Los Juegos Olímpicos de Moscú

El viernes pasado, participé en la vigilia matinal frente al Consulado general. El último cuarto de hora lo pasamos solas con una amiga frente al recinto consular. Llovía y hacía frío; pero pienso que hay mucha gente que lo pasa peor que nosotros que vivimos en un país libre y en paz, así que no me quejo y siempre me quedo hasta el final.

En eso, se acercó un hombre de unos cincuenta o sesenta, bien llevados. Era más bien maceteado por no decir corpulento. Nos preguntó qué queríamos decir eso de que queríamos paz. Yo le dije que él sabía perfectamente lo que queríamos decir: que las tropas rusas se retiren de su territorio y los dejen vivir libres y en paz, ya que Ucrania es un país libre y soberano.

El hombre comenzó con la cantinela de siempre: Ucrania oprime a los pobres rusos y por eso, Rusia tiene que incorporar la Cuenca del Dombás a Rusia. En otras palabras, anexar el territorio de un país libre y soberano al territorio ruso, que ya de por sí es muy grande y ni los mismos rusos -me decía una mujer rusa hace algún tiempo- se explican por qué quiere más territorio.

Le traté de explicar un poco, con frases cortas y claras, sin perder mucho tiempo, porque ese tipo de gente no entiende argumentos muy complicados. Y además, sé que no lo voy a convencer. Lo mío es sólo mostrarles que hay gente -la mayoría- que ve las cosas como son, de una forma completamente diferente a la de ellos, que viven en la burbuja de la propaganda y desinformación rusa (para eso, les entregan en el Consulado un panfleto que se llama TV Rus).

El hombre dijo que Putin también quería la paz. Es increíble el culto personal de estas personas. El jueves -o sea el día anterior- una mujer rusa (cincuenta mal tenidos y de esas con cara de pocos amigos) comenzó a gritarnos “Piutin es bueno” y “Piuitin es nuestro presidiente”. Nos dijo que nosotros éramos partidarios de Bandera. Le respondí que Bandera murió hace cincuenta años. En realidad, me equivoqué: a Bandera lo mataron hace más de sesenta años.

Me estoy yendo por las ramas. Lo que les quiero contar es que el hombre este que se acercó a tratar de convencernos de las bondades de Putin, nos aseguró que “la próxima semana”, esto es, esta semana, ayer lunes o bien hoy martes 18 de junio de 2024, se daría la partida, se iniciaría en Rusia, un evento que demuestra que Putin es un amante de la paz y del entendimiento entre los pueblos, nos aseguró.

Esta semana, se iniciarían en Rusia nada menos que los Juegos Olímpicos de Moscú. Sólo puedo decir… “Aló Moscú”. De qué está Ud. hablando: las Olimpiadas se realizarán en París, Francia[1] en julio de este año y no en Moscú, ni en ninguna ciudad rusa. Pero cuando  -como en el caso de este hombre- te pasas la vida mirando la televisión rusa y pretendes informarte a través de oscuros canales de Telegram[2], no me cabe duda que te vas a convertir en un ser que vive una vida paralela y no tiene idea de qué pasa en realidad.


[1] Juegos Olímpicos de París 2024

[2] Como la parejita a la que me referí en mi columna de la semana pasada Los abuelos del cuarentón

Dónde está Elvira Nabiullina

A veces parece que las sanciones occidentales impuestas a Rusia han fracasado[1]. La economía rusa crece más que la de cualquier país occidental. Las cifras oficiales rusas hablan de un 5,5% el 2023 frente al 2022. Esta sería la mejor prueba de la inutilidad de las sanciones.

La economía rusa crece debido a que se ha transformado en una economía de guerra o está en vías de serlo. En efecto, gracias a la nueva economía de Rusia, hoy es más fácil comprar un tanque que un tractor. Con un tractor puedes arar la tierra y cosechar alimentos, lo que no puedes hacer con un tanque.

Las medidas estatales para hacer frente a las sanciones tienen tres pilares básicos. El primero de ellos es la ingente inversión en la industria de armamentos que, en Rusia es estatal, a diferencia de lo que ocurre en Occidente, donde es mayormente privada. Por tal razón es más difícil activar la producción de armas y de munición en los países de economía libre que en Rusia. La mayor producción de armas es el factor que más contribuye al crecimiento económico ruso.

Por otra parte, el estado ha recurrido a los fondos sociales que tenía guardados para emergencia o para pagar pensiones. Así logra minimizar el impacto social de la guerra. Con este dinero, se paga a las viudas y a los padres e hijos de los cientos de miles de soldados caídos, a los que se les prometió millonarios sueldos. Un mes de sueldo luchando en Ucrania equivale a uno, dos o más años trabajando duramente en su respectiva provincia. La mayoría de los soldados rusos proviene de regiones lejanas de Siberia o de Asia Central y no de las grandes ciudades, como Moscú o San Petersburgo.

En estas grandes ciudades -podríamos incluir también a Kaluga- parece que la guerra no existiera. De partida, está penado con varios años de cárcel llamar guerra a la guerra. Se la denomina  “operación especial” y no guerra.

Salvo por alguno que otro dron ucraniano o partisano que pasa por encima de sus cabezas o cae sobre algún edificio público, los habitantes de las urbes étnicamente rusas no saben que a diario mueren entre 900 y mil soldados rusos en Ucrania. La televisión y todos los medios están totalmente controlados por el estado y no hay acceso a información objetiva. Si quieres leer prensa extranjera tienes que usar un proxy y si te descubren, corres el riesgo de ser castigado por las autoridades.

El tercer pilar es una especie de política keynesiana de construcción de obras públicas: caminos, puentes… Pero sobre todo, gasoductos y oleoductos para poder exportar el gas y petróleo ruso a países vecinos, sobre todo a China e India. En su construcción, la Federación Rusa se enfrenta a graves problemas. Aparte de los actos de sabotaje y de las acciones de partisanos rusos, el problema mayor en la construcción del gasoducto a China es la falta de electricidad. Las turbinas que impulsan el gas (y el petróleo) necesitan electricidad; pero esta es una zona no electrificada. Sus habitantes no eran lo suficientemente importantes como para que el gobierno electrificara sus ciudades.

Por otra parte, los problemas económicos del gobierno de Putin son enormes. El primero de ellos es la demografía. Se explica con frecuencia que, debido al déficit de gente joven, Rusia pasó de ser roja a ser gris.

Y, como si esto fuera poco, las empresas rusas lloran a los cientos de miles de hombres jóvenes y más calificados que han huido del país. El mayor éxodo fue el del año 2022, cuando al menos medio millón de hombres jóvenes escaparon de Rusia en todas las direcciones después de la movilización parcial de septiembre de 2022. Algunos de ellos, sólo con lo puesto y muchos de ellos, en bicicleta, como mostraban las imágenes de prensa de aquella época. Se teme otra emigración masiva después de las próximas elecciones presidenciales en marzo del año en curso.

A su vez, la falta de mano de obra contribuye al aumento de la inflación que terminó el año pasado en un 7,5%. y no se ve forma alguna de controlarla eficazmente.

Así es, otro de los mayores problemas que afecta la economía de guerra rusa es la inflación que, en parte es consecuencia de las sanciones tanto occidentales como de las sanciones rusas impuestas sobre los productos occidentales. Les recuerdo las emblemáticas escenas en que las autoridades rusas destruían toneladas de queso procedente de países de Europa ya el 2014.

Los preciados autos occidentales, especialmente de lujo alemanes o italianos ya no llegan a Rusia, Al menos no directamente; pero sí indirectamente a través de terceros países, lo que hace que todos los productos occidentales tengan actualmente un precio adicional de entre un 40% y un 200% o más. En un momento en que Rusia se inunda de autos chinos, hay mucha gente dispuesta a pagar precios exorbitantes por vehículos occidentales.

El problema de los chips no es menor, ya que Rusia los necesita para sus armas. Se dice que una de las razones de la imprecisión del armamento ruso es la falta de chips o su mala calidad, ya que al parecer, no todos los que usan, sirven para los misiles o para los aviones, los buques de guerra o los radares.

Al comienzo, los chips llegaban a Rusia a través de otros países. Famosa fue la adquisición de lavadoras occidentales por parte de comerciantes de Kazajstán que le sacaban los chips y los vendían a Rusia. Esos chips no eran los más apropiados para que los cohetes rusos dieran con un blanco militar; pero a quién le importa si caen unos kilómetros más lejos y destruyen un edificio de departamentos, un jardín infantil o un colegio. Con el tiempo, los chips llegan a través de China, que compra tantos productos occidentales que nadie se da cuenta de que China no necesita tantísimas lavadoras.

Para paliar la inflación, el Banco Central subió los intereses guía. Hace un mes llegaban nada menos que a la astronómica cifra de 16%. Esto sube el valor del rublo, terriblemente desvalorizado al comienzo de la guerra. La alta tasa de interés conduce a una menor inversión, tanto de personas individuales como de empresas. Sin inversión, se teme que la economía de Rusia después de la guerra se desplomará. Es un poco cínico pensarlo, pero a Putin no le conviene terminar la guerra, sino prolongarla todo lo posible.

Se dice que el pueblo ruso es probado en el sufrimiento y que resistirá… Yo pienso que no tiene otra alternativa, ya que Rusia no es una democracia y la opinión de la gente no importa en lo más mínimo. Alarmante eso sí es que la presidenta del Banco Central Elvira Nabiúllina (de origen tártaro, presentó su dimisión iniciada la guerra, pero Putin la rechazó) se encuentra hace una semana en un hospital y no se sabe nada más de ella…


[1] Escribí este documento a finales de enero pasado. Para ser publicado en un diario. Lo envié y no me contestaban. Pregunté a una amiga y ella me explicó que el director estaba de vacaciones. Yo pensé que cuando tienes un puesto importante y te vas de vacaciones, dejas un mensaje automático para ser enviado a quienes te escriban. Se lo envié un mes más tarde, luego de que mi amiga hizo el contacto con el director que, finalmente respondió. Me dijo que me contestarían… pero no me han contestado, así que me siento en libertad de publicarlo aquí en mi blog. La versión final es de 22 de enero de este ano.

El plan de paz de Selenski

La Conferencia de Malta pasó algo inadvertida, supongo que debido a la mayor atención que recibe actualmente la situación en Israel y en la Franja de Gaza. Por esta razón, me gustaría explicar cuáles son los diez puntos que planteó el gobierno de Ucrania en aquella reunión de 65 países. La Conferencia en Arabia Saudita, que precedió a la de Malta, sólo había reunido a cuarenta y tantos países, lo que no es poco…

El llamado Plan de paz de Selenski[1] es el siguiente:

1. Radiación y seguridad nuclear, centradas en el restablecimiento de la protección alrededor de la mayor central nuclear de Europa, Zaporizhia, en Ucrania, ahora ocupada por Rusia.

2. Seguridad en el suministro de alimentos, incluyendo protección y la garantía de las exportaciones de grano de Ucrania a las naciones más pobres del mundo.

3. Seguridad energética, centrándose en las restricciones de precios de los recursos energéticos rusos, así como en ayudar a Ucrania a restaurar su infraestructura eléctrica, la mitad de la cual ha resultado dañada por los ataques rusos.

4. Liberación de todos los prisioneros y deportados, incluidos los prisioneros de guerra y los niños deportados a Rusia.

5. El restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania y que Rusia la reafirme según la Carta de la ONU. Esto es algo que “no se puede negociar”.

6. El retiro de las tropas rusas y el cese de las hostilidades, el restablecimiento de las fronteras estatales de Ucrania con Rusia.

7. Justicia, incluida la creación de un tribunal especial para juzgar los crímenes de guerra rusos.

8. Prevención del ecocidio, necesidad de proteger el medio ambiente, centrándose en el desminado y la restauración de las instalaciones de tratamiento de aguas.

9. Prevención de la escalada del conflicto, y construcción de una arquitectura de seguridad en el espacio euroatlántico, incluyendo garantías para Ucrania.

10. Confirmación del fin de la guerra, incluido un documento firmado por las partes implicadas.


[1] Zelenskiy’s 10-point peace plan: 1. Radiation and nuclear safety, focusing on restoring safety around Europe’s largest nuclear power plant, Zaporizhzhia in Ukraine, which is now-Russian occupied.

2. Food security, including protecting and ensuring Ukraine’s grain exports to the world’s poorest nations.

3. Energy security, with focus on price restrictions on Russian energy resources, as well as aiding Ukraine with restoring its power infrastructure, half of which has been damaged by Russian attacks.

4. Release of all prisoners and deportees, including war prisoners and children deported to Russia.

5. Restoring Ukraine’s territorial integrity and Russia reaffirming it according the U.N. Charter, which Zelenskiy said is “not up to negotiations”.

6. Withdrawal of Russian troops and cessation of hostilities, restoration of Ukraine’s state borders with Russia.

7. Justice, including the establishment of a special tribunal to prosecute Russian war crimes.

8. Prevention of ecocide, need for protection of environment, with focus on demining and restoring water treatment facilities.

9. Prevention of escalation of conflict, and building security architecture in the Euro-Atlantic space, including guarantees for Ukraine.

10. Confirmation of the war’s end, including a document signed by the involved parties.

El grueso de la traducción es de deepl, el mejor traductor del mundo. Pero le hice varias correcciones, porque la inteligencia artificial aún no supera a la inteligencia humana.

La guerra terminará cuando haya un muerto en cada familia

La semana pasada, mientras protestaba frente al consulado de la federación rusa[1], se acercó una señora de nacionalidad rusa a conversar con nosotros. Una vez más, pienso que es importante pararse justo frente a un lugar donde las personas con pasaporte ruso tienen necesariamente que acudir para hacer diversos trámites[2].

Nos dijo que venía de San Petersburgo y que, al igual que quienes participamos en la vigilia matutina, ella también era contraria a la guerra. Nos agradeció nuestra presencia frente al Consulado general de su país. Spasibo, spasibo.

Ella es pesimista acerca de un término de la guerra. Nos dijo claramente que no cree que el pueblo ruso sea capaz de lograr que sus tropas desistan de su objetivo de anexar Ucrania o, al menos, a grandes regiones de ese país. Rusia no es un país como los de Europa occidental donde el pueblo tiene algo que decir, nos explicó.

Con una gran dosis de resignación, nos advirtió que ella piensa que sus compatriotas no harán nada en contra de la guerra, salvo que haya uno o más muertos en cada familia. Esa sería la única posibilidad de que hicieran algo. Pero los soldados muertos no vienen ni de Moscú, ni de San Petersburgo, sino de regiones remotas, de Siberia, de Buriatia, etc. Mencionó alguna región, pero no retuve su nombre en la memoria.

El centro de poder se halla en Moscú o en San Petersburgo, pero no en las regiones. Menos aún en las pseudo-repúblicas de la federación rusa de etnias diferentes a la rusa misma. Muchos sostienen que las etnias no-rusas son simplemente “pueblos auxiliares” al servicio de los rusos.

Esto concuerda con lo que nos dijo la historiadora y antropóloga rusa que se acercó a conversar con nosotros hace algunos meses[3]. En efecto, ella estaba en San Petersburgo cuando comenzó la invasión a gran escala contra Ucrania[4]. Nos contó que salió a la calle a protestar y fue encarcelada junto a decenas de otras personas[5].

Nos advirtió que el pueblo ruso es distinto al ucraniano. Los rusos -nos explicó- siempre hacen lo que les ordenan. Agachan la cabeza y no dicen nada. Los ucranianos siempre han sido distintos: ellos defienden sus libertades y ponen en tela de juicio las órdenes que les llegaban desde “arriba”[6].

A mi modo de ver, esto coincide con el ideal del kosako,  un grupo social importante en la formación de la nacionalidad de Ucrania. Asimismo, hago ver que las dos repúblicas soviéticas donde fracasó la imposición del ateísmo fueron Georgia y Ucrania, los dos estados donde la resistencia al neoimperialismo ruso es hoy más fuerte que nunca.

Y coincide también con los análisis según los cuales, el pacto explícito entre Putin y el pueblo ruso consistía en que los habitantes mejorarían o mantendrían su nivel de vida, podrían irse de vacaciones a lugares calurosos y les sería posible importar productos occidentales (queso, autos, relojes, joyas y ropa de marca[7]), a cambio de no hacer nada en política, de desinteresarse totalmente por la cosa pública.

Por lo menos, desde que Putin está en el poder, las decisiones políticas han sido entregadas por completo a la mafia gobernante[8]: a los servicios secretos, a los mercenarios, a algunos altos militares, a los grandes oligarcas y a los demás siloviki, quienes toman las decisiones. El pueblo no tiene nada que decir, y sólo puede agacharse y acatar las órdenes emanadas “desde arriba” o “desde más arriba”, dependiendo donde estés dentro de la sociedad.


[1] Protestamos gratis

[2] Creo que es impropio hablar de “ciudadanos rusos”. Emulando al ex-presidente alemán Joachim Gauck, sólo puedo decir que no son ciudadanos, sino súbditos. «El poder tiene un sabor desagradable». Joachim Gauck, activista por los derechos humanos

[3] Mientras más armas, más corta la guerra

[4] La guerra comenzó el 2014 y no en el 2022.

[5] La libertad de reunión es desconocida en Rusia. Eso que, en nuestras sociedades es poco menos que sacrosanto: la libertad para salir a protestar no existe en la dictadura de Putin.

[6] Y esto, cualquiera que sea quien haya estaba arriba: el Imperio sueco, Polonia-Lituania, los otomanos o el Imperio ruso.

[7] Me llama la atención la cantidad de negocios con abrigos de pieles que ves en las islas griegas, donde los veraneantes rusos gustaban ir de vacaciones. Hoy, estos locales son verdaderos lost places.

[8] Kasparov escribe: “Russia is a mafia state today, and Putin is its top godfather. The regime is in trouble economically and can no longer offer anything to its citizens. That’s why Putin has to pursue an aggressive foreign policy, so he can serve his people the fairy tale of Russian pride and regaining its strength as a major power”, Putin Needs Wars To Legitimize His Position, citado en Más sobre la corrupción en Ucrania

Protestamos gratis

Como tantas veces, desde febrero del 2022, la semana pasada, participé una vez más en la vigilia frente al consulado de la Federación Rusa. Aunque la voz vigilia habla originariamente de una noche vigilante o pasada en vigilia, nuestra vigilia empieza en la mañana y termina al mediodía. Los clientes del consulado general ruso vienen por la mañana a realizar trámites consulares.

Muchos de ellos nos dan señales de agradecimiento: nos gritan desde el otro lado de la calle spasiba (gracias, en ruso) o Slava Ukraini (gloria a Ucrania[1]) o nos suben el pulgar o unen sus manos como el ícono de las redes sociales dándonos las gracias. Algunas pocas veces, alguien nos grita en ruso algo desagradable con expresión de enojo y no falta quien indica con la mano que estamos locos.

En general, la gente joven nos es mucho más favorable que quienes ya no lo son[2]. Lo que es bien lógico, ya que la generación mayor vive prisionera de la televisión estatal rusa. Ya no queda televisión privada o que no pertenezca a algún oligarca amigote de Putin. La gente joven habla otros idiomas y, en consecuencia, no se desinforma a través de la tendenciosa Russia Today u otros medios similares.

Los musulmanes (se reconocen fácilmente porque las mujeres llevan pañuelo) son igualmente favorables a nuestra vigilia, lo que también es bien lógico, y no sólo por las atrocidades cometidas por los rusos durante las guerras en Chechenia, verdadero ensayo de los crímenes de guerra en Siria y ahora en Ucrania. Sino también por la opresión de las naciones musulmanas que quedaron dentro de la Federación, considerados más bien como pueblos auxiliares al servicio de los rusos.

Un día de la semana pasada, una señora de mediana edad (entre 35 y 45, diría yo) cruzó la calle y se acercó a nosotros, para agradecer nuestra vigilia. Nos contó que en el Consulado le habían dicho que nosotros éramos agentes pagados. No puede haber nada más absurdo: es la típica mentira a la que recurren los regímenes autocráticos para desprestigiar a sus opositores o, en general, a quienes no están de acuerdo con ellos.

Es cierto que, a lo largo de la historia ha habido -y sigue habiendo- activistas financiados por alguien; pero les aseguro que a nosotros no nos paga nadie por protestar frente al consulado ruso. Es puro convencimiento. En una ocasión, un hombre que salía del Consulado quiso darme un billete de €50. Obviamente lo rechacé con amabilidad y le sugerí donarlo a alguna organización no gubernamental que ayude a los refugiados de Ucrania.

La señora nos contó que su familia venía de Bajmut, que -como todos sabemos- es una ciudad ucraniana. Así que, en principio, me pregunté qué hace una persona de Bajmut en el Consulado ruso. Pero no hay que olvidar que Ucrania fue anexada por la Unión Soviética luego de la Primera Guerra Mundial (después de gozar de apenas un par de años de independencia)[3] y ahí estaba el origen de su pasaporte ruso.

Sus padres procedían de Bajmut; pero fueron destinados, la mamá a Wladiwostok y el papá a Tomsk. Yo le comenté: “en esas ciudades decidieron trabajar”. Ella me quedó mirando y me contradijo: “En la Unión Soviética, nadie podía decidir donde quería trabajar. El estado te enviaba a alguna parte y tú tenías que ir. No existía libertad de escoger la ciudad para trabajar o para vivir”. Más adelante, pudieron casarse y la mamá también se mudó a Tomsk, en la parte occidental de Siberia.

Su papá ya murió, su mamá sigue en Tomsk. Ella no la puede visitar, ya que la mamá vive en Séversk, la ciudad cerrada a orillas del río Tom[4]. Durante la época soviética, se la consideraba un centro de tecnología y ahora parece que Putin sigue imaginándose que alguien quiere copiar tecnología rusa. Después de Tetris (1984), no se me ocurre nada más que se pueda copiar. Su mamá no puede salir y ella no puede entrar a Séversk.

Durante la era soviética, los ingenieros y en general, los científicos que egresaban de las universidades de Ucrania eran muy apreciados (por no decir codiciados). Al parecer su formación era muy buena y resultaban útiles para el estado[5]. No me extraña que los papás ucranianos hayan terminado en Tomsk, uno de los centros de tecnología creados durante la postguerra soviética, trabajando para el estado que, por otra parte, era el único empleador..

Nos aseguró que ella no estaba de acuerdo ni con la guerra, ni con Putin, ni con el régimen de Rusia. Por ello, quería renunciar definitivamente a la nacionalidad rusa. Pese a que eso significaba que, probablemente, no podría ver más a su mamá, ya que, si para los rusos era difícil entrar a Tomsk, a una extranjera le sería imposible, no le darían permiso para entrar a la ciudad.

Le mostré mi bandera de la oposición rusa y me insinuó que perdía el tiempo. Es lamentable, pero no deja de tener razón. Pese a ello, sigo siendo idealista, aunque reconozco que la oposición lo tiene muy difícil. La rusa es una sociedad sin cuerpos intermedios y sin nada que se parezca a una sociedad civil. El régimen de Putin es cada vez más opresivo frente a cualquier tipo de oposición, lo que lo ha llevado a convertirse en un nuevo Stalin[6].

Al final, cuando nos despedimos, la mujer rusa de Bajmut y una manifestante ucraniana de Kherson se abrazaron fraternalmente. Una rusa (al menos en el papel) y una ucraniana se encuentran frente al Consulado general de Rusia en Bonn. Ambas están en contra de la guerra, en contra de Putin y su desgobierno o su régimen mafioso, como lo llama Kasparov[7].

La valiente mujer aún rusa prometió que, cuando termine todo el papeleo y deje de ser oficialmente rusa, vendrá a protestar con nosotros. Antes, creo que no es aconsejable hacerlo… Preferiría no verla más y que la guerra termine antes de seis meses y no tengamos que protestar gratis semana a semana… Que la guerra termine con la victoria de Ucrania. Que triunfe el derecho sobre la fuerza y no la fuerza sobre el derecho[8].


[1] “La expresión surgió a principios del siglo xx con diversas variaciones, y se popularizó durante la guerra de independencia de Ucrania (1917-1921)”, en Wikipedia

[2] Por  ejemplo,  la hija de la mujer rusa en “Que se vayan todos los políticos”

[3] En la película “Holodomor”, de 2017, con Max Irons queda muy claro este proceso de anexión basado en un engaño y también en la fuerza de las armas del Ejército Rojo comandado por Trotski. Fíjense en el personaje de Mykola, interpretado por Aneurin Barnard. También en Red Secrets, de la directora Agnieszka Holland.

[4] “Una ciudad cerrada, ciudad secreta o pueblo cerrado es una población donde están restringidas las visitas y pernoctaciones, de forma que se requiere de una autorización especial para ello. El motivo puede ser la existencia de una base militar o un centro secreto de investigación científica. En la Unión Soviética existían numerosas ciudades cerradas, y, tras su disolución en 1991, algunas mantuvieron su estatus”, en Wikipedia

[5] “Todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado” es la fórmula del fascismo.

[6] El abuelo de Putin fue uno de los cocineros de Stalin y sobrevivió al dictador, lo que no deja de ser sorprendente, ya que Stalin temía que lo envenenaran y muchos de sus cocineros fueron ejecutados tan sólo por alguna sospecha. A los temores de Putin, me referí en El levantamiento de los mercenarios

[7] Ver la nota 5 en mi columna Más sobre la corrupción en Ucrania

[8] El testimonio de otra mujer que salía del consulado en Mientras más armas, más corta la guerra 

¿Dónde está Prigoshin?

Esta es la pregunta que nos hacemos todos, a una semana del Levantamiento de los mercenarios 

Lukaschenka[1] dice que le ofreció huir -no sé si se pueda hablar de dar asilo- a Bielorrusia. Otros aseguran que vieron a Prigoshin en San Petersburgo, donde el Grupo Wagner tiene su edificio central[2] y el oligarca tiene su principal fábrica de trolls en internet. Su avión habría hecho una escala en Moscú -quién sabe para qué- y luego, habría volado a la ciudad a orillas del Neva.

Otros dicen que su avión se habría dirigido a Minsk. Parece que la capital bielorrusa se ha convertido en un verdadero refugio temporal de criminales: hacia Minsk voló Jan Marsalek, el estafador de Wirecard que ahora vive en un sector acomodado de Moscú, donde sólo oligarcas y otros criminales pueden pagar un inmueble.

Putin aseguró a los mercenarios del Grupo Wagner que no serían perseguidos penalmente. Iba a escribir que no serían perseguidos por la “justicia rusa”, pero indudablemente, la palabra “justicia” y el régimen de Putin son términos que se contradicen entre sí. Después de asegurar que los mercenarios eran traidores, Putin los perdonó y les aseguró que tenían tres alternativas: irse a Belorrusia, enrolarse en el ejército de la Federación[3] o volver a sus casas, con sus familias.

Con este perdonazo, Putin demostró debilidad. Sobre todo, porque después de acusar de traidores a los mercenarios de Wagner y de asegurar -el día sábado- que la traición se paga con la vida, esto es que los espera el pelotón de fusilamiento… Después de esta gran amenaza, el día domingo, los perdona y deja huir a Prigoshin[4].

Putin no sólo mostró debilidad, sino que además, quedó claro que el jerarca ruso sí reacciona ante una amenaza y que es capaz de claudicar. Un argumento más en favor de quienes pensamos que es fundamental apoyar a Ucrania, para colocarla en una buena posición en orden a negociar -en un futuro próximo- la devolución de su territorio, de los niños raptados, reparaciones de guerra, seguridad de sus fronteras y un gran etcétera[5].

No me atrevería a asegurar que el perdonazo de los mercenarios -al menos de los que se queden en Rusia- sea duradero. Me imagino que, por esta razón, muchos de ellos huyeron a Bielorrusia donde Lukaschenka les habría entregado o arrendado una o más bases para que reinicien sus actividades. Cualesquiera sea que éstas vayan a ser en el futuro.

Prigoshin aseguró que 25 mil mercenarios estaban bajo sus órdenes en la guerra contra Ucrania. Pero parece que ese fue sólo un bluff, ya no que habría tenido nada más que ocho mil. O puede ser que hayan muerto tantos en la guerra, que no le queden más que ocho mil en Rusia. Por ejemplo en Bajmut, donde los ex-presidiarios reclutados por el Grupo Wagner no fueron más que simple carne de cañón.

Donde sí parece que hay veinte mil mercenarios de Wagner es en África. En ese continente, la estrategia rusa es clara: apoyar al gobierno dictatorial o instalar un dictador en el poder, siempre y cuando les deje explotar las minas de oro, de uranio, de diamantes, los yacimientos de petróleo o de gas. Con ello, se desestabiliza África y se crean flujos de inmigrantes que, a su vez, desestabilizan a Europa. ¿A quién le importa la vida humana si puede ganar ingentes sumas de dinero a la usanza de los peores imperialistas y capitalistas de la historia?

El Grupo Wagner no es un Blackwater cualquiera. No es una empresa de seguridad privada, sino que es una creación del estado ruso que necesitaba gente que hiciera el trabajo sucio, o debería decir: el trabajo más sucio. Hasta el fin de semana pasado, Putin todavía negaba toda relación con algún grupo paramilitar. Es más, hasta la semana pasada, Putin negaba la existencia del Grupo Wagner. Después de todo, según la ley de la Federación, el monopolio del poder recae en las fuerzas armadas y no permite la existencia de ejércitos paralelos.

El martes pasado, Putin reconoció que el régimen ruso había pagado al Holding Concord (construcción de por lo menos 64 empresas entre las cuales formalmente se haya el Grupo Wagner) mil millones de dólares por la actuación de los mercenarios en la guerra contra Ucrania, otros mil millones en material de guerra y mil millones más por el catering de los soldados del ejército ruso. Putin agregó que espera que Prigoshin no haya robado mucho, lo que es un gran sarcasmo considerando la altísima corrupción que impera en Rusia[6].

La semana pasada, Velina Tchakarova (desde Viena) publicó en Twitter un interesante esquema que muestra lo que ella denomina “a galaxia de Prigoshin. Esto es, el entramado de sus empresas. Los invito a ver el documento gráfico[7].

Es interesante observar que hay dos países americanos que aparecen en el mapa de Tchakarova. Uno de ellos es nada menos que Estados Unidos, donde la Galaxia prigoshiana mantiene páginas de información. O más bien de desinformación. Y Venezuela, donde se hallan los Wagner, en su calidad de compañía militar semi-estatal, como asesores políticos y como explotadores de empresas extractoras de recursos naturales[8].

Lo más infame de las páginas norteamericanas es que se hacen pasar por activistas en pro de la lucha por la “igualdad racial”[9]. Demás está decir que los trolls financiados por Prigoshin están interesados en el triunfo de Trump. Desde siempre, Trump ha sido el candidato de Rusia[10]. ¿Por qué será?

Prigoschin hacía un doble trabajo para el régimen ruso: recibía fondos del exterior para financiar la guerra contra Ucrania y recibía dinero del estado ruso por pelear y morir en la guerra. Algunos analistas aseguran que Prigoshin se rebeló porque al régimen de Putin se le habrían acabado los fondos.

La causa inmediata (o la excusa) del quasi putsch wagneriano fue la obligación de firmar un contrato y de ponerse a las órdenes del ejército ruso, esto es a las órdenes de Gerasimov y de Shoigu (este último, también dueño de un grupo paramilitar), ambos muy odiados por Prigoshin.

Me pregunto ¿qué pasará ahora con las empresas de Prigoshin? ¿Se las lleva a Bielorrusia? ¿Habrá sido este el interés de Lukashenka en que el oligarca se refugiara en su país? O ¿serán expropiadas por Putin que se quedará con ellas o las repartirá entre otros oligarcas? El viceministro de relaciones exteriores acaba de viajar a Siria para tranquilizar a Assad a quien aseguró que los mercenarios ahora dependen directamente del Kremlin.

Quién sabe… Lo único que sé es que mi próxima columna debería titularse ¿Dónde está Surovikin? Sergei Surovikin es el general favorito de Prigoshin, que estuvo algunos meses al mando de la guerra contra Ucrania y, hasta la semana pasada, era lugarteniente de Gerasimov. Hoy, detenido por haber apoyado o al menos, haber tenido conocimiento del levantamiento de los mercenarios y no haber hecho nada para impedirlo. Entre paréntesis, el general Surovikin es el responsable del bombardeo y destrucción de la ciudad de Alepo, en Siria…[11]


[1] Otrora rival de Putin, hoy su marioneta.

[2] Se puede apreciar la fastuosidad del edificio en las muchas imágenes del mismo en Google

[3] Cuando hablamos de Rusia, nos referimos a la Federación Rusa que se compone de Rusia más las repúblicas colonizadas en Asia Central que no lograron independizarse luego de la caída de la Unión Soviética en 1991.

[4] La cantidad de mercenarios rusos es limitada. Se trata de algunos miles de hombres formados por el servicio secreto militar o GRU. Por esta razón, me puedo imaginar que a Putin no le conviene dejarlos ir.

[5] Por el rapto de niños ucranianos, Putin y otros de sus personeros están acusados en la Corte penal internacional en La Haya.

[6] De acuerdo a Transparencia Internacional, hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán, en Corrupción en Ucrania La corrupción es una enfermedad post soviética.

[7] @vtchakarova El tweet aquí

[8] Las relaciones entre Bielorrusia y Venezuela datan de la época en que Chávez visitó Bielorrusia y se fotografió con armas aparentemente de producción bielorrusa. Ver Lukaschenko y Venezuela

[9] Las razas no existen. Los invito a mi columna Nos guste o no, en realidad todos somos africanos

[10] Pienso que Trump es lo menos republicano que nos podamos imaginar y que “el Partido republicano fue ‘secuestrado’, primero por el tea party (una especie de secta política, racista, sexista y homofóbica) y más tarde, por lo que el mismo Trump llama simplemente “our movement”. El organizador de concursos de belleza ha logrado convertir al great old party en un club pro-Trump o en una secta, en Trump: A un año del asalto al Capitolio y la derecha chilena

[11] Como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Alepo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa, en El Papa y Ucrania Ver también Rusia no es potencia

La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

Todos los días mueren cientos de personas en Ucrania. O tal vez, miles. El país está en ruinas. El bombardeo nocturno de centrales de electricidad y de calefacción es terrible para la población civil, entre la oscuridad y el frío bajo cero. Pero Ucrania no quiere entrar en conversaciones con Rusia (sic). Ucrania, y sobre todo, ese horrible presidente Selenski no es más que una marioneta de los Estados Unidos y de la Unión Europea o incluso del sionismo internacional y quién sabe de quién más.

Este tipo de aseveraciones son comunes en las redes sociales y se leen también en algunos medios de extrema derecha o de extrema izquierda. O incluso, en medios extremadamente conservadores que, por primera vez desde la II Guerra Mundial, se han unido al extremismo de derecha, en una insana alianza.

Ucrania tendría que darse por vencida, para así terminar la guerra de una vez por todas. Si de todas maneras, va a perder… Tiene que reconocer que no puede, que nadie puede frente a un país que tiene la bomba atómica. Putin tiene la bomba atómica y Ucrania no[1], de manera que Ucrania debería rendirse, ya que se enfrenta a una potencia nuclear. Seamos realistas: pidamos la rendición de Ucrania.

Sí, algunos autodenominados realistas o super realistas también se suman al coro que exige la rendición de Ucrania en nombre de la realidad, de la cual ellos se consideran sus únicos intérpretes. Todos los demás, seríamos ingenuos niños inocentes.

Además, Rusia es un país muchísimo más grande y con un ejército N veces mayor que el de Ucrania. Con tanto más hombres, con tanto más armamento, más munición, más vehículos de transporte… Más cohetes, tanques, aviones. Con buques de guerra, que Ucrania no tiene. Rusia tiene más recursos naturales que puede vender a un precio cada vez más alto. Y no hablo de semillas de cedro ni de leche condensada, sino de gas y de petróleo. No hay donde perderse: Rusia va a ganar esta guerra y Ucrania tendría cero posibilidades.

Sólo le queda rendirse y pasar a formar parte del nuevo imperio ruso. Sinceramente, no me habría imaginado que la extrema izquierda se pusiera explícitamente de parte de la nueva ideología imperialista. Es más, que la apoyara públicamente, en su discurso y a través de sus medios y de sus agentes, partidarios, trolles y bots en las redes sociales. En la época de la guerra de Vietnam, ellos (y sus padres o abuelos) despotricaban contra los imperialistas y el colonialismo. Y ahora, los apoyan.

Estos y otros muchos más, son los argumentos o pseudo argumentos de quienes, consciente o con una ingenuidad que raya en la estupidez, exigen que Ucrania se rinda. En realidad, ellos son los ingenuos. Directa o indirectamente apoyan a Putin y a sus exigencias imperiales. Generalmente se ubican o en la extrema derecha o en la extrema izquierda. Ambas tendencias son extremadamente similares, como ya he comentado tantas veces e incluso he expuesto la explicación de la ciencia política moderna sobre el tema[2]. En algunos países, se unen en manifestaciones (las Montagsdemo en Alemania, por ej.) e incluso en el gobierno[3].

Como ya he escrito tantas veces sobre la extrema derecha[4], me gustaría comentar ahora el tema, pero refiriéndome a la extrema izquierda.

No creo que, en la época de la guerra de Vietnam, la gente que profesaba ideas de  izquierda, haya llamado a los vietnamitas a rendirse[5]. No creo que les dijeran que, ya que Estados Unidos era un país tanto más poderoso que Vietnam, deberían rendirse. Ni tampoco que argumentaran con la bomba atómica de los Estados Unidos, que además habían lanzado ya, también en Asia, muy cerca de Vietnam.

No les dijeron a los vietnamitas que se rindieran porque EEUU eran una super potencia, con muchas más armas, con una inmensa economía, muchos más habitantes y por tanto, mucho más soldados y que contaba con el apoyo mundial. No les dijeron: ríndanse que los gringos tienen al agente orange o herbicida de la muerte y causan mucho sufrimiento en la población. Tienen muchos más soldados que uds. Tienen aviones, helicópteros, buques de guerra. Más bombas e incluso la bomba atómica.

Por el contrario, la extrema izquierda se lanzó en contra de los Estados Unidos con todas las armas a su alcance, incluyendo la prensa (en aquel entonces, no existían las redes sociales). Tal como hoy, paradógicamente se lanzan contra Ucrania y se ponen de parte del dictador Putin y de sus oligarcas (en su lectura, son meros capitalistas). Hoy en día, la extrema izquierda se cuadra con el imperialismo y llama nazis a los ucranianos[6].

¿Se imaginan a la extrema izquierda de aquel entonces pidiendo, exigiendo a sus correligionarios del Vietcong que se rindieran? Que se rindan porque los gringos tienen la bomba atómica y contra un país con una bomba atómica, no se puede ganar una guerra, como hoy proclaman tantos bots, tantos trolles, políticos de segunda línea, ciudadanos de a pie e incluso uno y otro experto que se alinea con este sector político (sector cada día más pequeño, pero que se sigue haciendo notar).

Para qué hablar de la argumentación del sufrimiento del pueblo y de las muertes de soldados y de civiles. Esto es algo que a los marxistas leninistas o a los nacionalistas bolcheviques nunca les ha importado, ni durante la guerra de Vietnam, ni tampoco les importa ahora. Los soldados rusos recién reclutados en lejanas provincias de la Federación y que yacen muertos en Ucrania por una causa que no es la suya, son simple carne de cañón. Pero como a la mayoría de nosotros, personas normales, sí nos afecta que muera gente y que sufran, recurren a ese argumento, para intentar convencernos de que Ucrania tendría que rendirse para parar el sufrimiento y el derramamiento de sangre.

Yo les propondría que, en vez de llamar a que Ucrania se rinda, pueden empezar a escribir cartas públicas a Putin, pidiéndole retirar sus tropas de Ucrania: de Crimea, de Lugansk, de Donets, de Mariupol, de todas partes donde estén los soldados o del ejército regular ruso, o del Grupo Wagner o del nuevo grupo de mercenarios que pertenece al ministro de “defensa” (que ahora es un business man), o de Kadyrov (el dictador de Chechenia[7]) o de la guardia de élite de Putin, etc. En estos grupos armados, hay que incluir a los hombrecitos verdes que invadieron la península de Crimea[8].

Así como la izquierda no le pidió a los vietnamitas que se rindieran ante la super potencia atómica Estados Unidos, el país más rico y más poderos del mundo, tampoco la extrema izquierda de hoy le puede exigir a los ucranianos y a las ucranianas que se rindan ante una potencia regional[9] con una ideología imperial, como es Rusia bajo Putin. Por mucho que tenga armas atómicas y que Putin y sus marionetas se lo pasen amenazando con lanzar una de ellas y trazando líneas rojas[10].

Si los extremistas occidentales están realmente tan interesados en la paz, sería preferible que exigieran a Putin y a su camarilla que acaben con la guerra porque no hay que olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 


[1] Ucrania entregó a Rusia todo su armamento atómico después de la caída de la Unión Soviética, a cambio de la inviolabilidad de sus fronteras, garantizada en el Memorándum de Budapest. Violado el 2014 por primera vez, por Rusia con la anexión de Crimea y la invasión de la Cuenca del Donetsk.

[2] ¿Qué es el continuo político? Invito a leer también El extremismo en la teoría de la herradura o de la U y El maniqueísmo en los extremos políticos 

[3] Pienso en el gobierno de en Grecia bajo Tsipras, un político de extrema izquierda que se alió con la y de varios gobiernos italianos.

[4] En Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Ambos grupos, si ves sus postulados son increíblemente parecidos.

[5] En honor a la verdad, al primero a quien escuché esto fue al periodista austriaco Raimund Löw 

[6] Ver Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[7] A él me referí en El Papa y Ucrania

[8] El último ataque de Rusia a los ucranianos es una advertencia para Occidente

[9] Rusia no es potencia

[10] La bomba atómica de Putin

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

El Papa y Ucrania

En los últimos meses, ha habido muchas críticas abiertas o veladas al Papa Francisco, ya que no ha tomado partido abiertamente a favor de Ucrania. En la entrevista que apareció recientemente publicada en la revista estadounidense America Magazine, Gerard O’Connell, corresponsal en el Vaticano, pregunta al Papa sobre este tema. Pueden leer el texto completo de la entrevista en: Exclusive: Pope Francis discusses Ukraine, U.S. bishops and more

La pregunta es la siguiente: Santo Padre, sobre Ucrania: Muchos en Estados Unidos se han sentido confundidos por su aparente falta de voluntad para criticar directamente a Rusia por su agresión contra Ucrania, prefiriendo en su lugar hablar de forma más general de la necesidad de poner fin a la guerra, de acabar con la actividad mercenaria en lugar de con los ataques rusos, y con el tráfico de armas. ¿Cómo explicaría su postura sobre esta guerra a los ucranianos o a los estadounidenses y otras personas que apoyan a Ucrania?[1] 

La respuesta del Papa es bien clara: Cuando hablo de Ucrania, hablo de un pueblo martirizado. Si tienes un pueblo martirizado, tienes a alguien que lo martiriza. Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información sobre la crueldad de las tropas que llegan. Generalmente, los más crueles son quizás los que son de Rusia pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos y otros. Ciertamente, quien invade es el Estado ruso, esto está muy claro. A veces trato de no especificar para no ofender y más bien condeno en general, aunque se sabe bien a quién estoy condenando. No es necesario que ponga nombre y apellidos.

El segundo día de la guerra fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede], un gesto inusual porque el Papa nunca va a una embajada. Y allí le dije al embajador que le dijera a [Vladimir] Putin que estaba dispuesto a viajar a condición de que me dejara una pequeña ventana para negociar. [Serguei] Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores, me contestó con una carta muy amable en la que entendí que por el momento no era necesario.

Hablé tres veces por teléfono con el presidente Selensky. Y trabajo en general con la recepción de listas de prisioneros, tanto civiles como militares, y las hago llegar al gobierno ruso, y la respuesta ha sido siempre muy positiva. También pensé en viajar, pero tomé la decisión: si viajo, voy a Moscú y a Kiev, a ambos, no a un solo lugar. Y nunca he dado la impresión de encubrir la agresión. Recibí aquí en esta sala, tres o cuatro veces, a una delegación del gobierno ucraniano. Y trabajamos juntos.

¿Por qué no nombro a Putin? Porque no es necesario; ya se sabe. Sin embargo, a veces la gente se aferra a un detalle. Todo el mundo conoce mi postura, con Putin o sin Putin, sin nombrarlo.

La acusación de racismo que se ha hecho a Francisco luego de la entrevista no puede ser descartada sin más. Es cierto que la prensa y los expertos nos informaron que las tropas que cometieron los crímenes de guerra en Butcha[2], eran chechenas. Conociendo la fama de Ramsan Kadyrov y de sus soldados, no me extraña nada. No sin razón, Kadyrov es llamado el “perro rabioso de Putin”, incluso en Rusia. Pero, de ninguna manera, esta calificación puede ser extendida a todos los chechenos.

Lo de los chechenos es curioso, porque ellos sufrieron tanto o más de lo que están sufriendo los ucranianos hoy día. En dos guerras muy terribles[3], los chechenos lucharon contra Rusia por la independencia de su país. Lo que al final, no lograron. Sus ciudades fueron arrasadas en bombardeos hasta entonces sólo comparables a los de la II Guerra Mundial. Después vimos este mismo típo de bombardeos en Siria, ejecutados igualmente, por fuerzas rusas. La destrucción de Grozni, la capital de Chechenia es comparable a la destrucción de Aleppo en Siria y de Mariupol, en Ucrania[4].

Sobre los buriatos, no tengo mayores antecedentes acerca de su comportamiento como soldados. Son una etnia mongólica de Siberia, la etnia más numerosa de esa región. Originalmente, de religión budista, me temo que, después de medio siglo de indoctrinación comunista, de religión les queda poco y nada. Hace poco, eso sí, hubo un rechazo multitudinario a la “movilización parcial” por parte de budistas en alguna de estas repúblicas.

Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial[5] procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados.

La verdad es que a mí me gusta que el Papa Francisco haya mantenido esta posición más bien mesurada. Lo que no significa que no condene la agresión rusa. Sinceramente, no me gustaría ver a Francisco convertido en un segundo patriarca Cirilo (me refiero al patriarca de la iglesia ortodoxa de Moscú), que no se sabe si es sólo un agente de la KGB, un sibarita o simplemente un nacionalista ruso que confunde la religión con el fanatismo patriotero.

Sería ridículo que la guerra fuera convertida por Rusia en un enfrentamiento entre el mundo occidental y la ortodoxia, máxime cuando la mayoría de los ucranianos son igualmente ortodoxos. Prefiero que cada uno, cada una de nosotros tome su propia decisión de apoyar a Ucrania, a la democracia, al progreso, al pluralismo, a nuestro estilo de vida libre e individual. No me gustaría que la desinformación presentara la guerra como un duelo entre católicos y ortodoxos, como una nueva guerra de los treinta años o algo por el estilo.

Es muy bueno que O’Connell haya planteado al Papa este tema. No estamos en Rusia donde no es permitido hacer preguntas críticas. Por el contrario,  en nuestra sociedad pluralista, las preguntas críticas son bienvenidas y deseables. El Papa Francisco tiene razón: no es necesario nombrar explícitamente a Putin para saber de quien está hablando, a quien está condenando. Creo que las palabras de Francisco son bien claras: la condena es a Putin, a la brutalidad del ejército ruso. El Papa condena una invasión que convierte a Ucrania en una nación mártir. A buen entendedor o a buena entendedora, pocas palabras.


[1] Las traducciones son de la excelente página deepl-com. He hecho, eso sí, algunas correcciones.

[2] Masacre de Butcha en Wikipedia.

[3] La Primera guerra de Chechenia tuvo lugar entre 1994 y 1996, durante la época de Yeltsin. Fue motivada por el anhelo de independencia del pueblo checheno luego del desmoronamiento de la Unión Soviética.

La Segunda guerra de Chechenia duró diez años, entre 1999 y 2009. En septiembre del 2003, Achmet Kadyrov, el candidato de Putin, logró imponerse a los demás candidatos, a los que ofrecieron algún premio a cambio de renunciar a su candidatura. Siete meses después, en mayo del 2004, Kadyrov murió como consecuencia de una bomba.

[4] Aunque, como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Aleppo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa. Cfr. Rusia no es potencia

[5] Me referí a ella en mi columna sobre La bomba atómica de Putin

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania? 

Esta semana, durante la manifestación o vigilia matutina, frente al Consulado ruso de la ciudad donde vivo, llegó otra señora a conversar con nosotros. Esta vez, no era una antropóloga e historiadora rusa, como hace algún tiempo (escribí sobre nuestro interesante encuentro en mi columna Mientras más armas, más corta la guerra).

La señora de esta semana también salía del Consulado General de la Federación Rusa. Probablemente, había ido a hacer algún trámite consular o a renovar su pasaporte u otros documentos. A diferencia de la primera señora que habló tanto con nosotros (al menos tres cuartos de hora), esta otra, estuvo menos tiempo, contó menos cosas y sus argumentos eran dos.

El primero de ellos consistía en sostener que Ucrania es un país sumamente corrupto. Sobre el tema, puedo decir lo mismo que escribí en mi columna Corrupción en Ucrania. Como toda ex-república soviética, Ucrania es un país muy corrupto. Es tan corrupto que está en el puesto 122, del ranking de Transparencia Internacional, con 32 puntos. Pero me pregunto si esta es una razón para declarar la guerra a Ucrania, para invadirla y para bombardear sus ciudades.

La pregunta cobra especial trascendencia al constatar que Rusia está aún más abajo en la escala de corrupción: Rusia ocupa el lugar 136, con sólo 29 puntos. Su lugar y su puntuación son aún peores que las de Ucrania. Cómo podía ser de otra forma, si Rusia es “la madre de todas las repúblicas soviéticas”, ya que durante la época de la UdRSS, fue la nación hegemónica en el desconcierto de las repúblicas socialistas soviéticas.

El camino hacia la probidad -lo contrario a la corrupción- es un camino largo y empedrado. Para quedar entre los mejores lugares del ranking internacional de los estados menos corruptos, hay que entrar por una puerta muy angosta[1]. Es más difícil aún cuando, como en el caso de Rusia bajo Putin, Rusia es hoy un estado mafioso, donde “Putin es un verdadero Padrino que da protección a los otros mafiosos (oligarcas, miembros del servicio secreto); pero les puede restringir o quitar la libertad o la vida, en cualquier momento”[2].

A propósito de Unión Soviética, la señora en cuestión nos planteó un segundo argumento: Ucrania no puede acercarse a Europa y a los países occidentales, porque Ucrania tiene una deuda muy grande con los otros países que integraban la familia soviética, especialmente con Rusia. Nuevamente es el el argumento de la “madrecita Rusia”, que viene de la época de los zares, sobrevivió al comunismo y renace hoy en día.

Ucrania no puede dar ahora la espalda a quienes le dieron tanto en el pasado, explica la señora. ¿A qué se referirá la buena babushka? ¿A la Unión Económica de Eurasia[3]? Esto es, a la Unión de estados post-soviéticos localizados en Eurasia[4], fundada por Putin inmediatamente después de la invasión y anexión de Crimea. Se dice que sin Ucrania, la unión de Eurasia carece de potencia económica, ya que el resto de las ex-repúblicas soviéticas -salvo Rusia- tienen economías muy débiles.

Uno de los participantes en la manifestación frente al Consulado, un hombre muy inteligente del Partido Verde, le respondió sencillamente constatando que la UdRSS dejó de existir en 1991. Es obvio que Ucrania no puede seguir perteneciendo a algo que no existe. En derecho internacional se habla de desmembramiento o de desplome del estado soviético ese año. Pienso que mucha gente -como la buena señora- prefiere cerrar los ojos al presente y continuar aferrada al pasado[5].

Me pregunto qué tanto habrá dado la Unión Soviética a Ucrania. ¿El holodomor? Sobre la inmensa hambruna traduje el 2008, el artículo de mi amigo Taras: Holodomor[6]. ¿Los otros horrores y la cruel represión del stalinismo? ¿Las matanzas de Trotzki? ¿La persecusión a los disidentes y su destierro a los Gulags (sistema penal de trabajos forzados)? ¿La pobreza, la falta de libertad, el totalitarismo? O tal vez ¿la revocación de la independencia de Ucrania, la negación de su existencia como estado independiente? ¿O la de su cultura e incluso de su idioma?

¿Qué tanto habrá dado Rusia a Ucrania durante la época soviética que justifique una guerra?


[1] Como aquella de que habla el Evangelio de San Lucas: “Jesús respondió: ‘Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán’”.

[2] La explicación es de Garri Kasparov, ver mi columna Mientras más armas, más corta la guerra

[3] Wikipedia nos informa que “The Eurasian Economic Union (EAEU or EEU) is an economic union of some post-Soviet states located in Eurasia”.

[4] Me referí a ella en mi columna La Nueva guerra fría

[5] Demasiadas personas viven en el pasado, incluyendo a Putin. Los invito a leer mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[6] Enlazo el original en inglés Remember the Holodomor, Don’t Let History Repeat Itself!