Armas para Ucrania

En mi columna Mientras más armas, más corta la guerra, relaté una conversación sumamente interesante con una historiadora y antropóloga rusa que también salía del consulado de la Federación rusa de la ciudad donde vivo. En “Que se vayan todos los políticos”, me referí a otra conversación, algo menos interesante con otra señora rusa que salía del consulado general, luego de haber hecho algún trámite.

Hoy, me gustaría contarles de otra persona que se acercó a conversar con nosotros. Esta vez, no era una señora rusa, sino una señora alemana. Ya de sus años, pero muy bien llevados, muy “deportista”, esa mañana había salido a caminar unas cuantas cuadras, como todas las mañanas, nos contó. Nos contó que apoyaba a Ucrania y que había participado en la primera manifestación frente al Consulado, el mismo 24 de febrero del 2022.

Se acercó a nosotros, porque -nos explicó- quería hacernos una pregunta, algo que le preocupaba desde hacía semanas. Nos contó que ella era feligresa de la Iglesia evangélica y que su iglesia está dividida en torno a la cuestión de las armas para Ucrania. La mitad de los evangélicos alemanes piensa que sí hay que entregar armas y la otra mitad no, nos dijo. Ella, como “pacifista”, no estaba de acuerdo con la entrega de armas. Pero quería saber nuestra opinión.

Yo le dije que yo estoy de acuerdo en entregar armas a Ucrania. Más aún, creo que es una necesidad ayudar a los ucranianos y a las ucranianas a defenderse. La guerra de Rusia contra Ucrania es claramente una guerra de agresión y el derecho internacional no sólo no nos prohíbe entregar armas a un país atacado, sino que nos obliga a ello. Más aún si existen dos resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenan la invasión rusa. Y la condena fue votada a favor por la inmensa mayoría de los países del mundo representados en la Asamblea. Podemos contar con los dedos de una sola mano los países que votaron a favor de Rusia.

Mi amigo -también extranjero, más concretamente irlandés- que participaba conmigo en la manifestación agregó que él estaba de acuerdo con la entrega de armas y que lo veía como una necesidad, como una exigencia de solidaridad internacional. Él no dijo que era irlandés, sino que era británico y a la señora se le caía la baba al escuchar a un “inglés”.

Entonces ella aprovechó de decir que su papá había partido a la guerra en 1941 y no me quedó claro si volvió o no, tampoco quise preguntárselo, ni preguntarle si su papá era o no partidario del nacionalsocialismo, como la mayoría de los alemanes protestantes de entonces.

Le dije que recordara la reunión de 1938 en München. En ella, la política del appeasement no había detenido a Hitler, muy por el contrario. Chamberlain (el primer ministro más poderoso de Europa y el único que podía hacerle frente a Hitler) se decidió a aceptar la invasión de los territorios checos de lo que entonces los nazis llamaban Los Sudetes. Esta es una denominación ahistórica, que comenzó a usarse después de 1918 y denomina las regiones de Moravia y Bohemia, en que la mayoría de los habitantes hablaba alemán (alemán de Austria, era gente que poco y nada tenía que ver con Alemania, su cultura era muy distinta).

Neville Chamberlain podría haberle dicho a Hitler que no. No a la invasión y posterior anexión de la región de Los Sudetes. Pero, Gran Bretaña aceptó la exigencia del canciller Hitler y Chamberlain regresó “triunfante” a Londres y al bajar del avión mostró el papel con su firma y la de Hitler -y también de Mussolini y de Édouard Daladier- en el Tratado de München de septiembre de 1938.

El premier británico estaba convencido que había evitado la guerra y logrado la paz, a cambio de un -para él- territorio checoslovaco insignificante ubicado justo en la frontera con Baviera. Hoy en día, alguna gente dice que hay que negociar con Putin y aceptar que ocupe Crimea y el Este de Ucrania a cambio de la paz. A Hitler y a Putin, este tipo de concesiones sólo le abren más el hambre. Después de los Sudetes, Hitler se hizo de toda Europa continental que quedó bajo poder de los alemanes. Lo mismo pasaría con Putin si aceptamos cederle territorio de Ucrania. Seguirán Moldavia, Georgia y mejor no pensar en qué más están reclamando… Kadyrov exige incluso el Este de Alemania[1].

Chamberlain, Mussolini y Daladier no le preguntaron a los checos si ellos estaban dispuestos a cederles parte de su territorio a Alemania nazi. Hoy, hay gente que cree que la decisión sobre el territorio de la República de Ucrania no es algo que concierne a Ucrania, sino que la decisión debe ser tomada por otros países. Por países más grandes, más necesitados de gas o de petróleo, más cómodos o más cobardes… O países que, simplemente, no quieren más estrés.

La señora argumentó que ella nunca usaría armas. Que preferiría que la mataran. Aseguró que ella no haría nada y eso es lo que debería hacer Ucrania: “dejar pasar de largo a los agresores sin hacer nada”. Le respondí que la agresión rusa no “pasa de largo”, sino que se queda. Putin invadió Ucrania y quiere quedarse, anexar Ucrania a su territorio. La guerra de agresión rusa no es una cosa que pasa y después Ucrania pueda seguir su camino. Puesto que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Lo que se me pasó preguntarle fue si ella tampoco haría nada si tiene familia a la que defender. Porque ella puede tomar la decisión de no hacer nada; pero qué pasa con la gente a su lado, hijos, por ej. Tal vez la vea de nuevo y la pregunte. Nuestra decisión acerca de cómo reaccionar ante un ataque no nos afecta sólo a nosotros, sino al grupo de gente a nuestro lado.

Le pregunté si conocía los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en Butscha e Irpin, por ej. Ya debido a tales crímenes no se puede hablar de que las tropas rusas “pasen de largo”. Como si después de invadir Ucrania, se retiraran pacíficamente y todo siguiera igual. Le pregunté si ella no ayudaría a una mujer que está siendo violada… Nuestra interlocutora parecía decir aquello que describí en mi columna Cuando me violaron: “Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida y te vas a olvidar de este episodio. O perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”.

La invité a volver y hablar con un pastor protestante que viene muy seguido a nuestra manifestación. Él, es fundador de un grupo pacifista; pero ahora es, sin duda, partidario de entregar armas a Ucrania. Nos despedimos muy amablemente y ella siguió su caminata. Me pregunto cuántas abuelitas en Mariupol, en Lisichansk o en cualquier otra ciudad en Ucrania, pueden salir tan descuidadas a caminar por la mañana sin riesgo de su vida…


[1] Curiosamente, en el territorio de la otrora República democrática alemana o Alemania comunista, Putin tiene muchos fans.

La guerra de Vietnam, la invasión de Ucrania y la extrema izquierda

Todos los días mueren cientos de personas en Ucrania. O tal vez, miles. El país está en ruinas. El bombardeo nocturno de centrales de electricidad y de calefacción es terrible para la población civil, entre la oscuridad y el frío bajo cero. Pero Ucrania no quiere entrar en conversaciones con Rusia (sic). Ucrania, y sobre todo, ese horrible presidente Selenski no es más que una marioneta de los Estados Unidos y de la Unión Europea o incluso del sionismo internacional y quién sabe de quién más.

Este tipo de aseveraciones son comunes en las redes sociales y se leen también en algunos medios de extrema derecha o de extrema izquierda. O incluso, en medios extremadamente conservadores que, por primera vez desde la II Guerra Mundial, se han unido al extremismo de derecha, en una insana alianza.

Ucrania tendría que darse por vencida, para así terminar la guerra de una vez por todas. Si de todas maneras, va a perder… Tiene que reconocer que no puede, que nadie puede frente a un país que tiene la bomba atómica. Putin tiene la bomba atómica y Ucrania no[1], de manera que Ucrania debería rendirse, ya que se enfrenta a una potencia nuclear. Seamos realistas: pidamos la rendición de Ucrania.

Sí, algunos autodenominados realistas o super realistas también se suman al coro que exige la rendición de Ucrania en nombre de la realidad, de la cual ellos se consideran sus únicos intérpretes. Todos los demás, seríamos ingenuos niños inocentes.

Además, Rusia es un país muchísimo más grande y con un ejército N veces mayor que el de Ucrania. Con tanto más hombres, con tanto más armamento, más munición, más vehículos de transporte… Más cohetes, tanques, aviones. Con buques de guerra, que Ucrania no tiene. Rusia tiene más recursos naturales que puede vender a un precio cada vez más alto. Y no hablo de semillas de cedro ni de leche condensada, sino de gas y de petróleo. No hay donde perderse: Rusia va a ganar esta guerra y Ucrania tendría cero posibilidades.

Sólo le queda rendirse y pasar a formar parte del nuevo imperio ruso. Sinceramente, no me habría imaginado que la extrema izquierda se pusiera explícitamente de parte de la nueva ideología imperialista. Es más, que la apoyara públicamente, en su discurso y a través de sus medios y de sus agentes, partidarios, trolles y bots en las redes sociales. En la época de la guerra de Vietnam, ellos (y sus padres o abuelos) despotricaban contra los imperialistas y el colonialismo. Y ahora, los apoyan.

Estos y otros muchos más, son los argumentos o pseudo argumentos de quienes, consciente o con una ingenuidad que raya en la estupidez, exigen que Ucrania se rinda. En realidad, ellos son los ingenuos. Directa o indirectamente apoyan a Putin y a sus exigencias imperiales. Generalmente se ubican o en la extrema derecha o en la extrema izquierda. Ambas tendencias son extremadamente similares, como ya he comentado tantas veces e incluso he expuesto la explicación de la ciencia política moderna sobre el tema[2]. En algunos países, se unen en manifestaciones (las Montagsdemo en Alemania, por ej.) e incluso en el gobierno[3].

Como ya he escrito tantas veces sobre la extrema derecha[4], me gustaría comentar ahora el tema, pero refiriéndome a la extrema izquierda.

No creo que, en la época de la guerra de Vietnam, la gente que profesaba ideas de  izquierda, haya llamado a los vietnamitas a rendirse[5]. No creo que les dijeran que, ya que Estados Unidos era un país tanto más poderoso que Vietnam, deberían rendirse. Ni tampoco que argumentaran con la bomba atómica de los Estados Unidos, que además habían lanzado ya, también en Asia, muy cerca de Vietnam.

No les dijeron a los vietnamitas que se rindieran porque EEUU eran una super potencia, con muchas más armas, con una inmensa economía, muchos más habitantes y por tanto, mucho más soldados y que contaba con el apoyo mundial. No les dijeron: ríndanse que los gringos tienen al agente orange o herbicida de la muerte y causan mucho sufrimiento en la población. Tienen muchos más soldados que uds. Tienen aviones, helicópteros, buques de guerra. Más bombas e incluso la bomba atómica.

Por el contrario, la extrema izquierda se lanzó en contra de los Estados Unidos con todas las armas a su alcance, incluyendo la prensa (en aquel entonces, no existían las redes sociales). Tal como hoy, paradógicamente se lanzan contra Ucrania y se ponen de parte del dictador Putin y de sus oligarcas (en su lectura, son meros capitalistas). Hoy en día, la extrema izquierda se cuadra con el imperialismo y llama nazis a los ucranianos[6].

¿Se imaginan a la extrema izquierda de aquel entonces pidiendo, exigiendo a sus correligionarios del Vietcong que se rindieran? Que se rindan porque los gringos tienen la bomba atómica y contra un país con una bomba atómica, no se puede ganar una guerra, como hoy proclaman tantos bots, tantos trolles, políticos de segunda línea, ciudadanos de a pie e incluso uno y otro experto que se alinea con este sector político (sector cada día más pequeño, pero que se sigue haciendo notar).

Para qué hablar de la argumentación del sufrimiento del pueblo y de las muertes de soldados y de civiles. Esto es algo que a los marxistas leninistas o a los nacionalistas bolcheviques nunca les ha importado, ni durante la guerra de Vietnam, ni tampoco les importa ahora. Los soldados rusos recién reclutados en lejanas provincias de la Federación y que yacen muertos en Ucrania por una causa que no es la suya, son simple carne de cañón. Pero como a la mayoría de nosotros, personas normales, sí nos afecta que muera gente y que sufran, recurren a ese argumento, para intentar convencernos de que Ucrania tendría que rendirse para parar el sufrimiento y el derramamiento de sangre.

Yo les propondría que, en vez de llamar a que Ucrania se rinda, pueden empezar a escribir cartas públicas a Putin, pidiéndole retirar sus tropas de Ucrania: de Crimea, de Lugansk, de Donets, de Mariupol, de todas partes donde estén los soldados o del ejército regular ruso, o del Grupo Wagner o del nuevo grupo de mercenarios que pertenece al ministro de “defensa” (que ahora es un business man), o de Kadyrov (el dictador de Chechenia[7]) o de la guardia de élite de Putin, etc. En estos grupos armados, hay que incluir a los hombrecitos verdes que invadieron la península de Crimea[8].

Así como la izquierda no le pidió a los vietnamitas que se rindieran ante la super potencia atómica Estados Unidos, el país más rico y más poderos del mundo, tampoco la extrema izquierda de hoy le puede exigir a los ucranianos y a las ucranianas que se rindan ante una potencia regional[9] con una ideología imperial, como es Rusia bajo Putin. Por mucho que tenga armas atómicas y que Putin y sus marionetas se lo pasen amenazando con lanzar una de ellas y trazando líneas rojas[10].

Si los extremistas occidentales están realmente tan interesados en la paz, sería preferible que exigieran a Putin y a su camarilla que acaben con la guerra porque no hay que olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 


[1] Ucrania entregó a Rusia todo su armamento atómico después de la caída de la Unión Soviética, a cambio de la inviolabilidad de sus fronteras, garantizada en el Memorándum de Budapest. Violado el 2014 por primera vez, por Rusia con la anexión de Crimea y la invasión de la Cuenca del Donetsk.

[2] ¿Qué es el continuo político? Invito a leer también El extremismo en la teoría de la herradura o de la U y El maniqueísmo en los extremos políticos 

[3] Pienso en el gobierno de en Grecia bajo Tsipras, un político de extrema izquierda que se alió con la y de varios gobiernos italianos.

[4] En Europa, el mayor peligro viene de la extrema derecha. En Latinoamérica, de la extrema izquierda. Ambos grupos, si ves sus postulados son increíblemente parecidos.

[5] En honor a la verdad, al primero a quien escuché esto fue al periodista austriaco Raimund Löw 

[6] Ver Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[7] A él me referí en El Papa y Ucrania

[8] El último ataque de Rusia a los ucranianos es una advertencia para Occidente

[9] Rusia no es potencia

[10] La bomba atómica de Putin

Putin, el Gigante Aparente

En Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, uno de los personajes -a mi modo de ver más ingeniosos- es el Gigante Aparente. Un gigante que parece muy grande cuando es visto desde lejos. Pero, a medida que te acercas a él, lo ves cada vez más pequeño. Es la razón por la cual está muy solo, ya que, la gente le tiene miedo debido a su gran tamaño.

Christian Mölling[1], experto en temas militares de uno de los think tanks más importantes de Alemania[2], explica esta semana que Putin le recordaba al gigante aparente del cuento para niños. En efecto, cuando te acercas a Putin y ves más de cerca todo aquello para lo que tiene o para lo que no tiene la capacidad, te das cuenta que Putin no es tan grande, como parecía desde lejos.

Así como Rusia ya no es potencia, Putin tampoco es un gigante. Antes de febrero de este año, todos temíamos a Rusia y a Putin. Sabíamos que Rusia no es una potencia económica; pero nos habían convencido que sí era una gran potencia militar. Gracias a las reformas y modernizaciones de Gerasimov y a su tanque “Armata”[3], las fuerzas armadas rusas serían poco menos que invencibles.

Muchos “expertos” nos advirtieron que Ucrania no resistiría ni siquiera tres días y que al tercer día, las tropas rusas tomarían Kiev e instalarían un gobierno marioneta, a la antigua usanza soviética[4]. Varios países -al parecer, entre ellos también Estados Unidos- ofrecieron asilo a Selenski. Pero el presidente ucraniano respondió que no necesitaba que le mandaran un avión para huir, sino armas para defender su país (I need ammunition, not a ride)[5].

Evidentemente, Selenski no quiso hacer la de Yanukóvich, el antiguo presidente pro-ruso que huyó en helicóptero a la ciudad rusa Rostov del Don cuando antes de que el pueblo irrumpiera en su lujoso palacio.

En febrero pasado, nadie daba un peso por Ucrania. Putin era considerado un gigante que aplastaría a su vecino. Se hablaba de una lucha desigual entre David y Goliat. Rusia había creado en torno a sí, el mito de un gigante militar. Fue entonces cuando Martin Bille Hermann, el embajador danés ante las Naciones Unidas, en su calidad de representante de los países escandinavos y del Norte de Europa, pronunció su discurso que resumía el estado de la situación: Si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania 

Después de más de 300 días de guerra, la realidad descrita por el embajador de Dinamarca no ha cambiado y se ha vuelto más urgente la necesidad de apoyar a Ucrania, país que, apoyado por casi todos los países del mundo, se defiende de la invasión de la Rusia putiniana. El gobierno de Putin está hoy más aislado que nunca antes[6]. En este punto, hay una diferencia muy grande con la Unión Soviética durante la guerra fría[7], que en menor o mayor medida, controlaba casi un tercio del mundo.

A partir de aquel fatídico 24 de febrero, la Rusia de Putin ha pasado de ser un gigante, a ser un gigante aparente, un pueblo de Potemkin[8], por no decir un enano o un simple fake. Mölling sostiene que, mientras más nos acercamos a Putin, a su ejército y a su aparato, vemos a un supuesto gigante que se achica al tamaño que realmente tiene. Y aparece ante nuestra vista como lo que es: un régimen criminal, un ejército mal preparado, un un pequeño séquito, donde cada uno de sus miembros pelea por sobrevivir[9].

En suma, Putin y el estado ruso que él ha creado en sus 23 años[10] en el poder no es ni potencia, ni gigante. A lo sumo es un gigante aparente, como el personaje del cuento de Michael Ende. Un gigante que, de lejos parece ser enorme; pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta que no es más que un enano.


[1] @Ce_Moll, en Twitter.

[2] Stiftung Wissenschaft und Politik, Berlín.

[3] Resulta que el Armata no pasó de ser un prototipo y parece que de los tres que existen, al parecer, hay sólo dos que funcionan. O algo así, debido a la falta de transparencia rusa, no se puede saber con exactitud.

[4] Así como en Afganistán.

[5] “The fight is here; I need ammunition, not a ride.” – @ZelenskyyUa on the US evacuation offer. Tweet de la embajada ucraniana en Gran Bretaña.

[6] Aparte claro del “apoyo” de Corea del Norte y de Irán, que le venden armas y de Bielorrusia, cuyo gobierno está obligado a apoyar a Putin, porque si no cae.

[7] El 2016, Rusia ya estaba aislada, como comenté en mi columna de ese año sobre La nueva guerra fría

[8] En Rusia no es potencia, expliqué que: “La leyenda que ha creado en torno a sí se parece más a las fachadas que mandó construir Gregorio Potemkin para impresionar a la emperatriz Catalina la Grande. No sin razón, el escritor ruso Dimitri Gluchowski habla de la mitomanía rusa. Los pueblos de Potemkin eran pura fachada, detrás de las cuales no había nada”.

[9] Mölling hält neuen Vormarsch auf Kiew für möglich 

[10] Putin lleva 23 años en el poder

El Papa y Ucrania

En los últimos meses, ha habido muchas críticas abiertas o veladas al Papa Francisco, ya que no ha tomado partido abiertamente a favor de Ucrania. En la entrevista que apareció recientemente publicada en la revista estadounidense America Magazine, Gerard O’Connell, corresponsal en el Vaticano, pregunta al Papa sobre este tema. Pueden leer el texto completo de la entrevista en: Exclusive: Pope Francis discusses Ukraine, U.S. bishops and more

La pregunta es la siguiente: Santo Padre, sobre Ucrania: Muchos en Estados Unidos se han sentido confundidos por su aparente falta de voluntad para criticar directamente a Rusia por su agresión contra Ucrania, prefiriendo en su lugar hablar de forma más general de la necesidad de poner fin a la guerra, de acabar con la actividad mercenaria en lugar de con los ataques rusos, y con el tráfico de armas. ¿Cómo explicaría su postura sobre esta guerra a los ucranianos o a los estadounidenses y otras personas que apoyan a Ucrania?[1] 

La respuesta del Papa es bien clara: Cuando hablo de Ucrania, hablo de un pueblo martirizado. Si tienes un pueblo martirizado, tienes a alguien que lo martiriza. Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información sobre la crueldad de las tropas que llegan. Generalmente, los más crueles son quizás los que son de Rusia pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos y otros. Ciertamente, quien invade es el Estado ruso, esto está muy claro. A veces trato de no especificar para no ofender y más bien condeno en general, aunque se sabe bien a quién estoy condenando. No es necesario que ponga nombre y apellidos.

El segundo día de la guerra fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede], un gesto inusual porque el Papa nunca va a una embajada. Y allí le dije al embajador que le dijera a [Vladimir] Putin que estaba dispuesto a viajar a condición de que me dejara una pequeña ventana para negociar. [Serguei] Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores, me contestó con una carta muy amable en la que entendí que por el momento no era necesario.

Hablé tres veces por teléfono con el presidente Selensky. Y trabajo en general con la recepción de listas de prisioneros, tanto civiles como militares, y las hago llegar al gobierno ruso, y la respuesta ha sido siempre muy positiva. También pensé en viajar, pero tomé la decisión: si viajo, voy a Moscú y a Kiev, a ambos, no a un solo lugar. Y nunca he dado la impresión de encubrir la agresión. Recibí aquí en esta sala, tres o cuatro veces, a una delegación del gobierno ucraniano. Y trabajamos juntos.

¿Por qué no nombro a Putin? Porque no es necesario; ya se sabe. Sin embargo, a veces la gente se aferra a un detalle. Todo el mundo conoce mi postura, con Putin o sin Putin, sin nombrarlo.

La acusación de racismo que se ha hecho a Francisco luego de la entrevista no puede ser descartada sin más. Es cierto que la prensa y los expertos nos informaron que las tropas que cometieron los crímenes de guerra en Butcha[2], eran chechenas. Conociendo la fama de Ramsan Kadyrov y de sus soldados, no me extraña nada. No sin razón, Kadyrov es llamado el “perro rabioso de Putin”, incluso en Rusia. Pero, de ninguna manera, esta calificación puede ser extendida a todos los chechenos.

Lo de los chechenos es curioso, porque ellos sufrieron tanto o más de lo que están sufriendo los ucranianos hoy día. En dos guerras muy terribles[3], los chechenos lucharon contra Rusia por la independencia de su país. Lo que al final, no lograron. Sus ciudades fueron arrasadas en bombardeos hasta entonces sólo comparables a los de la II Guerra Mundial. Después vimos este mismo típo de bombardeos en Siria, ejecutados igualmente, por fuerzas rusas. La destrucción de Grozni, la capital de Chechenia es comparable a la destrucción de Aleppo en Siria y de Mariupol, en Ucrania[4].

Sobre los buriatos, no tengo mayores antecedentes acerca de su comportamiento como soldados. Son una etnia mongólica de Siberia, la etnia más numerosa de esa región. Originalmente, de religión budista, me temo que, después de medio siglo de indoctrinación comunista, de religión les queda poco y nada. Hace poco, eso sí, hubo un rechazo multitudinario a la “movilización parcial” por parte de budistas en alguna de estas repúblicas.

Como señalé en una columna anterior, la mayoría de los hombres reclutados en la llamada movilización parcial[5] procede de lejanas repúblicas de la Federación Rusa. En general, de Asia Central y especialmente de Siberia. Pienso que eso no los hace ni más, ni menos capaces de cometer crímenes de guerra que a los habitantes de Moscú o de San Petersburgo, que no son reclutados.

La verdad es que a mí me gusta que el Papa Francisco haya mantenido esta posición más bien mesurada. Lo que no significa que no condene la agresión rusa. Sinceramente, no me gustaría ver a Francisco convertido en un segundo patriarca Cirilo (me refiero al patriarca de la iglesia ortodoxa de Moscú), que no se sabe si es sólo un agente de la KGB, un sibarita o simplemente un nacionalista ruso que confunde la religión con el fanatismo patriotero.

Sería ridículo que la guerra fuera convertida por Rusia en un enfrentamiento entre el mundo occidental y la ortodoxia, máxime cuando la mayoría de los ucranianos son igualmente ortodoxos. Prefiero que cada uno, cada una de nosotros tome su propia decisión de apoyar a Ucrania, a la democracia, al progreso, al pluralismo, a nuestro estilo de vida libre e individual. No me gustaría que la desinformación presentara la guerra como un duelo entre católicos y ortodoxos, como una nueva guerra de los treinta años o algo por el estilo.

Es muy bueno que O’Connell haya planteado al Papa este tema. No estamos en Rusia donde no es permitido hacer preguntas críticas. Por el contrario,  en nuestra sociedad pluralista, las preguntas críticas son bienvenidas y deseables. El Papa Francisco tiene razón: no es necesario nombrar explícitamente a Putin para saber de quien está hablando, a quien está condenando. Creo que las palabras de Francisco son bien claras: la condena es a Putin, a la brutalidad del ejército ruso. El Papa condena una invasión que convierte a Ucrania en una nación mártir. A buen entendedor o a buena entendedora, pocas palabras.


[1] Las traducciones son de la excelente página deepl-com. He hecho, eso sí, algunas correcciones.

[2] Masacre de Butcha en Wikipedia.

[3] La Primera guerra de Chechenia tuvo lugar entre 1994 y 1996, durante la época de Yeltsin. Fue motivada por el anhelo de independencia del pueblo checheno luego del desmoronamiento de la Unión Soviética.

La Segunda guerra de Chechenia duró diez años, entre 1999 y 2009. En septiembre del 2003, Achmet Kadyrov, el candidato de Putin, logró imponerse a los demás candidatos, a los que ofrecieron algún premio a cambio de renunciar a su candidatura. Siete meses después, en mayo del 2004, Kadyrov murió como consecuencia de una bomba.

[4] Aunque, como mencioné alguna vez, una compañera de colegio me insiste en que Aleppo y otras ciudades sirias fueron bombardeadas y destruidas por los norteamericanos. Sin duda, otro éxito de la desinformación rusa. Cfr. Rusia no es potencia

[5] Me referí a ella en mi columna sobre La bomba atómica de Putin

El cohete que cayó en Polonia

El “análisis preliminar sugiere que el incidente probablemente fue causado por un misil de defensa aérea ucraniano, disparado para defender el territorio ucraniano contra los ataques de misiles de crucero rusos. Pero permítanme ser claro. Esto no es culpa de Ucrania. La responsabilidad última es de Rusia, que continúa su guerra ilegal contra Ucrania”[1]. Son las palabras claras y precisas del secretario general de la OTAN, el socialdemócrata noruego Jens Stoltenberg.

Stoltenberg fue primer ministro de su país durante el atentado terrorista de Oslo y Utoya. Para él, las situaciones difíciles no son una excepción[2]. Hace un par de días, nos remeció la noticia de un cohete ruso que cayó sobre Polonia matando a dos personas. A dos campesinos que se encontraban trabajando en una bodega agrícola. La prensa agrandó la situación y muchos políticos y políticas reaccionaron acusando a Rusia de lo ocurrido. Era lógico, ya que la prensa internacional hablaba de un “cohete ruso”.

Pero a las pocas horas, esa misma noche -o día, depende de en qué parte del mundo estés[3]– el presidente norteamericano Joseph Biden, durante la cumbre de los G20 en Bali, aclaró en otra conferencia de prensa lo siguiente: “Señor Presidente, ¿es demasiado pronto para decir si el misil fue disparado desde Rusia? Biden: Hay información preliminar que lo rebate. No quiero asegurarlo hasta que investiguemos completamente. Pero es improbable, por la trayectoria, que haya sido disparado desde Rusia. Pero ya veremos. Veremos”[4].

Quienes veían al mundo en medio de una guerra nuclear deben haber estado muy decepcionados. Yo creo que el miedo es un mal consejero y, de todas maneras, un mal compañero. Según los alarmistas, el ataque ruso a Polonia, era el temido casus foederis -ya que habían atacado a un país de la Alianza- y significaba la entrada de la OTAN a la guerra. Ellos -que consciente o inconscientemente hacen el juego a Putin- lo habían advertido: no hay que contradecir a Putin, hay que dejarlo hacer, porque si no, vamos directo a la tercera guerra mundial y al acabose nuclear.

Pero nada de esto ocurrió. Los destinos del mundo parece que están en manos de gente con más criterio de lo que creen los alarmistas. Como los países de la OTAN observan permanentemente el espacio aéreo de Ucrania, estaban en condiciones de adelantar que, muy probablemente, los objetos caídos sobre Polonia no son un cohete o un misil disparado por las fuerzas rusas o, al menos, no totalmente. Esto se puede determinar calculando su trayectoria con información transmitida directamente a la base aérea de Ramstein.

Así, da lo mismo quién lo haya lanzado o a quién se le haya caído el cohete. No fue intencional, no fue un ataque a Polonia y esto es lo decisivo. No se aplica el Art. 5 del Tratado de la OTAN, ni siquiera el Art. 4. Entre paréntesis, Putin habla una y otra vez de una guerra contra occidente y contra la OTAN, la Unión Europea y los EEUU; pero Rusia se cuida enormemente de “no meterse” con ningún país de la OTAN. Su “guerra” es puramente retórica. Hay que considerar que la OTAN es un bloque unido y que a Putin no lo ayuda ni su trastienda: ni el Grupo de cooperación económica de Shangai, ni ningún país de la Comunidad de Estados Independientes[5].

Ese martes 15 de noviembre, Ucrania había sido objeto de un nuevo ataque ruso con al menos, 90 cohetes, aparte de otro tanto drones y de misiles. Los ataques rusos se concentran en las ciudades y en las centrales de energía. Su objetivo es destruirlas, para que la población de Ucrania se quede sin electricidad y sin calefacción ahora que empieza el invierno. Los ataques rusos son claramente contrarios al derecho internacional, ya que la infraestructura civil no puede ser nunca el objetivo de un ataque militar.

El cohete que cayó en Polonia, a 6 ó 7 kms de la frontera con Ucrania, es un S-300 de fabricación rusa, por lo que los medios de comunicación se referían a un “cohete ruso”. Pero Ucrania también tiene cohetes made in Russia, de manera que bien podía haber sido disparado por las fuerzas armadas ucranianas. Más aún si era un cohete de defensa antiaérea, ya que Ucrania estuvo todo ese día -y los días y semanas anteriores- bajo ataque ruso.

Asimismo, hay que considerar que Rusia se está quedando sin cohetes y que recurre a cualquier cosa para lanzar contra Ucrania, como hemos visto en muchas otras ocasiones. De manera que tampoco se puede descartar que Rusia haya usado un arma propia de la defensa antiaérea para atacar a Ucrania. Y, mientras Corea del Norte o Irán no provean a Putin de nuevas armas y cohetes, esto seguirá así[6].

El S-300 tiene generalmente un alcance limitado, de 75 kms., lo que haría imposible un lanzamiento por parte del ejército de Putin desde Bielorrusia. Sin embargo, los S-300 más modernos, sí tienen un alcance de hasta 300 kms., de modo que sí podría haber sido lanzado por las fuerzas rusas, desde Rusia o desde las regiones controladas por los separatistas. Lo decisivo es conocer el año de fabricación. Para eso, los investigadores polacos, rastrean kilómetros a la redonda en torno al lugar de la caída.

El cráter del lugar donde cayó no parece ser muy grande. En consecuencia, probablemente explotó en el aire y fueron las partes del cohete las que cayeron en Polonia. O tal vez, partes del cohete interceptado y/o partes del interceptor. Tenemos que esperar el resultado de las investigaciones polacas, a las que se han sumado otros países occidentales y Ucrania, para saber bien qué fue lo que realmente ocurrió.

Entre tanto, el gobierno polaco anticipó que los dos campesinos tendrán un funeral de estado y en la pequeña ciudad de donde procedían, se decretó duelo de varios días. Una vida humana es, en sí misma, infinitamente valiosa, esto es lo que creemos en las sociedades civilizadas.

Polonia había pensado llamar a una reunión de consultas, según el artículo 4° del Tratado de la OTAN[7]; pero, en realidad, bastó con una reunión de embajadores en Bruselas al día siguiente. Todos reaccionaron bien, nadie se portó como el  vaquero estereotipo que primero dispara y luego piensa. Nadie habló de declarar la guerra a Rusia. Nadie invocó el art. 5° del Tratado, que contiene la cláusula de defensa recíproca, casus foederis o cláusula de los mosqueteros (uno para todos y todos para uno)[8].

Eso sí, hubo una falla y no menor: el general norteamericano Mark Milley llamó por el teléfono rojo a su colega ruso, el general Guerasimov y no se pudo comunicar con él. Alguien contó que, como la llamada fue realizada durante la noche en Rusia, probablemente, la persona que contestó el teléfono, no consideró importante despertar a Valeri Guerasimov[9]. No sé si es indolecia o estupidez, o ambas cosas.

En suma, los mecanismos de reacción previstos se cumplieron. Nadie reaccionó mal, como algunos temían o aseguraban que pasaría. La OTAN mostró cordura y sensatez a todo nivel, incluso frente a la fuerte presión política posterior articulada a través de la prensa y, especialmente de las redes sociales ¿O sería más propio hablar de redes antisociales? Creo que podemos confiar en las instituciones políticas y militares de los países de Occidente. Gracias a Dios, las decisiones no se toman en Twitter. La democracia liberal representativa y sus instituciones ha demostrado, una vez más, su superioridad[10].


[1] “Our preliminary analysis suggests that the incident was likely caused by a Ukrainian air defence missile fired to defend Ukrainian territory against Russian cruise missile attacks. But let me be clear. This is not Ukraine’s fault. Russia bears ultimate responsibility, as it continues its illegal war against Ukraine”, conferencia de prensa de 16 de noviembre

[2] En aquella época, le preguntaron cuál había sido su receta para permanecer tan tranquilo durante las semanas posteriores a los atentados. Respondió que largos trayectos en bicicleta lo habían ayudado. Pero evidentemente, hubo mucho más que eso. Hace poco, reconoció que un herpes lo tenía muy mal y que no podía rendir tanto. Humildad y reconocer que las personas no somos “inquebrantables”, creo que son actitudes que juegan un rol fundamental. Se cuenta que Lavrov, al llegar a Bali, tuvo que irse del aeropuerto directo al hospital. Hay muchos testimonios que lo confirman; pero, de acuerdo a la mejor costumbre soviética, el gobierno ruso lo niega. Los jerarcas rusos negaban cualquier enfermedad, hasta que caían muertos y la TV rusa comenzaba transmitiendo el Lago de los Cisnes ininterrumpidamente durante horas, hasta que daban la noticia.

[3] La bomba cayó a las 15.45. La noticia se conoció en Europa, recién a comienzos de la noche.

[4] Mr. President, is it too early to say whether this missile was fired from Russia? THE PRESIDENT: There is preliminary information that contests that. I don’t want to say that until we completely investigate. But it is — I — it’s unlikely, in the minds of the trajectory, that it was fired from Russia. But we’ll see. We’ll see”, conferencia de prensa de 15 de noviembre, en la página de la Casa Blanca

[5] Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

[6] Israel acaba de anunciar que, si Irán pasa cohetes a Rusia, Isreal entregará misiles de alta precisión a Ucrania.

[7] Artículo 4 Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada.

[8] Artículo 5 Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y todas las medidas adoptadas en consecuencia serán inmediatamente puestas en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales.

[9] Me referí a Guerasimov en mi columna anterior Rusia no es potencia

[10] Las dos traducciones que aparecen en esta columna son tan buenas gracias a deepl.com. En este momento, el mejor traductor on line del mundo. Gracias a su fundador y CEO, Jarosław Kutyłowski. Claro que mejoré un poco las traducciones, porque ningún programa de traducción es perfecto.

El nuevo imperialismo ruso y Carl Schmitt

Esta semana, Moscú propuso a los Estados Unidos, “conversar” y llegar a un acuerdo sobre Ucrania. Me pregunto si los agentes de la KGB actualmente en el poder no pensaron que esa es una cuestión que debe ser resuelta por Ucrania. Hay que considerar que, desde un comienzo, Putin se rehusó a hablar con el presidente ucraniano. Después de los crímenes de guerra de Butscha, Zelensky no hizo más intentos de “conversar” con el aprendiz de zar.

Putin -que se pasó la pandemia encerrado leyendo libros de historia de nivel escolar- cree que los que toman las decisiones son los imperios y no los países. No es Ucrania quien debe decidir, sino el gran imperio ruso y la otra superpotencia: los Estados Unidos.

Lo que Putin y su camarilla no han captado es que el mundo ya no es bipolar como en la época de la Guerra Fría. (Aunque personalidades bipolares abundan en la política). Parece que tampoco se han dado cuenta que Rusia no es una potencia, ni menos una superpotencia. Obama tenía toda la razón al referirse a Rusia como una potencia regional, lo que en ese entonces, provocó la ira de Putin.

Putin y sus secuaces son prisioneros de un pensamiento imperial absolutamente arcaico. Alexander Dugin -conocido durante décadas como “el ideólogo del Kremlin”- es un gran admirador de Carl Schmitt (el jurista estrella del Tercer Reich[1]) y también de  Karl Haushofer[2], otro precursor del nacionalsocialismo. En este mundo paralelo en que vive la dirigencia rusa, “el derecho de los estados nacionales habría sido reemplazado por un derecho de las potencias, encargadas de decidir acerca del destino de un sinnúmero de países, de protectorados y de ex-países”[3].

En consecuencia, no hay que conversar con Ucrania, ya que sólo las “potencias” deciden acerca de las fronteras de los pequeños estados que forman parte de su supuesto imperio, zona de influencia o “gran espacio” para hablar con Carl Schmitt.

Es más, para Putin, Lavrov, Dugin, Medvedev y muchos otros, Ucrania ni siquiera existe, es sólo una parte de Rusia. Para la ideología o mentalidad imperialista, sólo existen los imperios: el espacio entre ellos puede ser repartido a su antojo. Recordemos no más el Pacto entre Hitler y Stalin[4] en que ambos tiranos se repartieron Europa. No hay nada intermedio que pueda tener vida propia, menos que nada, los estados nacionales.

En la historia, muchos estados nacionales nacieron al desmembrarse los antiguos imperios. Sin embargo, supongo que a ningún presidente de Austria se le ocurriría exigir que Eslovaquia, Eslovenia o parte de Rumania o de Polonia fueran anexados por Viena. Ni a Suecia, anexar Estonia, Finlandia o el Norte de Alemania. Pero claro, hay gente que vive aún en el siglo 17[5].

A propósito de imperios del pasado, para Schmitt, el “gran espacio” o Großraum que configura el territorio de un imperio (Schmitt no habla de imperios, sino de reinos; pero, en definitiva, viene a ser lo mismo) debe estar “conectado”, esto es, unido territorialmente. Así como Ucrania y Bielorrusia están “conectadas” con Rusia, la tierra madre o la “madrecita Rusia”, como le llaman.

La Rusia de Putin no es un imperio del tipo Gran Bretaña, ni siquiera del tipo soviético, con territorios y colonias mercantiles o ideológicas en todo el mundo. En la ideología actual rusa, los territorios deben estar conectados territorialmente con la metrópoli, esto es, con Rusia.

Lo anterior, sin perjuicio de que se puedan ir conectando cada vez más territorios, a medida que avanza la expansión imperial. La Rusia de Putin es claramente expansionista. Hace un par de días, un político ruso dirigente de una de las provincias anexionadas por Rusia, aseguró que pronto existirá la “república de Francia, integrante de la Federación rusa” y que también serán recibidos los territorios de Alemania que quisieran unirse a la Federación. La Federación es el nombre del nuevo imperio.

En la teoría de Carl Schmitt, de Dugin y de Putin & Co., “los estados no tienen en absoluto derecho a la libre determinación”. Podemos olvidarnos de la Carta de las Naciones Unidas. Como hace ver Bernd Rüthers, uno de los grandes conocedores del pensamiento de Schmitt, “la filosofía de los grandes espacios en el derecho internacional es exactamente lo contrario a la autodeterminación de los pueblos”[6].

Generalmente, los imperios no entienden cuáles son sus límites. En otras palabras, no se dan cuenta de que tienen límites. Antiguamente, los imperios pretendían conquistar todo el mundo conocido. Así como Alejandro Magno o el Imperio Romano. Hasta cierto punto, es lo que pasa actualmente con el Imperio ruso, que es un poco como el imperio de los zares y otro poco como el imperio soviético. O tal vez, una insana mezcla de ambos.

La respuesta de los Estados Unidos a la proposición rusa fue lógicamente: “tenemos que hablar con Zelensky. No podemos tomar decisiones por Ucrania”. Ucrania es un país libre e independiente y queremos que lo siga siendo. Es un estado-nación que se formó al final de la I Guerra, luego de la caída de los imperios zarista y austro-húngaro[7] y de la desmembración del segundo. Sólo la deletérea fuerza del ejército rojo y de la represión inmisericorde de Trotski y luego de Stalin, incluyendo la horrible hambruna conocida como Holodomor[8], lograron frenar su vuelo independentista. Así, Ucrania fue virtualmente congelada durante años como una “república soviética”, hasta que, luego de la caída y desmembración de la UdRSS, finalmente se liberó del yugo imperial.

Quienes estamos a favor de la libertad, del derecho internacional y de la autodeterminación de los pueblos, apoyamos a Ucrania.


[1] CARL SCHMITT, DER KRONJURIST DES III. REICHES. Waldemar Gurian, “Deutsche Briefe” Nr. 4, Luzern, 26. Oktober 1934 Waldemar Gurian fue el primer autor que le dió esta denominación. Invito a leer ¿Fue Carl Schmitt un nazi?

[2] “Haushofer es uno de los cuatro autores principales en que se basaron los nazis para elaborar su teoría del Lebensraum o espacio vital. Los otros son Friedrich Ratzel, Alfred Rosenberg y el propio Carl Schmitt”, El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[3] El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[4] Hitler, Stalin y el inicio de la II Guerra

[5] Putin llega con 200 años de retraso

[6] El nuevo orden en el derecho internacional, según Carl Schmitt

[7] “Efectivamente, los ucranianos habían obtenido su independencia y soberanía después de la I Guerra Mundial y no querían entregarla a una banda de asesinos en torno a Stalin. Trotsky había sometido a Ucrania en 1922 por la fuerza de las armas del Ejército Rojo”, La guerra del hambre o el hambre como arma

[8] De mi amigo Taras que actualmente lucha en la guerra, defendiendo a su país, invito a leer Ucrania: Holodomor El original en inglés: Remember the Holodomor, Don’t Let History Repeat Itself!

Mientras más armas, más corta la guerra

Esta semana, estuve conversando con una historiadora y antropóloga rusa. Me encontré con ella durante una pequeña manifestación (una vigilia matutina) frente al Consulado General de la Federación Rusa de la ciudad donde vivo.

He participado varias veces en la vigilia y he observado que quienes entran y salen del consulado, en su mayoría, no reaccionan ante nuestra presencia. Rusos y ciudadanos de otras nacionalidades que acuden al consulado no dicen nada. Esto no es de extrañar considerando las muchas cámaras que, desde el consulado, apuntan hacia la calle. Filmar la calle es ilegal; pero, supongo que debido a la ficción histórica de la extraterritorialidad de los consulados, las autoridades locales no pueden hacer nada. Rusia controla a sus ciudadanos y también a quienes no lo somos. Como decía Stalin, “la confianza es buena; el control es mejor”.

Entre quienes nos hacen algún gesto o nos dicen algo, priman las personas favorables a nuestra posición contraria a la guerra. No falta el joven que nos grita Slava Ukraini o la joven musulmana (sé que es musulmana por su hiyab) que nos hace un gesto de “muchas gracias”, juntando con las manos (como el emoticon) o personas que ponen el dedo hacia arriba. Hace algún tiempo, una señora ya mayor atravesó la calle (estamos en la vereda del frente) y abrazó llorando a una de las participantes en la manifestación.

Esta semana, una mujer alta y rubia atravesó la calle y nos dió las gracias. Yo tenía una bandera de Ucrania de 150 por 90 cm, o sea más o menos grande. Nos dijo que ella viene de San Petersburgo y que había sido detenida por la policía rusa en una manifestación que tuvo lugar en Petersburgo inmediatamente después del inicio de la invasión. Las autoridades rusas liberaron a las personas mayores de 50; pero los jóvenes siguieron detenidos. Ella huyó de Rusia por tierra (tren, bus y taxi) en lo que calificó la aventura más peligrosa de su vida.  

Nos contó que es antropóloga e historiadora y actualmente vive en Colonia. Nos dijo que a Putin sólo se lo puede parar con armas. Mientras más armas, más corta la guerra, aseguró. Es también lo que yo creo. En los últimos días, ha surgido el hashtag #armukrainenow Garri Kasparov dice que, mientras más tardemos en hacer frente a Putin y en entregar armas a Ucrania, más larga será la guerra[1].

Mis compañeros de manifestación -que antes eran pacifistas- no estaban de acuerdo en entregar “tanques de combate” a Ucrania. Pero yo pienso que no entregar a los ucranianos las armas que ellos necesitan para recuperar el territorio invadido por Rusia, es como decirle a una mujer a la que están violando, “si te doy un arma, tu violador se volverá aún más violento. Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte”[2].

La historiadora nos contó que su tía en Petersburgo cree a pie juntillas todo lo que dice la televisión rusa. Explicó que Putin fue agente de la KGB y que se comporta como tal[3]. No hay que olvidar que Putin era especialista de la KGB precisamente en información, esto es, en desinformación. Durante la época soviética, la URSS era la campeona mundial de la desinformación y muchas fake news propagadas en aquel entonces, continúan circulando por el mundo y aún hay gente que las cree.

La intelectual rusa dice que muchos alemanes de Rusia (llegaron abundantemente durante la época de Helmut Kohl y, en agradecimiento, fueron fieles votantes de la democracia cristiana, el partido de Kohl, hasta que comenzaron a votar a favor de la AfD, un partido radical de derecha) están a favor de Putin, porque, durante años, visto la televisión rusa. Pienso que, afortunadamente la Unión Europea prohibió Russia Today, el canal de propaganda estatal rusa que transmitía fake news 24 horas al día.

Explica que Putin es un hombre brutal y sin escrúpulos, que sólo puede ser detenido por la fuerza y demostrando firmeza, que es lo que falta a demasiados líderes de los países democráticos. Putin interpreta todo intento de conciliación o de llegar a un acuerdo como una muestra de debilidad. Él sólo entiende el lenguaje del poder. Pienso que si Putin no ha sido detenido con nada, tampoco se detendrá frente a los llamados a la paz y a la concordia.

Entre tanto, la represión dentro de Rusia llega a niveles intolerables. Esto también hay que pensar cuando llamamos a sentarnos a discutir con Putin. Claudicar frente a su régimen cleptocrático es condenar a millones de rusos a vivir sin libertad y en la más absoluta represión. Ahora el régimen ruso pretende anexar territorios ucranianos para que más gente viva en tales condiciones.

La historiadora habló de la organización de la dacha de Osero que Putin y sus “amigos” fundaron en Petersburgo, siendo él era uno de los jefes de la administración de la ciudad, durante la década de los 90, cuando la Unión Soviética se terminó de disolver y había que administrar su masa en quiebra. Como señalé en mi columna Putin lleva 23 años en el poder, “la cooperativa de Osero es una especie de sociedad semi-secreta de personas que se favorecen entre ellas.”[4] Una especie de semillero de oligarcas.

A continuación, ella nos explicó que el estado ruso actual no es un estado, sino que es una mafia. Una organización mafiosa, propia del crimen organizado. Es, por otra parte, lo que señala repetidamente Kasparov en su libro “Winter is coming” (de 2015 pero que no ha perdido nada de actualidad, sino que más bien la ha ganado). El ajedrecista sostiene que Putin es un verdadero capo, un capo di tutti capi[5]. Como un verdadero Padrino, Putin da protección a los otros mafiosos (a los oligarcas, a los miembros del servicio secreto); pero les puede restringir o quitar la libertad, en cualquier momento. O incluso la vida, pensaba yo en los oligarcas que han sido encontrados muertos en los últimos meses.

La historiadora hizo ver que todos los compañeros de Putin en la “cooperativa de Osero” se han convertido en oligarcas multimillonarios. Con Kasparov, yo diría ellos son los nuevos mafiosos que acompañan a Putin, que es el boss of all bosses. Él los protege, cual padrino de la mafia[6]. Todo esto, mientras la enorme mayoría del pueblo ruso vive no sólo en la opresión, sin también en la pobreza[7].


[1] Quedo debiendo la cita.

[2] Cuando me violaron  

[3] También lo dice Kasparov.

[4] El artículo de Wikipedia en alemán es el más completo sobre la cooperativa Datschen-Kooperative Osero Más completo que en otros idiomas.

[5] Kasparov, Winter is coming, 2015, página 165.

[6] Hasta antes de que las sanciones comenzaran a hacer efecto, Putin, llegaba a acuerdos con los mandatarios de otros países para que sus oligarcas pudieran invertir en inmuebles fuera de Rusia o comprar acciones de empresas extranjeras, sus mujeres salir de compras a los países europeos y a Estados Unidos y sus hijos, estudiar en colegios de élite europeos. También en esto, se comportaba como un buen padrino de sus compañeros de la oligarquía mafiosa.

[7] “La economía rusa tiene las dimensiones de la economía italiana; pero más del doble de habitantes, Italia cabe 57 veces en Rusia y la esperanza de vida es cerca de diez años mayor en Italia”, Postales de Islandia

El informe de Amnesty

Esta semana, un informe de Amnesty International culpó a Ucrania de cometer crímenes de guerra o, al menos, de violar los derechos humanos durante la guerra. Los pasajes del informe referidos a Ucrania fueron amplificados por la propaganda estatal rusa y sus seguidores. Lo que el informe señala sobre Rusia, pasó desapercibido, tal vez porque de Rusia, se espera que viole los derechos humanos y/o cometa crímenes de guerra; pero no de Ucrania.

Antes que nada, hay que reconocer que, en todo conflicto armado, se violan derechos humanos y se cometen crímenes de guerra. La diferencia entre Rusia y Ucrania es que, en este último país, los crímenes se investigan y se persiguen y en Rusia no. Es más, hace poco, el NZZ entrevistaba a un soldado ruso quien aseguraba que Putin habría firmado un decreto de acuerdo al cual, las tropas rusas pueden robar artefactos de todo tipo de las casas particulares en Ucrania.

Ucrania deja entrar a los observadores internacionales y a los representantes de organizaciones internacionales. Rusia no colabora con ellos, ni con la justicia internacional. Supongo que para Putin y su camarilla, son todos “fascistas”[1]. Las acusaciones de crímenes de guerra son perseguidos por Ucrania, no son parte de su modus operandi. Los países que se han decidido por el respeto al derecho internacional pelean en una guerra, con “una mano en la espalda”, como hace ver Masala[2].

Yo pensé que el botín de guerra era algo prohibido por el derecho internacional humanitario. Hace un par de días, estuvo de visita en mi casa, un hombre ya muy mayor que sobrevivió a la II Guerra. Él me contó que lo que los soldados soviéticos más apreciaban eran los relojes. Hoy, el botín parece ser más voluminoso: línea blanca y ropa de marca[3]. En las regiones de donde proceden las tropas de Rusia, se observa un inusitado comercio de esos productos, de procedencia occidental o ucraniana, según cuenta el mismo NZZ.

Hay otro punto decisivo que tenemos que considerar: Rusia misma ha trasladado la guerra a las ciudades a las que ha penetrado. Ucrania ha llamado a la población a abandonar las ciudades donde se combate. Si el gobierno de Ucrania o su ejército quisiera usar a los civiles como “escudos humanos”, no llamaría a evacuar, ni facilitaría la evacuación. Esto es algo que el informe de Amnesty ni siquiera menciona.

Rusia, simplemente bombardea las ciudades sin miramiento, en una política de no dejar piedra sobre piedra[4]. Ucrania intenta defenderlas; pero es Rusia quien decide dónde se combate y ha decidido combatir en las ciudades. El atacante es quien decide y Rusia se ha decidido por los centros urbanos. En Ucrania estamos ante una guerra de agresión. Bühler hace ver que la estrategia de la “tierra quemada” está profundamente marcada en la estrategia rusa[5].

Si Ucrania defiende sus ciudades, es lógico que posicione sus unidades militares cerca de edificios, de colegios y de hospitales. En toda ciudad, vive gente, hay niños que asisten al colegio y enfermos que van a hospitales. Pertenece a la naturaleza de las cosas que casas y edificios, colegios y hospitales se concentren en centros urbanos. Amnesty dice que Ucrania pone en peligro la vida de los civiles al establecer unidades militares cerca de casas y edificios. Pero yo no me imagino cómo puede ser de otra forma. ¿Cómo puede defender Ucrania las ciudades ucranianas que son objeto del ataque ruso sin posicionarse en ellas?

Es evidente que nada justifica los crímenes de guerra, ni las violaciones a los derechos fundamentales. En esto es muy claro el derecho internacional humanitario. Butcha, Irpin, Mariupol son ciudades ucranianas donde las tropas rusas y su artillería han cometido innumerables crímenes de guerra que están bien documentados y no se puede decir que hayan sido consecuencia de un eventual atrincheramiento de tropas ucranianas en sus barrios.

Hasta ahora, Ucrania no podía defenderse de la artillería rusa de largo alcance. En consecuencia, tenía que pelear de cerca, lo que normalmente significa, pelear dentro de la misma ciudad atacada por las tropas rusas. Esto cambiará -esperamos- gracias a las armas occidentales que, probablemente sean un game changer. Y esto, en todo sentido, también en lo que se refiere a la protección de los civiles.


[1] Ver ¿Cuánto vale la vida de un hijo?

[2] Masala verteidigt Ukraine gegen Vorwürfe von Amnesty

[3] Hay muchas caricaturas de soldados de la Federación Rusa llevándose en sus tanques máquinas de lavar y televisores. En una ocasión, se cuenta que tropas rusas prefirieron bajar los cadáveres de sus camaradas de un camión militar para subir máquinas de lavar. Cualquiera creería que las lavadoras y lavavajillas son productos muy escasos en Rusia, al menos, en las regiones.

[4] Como dijo esta semana un general ruso.

[5] Die dritte Phase des Ukraine-Kriegs 

Gauck, el ex presidente alemán sobre las armas para Ucrania

Hay quien piensa que no deberíamos enviar armas a Ucrania. Habría que obligar a los ucranianos a sentarse a la mesa de negociaciones. Incluso firman cartas exigiéndolo y con ello, exhortan implícitamente al gobierno a que admita que perdió la guerra y, en consecuencia no siga sacrificando vidas humanas. Como si no fuera Rusia la que bombardea ciudades y comete crímenes de guerra, como los bien documentados de Butcha y Mariupol, entre otros muchos.

Es más o menos la misma gente que, en los primeros días de la invasión a Ucrania aseguraba que Ucrania no resistiría ni tres días, que Selenski huiría en helicóptero y Moscú instalaría un gobierno marioneta (como en Afganistán y otros países durante la era soviética). Y tomaría Kiev en un dos por tres (lo intentaron, pero no lograron tomar el aeropuerto). Siempre pueden recurrir a la amenaza de la bomba atómica que nos lanzará Putin si no hacemos lo que él quiere. O simplemente nos  cortará el gas…

En honor a la verdad, el gobierno de Ucrania estuvo dispuesto a negociar desde la primera hora, incluso Selenski ofreció cosas tan concretas -y dolorosas para Ucrania- como renunciar a ingresar algún día a la OTAN y congelar el tema de Crimea y hasta la delimitación de la frontera con Rusia en Donetsk y Lugansk. Las conversaciones fueron interrumpidas después de descubrir los crímenes de Butcha.

Selenski insistió en que él quería conversar directamente con Putin, a lo que el presidente ruso se negó en forma reiterada. Me imagino que negociar con el presidente de Ucrania sería desdecir toda la propaganda que divulga Russia Today y medios estatales similares en manos del Kremlin, en el sentido que Selenski sería un nazi[1].

El fin de semana, el ex-presidente alemán Joachim Gauck advirtió con meridiana claridad que “el rechazo a la entrega de armas favorece al agresor[2]. Así es: no entregar armas a Ucrania favorece a Rusia y no conduce a la paz. Por lo demás, Rusia tiene en estos momentos cero interés en sentarse a conversar, como lo demostró claramente la semana pasada el poderoso ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov, en la Cumbre del G20 en Indonesia. Lavrov habló ante los sus colegas los ministros de los otros países y se fue inmediatamente después. Abandonó la reunión, abordó su avión y se volvió a Moscú[3]. Fue incapaz de escuchar a los demás ministros. Dijo algo así como “si los otros países no quieren que Rusia gane la guerra, no tengo por qué escucharlos”.

Negar armas a Ucrania es como decirle a una mujer atacada por un violador: “si te doy un arma, todo será mucho peor, ya que tu violador se volverá más violento, se puede volver loco e incluso matarte o dejarte en silla de ruedas. Lo mejor es que no te resistas, cálmate, entrégate, deja que termine de violarte. Total, es sólo una violación, después vas a poder seguir con tu vida (…) perdonarás a tu violador que tal vez se convierta en tu amante”[4].

Pienso que no sólo podemos entregar armas a Ucrania, sino que tenemos que hacerlo. Algunos expertos sostienen que el derecho internacional obliga a ayudar  a un país agredido también mediante la entrega de armas. Hay muy pocos casos en la historia en los que es tan absolutamente claro quién es el país agresor y quién el agredido. Tampoco podemos olvidar que si Rusia deja de luchar no habrá más guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá más Ucrania

Cito nuevamente al ex-presidente alemán: aquí “hay un agresor y una víctima. (…) Pretender que debemos guardar la equidistancia las dos partes es una distorsión de lo que sabemos que es la realidad y es una percepción muy mala” de la misma[5]. Joachim Gauck nos llama a tomar parte a favor del país víctima de la invasión rusa. No podemos, una vez más, quedarnos de brazos cruzados frente a una guerra de agresión, lo impiden el derecho internacional y la moral más elemental. No es tiempo de volver a una política de appeasement que ya sabemos a donde condujo en el pasado.

El ex-presidente Gauck se pregunta “¿Cómo puedo poner toda mi confianza en negociaciones y al mismo tiempo debilitar a una de las partes en la negociación, concretamente al país invadido, al más débil, no ayudándolo más?[6] Tiene razón: hay que entregar armas a Ucrania, para que pueda sentarse a la mesa de negociaciones  desde la mejor posición posible, que le permita mirar a Rusia a la misma altura. No hay que ser estratega para saber que, mientras mejor sea tu posición militar, mejor serán los resultados cuando te sientes a negociar.

Una “paz dictada” sería una aberración y llevaría a una nueva guerra en los próximos años. Además, no es un secreto para nadie que Rusia no se detendrá en Ucrania. Es la misma Ucrania, a través de su gobierno libre y democráticamente elegido, quien tiene que decidir hasta dónde lucha y a qué puede renunciar y a qué no.

Hay que apoyar a una víctima. Tengo que valorar lo que me es querido. Y si lo valoro, también debo defenderlo”, continúa Gauck[7]. Así es, la guerra que libra Ucrania es una lucha en nombre de todos nosotros quienes creemos que el mejor sistema de gobierno es la democracia liberal que significa la alternancia en el poder[8], el respeto a los derechos fundamentales, al estado de derecho y a la economía de mercado. En este sentido, Putin tiene razón, es una proxy war, pero no entre Rusia y la OTAN[9], sino entre la sociedad abierta[10] y el autoritarismo[11].

Y aunque no fuera así, Ucrania tiene todo el derecho a seguir, libre y soberanamente, el camino que quiera. Incluso uno que no nos guste. Putin no le puede imponer continuar bajo la hegemonía rusa, como en la época soviética. La era soviética terminó hace más de treinta años, afortunadamente ya es pasado. El neoimperialismo ruso que observamos actualmente es su aberrante continuación histórica.  

Si Ucrania  quiere formar parte de la Unión Europea[12] y no de la Unión de Eurasia[13] o de otra organización de fantasía organizada desde Moscú, es libre para hacerlo[14]. Hay que entregarle armas para que defienda su libertad, su independencia y soberanía y, en definitiva, también la nuestra.


[1] Lo que es bastante curioso porque es judío. Pero en su inconmensurable perfidia, Sergei Lavrov aseguró a la prensa italiana que los peores nazis habían sido judíos. E incluso que Hitler habría sido judío. A esto me referí en mi columna Comentario al discurso de Putin del Día de la Victoria

[2] “Verzicht auf Waffenlieferungen ist eine Begünstigung des Aggressors”.

[3] Tal como hizo Putin en noviembre de 2014, que abandonó el G20 que se efectuaba en Australia.

[4] Cuando me violaron Si lo quieren leer en alemán: Als ich vergewaltigt wurde

[5] “Es gibt ein Schwarz und ein Weiß. Es gibt hier einen Aggressor und es gibt ein Opfer. (…) So zu tun, als würden wir äquidistant zwischen diesen beiden Parteien stehen – das ist eine ganz schlimme Verzerrung unserer Wahrnehmung”. La traducción es mía y no es literal.

[6] “Wie kann ich auf Verhandlungen setzen und gleichzeitig einen Verhandlungspartner, nämlich den überfallenen und schwächeren, dadurch schwächen, dass ich ihm nicht weiter aufhelfe?”

[7] “Einem Opfer muss man doch beistehen. Das, was mir lieb und teuer ist, muss ich doch schätzen. Und wenn ich es schätze, muss ich es doch auch verteidigen”.

[8] “La alternancia en el poder consiste en la posibilidad de elegir a una persona distinta a la que está en el gobierno y es uno de los elementos esenciales del sistema democrático de gobierno. En efecto, el cambio de gobierno por medios pacíficos, y por tanto civilizados, es consustancial a la democracia”, El juego democrático de la alternancia en el poder Recordemos que Putin ya está 23 años en el poder y seguramente, como Stalin, morirá en él.

[9] “La OTAN es una alianza defensiva que no se dirige en contra de nadie, menos que nada en contra de Rusia, pese a la persistente propaganda en redes sociales y medios de extrema izquierda y de extrema derecha unidos en la mentira”, Tres mentiras sobre Ucrania, la OTAN y Rusia

[10] Defendamos la sociedad abierta de sus enemigos

[11] En mi columna StandUpForUkraine, señalé:“en la guerra de Ucrania, defendemos más que el territorio de un estado nacional. En la guerra en Ucrania, unos pocos valientes defienden nuestra manera de vivir, nuestro way of life pluralista, tolerante, democrático y liberal. Defendemos el sistema de economía de mercado y la organización política con división de poderes, el estado de derecho, el check and balances” 

[12] “Precisamente fue su acercamiento a la Unión Europea lo que motivó los problemas con Moscú, ya en la época del Euromaidán”, Corrupción en Ucrania

[13] Formada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia, que es el país hegemónico.

[14] Invito a leer mi recensión de un libro de Gauck: «El poder tiene un sabor desagradable». Joachim Gauck, activista por los derechos humanos, en la revista mexicana Istmo.

Corrupción en Ucrania

De vez en cuando, en algún foro sobre la guerra en Ucrania o en algún canal en redes sociales, leo algún comentario acerca de la corrupción existente en ese país. En forma solapada, parecen decir que no se puede apoyar a Ucrania por ser un país muy corrupto.

Es cierto que Ucrania es un país con un alto, más bien con un altísimo nivel de corrupción. No creo que nadie lo niegue, menos que nadie el actual gobierno en Kiev. Lo que los partidarios de Rusia no dicen es que la Federación rusa es un país tan corrupto o aún más corrupto que Ucrania. De acuerdo al ranking de Transparencia Internacional[1], hay en Europa, sólo dos países más corruptos que Ucrania, y estos son Rusia y Azerbaiyán (esto en el supuesto que la ex-república soviética de Kasajstán sea un país europeo; en rigor, es parte de Asia Occidental y sólo parte de su territorio está en Europa; pero culturalmente es Asia).

Rusia ocupa el lugar 136, con 29 puntos en el ranking de Transparencia Internacional. Ucrania está en el puesto 122 con 32 puntos. O sea que, mis queridos y queridas interlocutoras, si fuera por la “lógica del país más corrupto”, Ucrania debería haber invadido a Rusia, destruido ciudades, campos y bosque rusos, matado a civiles y cometido abusos sexuales y violaciones. Además de pillaje, saqueo de negocios y casas particulares, deportado a simples ciudadanos, etc.

Los altos niveles de corrupción caracterizan a todos los países que formaban parte de la Unión de Repúblicas socialistas soviéticas, incluyendo a Ucrania, Kasajstán y a Rusia (durante la Guerra Fría rara vez hablábamos de la Unión Soviética, sino más bien de Rusia).

(Desde el punto de vista histórico, hay que considerar que Ucrania trató de independizarse como nación después de la I Guerra Mundial, momento germinal en que surgieron nuevos estados como Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania y en que incluso Polonia recuperó su calidad de estado-nación. Sin embargo, Ucrania logró permanecer sólo un par de años como país soberano y esto en medio de la guerra que continuaba[2], hasta que el Ejército Rojo, comandado por Trotsky cayó sobre su territorio, lo invadió y lo subordinó a las órdenes del Kremlin).

Creo que esto tiene una explicación histórica y ciertamente muy lógica. En el sistema socialista soviético, todas las decisiones, incluso las más mínimas, eran adoptadas por los funcionarios del partido único, de acuerdo a su ideología y a sus intereses personales. No existía economía de mercado, ni sistema democrático de gobierno ni de toma de decisiones. Las decisiones no eran las mejores, sino las más favorables a quienes detentaban el poder. Si sus decisiones eran erradas y perjudicaban a los demás, ellos no podían ser reemplazados por otros políticos en elecciones libres, como ocurre en el sistema democrático[3].

En el socialismo real, el aparato estatal era inmenso y lo “llenaba” todo con su presencia totalizante y, en definitiva, totalitaria. Sí,la denominación del régimen sovietico como totalitarismo cuadra perfectamente con su esencia. En un sistema así, es obvio que la corrupción se transformó en algo omnipresente, agobiante y que sofocaba y ahogaba la vida de toda la sociedad, sobre la cual el estado extendía sus tentáculos poderosos y corruptos.

La corrupción en un sistema de tales características era el menor de los problemas, parte de su ineficacia generalizada, que llevó finalmente al colapso y desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991. Desde que Putin[4] tomó el poder junto a su camarilla de Ozero[5], la corrupción ha seguido igual o peor que durante la época soviética. Sus beneficiarios son los miembros de los servicios secretos y de la oligarquía cleptocrática, calidades que muchas veces se superponen en una persona. Ellos son quienes detentan el poder político y el poder económico en el estado creado durante los 22 años y medio que ha estado Putin en el poder.

La federación rusa, bajo el mando de Putin y de su camarilla, no tiene intención alguna de combatir la corrupción. Sin corrupción, no podrían existir. La oligarquía plutocrática en torno a Putin no sobreviviría ni un solo día en un estado de derecho, ni en un sistema económico de mercado, donde prima la libertad económica y donde las decisiones se toman de acuerdo a criterios económicos y no de conveniencia particular. Tampoco subsistirán en una democracia liberal con elecciones, libertad de prensa y respeto de los derechos fundamentales.

La ex-república soviética de Ucrania, convertida en país soberano e independiente, al menos en el papel, se estaba transformando en una economía de mercado y sobre todo, en una sociedad democrática liberal, al estilo de los estados europeos. Evitarlo fue la causa de la invasión rusa.

Precisamente fue su acercamiento a la Unión Europea lo que motivó los problemas con Moscú, ya en la época del Euromaidán. Y luego la anexión de Crimea, la desestabilización del Dombás y la guerra actual, que Putin prohíbe llamar guerra, sino que denomina “operación especial”[6]. Rusia no quiere dejar que Ucrania se convierta en un país moderno, democrático liberal, en un estado de derecho, con elecciones periódicas, con alternancia en el poder[7] y menos en uno que combata la corrupción. No, a Putin le gustaría dejar a Ucrania siempre encadenada en un sistema anticuado de dominación, de pobreza, de corrupción, de hambre…

Esta semana, tuvo lugar la Conferencia de Lugano -que no sin razón se llama Ukraine Reform Conference[8]– sobre la reconstrucción de Ucrania, deja muy claro que una de las mayores exigencias que debe cumplir Ucrania es el combate a la corrupción.

A esto se ha comprometido el gobierno ucraniano, el gobierno actual de Selensky y el de quien venga después. Estoy segura que, a diferencia de Putin, en 23 años más, Selensky ya no será presidente de Ucrania…


[1] Índice de corrupción de Transparencia Internacional

[2] Se dice que, de hecho, la Guerra Mundial iniciada en 1914 terminó en el Este de Europa, recién en 1924 y no en 1918, debido a que la guerra continuó, protagonizada parcialmente por estados en germen, el ex-imperio de los zares y el nuevo imperio de los bolcheviques y otros grupos de poder y nacionalismos.

[3] Es lo que pasa ahora con Putin: aunque su decisión de invadir Ucrania e iniciar una guerra fratricida sea criticada por muchos rusos, esto no cambia nada, ya que Putin no puede ser relevado del poder. A propósito, invito a leer el El mensaje de Marina Ovsianikova a Rusia y al mundo

[4] Sobre Putin, invito a leer mi columna Putin llega con 200 años de retraso

[5] Recomiendo el artículo de Wikipedia en alemán que es el más completo sobre la cooperativa Datschen-Kooperative Osero Lo pueden traducir con ayuda de algún traductor on line o, leer los artículos en castellano o en inglés que no son tan completos.

[6] En Rusia, es castigado como delito hablar de “guerra” para referirse a la guerra en Ucrania. Sólo se puede decir “operación especial”, hasta aquí llega el toralitarismo.

[7] Según Popper, la alternancia el poder es consustancial de la democracia. Ver El juego democrático de la alternancia en el poder

[8] Ukraine Reform Conference En honor a la verdad, a conferencia de este año, se llamó Ukraine Recovery Conference.