio de un -para él- territorio checoslovaco insignificante ubicado justo en la frontera con Baviera. Hoy en día, alguna gente dice que hay que negociar con Putin y aceptar que ocupe Crimea y el Este de Ucrania a cambio de la paz. A Hitler y a Putin, este tipo de concesiones sólo le abren más el hambre. Después de los Sudetes, Hitler se hizo de toda Europa continental que quedó bajo poder de los alemanes. Lo mismo pasaría con Putin si aceptamos cederle territorio de Ucrania. Seguirán Moldavia, Georgia y mejor no pensar en qué más están reclamando… Kadyrov exige incluso el Este de Alemania[1].

Chamberlain, Mussolini y Daladier no le preguntaron a los checos si ellos estaban dispuestos a cederles parte de su territorio a Alemania nazi. Hoy, hay gente que cree que la decisión sobre el territorio de la República de Ucrania no es algo que concierne a Ucrania, sino que la decisión debe ser tomada por otros países. Por países más grandes, más necesitados de gas o de petróleo, más cómodos o más cobardes… O países que, simplemente, no quieren más estrés.

La señora argumentó que ella nunca usaría armas. Que preferiría que la mataran. Aseguró que ella no haría nada y eso es lo que debería hacer Ucrania: “dejar pasar de largo a los agresores sin hacer nada”. Le respondí que la agresión rusa no “pasa de largo”, sino que se queda. Putin invadió Ucrania y quiere quedarse, anexar Ucrania a su territorio. La guerra de agresión rusa no es una cosa que pasa y después Ucrania pueda seguir su camino. Puesto que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Lo que se me pasó preguntarle fue si ella tampoco haría nada si tiene familia a la que defender. Porque ella puede tomar la decisión de no hacer nada; pero qué pasa con la gente a su lado, hijos, por ej. Tal vez la vea de nuevo y la pregunte. Nuestra decisión acerca de cómo reaccionar ante un ataque no nos afecta sólo a nosotros, sino al grupo de gente a nuestro lado.

Le pregunté si conocía los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en Butscha e Irpin, por ej. Ya debido a tales crímenes no se puede hablar de que las tropas rusas “pasen de largo”. Como si después de invadir Ucrania, se retiraran pacíficamente y todo siguiera igual. Le pregunté si ella no ayudaría a una mujer que está siendo violada… Nuestra interlocutora parecía decir aquello que describí en mi columna Cuando me violaron: “Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida y te vas a olvidar de este episodio. O perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”.

La invité a volver y hablar con un pastor protestante que viene muy seguido a nuestra manifestación. Él, es fundador de un grupo pacifista; pero ahora es, sin duda, partidario de entregar armas a Ucrania. Nos despedimos muy amablemente y ella siguió su caminata. Me pregunto cuántas abuelitas en Mariupol, en Lisichansk o en cualquier otra ciudad en Ucrania, pueden salir tan descuidadas a caminar por la mañana sin riesgo de su vida…


[1] Curiosamente, en el territorio de la otrora República democrática alemana o Alemania comunista, Putin tiene muchos fans.

La guerra de las Malvinas y Putin

A casi 41 años de la Guerra de las Malvinas o Falklands, esta semana, nos ha sorprendido negativamente una noticia que nos lleva mentalmente a esas lejanas islas ubicadas al fin del mundo. A la usanza de Trump, el ministro de relaciones exteriores argentino anunció por Twitter que pondría fin al Pacto entre su país y Gran Bretaña, conocido como Pacto Foradori-Duncan, que regula las relaciones entre los dos países relacionadas con la pesca, la navegación y la extracción de gas y petróleo en torno a las Islas Malvinas.

El sonriente canciller Cafiero anuncia en la misma red social que “El gobierno argentino ha propuesto retomar las negociaciones por la cuestión de la soberanía y para ello impulsa una reunión en la sede de @ONU_es en Nueva York” (ambos tweets son de 2 de marzo del año en curso). Con esto, el gobierno argentino de ultra izquierda intenta tratar el tema Malvinas no bilateralmente entre los dos países, sino convertirlo en un problema multilateral. Con ello, intenta recibir ayuda de supuestos aliados.

El aliado con el que sueña el gobierno justicialista de Argentina[1] es nada menos que Rusia de Putin[2]. El jefe del Kremlin azuza a Argentina a reclamar las Islas Falklands[3], actualmente en posesión británica, como suyas, tal como Rusia reclama el territorio de Ucrania como ruso. Con esto, estamos una vez más ante un caso de intento de revisión de límites internacionales. En el caso de Rusia, por la fuerza de las armas.  

Me gustaría contarles a los amables lectores y lectoras de este blog lo que ocurrió en ese mes de abril de 1982, en que se inició la llamada guerra de las Malvinas.

El antecedente inmediato fue un negocio realizado por Constantin Davidoff, un comerciante de chatarra de nacionalidad argentina, quien había comprado una estación ballenera abandonada en la Bahía Leith, en las Georgias del Sur, no en las Malvinas. El inmueble había pertenecido a balleneros escoceses que ya no lo utilizaban, estaba abandonado y Davidoff quería convertirlo en depósito de chatarra. Para el transporte del metal, Davidoff arrendó a bajo precio una embarcación de la Armada argentina, llamada Bahía Buen Suceso. El arriendo no sólo incluía el barco, sino también su tripulación, formada por miembros de la Marina de guerra.

Estando en la Bahía de Leith, en las Georgias del Sur, los marinos argentinos y los trabajadores de Davidoff -un total de cincuenta- no tuvieron una idea mejor que izar la bandera argentina. Como dije recién, se encontraban en las Georgias del Sur, territorio indiscutidamente británico. Pero esto pareció no importarles o tal vez no sabían cuál era la diferencia entre unas islas y las otras o pensaban que todas las islas eran argentinas o que estaban en las Malvinas y no en las Georgias. Quién sabe.

Los cuatro científicos que se hallaban en una estación de estudio, telegrafiaron (el 19 de marzo) a Londres informando sobre esta circunstancia. Londres reclamó a Argentina por la vía diplomática. Asimismo, los trabajadores (y los marinos) se negaron a solicitar el permiso correspondiente a las autoridades británicas de Grytviken[4] (que se lo habrían dado sin problema) para trabajar en la Bahía de Leith. Gran Bretaña envió al patrullero Endurance (un pequeño patrullero y el único buque de la Marina británica que se encontraba en el Atlántico sur[5]), que, el 26 de marzo, confirmó que Leith se encontraba ocupado o tomado por argentinos (40 de ellos eran infantes de marina[6] quienes además se negaban a pedir un permiso de trabajo.

A continuación, comenzó la actuación de la diplomacia británica, que exigió el retiro de la bandera argentina de Puerto Leith, mediante una nota de protesta de fecha 23 de marzo. Esta nota fue considerada una “provocación” por el gobierno militar argentino. A continuación, el gobierno de Buenos Aires decidió invadir las Malvinas (no las Georgias, donde se encuentra Leith) el día 2 de abril de 1982. Hago ver que, ntre las Malvinas y las Georgias del Sur, hay 1.550 kms de distancia.

La invasión argentina y la guerra que le siguió dejó un saldo de 907 muertos: 258 británicos (8 civiles chinos y 3 civiles británicos en Puerto Stanley) y 649 argentinos. 1.845 heridos, de ellos 777 británicos y 1.068 argentinos. Hace algunos años, conocí a una señora argentina que estaba de visita en München, buscando -según me contó- artefactos ortopédicos para su hijo que había perdido algunos miembros durante esa guerra. Sí, ese es el saldo de una invasión y posterior guerra: casi mil muertos y casi dos mil heridos. Y una mamá intentando ayudar a su hijo en un país extranjero. De más está decir que el viaje y los artefactos los pagaba ella.

Al parecer, el gobierno de Buenos Aires pensaba que Estados Unidos apoyaría a Argentina y no a Gran Bretaña. Es la forma de pensar de Carl Schmitt: “mi enemigo es también el enemigo de mi amigo”. Es un modelo de análisis falso, que conduce a errores garrafales como éste. Asimismo, considerar que sería posible revivir una especie de doctrina Monroe interpretada según el mismo Schmitt[7], de acuerdo a la que América debería ser para los americanos, y donde los europeos -en este caso, británicos- deberían no entrometerse, fue una apreciación totalmente equivocada de la realidad.

Por mucho que, en 1965, las Naciones Unidas hayan considerado a las Malvinas como un “territorio en disputa” y hayan llamado a las dos partes a lograr a un acuerdo político que nunca suscribieron[8], es totalmente claro que Argentina intentaba cambiar un límite internacional por la fuerza de las armas y, en consecuencia, no podía contar con el apoyo de ningún país occidental. El mismo 3 de abril de 1982, el Consejo de Seguridad emitió una resolución en que se exigía a Argentina el retiro inmediato de sus tropas y a ambos países, resolver el problema por la vía diplomática[9], esto es civilizada.

Argentina tuvo el apoyo -al menos de palabra- de Moscú y de Cuba[10], pese a que el gobierno de Buenos Aires, se hallaba en las antípodas ideológicas de los gobiernos de la URSS y del de Fidel Castro. Pero claro, más grande era el odio de estos dos países a Estados Unidos, a la OTAN y a los países de Europa occidental. Venezuela también apoyó de palabra a Argentina e incluso consideró la posibilidad de enviar tropas militares para apoyar a los argentinos. Si los militares argentinos sufrían con el frío del Atlántico Sur, es mejor no pensar en qué habría pasado con tropas venezolanas en aquellas latitudes.

Perú apoyó a Argentina con aviones militares, pilotos de los mismos, instructores y otros suministros. Lo grave es que el secretario general de las Naciones Unidas en aquel entonces, era un peruano, Pérez de Cuellar, con lo que esta institución perdió su imparcialidad y con ella, su credibilidad. Por una parte, Perú llamaba a la paz y por otro lado, enviaba armamento para proseguir la guerra. En un funesto doble juego, el gobierno de Lima, intentó sacar provecho de la situación y echó más leña al fuego de la guerra y de la muerte.

Demás está decir que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, la “OTAN latinoamericana”, por así decirlo) no podía ser aplicado, ya que no estábamos ante un “un ataque armado … contra un estado americano”, que era lo únoco que podía ser “considerado como un ataque contra todos los estados americanos”[11]. En este caso, tenemos que reconocer que lamentablemente, el estado agresor había sido uno de los nuestros.

En suma, Argentina no sólo no logró su objetivo de conquistar las Malvinas, sino que cerró sus posibilidades de lograrlo en las próximas décadas. Una vez más, vimos que el intento de alterar las fronteras por medio de la fuerza es un gravísimo error, que no conduce al resultado esperado.

Lamentablemente, con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, presenciamos otro intento de alterar los límites internacionales por la fuerza. Es la primera vez que se intenta algo así en Europa después de la II Guerra mundial y espero que sea la última. Prefiero el imperio del derecho internacional y la solución pacífica de las controversias y no que el mundo retorne a una oscura época en que predominaba el imperio del más fuerte que se impone y domina a los demás por la fuerza de las armas.


[1] El justicialismo es un movimiento creado por Juan Perón en la década de los 40. En su origen, claramente fascista. Hoy reúne en torno a sí a nacionalistas de extrema izquierda y a una multitud de oportunistas que saben que no tendrían futuro si no militan en el movimiento peronista.

[2] Curiosamente, en los últimos días, trascendió que en Moscú, se elaboró un plan para evacuar a Putin a Argentina o a Venezuela, en caso de ser necesario.

[3] Se agarró con Boris Johnson porque este dijo algo así como que la invasión a Ucrania había sido motivada por la tóxica masculinidad de Putin. Éste contestó aludiendo a la Guerra de las Malvinas. Aunque la comparación es muy mala, ya que, quienes invadieron las islas no fueron los británicos, sino los argentinos.

[4] Grytviken, en las Georgias del Sur es la estación ballenera a la que arribó Shackleton con algunos pocos hombres y desde donde organizó el rescate del resto de su tripulación.

[5] Lleva el mismo nombre que tenía el barco de Shackleton, pero es de 1967. Lo pueden ver en Wikipedia: HMS Endurance (1967)

[6] Fuentes argentinas aseguran que sólo eran 14. Me pregunto qué hacían infantes de marina “trabajando” para una empresa privada. Puede ser que se refieran a los llamados Non-Self-Governing Territories o territorios sin gobierno propio.

[7] El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[8] Resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas

[9] Resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

[10] Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia…

[11] Art. 3.

“Que se vayan todos los políticos”

Esta semana, durante la manifestación semanal frente al consulado ruso en la que participo regularmente, se acercaron dos personas a conversar con nosotros. La primera fue una señora rusa que salía del consulado, después de haber hecho algún trámite[1]. Nos dijo que la solución era que todos los políticos, de todos los países (incluyendo los rusos) se fueran, que dejaran el poder. Si los políticos se van, no habría más guerras. Se van todos y se acaba la guerra actual, contra la que mis compañeros y yo protestábamos, nos aseguró.

Este último tiempo, yo protesto con la bandera de la oposición rusa, con sus tres franjas celeste, blanca y celeste. La señora rusa me preguntó qué bandera era (primero me habló en ruso). Con la máxima paciencia, le expliqué que era la bandera que muestran los opositores en la misma Rusia. Como actualmente es la bandera para protestar contra la guerra, también se llama bandera anti-guerra. La señora no la conocía, lo que no me extraña ya que, en la televisión estatal rusa (Russia Today[2] y otros medios de desinformación) no se muestra esta bandera.

Sobre el tema políticos, le dije que cada sociedad tiene los políticos que ella misma es capaz de formar. En otras palabras, lo que en Latinoamérica decimos con el popular “cada sociedad tiene los políticos que se merece”. Yo tampoco confío (al menos no ciegamente) en los políticos[3], por esa misma razón, estoy aquí protestando. Asimismo, no me pierdo votación y voy a sufragar siempre, aunque algunas veces me cueste. Esto último, preferí no decírselo, ya que en Rusia, tu voto no vale nada.

Pocos minutos después, se acercó una chica joven con un anillo en la nariz, estaba armando un cigarrillo de esos que fuman quienes ahorran dinero y se lo preparan ellos mismos. Se acercó de a poco y nos dijo -no sin resignación- que su mamá siempre está en contra de todos los políticos. Como ya tenía su cigarrillo listo, le dijo a la señora rusa que ya era hora de irse. Nos despedimos amablemente y les deseamos un bonito día y un buen viaje de regreso a casa.

No estamos en contra de los rusos, del pueblo ruso, muy por el contrario. En lo personal, siempre he sido rusófila[4]. Pero por eso mismo, me duele aún más que el país sea destruido, en una guerra fratricida y sin sentido. Que la población que ya era pobre, se empobrezca aún más gracias a esta guerra en la que Putin ha embarcado a la Federación rusa y que causa tanto dolor y tanto sufrimiento a tanta gente. En primer término en Ucrania, y también en Rusia y en tantos otros países cercanos y lejanos que sufren las consecuencias bélicas y económicas de la guerra[5].

Hasta ahora, Rusia ha perdido doscientos mil hombres en la guerra y cada día pierde un promedio de entre 500 y 800 militares… En los últimos días, la cifra llega a mil soldados caídos por día. La mayoría de ellos procede de lejanas repúblicas rusas de Asia Central, de Siberia o simplemente de las cárceles. Ni de Moscú, ni de San Petersburgo. Los hijos de los siloviki están igualmente exentos de pelear[6].

Sin duda, la señora que salía del consulado ruso después de haber hecho algún trámite y se acercó a conversar con nosotros[7], no pertenece a la oligarquía, de manera que sus sobrinos en Rusia, bien pueden ser reclutados, salvo que ya hayan escapado hacia Georgia, Kazajstán o Finlandia. Rusia tiene muchas armas, un enorme arsenal, incluso atómico, el más grande del mundo. Se dice que lo que a su arsenal le falta en calidad, lo suple con la cantidad. Pero le faltan hombres. Putin necesita soldados, ya que incluso se le están acabando incluso los mercenarios.

Por último, el slogan que se vayan todos los políticos (el grito argentino de los años cero) tampoco soluciona nada. Se imaginan qué pasaría si no hubiera alguna “jefatura del estado”, por llamarla de alguna forma. El mundo caería en la más absoluta de las anarquías. El Leviatán de Hobbes se quedaría corto. En Rousseau y en su “buen salvaje” ya nadie cree. Sería la lucha de todos contra todos. La gente se organizaría tal como en la época medieval o en la temprana edad moderna o tal vez como en la edad de piedra, quién sabe.

Quién haya leído la trilogía “Metro” del escritor ruso Dmitri Glukhovsky se puede hacer una idea de lo que ocurre si desaparece el estado y la gente se une en torno a otros intereses… Entre paréntesis, en la distopía de Glukhovsky, los sobrevivientes a una catástrofe nuclear viven en la red del Metro de Moscú. El escritor ruso -contrario a la guerra y que debió huir de su país y refugiarse en algún lugar de Europa[8]– cuenta que muchos de sus lectores ucranianos le escriben y le dicen “mira, ahora vivimos nosotros en la red del Metro debido a los ataques rusos”.  

Sinceramente, no quiero que se vayan todos los políticos. Sólo algunos…


[1] En mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, relaté nuestra conversación con una historiadora y antropóloga rusa que también salía del consulado.

[2] Tengo entendido que la central de Russia Today en castellano está en Argentina. Que me corrijan los amigos argentinos si esto no es así.

[3] Soy demasiado seguidora de Popper para eso. Todas las columnas en que he mencionado a Popper en este blog, los pueden encontrar aquí

[4] Incluso, con una amiga rusa, tuvimos un blog en que conversábamos sobre Rusia. Se llamaba Rachmaninoff y un poco más acerca de Rusia

[5] Miren no más el tema del desabastecimiento, en La guerra del hambre o el hambre como arma

[6] “Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados”, en: El Papa y Ucrania

[7] Sobre la segunda señora, prometo contarles en los próximos días.

[8] Glukhovsky no quiere revelar dónde, porque, aunque dice que él no tiene miedo, prefiere ser precavido. Después de los innumerables envenenamientos y asesinatos a mano armada, incluso en Europa occidental, por parte de agentes del servicio secreto ruso, no me extraña.

Más sobre la corrupción en Ucrania


Hace algunos meses, escribí acerca de la corrupción en Ucrania. Mi motivación fue que algunas personas -incluso una amiga- insinuaban o decían abiertamente que no se podía apoyar a Ucrania, porque es un país muy corrupto. Los recientes acontecimientos en Kiev, sobre todo la destitución del ministro de defensa por un caso de corrupción, parecen corroborar el alto grado de corrupción en Ucrania.

Esto es especialmente grave porque la lucha es contra la agresión rusa y no debería ser una oportunidad para seguir con el sistema de llenarse los bolsillos con dinero ajeno sólo por estar en el poder[1]. En un estado de derecho, quienes han sido elegidos en puestos públicos, son servidores de los ciudadanos -Servidores del pueblo- y no mafiosos al estilo post-soviético.

El índice de Transparency[2], que acaba de aparecer, se refiere expresamente a Ucrania en sus primeras páginas y lo hace en los siguientes términos: Ucrania avanza en la lucha contra la corrupción, lo que también se refleja en el CPI o índice de percepción de la corrupción. En los últimos diez años, Ucrania ha subido un total de siete puntos. Sin embargo, el país se mantiene en la mitad inferior de la lista, en el puesto 116 con 33 puntos. En comparación con el resto de Europa, sólo Rusia (puesto 137 con 28 puntos) obtiene peores resultados[3].

En realidad, esta columna debería llamarse menos corrupción en Ucrania.

El año 2021, Rusia ocupaba el lugar 136 y Ucrania, en el 122 con 32 puntos[4]. De manera que, a quienes insinúan que no se puede apoyar a Ucrania, sino que prefieren apoyar a Rusia, me permito recordarles que Rusia es un país mucho más corrupto y cuyo gobierno no tiene intención alguna de mejorar en este sentido. De partida, porque como dicen Kasparov y la historiadora rusa de la que les hablé en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, el estado ruso es una organización mafiosa y Putin es un verdadero capo di tutti capi o un vil padrino, como lo denomina Kasparov[5].

Transparency continúa: No obstante, se está avanzando. Los avances se deben, por ejemplo, a que la administración se ha digitalizado mucho y se ha introducido un sistema de contratación digital. Además, se han creado nuevas instituciones anticorrupción, que también actúan contra altos personeros en el gobierno. Así ha quedado demostrado recientemente, entre otras cosas, con la detención de Vasyl Losynskyji, viceministro de Desarrollo Regional, sospechoso de soborno. El hecho de que esto se hiciera transparente y de que el gabinete expulsara rápidamente al ministro, demuestra una voluntad política muy fuerte[6].

En suma, Transparency International Ucrania cree que el proceso de adhesión a la UE ofrece una oportunidad para que los actores progresistas de la lucha contra la corrupción emprendan nuevas reformas ambiciosas y aceleren su aplicación[7]. Palabras prometedoras que espero que se cumplan.

Es difícil, sobre todo en medio de una guerra; pero creo que circunstancias excepcionales hacen posible y exigen reformas igualmente excepcionales y que los ucranianos y las ucfanianas han demostrado que son capaces de mucho, de mucho más de lo que pensábamos que serían capaces. Creo que merecen nuestra confianza y nuestro apoyo, tanto en la lucha en defensa de su territorio frente a la guerra de agresión, como también en su batalla contra la corrupción. Y, obviamente, en su ingreso a la familia europea, representada por la Unión que lleva su nombre.


[1] Más o menos esto es lo que  dijo Selenski claramente, hace dos o tres noches, en la correspondiente edición de su diario mensaje nocturno.

[2] CORRUPTION PERCEPTIONS INDEX 2022

[3] “Die Ukraine macht bei der Korruptionsbekämpfung Fortschritte, die sich auch im CPI zeigen: Im Laufe der letzten zehn Jahre hat die Ukraine insgesamt sieben Punkte hinzugewonnen. Gleichzeitig steht das Land mit 33 Punkten jedoch weiterhin in der unteren Hälfte des Rankings auf Platz 116. Im europäischen Vergleich schneidet nur Russland (Platz 137 mit 28 Punkten) schwächer ab”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022

[4] “Rusia ocupa el lugar 136, con 29 puntos en el ranking de Transparencia Internacional. Ucrania está en el puesto 122 con 32 puntos”, Corrupción en Ucrania

[5] “Kasparov: Russia is a mafia state today, and Putin is its top godfather. The regime is in trouble economically and can no longer offer anything to its citizens. That’s why Putin has to pursue an aggressive foreign policy, so he can serve his people the fairy tale of Russian pride and regaining its strength as a major power”, Putin Needs Wars To Legitimize His Position

[6] “Dennoch: Es geht voran. Die Fortschritte sind zum Beispiel darauf zurückzuführen, dass die Verwaltung sehr stark digitalisiert und ein digitales Beschaffungssystem eingeführt wurde. Außerdem wurde eine Reihe neuer Institutionen zur Korruptionsbekämpfung geschaffen, die auch gegen hochrangige Regierungsmitglieder vorgehen. Das zeigte sich jüngst u.a. durch die Festnahme des unter Bestechungsverdacht stehenden Vize-Ministers für Regionalentwicklung Wasyl Losynskyji. Dass dies transparent gemacht wurde und das Kabinett den Minister sehr zeitnah ausgeschlossen hat, verdeutlicht einen deutlich stärkeren politischen Willen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.

[7] “Insgesamt bietet nach Einschätzung von Transparency International Ukraine der EU-Beitrittsprozess den bei der Korruptionsbekämpfung progressiven Akteuren eine Steilvorlage, um weitere ambitionierte Reformen durchzuführen und deren Umsetzung zu beschleunigen”, KORRUPTIONSWAHRNEHMUNGSINDEX 2022.